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Es fundamental.
Lo necesitamos.
Necesitamos estar conectados a nosotros mismos,
entre nosotros,
y al mundo que nos rodea.
Lo necesitamos porque nos da fuerza,
y consuelo
y amor.
Al mismo tiempo,
las conexiones nos hacen vulnerables.
Nos exponen a que nos hagan daño,
a que otros nos hagan daño.
Esto nos hace fuertes,
pero también frágiles.
Me sorprende la gran importancia de las conexiones.
En la primavera de 2007,
me convertí en apicultora.
No hay nada como la magia de las abejas
para cambiar nuestra percepción del mundo.
Cuando empecé a cuidar abejas
empecé también a ver el mundo con otros ojos.
Donde antes veía un adorno para la mesa del salón,
ahora veo comida de abejas. (Risas)
Donde antes veía una flor de color amarillo intenso
en un césped verde inmaculado
yo una vez más veo comida de abejas. (Risas)
Hortalizas, jardines, manzanas en los árboles,
hierbas y flores silvestres,
plantas que crecen en las medianas de las carreteras...
Todo es comida de abejas.
Cuanto más observaba el mundo
más conexiones encontraba
y más profundas se hacían.
Todo estaba conectado con todo.
Era increíble.
Por cierto, no soy de Maine, para quien lo haya apostado. (Risas)
Pero me gusta vivir aquí.
Y los chicos de MOFGA son una de las principales razones,
porque creo firmemente en la comida orgánica.
MOFGA es la asociación ecologista más grande y antigua de los EE.UU.
(Ovación y aplausos)
Tenemos mucha suerte en Maine,
pero no se puede vivir en EE.UU.
sin darte cuenta de que nuestro sistema alimenticio
no es precisamente orgánico.
Viajen conmigo en el tiempo.
Volvamos a 1971.
Richard Nixon es presidente
y acaba de nombrar a Earl Butz
Secretario de Agricultura.
Es el responsable del Ministerio de Agricultura.
Durante los siguientes 5 años, desde 1971 a 1976,
Earl Butz promovió una política
que apuntaba directamente a los granjeros estadounidenses.
La política de Earl era la siguiente:
Planten en todas las cercas.
Labren toda la tierra a la que puedan llegar con su tractor.
¡Háganlo crecer o lárguense!
Así que Earl nos dio la agricultura extensiva
y comenzó a cambiar el modo en que cultivamos en EE.UU.
Nos dio la agricultura industrial.
Se suponía que "grande" significaba "mejor".
Y sí, suena eficaz...
y si es eficaz, entonces debería significar más alimentos,
lo que significaría alimentos más baratos,
¡y eso significaría menos personas hambrientas!
Así que ser grande... ¡es mejor!
Pero enterrado bajo toda esta eficiencia está el concepto del monocultivo.
Ese es el nombre de esas grandes granjas
en las que solo se planta un cultivo.
Gracias a Earl, mucha gente se lo creyó y pensó
que esta era realmente la mejor forma de agricultura.
Pero la naturaleza no trabaja con monocultivo.
La naturaleza no pone todos los huevos en la misma canasta.
¡Es demasiado arriesgado!
La naturaleza insiste en el equilibrio y la diversidad.
¡Porque la diversidad funciona!
Funciona para controlar plagas,
para renovar la tierra,
para mantener el equilibrio...
La naturaleza posee una eficiencia totalmente diferente
con un resultado mágico, también.
La magia no es lo que ocurre en la agricultura industrial.
La agricultura industrial crea problemas industriales.
Una granja monocultivo crea el tipo de desequilibrio
supone que una plaga que se desarrolle
en la cosecha de nuestra granja monocultivo
haga desaparecer fácilmente toda la granja.
Y, para evitar este tipo de desastres,
nuestro granjero industrial usa pesticidas.
Las granjas monocultivo también agotan el suelo muy rápidamente:
plantamos lo mismo año tras año, tras año... en el mismo lugar.
Así que para contrarrestar este problema,
nuestro granjero industrial usa fertilizante.
Así que, para mí, como apicultora,
cuando pensé en lo que suponía poner estos productos en la comida que comemos,
conecté ideas.
Un momento, ¡estamos poniendo todo eso en la comida de las abejas!
