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5 de mayo. Nuestro aniversario.
Entre copos de nieve y polvo en el calendario. Con una puta de extrarradio
entre las sábanas de mi cama. A oscuras.
Poniéndole tu cara y soñando que allí estabas.
Soñando que no marcharas. Ahogando tu ausencia
en un mar de *** y lágrimas derramadas
por este exiliado sin tierra, pues no hay Patria
más allá de tus piernas.
Y es por éso que este poema lleva el nombre de Mónica
y que afónica aún está mi garganta que grita al viento
este lamento que se esparce en la inmensidad del cosmos
susurrando: "no te marches!, morena!"
Que en tu coño ácido, como agua bendita,
quiero redimir mis pecados. Crucificado
entre tus piernas eternas
como esta lluvia en Santiago.