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Lo que necesitamos es alguna clase de gobierno mundial, federal, y el único problema es cómo haremos eso.
Bueno, hay dos modos de hacerlo:
La zanahoria y el palo.
Y ahora se darán cuenta que esto no es algo nuevo de lo que nunca hayan oído hablar antes.
Es algo bien sabido.
Ahora el palo es el miedo al peligro, el miedo a la destrucción.
Y funciona, funciona bien, ya hace 40 años.
Durante 40 años hemos estado peleando una Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética,
que a veces se aligera y a veces se vuelve más severa.
No creo, al revisar la historia, que haya habido jamás un período de 40 años consecutivos
En el que dos naciones se hayan gritado la una a la otra sin ir a la guerra en ese intervalo de tiempo.
Por lo menos una vez, a veces dos. No lo han hecho.
No sólo no hemos ido a la guerra con la Unión Soviética, ni siquiera hemos roto relaciones.
En otras palabras, no sólo no nos atrevemos a pelear, ni siquiera nos atrevemos a dejar de hablarnos.
Esto es algo bueno, pero, ¿por qué es así?
La respuesta es que, realmente, no hay otra cosa que puedan hacer.
No hay manera en que realmente podamos pelear contra la Unión Soviética.
No importa si nosotros les pegamos o ellos a nosotros, o si nos pegamos los unos a los otros.
Lo que sea que hagamos destruirá la Tierra.
Obviamente, las naciones van a cooperar,
y de hecho lo están haciendo en más formas de las que quieren admitir.
Cooperamos sobre el clima, por ejemplo.
Compartirmos la información sobre el clima que se necesita.
Dejamos que el otro tenga la información que aprendemos en el espacio.
Y cooperamos en la Antártida, cooperamos en alta mar.
Coperamos en muchos asuntos de los que no hablamos.
Se hace mucho de eso y más, todo el tiempo.
Así que el palo nos conduce a la cooperación.
Pero siempre digo: "¿Por qué probar el palo solo? ¿Por qué no probar también la zanahoria?"
En la historia de los Estados Unidos hemos tenido tanto el palo como la zanahoria.
Después de fin de la Guerra de Revolución
tuvimos algo a lo que llamamos los Estados Unidos de América, pero no lo estaban.
Cada estado era virtualmente independiente.
Había un congreso, pero no tenía autoridad.
Ni siquiera podía recaudar impuestos.
Sólo podía conseguir las contribuciones voluntarias de los estados que siempre estaban endeudados.
¿Les recuerda eso algo que ahora se llama las Naciones Unidas?
Bueno, eso es lo que los Artículos del Congreso de la Confederación eran.
Era una pequeña versión de las Naciones Unidas. Y no tenía autoridad.
Y los estados estaban en constantes problemas.
Y como temían las consecuencias de la desunión,
y temían que fuésemos tomados por varias potencias Europeas y que fuésemos a la guerra los unos contra los otros,
prepararon la Constitución por la cual los distintos estados abandonaban parte de sus poderes soberanos
y los personificaban en un gobierno Federal. Y entonces votaron voluntariamente a favor de ese gobierno federal
y formaron unos verdaderos Estados Unidos de América.
Ese fue el palo, el temor de la desunión.
¿Y dónde estaba la zanahoria?
La zanahoria llegó después de la Guerra Civil.
Ahora pues, la Guerra Civil era el caso perfecto, que hemos visto un millón de veces en la historia humana,
de un acuerdo que no funciona.
La Unión venció a los Confederados, pero los Confederados ofrecieron tal pelea
que no tenían nada de qué avergonzarse y, de hecho, sentían que habían perdido sólo por poco.
Y encima de todo eso la Unión era vengativa, y tratamos a los Confederados después de su derrota
como si fueren una potencia extranjera ocupada.
Y era improbable que el Sur olvidara eso.
Uno esperaría que el Sur siempre recordara la Confederación, no como lo hace, con cierta clase de apego sentimental,
sino con fuerza, y que se rebelaría de vez en cuando,
cada vez que pareciera que era la ocasión correcta,
y que estaría siempre dándose el lujo del terrorismo.
Como los vascos en España.
¿Cuándo serán los vascos una potencia independiente?
Como la lucha entre las dos facciones en Irlanda del Norte.
Como la lucha entre los Chiítas y todos los demás en el Líbano.
Habría terrorismo constante, constante por parte de los Hermanos Confederados Unidos o algo así.
Y no lo hay. No lo hay. De algún modo hubo una curación y nos volvimos de nuevo una nación.
