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"La evolución del hombre es la evolución de su consciencia."
¿Cómo puede el alerta expandirse en consciencia?
Usemos imágenes para aproximarnos a esta cuestión sutil.
Una escultura de la dinastía Han de un perro muestra el alerta. El perro se da cuenta de algo.
Quizás ve un gato o un pájaro. Tal vez lo esté llamando su amo.
Sus sentidos se enfocan en el objeto de su alerta: sus ojos agudos, sus orejas puntiagudas
y su nariz sensible.
El perro está alerta. El artista que esculpiera el perro, esculpió el "alerta."
Contrastamos el alerta del perro con el de un boddhisattva de la dinastía Sui.
Los ojos del bodhisattva están entrecerrados. A diferencia del perro, no está fascinado por un objeto
exterior ni parece preocupado consigo mismo, con la actividad interna de su mente.
Está mirando y no mira.
Parece simultáneamente darse cuenta del mundo exterior y de sí mismo.
Su expresión facial transmite satisfacción.
Aquí radica la diferencia entre la consciencia y el alerta:
el alerta es lineal, se mueve de un punto a otro.
La consciencia se expande, como las ondas circulares que crea un guijarro que se arroja en un estanque.
La consciencia es darse cuenta de sí mismo.