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En mi laboratorio, estamos desarrollando
una técnica de interfaz cerebro-computadora
creada para modificar el cerebro
con el objetivo de mejorar el autocontrol.
Así que pensé en empezar con
un ejemplo de autocontrol con éxito,
y un ejemplo de otro fallido.
Empezaré con el ejemplo de autocontrol fallido.
En este vídeo, el niño está haciendo
el llamado test marshmallow,
que consiste en dejar a un niño solo en una habitación
durante 15 minutos, con una golosina
(Risas)
La tarea del niño: "No comerse la golosina".
Este vídeo se grabó justo después
de que el científico se fuera.
(Risas)
De acuerdo. El siguiente vídeo
es un ejemplo de autocontrol con éxito,
y, de hecho, es un vídeo casero.
(Vídeo) Sentado. Espera.
Bien. (Risas)
Todos estamos familiarizados con la necesidad
de autocontrolarse en las decisiones del día a día.
Tenemos que elegir
entre ahorrar o gastar,
el gimnasio o el sillón,
zanahorias o galletas.
Y esta decisión, la habilidad
de autocontrolarse al
tomar este tipo de decisiones
puede tener consecuencias importantes.
Los niños que tienen poco autocontrol
serán adultos
con más probabilidades de cometer delitos
y tener problemas financieros.
No juegan bien con los otros,
y no sobrellevan bien el estrés.
Y los niños con poco autocontrol
tienen más posibilidades de ser obesos
y tener otro tipo de problemas de salud.
Cuando se hace un test de autocontrol a un niño,
como este test marshmallow,
algo pasa en el cerebro.
Y, como resultado de lo que pasa en el cerebro,
el niño consigue resistir la tentación,
o caer en ella.
Las pruebas sugieren que
el niño que resiste la tentación
podría llegar a ser más sano, con más dinero, educado
socialmente competente, un adulto equilibrado,
mientras que el niño que se comió la golosina
podría llegar a ser menos saludable, sin educación,
delincuente, un recluso socialmente incompetente.
Así que, si conseguimos llevar a la gente
más al primer grupo
que al segundo
sería algo bueno.
Como investigador me interesa
saber qué pasa
a nivel cerebral
podríamos intervenir
para mejorar el autocontrol.
Por supuesto, para ello,
tenemos que saber un poco más de
los mecanismos neuronales relacionados con el autocontrol.
¿Qué pasa en el cerebro cuando
alguien elige las zanahorias antes que las galletas?
Y eso solía ser una caja negra.
Afortunadamente, los investigadores,
recientemente, han abierto esta caja negra.
Así que ahora sabemos un poquito más
sobre lo que pasa en el cerebro
cuando alguien resiste comerse la golosina.
Y, como ya sabemos algo
de lo que pasa en el cerebro
al aplicar su autocontrol,
podríamos ser capaces de
intervenir en esos mecanismos neuronales
para mejorar el autocontrol.
Hemos trabajado varios años
para crear una técnica para ello,
denominada "STRIDES":
En inglés, Entrenamiento del Autocontrol para Incrementar el Retraso
de la Gratificación a través de la Retroalimentación Biológica por
Electroencefalograma con localización Fuente.
Por eso necesitábamos un acrónimo.
Y así es como funciona.
Esto es una representación de
nuestro paradigma de la interfaz cerebro-computadora.
Y esta zona que brilla
es muy importante para el autocontrol.
Como pueden ver,
cuando esta zona se ilumina,
la barra del panel superior sube.
Cuando esta zona no se ilumina,
la barra baja.
Por tanto, cerebro y barra están conectados.
Lo que hacemos es traer gente a nuestro laboratorio
y conectarlos a la máquina de electroencefalogramas,
y por eso tienen electrodos pegados por toda la cabeza.
Usamos eso para monitorizar la actividad cerebral
de la zona mostrada, entre otras.
Y luego enseñamos a la persona esa barra frente a ellos,
en el monitor, subiendo y bajando.
Les damos información sobre
lo que pasa en su cerebro a tiempo real.
Después les decimos:
"Haz que la barra suba".
"Presta atención a lo que pasa en tu cabeza,
lo que piensas, lo que sientes
cuando la barra sube, y sea lo que sea
que hace subir la barra, sigue haciéndolo.
Y, a través de ensayo y error y acondicionamiento operante,
la gente aprende a hacerlo.
Cuando aprenden a hacer subir la barra,
lo que realmente aprenden es a iluminar esa zona
del cerebro, y, si mejoran
al hacerlo,
puede que mejoren su habilidad de autocontrol.
Recientemente, hemos terminado un estudio con este enfoque.
Y estos son los resultados más importantes.
La línea azul representa el cambio de la
función de autocontrol para una condición de control.
La línea roja representa el cambio de la función de autocontrol
para el grupo STRIDES, el grupo
que hizo este entrenamiento en la interfaz cerebro-computadora.
Y, como pueden ver, para el grupo de control,
el autocontrol cae en picado a medida que pasa el tiempo.
No fue inesperado.
Se puede ver en la literatura a menudo.
Para el grupo STRIDES, por otro lado,
el grupo que hizo este tratamiento,
el autocontrol no decreció con el tiempo.
Y lo que eso sugiere es que
este entrenamiento con la interfaz cerebro-computadora
puede ser útil para prevenir la erosión con el paso del tiempo
en la función del autocontrol
que es tan visible en la literatura.
Solíamos pensar en el autocontrol como, ya saben,
el ángel en un hombro, el demonio en el otro.
Los dos luchando hasta el final,
y es eso lo que determina el comportamiento.
Pero ahora sabemos que el autocontrol no se parece en nada a eso.
El autocontrol se ve así.
No es un fenómeno metafísico mágico.
Es un proceso psicológico tangible
en el que deberíamos poder intervenir.
Muchas personas creen que el autocontrol viene ya fijado,
que se nace con un cierto nivel de autocontrol
y que no se puede hacer nada para cambiarlo.
Y, antes de que supiéramos tanto del autocontrol,
era probablemente cierto.
Pero ahora sabemos cada vez más,
y el autocontrol se está convirtiendo en algo más maleable.
Y sospecho que pronto tendremos
acceso generalizado
a tecnologías como esta,
que permitirán a las personas ejercitar
los mecanismos neuronales que afectan al autocontrol
de forma muy similar a cómo
se ejercitaría un músculo.
Y eso permitirá a la gente
superar las limitaciones
de su nivel innato de autocontrol.
Gracias.
(Aplausos)