(Risas) ¿En qué estábamos pensando?
Y hablando de abejas, como es el caso,
hay otra cosa que entra en juego en el monocultivo:
estos son almendros.
En California hay más de 303 mil hectáreas de almendros,
y para que se hagan una idea del tamaño,
es más o menos el tamaño del estado de Rhode Island. Eso es mucho.
Así que tenemos más de 303 mil hectáreas de almendros y,
claro, el productor quiere que sus almendros den muchísimas almendras.
Así que, contrata a apicultores que lleven abejas a esos árboles.
Los apicultores cargan las colmenas en tarimas,
y esas tarimas se cargan en camiones,
y esos camiones viajan por el país hasta California,
y esas abejas polinizan los almendros.
En el mundo de las abejas, este es un gran tema.
Es el acontecimiento migratorio de polinización más grande del país.
Así que, a las tres semanas, el apicultor
carga las colmenas de vuelta en las tarimas,
y esas tarimas vuelven a los camiones,
y nos volvemos a llevar las abejas.
¿Saben por qué?
Porque los almendros están en flor solo 22 días.
Así que quedan unos 340 días al año,
en los que los almendros no tienen comida para las abejas. Es un desierto de abejas.
En otras palabras, la agricultura industrial
creó la apicultura industrial.
Y para un apicultor, eso supone muchas conexiones rotas.
Ahora, avancemos hasta el año 2006.
Fue entonces cuando descubrí que tenemos un grave problema con las abejas.
Lo llaman el colapso de las colmenas.
Significa que las abejas estaban desapareciendo,
y nadie sabía por qué.
Este problema se conoce como CCD (Desorden de Colapso de Colmena).
Y aquí estamos, 5 años después,
sin que los científicos conozcan la razón,
aunque hemos invertido una enorme cantidad de tiempo y dinero
con la única esperanza de encontrar una solución
a lo que, esperábamos, fuese un solo problema.
Los investigadores saben ya que el CCD no es un solo problema,
no es por una sola causa, sino producto de varias cosas relacionadas.
Y aquí es donde empieza a dar mucho miedo,
porque el número de posibles combinaciones
y el número de posibles conexiones
es infinito y desconocido.
Las abejas están íntimamente conectadas a su entorno, y son pequeñas.
Son tan pequeñas que, cuando hay un problema con su entorno,
funcionan genial como sistema de alerta temprana.
Eso por eso por lo que a las abejas se las llama "el canario en la mina de carbón".
¿Pero qué es lo que las abejas intentan decirnos?
¿De qué nos están alertando?
Yo creo que lo que nos dicen es:
nuestro sistema de alimentos está roto.
El monocultivo y el uso de pesticidas y fertilizantes químicos
están destruyendo lo mejor y más importante de la magia de la naturaleza.
Y nos están diciendo que ya es hora de dejar de creer que grande es mejor
y empezar a trabajar para recuperar el equilibrio
y reconstruir las conexiones que tanto necesitamos.
Ahora bien, en cómo me gano la vida
paso mucho tiempo hablando de las abejas
y mucha gente preocupada me pregunta,
"¿Podemos darle la vuelta al problema?
¿Tenemos alguna posibilidad?"
Y lo que yo intento decirles es esto:
todos estamos conectados.
Así que cada cosa maligna, cada toxina, cada veneno, cada desequilibrio,
cada actitud negativa... todo eso nos afecta a todos.
Y es ahí donde más frágiles somos.
Pero, ey, todos estamos conectados,
así que lo opuesto también es cierto:
cada cosa buena, cada alegría,
cada maravilla, cada intento positivo,
todo esto también nos afecta a todos.
Y es ahí donde más fuertes somos.
Pero hay algo más,
porque no solo estamos conectados entre nosotros,
también estamos conectados a la naturaleza,
somos parte de esta alquimia mágica,
y por más sutil y misteriosa que sea
por más difícil de definir, complicada de cuantificar,
y por más dañada que esté,
es el punto fuerte.
Y es lo que hace posible que escuchemos a nuestro corazón y, cuando lo hacemos,
comprendamos que, cuando tiramos de un hilo de la naturaleza, una cosa,
descubriremos que está unida a todo lo demás... a todo lo demás.
Gracias.
(Aplausos) (Aclamación)