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Jacinto es miembro de la sociedad secreta Awuaka
y hoy se somete a la iniciación en el Palo de Monte, la magia negra cubana.
La diferencia fundamental entre la santería y el Palo, es que aquí se trabaja con los muertos en lugar de con santos.
El culto se sustenta en la prenda mayombe, las ollas donde atrapan a los muertos para utilizarlos en sus rituales.
Si la prenda tiene cruces, es para hacer el bien, si no las tiene, es para la magia negra;
estará tapada con paños negros y se llamará la prenda judía.
Usan los palos de diferentes maderas, piedras, huesos humanos, herraduras, cocos y el cráneo de un muerto.
Terminada la elaboración de la prenda, Jacinto es conducido hasta el altar.
Los cánticos anuncian la acción que realizan.
Son claros y repetitivos para dirigir a la prenda y garantizar que el rito llegue a buen fin.
Jacinto se va sometiendo a las duras pruebas.
Con sus ojos vendados y sin saber que nueva disciplina le van a aplicar, su estado de ánimo se altera.
Ningún aspirante conoce previamente en qué consiste la ceremonia de iniciación.
Sólo saben que es dura y que no todos resisten hasta el final.
Al poco se siente mareado. Sus rodillas están entumecidas y tiembla de excitación.
Necesita un descanso, la incertidumbre no le permite controlar sus nervios.
Sus compañeros le animan pero le apremian para que continúe firme:
"Esto es sacrificio, debes sufrir por la prenda".
El oficiante le raya. Esculpe en su piel, con la navaja, las marcas de identidad de Siete Rayos,
el Espíritu Sangó para los santeros.
El aspirante se encuentra extenuado, pero lo peor ya ha pasado, sólo le resta recibir las bendiciones.
Tras cinco horas con los ojos vendados, Jacinto debe acostumbrar su vista a la luz.
Ahora le explicarán los fundamentos secretos de su nueva religión.
Terminada la iniciación tienen que dar de comer a las prendas mayombe.
Para ello sacrifican una cabra y dos gallinas.
Su sangre colmará el apetito de los muertos que ayudarán al iniciado a recorrer el camino del Palo de Monte.
Bebed en la cabeza de la cabra. Tomadla como si fuera la nuestra y permitidnos seguir viviendo.
Los santeros también adoran a Olorum, la sirena marina que vive en las profundidades.
Le hacen ofrendas de frutas y flores y le piden que acepte las acciones que desean emprender
y les ayude a superar las penalidades. Es una deidad amiga que siempre esta cerca.