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Nos decidimos por el año 1886 por todo lo que había sucedido antes,
pero también por lo que pasaría después.
La vida cambió mucho desde la revolución industrial de 1848
hasta la Primera Guerra Mundial.
La era victoriana, la ciudad misma, la imparable industrialización…
Es prácticamente la cúspide de la era moderna.
Y a la vez, hay una vaga pero constante sensación de misticismo.
Nos inspiramos mucho en estas cosas. Recuerdo cómo me gustaban los relatos
de Camelot y los caballeros de la Tabla Redonda.
En realidad no trataban sobre religión, sino sobre el hombre.
Algunos de los relatos del ciclo artúrico se remontan
a los tiempos célticos y anteriores a los romanos,
y queríamos incorporar parte de este poso celta
a la parte más antigua de The Order.
Son relatos repletos de folclore, de interacciones entre la gente,
de nobles caballeros protegen a la humanidad.
Dijimos: "Si pudiéramos idear una historia así, crear a esas gentes,
construir algo un poco alejado de los límites de la realidad,
¿lograríamos que resultara lo bastante real?"
Buscamos esa doble mirada. Todo es como en el 1886 real
pero si miras por el rabillo del ojo,
algunas cosas se apartan deliberadamente de la historia
para buscar ese equilibrio entre una primera lectura, la creíble,
y una segunda en plan "eso es distinto y mola".
Intentamos reflejar en buena medida aquella época,
pero no queríamos recrear la historia, sino retorcerla.
Nos empapamos de la historia, de los mapas y de geografía de Londres
para comprender la ciudad, para entender cómo era realmente.
Fuimos para allá veinte personas para ver los escenarios
y sacamos montones de fotos.
Si no habéis ido, hacedlo para ver de verdad cómo es la vida,
pasear por esas calles, porque esa atmósfera aún existe.
Hay tanta historia allí que puedes ver los estratos de tiempo,
estratos arquitectónicos construidos unos sobre otros. Ya era así entonces.
Estudiamos los trajes de entonces e hicimos sesiones fotográficas.
No solo tratamos de captar los complejos detalles de la ropa,
sino también cómo se movía la gente con ella.
Muchos ejércitos europeos tiraban bastante de artesanía.
Había numerosos símbolos, parches, bordados...
Dedicamos mucho tiempo a investigar los detalles
de las telas y las armaduras de la época,
para luego crear material específico para estos personajes
y para la Orden.
Cuando comenzamos a fusionar ficción y no ficción
vimos la necesidad de mantener un cierto control.
Al principio, teníamos un montón de elementos más "fantásticos".
Al principio, era fácil y tentador decir:
"Si vamos a crear una historia alternativa, alteremos el mundo".
El riesgo de enfocar así un juego, de mezclar ficción y no ficción,
es que, una vez rompes las reglas y todo es posible,
el jugador se asienta en la fantasía.
Socavas la realidad y la credibilidad de las situaciones y los personajes.
Y es como decir "todo vale".
No queríamos que todo fuera parte de la "historia alternativa",
así que, en su mayoría, los medios de transporte son iguales.
Hay carrozas tiradas por caballos. pero también tecnologías anacrónicas
como los dirigibles, que adelantamos a su tiempo.
Incluimos cosas que no serían realidad hasta 20 o 30 años después
pero que ya existen en nuestro 1886.
Pudimos mantener el perfil general de Londres, aunque se pueden ver cosas
como las torres de amarre de los dirigibles y sus focos,
que te dan este sabor estratificado y alternativo.
Esa es la doctrina que seguimos a lo largo del juego.
Nos preguntamos si la gente de hoy
se creería la parte ficticia de nuestra historia.
Es algo que da unidad al conjunto,
que parezca una era que existió fuera del tiempo y el espacio.
Lo más fascinante es que, por mucha ficción que escribas,
no creo que logres nunca una historia tan misteriosa como la real.
Lee todos los libros que quieras sobre hechos del pasado,
que ninguno te puede asegurar nada al cien por cien.
Siempre contienen algo que resulta levemente extraño.
Esto nos dio mucha munición para crear el mundo y la narración,
y para lograr un juego en el que puedes sumergirte.
Queríamos que la gente entendiera lo que era vivir en ese mundo,
y que experimentara de primera mano las diferencias
a través de los ojos de alguien que también ha conocido esa historia.