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Este barrio fue diseñado para la miserable dignidad de la pequeña burguesía
para las ocupaciones respetables y el turismo intelectual.
La población sedentaria de los pisos superiores está protegida de la influencia de las calles.
Lo mismo ha pasado con el propio barrio. Este fue el escenario exterior de nuestra historia,
donde una pocas personas pusieron en práctica un cuestionamiento sistemático
de todo el trabajo y todas las diversiones de una sociedad,
una crítica total de su noción de felicidad.
Estas personas también despreciaban la pretendida "profundidad subjetiva".
Lo único que les interesaba era una expresión concreta y satisfactoria de sus propias vidas.
Los seres humanos no son plenamente conscientes de sus vidas reales.
Tanteando en la oscuridad, abrumados por las consecuencias de sus actos,
en todo momento, grupos o individuos se encuentran frente a resultados que no habían previsto.
Decían que el olvido es su pasión dominante.
Que querían reinventar cada día todas las cosas; convertirse en los dueños de sus propias vidas.
Así como no juzgamos el valor de un hombre por lo que piensa de sí mismo,
no podemos juzgar un periodo de transformación por su propia consciencia.
Al contrario, esta consciencia debe ser comprendida como reflejo de las contradicciones de la vida material,
el conflicto entre las condiciones sociales y las fuerzas de producción social.
Los avances en el aprovechamiento de la naturaleza todavía no coinciden con una liberación correspondiente de la vida diaria.
La juventud se perdió entre los variados controles de la resignación.
Nuestra cámara capturó para ustedes unos pocos destellos de una micro sociedad provisoria.
El conocimiento de los datos empíricos permanece abstracto y superficial
en tanto no son concretos en su integración en un todo.
Este es el único método que nos permite sustituir problemas parciales y abstractos
y llegar a su esencia concreta, para así llegar implícitamente a su significado.
Este grupo vivía al margen de la economía.
Su tendencia iba hacia el rol del consumo puro, particularmente el consumo libre de su propio tiempo.
Así se encontró a sí mismo directamente involucrado en variaciones cualitativas de la vida cotidiana,
pero desprovisto de cualquier medio para influir en esas divergencias.
El grupo circula en un área muy pequeña. El mismo tiempo los trajo de vuelta a los mismos lugares.
Ninguno quería ir temprano a la cama. El significado de todo era discutido continuamente.
"Nuestra vida es un viaje, en invierno y de noche. Buscamos nuestro tránsito..."
La literatura que habían abandonado sin embargo ejercía una
influencia retardadora, manifestada en algunas formulaciones afectivas.
Ahí estaba la fatiga y el frío de la mañana, en ese laberinto tantas veces atravesado, como un enigma que debíamos resolver
Era una realidad trompe-l'oeil, a partir de la cual teníamos que descubrir la riqueza potencial de la realidad.
En la orilla del río, la tarde comenzaba de nuevo, y las caricias,
y la importancia de un mundo sin importancia.
Así como el ojo tiene una visión difusa
de muchas cosas y sólo puede ver claramente una,
la voluntad puede afanarse a diversos objetos sólo imperfectamente,
y sólo puede amar completamente uno a la vez.
Ninguno contaba con el futuro.
Nunca sería posible estar juntos otra vez, o en otro lugar.
No habría jamás una libertad mayor.
El rechazo del tiempo y del envejecimiento limita automáticamente los encuentros en esta estrecha y contingente zona,
donde lo que faltaba se sentía como algo irreparable.
La extrema precariedad de sus métodos para subsistir sin trabajar estaba en la raiz de esta impaciencia,
hizo necesarios los excesos e irrevocables las rupturas.
Nunca podremos desafiar realmente una forma de organización social
sin desafiar todas las formas de lenguaje de esa organización.
Cuando la libertad se practica en un círculo cerrado,
ésta se desvanece en un sueño, se convierte en una mera imagen de sí misma.
El entorno del juego es inestable por naturaleza.
En cualquier momento la "vida cotidiana" podría volver a predominar.
Todo juego acontece dentro de los límites de su propio dominio espacial.
Fuera del vecindario, más allá de su fugaz y continuamente amenazada inmutabilidad,
se extendía una ciudad conocida a medias, donde las personas
se encontraban únicamente por casualidad, perdiendo para siempre su camino.
Las niñas que encontraron cómo llegar, porque estaban legalmente bajo el control de sus familias
hasta la edad de 18 años, frecuentemente fueron recapturadas por los defensores de esa institución detestable.
Generalmente eran encerradas bajo la custodia de esas criaturas que,
entre todos los productos malos de una sociedad mala,
presentan la apariencia más fea y repugnante: las monjas.
Lo que hace que la mayoría de los documentales sean tan fáciles de entender es la delimitación arbitraria de su tema.
Se restringen a la descripción de funciones sociales fragmentadas y sus productos aislados.
En contraste, imaginen la total complejidad de un momento que no está resuelto en una obra, un momento cuyo desarrollo
contiene hechos y valores interrelacionados, y cuyo significado, por lo tanto, no es aparente.
Esta totalidad confusa podría ser el tema de semejante documental.
Esta época ha logrado un nivel de conocimiento y tecnología que hizo posible, y cada vez más necesario,
la construcción directa de todos los aspectos de un modo de vida liberado mental y materialmente.
La llegada de estos medios superiores de acción, a pesar de mantenerse inutilizados por el retraso
en el proyecto de abolir la economía de la mercancía, ha revelado la obsolencia
de toda actividad estética, cuya ambición y poder se han reducido a la nada.