Y fue el resultado de la zanahoria.
Pues inmediatamente después de la Guerra Civil vino el período de apertura del Oeste.
El desarrollo del Oeste. A donde la nación iba hacia el oeste fundó nuevos estados.
Y cualquiera, de cualquier estado, podía ir a cualquier parte del oeste.
De modo que cuando se desarrollaba un nuevo estado este estaba formado por gente de todas partes de la Unión.
Estados Unidos encontró su unidad en un proyecto gigantesco que incluía a todos los estados
y que hacía que las diferencias entre los estados se vieran pequeñas en comparación.
No se hizo, creo, de modo intencional.
Sólo ocurrió. Tuvimos suerte de tener la zanahoria.
Necesitamos una zanahoria ahora.
Necesitamos algún otro proyecto tan grande que sólo pueda lograrse con todas las naciones del mundo
actuando juntas al máximo de su capacidad.
Necesitamos un proyecto tan inclusivo que podamos tener a todas las naciones trabajando en él,
y que estén contentas de tenerlo.
Alguna cosa que cree algo de lo que todas las naciones se beneficien.
Y, para mí, el único candidato a esto es el esfuerzo en la exploración del espacio.
Si logramos establecer estaciones espaciales.
Si logramos establecer asentamientos mineros en la luna.
Si logramos construir centrales eléctricas en el espacio.
Si logramos usar energía directamente del sol convertida en microondas que se irradien a la Tierra,
finalmente tendríamos energía independiente de la geografía.
No tendríamos carbon, que existe en algunas naciones y en otras no.
Petróleo, en el que unas naciones serían ricas y otras pobres.
No tendríamos a los fabricantes explotando para siempre a los agricultores
o a los dueños de las materias primas explotando a aquéllos que las necesitan, y así sucesivamente.
Tendríamos algo en el espacio para lo que todos contribuimos y que nos alcanzara a todos por igual.
El espacio sería igualmente alcanzable por todas las partes de la Tierra.
La energía que llegue iría fácilmente de una parte de la Tierra a otra.
Adicionalmente, si tuviésemos centrales eléctricas en el espacio,
requerirían, estoy seguro, mantenimiento y presencia constante.
Trabajos muy difíciles de llevar a cabo.
Probablemente tendríamos que tener grandes colonias en el espacio.
Cualquier perturbación en la Tierra, cualquier cosa que impidiese que la tierra se concentrase en el espacio
haría peligrar el suministro de energía para todo el planeta.
En otras palabras, sería inmediata y obviamente evidente para todos en la tierra
que valdría la pena mantener un orden mundial estable
pues sólo así su suministro de energía se mantendría sin problemas.
Allí tendríamos la zanahoria.
Un proyecto enorme que nos complaciera a todos, que nos elevara más allá de nuestras preocupaciones locales, estrechas,
que nos diera algo que no podríamos tener de otro modo.
Un tipo de prosperidad y paz que nunca hemos conocido antes.
Y entre tanto podemos olvidar esos pequeños efectos divisorios que nos han hecho sufrir durante tanto tiempo.
No soy más idealista que nadie.
No voy por allí diciendo que los seres humanos van a amarse tanto los unos a los otros
que van a fundar Utopía.
No. Lo que digo es que si los seres humanos tienen algo de cordura,
la suficiente cordura para temer las consecuencias de no hacerlo
y la suficiente cordura para tener esperanzas en las consecuencias de hacerlo, lo harán.
Pero no puedo garantizar que la especie humana esté cuerda.
Y si no lo está, entonces probablemente nos destruyamos nosotros mismos.
Ciertamente destruiremos la civilización, y podemos destruirnos a nosotros mismos como especie.
¿Y quién va a combatir eso? ¿Quién va a guiar en esa dirección?
Bueno, espero que mucha gente.
Pero estoy seguro de que entre ellos, entre ellos estarán los Humanistas.
Ya que, por su mismo nombre, ellos celebran la humanidad.
Quieren que la humanidad sobreviva.
Y reconocen que si sobrevive será por sus propios esfuerzos.
Nunca podemos sentarnos y esperar que los milagros nos salven.
No hay milagros.
Hay sudor.
Hay esfuerzos.
Hay pensamiento.
Y depende de nosotros ayudar.
Hacer que haya todo eso.
Muchas gracias.
Traducido al español por R. Daneel Olivaw
Grupo Asimov http://es.groups.yahoo.com/group/Grupoasimov/