La decadencia del arte y de todos los códigos antiguos de conducta había formado nuestra base sociológica.
El monopolio de la clase dominante sobre los instrumentos que necesitamos para implementar
el arte colectivo de nuestro tiempo, nos deja completamente fuera
de la producción cultural oficial, que estaba dedicada a ilustrar y repetir el pasado.
Una película de arte sobre esta generación sólo puede ser una película acerca de su falta de creaciones reales.
Otros han seguido irreflexivamente los senderos aprendidos
de una vez y para siempre, hacia sus trabajos y hacia sus casas, hacia su futuro predecible.
Para ellos el deber ha devenido en un hábito, y el hábito en un deber.
No ven la deficiencia de su ciudad.
Ellos piensan que la deficiencia de sus vidas es natural.
Nostros queríamos fugarnos de este condicionamiento,
en búsqueda de usos distintos del paisaje urbano, en búsqueda de nuevas pasiones.
La atmósfera de unos pocos lugares nos daba indicios de los futuros poderes
de una arquitectura que sería necesaria crear, para que proveyera el escenario de juegos menos mediocres.
No podíamos esperar nada de ninguna cosa que no hubiéramos modificado nosotros mismos.
El ambiente urbano proclamaba las órdenes y el gusto de la sociedad dominante, con la misma violencia que los periódicos.
El hombre unifica el mundo, pero el hombre se ha extendido él mismo a todas partes.
Las personas no pueden ver nada alrededor de ellos que no sea su propia imagen, todo les habla de ellos mismos.
Su propio paisaje está animado. Los obstáculos estaban en todas partes.
Y estaban todos interrelacionados, manteniendo un unificado reino de la miseria.
Todo estaba conectado, era necesario cambiar todo a través de una lucha unitaria, o nada.
Era necesario vincularse con las masas, pero el sueño nos rodeaba por todas partes.
La dictadura del proletariado es una lucha sin descanso, sangrienta y sin sangre, violenta y pacífica,
militar y económica, educativa y administrativa, contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad.
Finalmente, en este país son una vez más los hombres del orden quienes se han rebelado y reafirmado en su poder.
Se les ha permitido agravar lo grotesco de las condiciones dominantes de acuerdo a su voluntad,
engalanando su sistema con las ceremonias funerales del pasado.
Los años, como un solo instante prolongado hasta este momento, han llegado a su fin.
Lo que era vivido directamente reaparece congelado en la distancia,
inscripto en los gustos y las ilusiones de una era, y acarreado con ella.
La apariencia de eventos que no hemos creado, que de hecho otros han creado contra nosotros,
nos obliga ahora a ser conscientes del paso del tiempo y de sus resultados,
a evaluar la transformación de nuestros propios deseos en eventos.
Lo que diferencia el pasado del presente es precisamente su objetividad inalcanzable.
No hay más deber ser, el ser ha sido consumido al punto de dejar de existir.
Los detalles ya están perdidos en el polvo del tiempo. ¿Quién temía a la vida, a la noche, quién temía ser capturado, ser retenido?
Lo que debería ser abolido continúa y nosotros continuamos erosionándonos con ello.
Estamos abismados. Separados unos de otros. Los años han pasado y no hemos cambiado nada.
Una vez más, la mañana en las mismas calles.
Una vez más la fatiga de pasar tantas noches similares. Es una marcha que ha durado mucho tiempo.
Es difícil beber más.
Por supuesto, uno podría hacer una película sobre eso.
Pero incluso si tal película lograra ser tan fundamentalmente incoherente e insatisfactoria
como la realidad con la que está tratando, nunca podría ser más que una reconstitución
tan empobrecida y falsa como este travelling fallido.
Hoy en día hay personas que se enorgullecen de ser autores de películas, como otros lo eran de novelas.
Incluso más retrógados que los novelistas, dado que no son conscientes de la descomposición y el agotamiento
de la expresión individual en nuestro tiempo, inconscientes de que las artes de la pasividad están superadas y termiandas,
son a veces felicitados por su sinceridad, ya que dramtizan
con una profundidad más personal las convenciones en que consisten sus vidas.
Se habla de una "liberación del cine".
Pero ¿Qué nos importa si se libera un arte más, al punto que Juan, Pedro o Francisco
puedan usarlo para expresar complacientemente sus sentimientos serviles?
La única aventura de interés es la liberación de la vida cotidiana,
no sólo desde una perspectiva histórica, sino para nosotros, ahora mismo.
Este proyecto implica el marchitamiento de todas las formas alienadas de comunicación.
El cine, también, debe ser destruído.
En un análisis final, las "estrellas" no han sido creadas
por su talento o falta de él, ni por la industria del cine o la publicidad,
Sino por la necesidad que tenemos de ellas.
Una necesidad patética, que emerge de una vida deprimente y anónima,
que desearía engrandecerse a sí misma en las dimensiones de la vida cinematográfica.
La vida imaginaria en la pantalla es el producto de esta necesidad real.
Las estrellas de cine son la proyección de esta necesidad.
Las imágenes publicitarias durante los intermedios son el reflejo más verdadero del intermedio de la vida.
Para realmente describir esta era, sería sin duda necesario
mostrar muchas otras cosas. ¿Pero qué sentido tendría?
El punto es entender la totalidad de lo que se ha hecho, y de lo que resta hacer,
y no agregar más ruinas al viejo mundo de los espectáculos y memorias.