Tip:
Highlight text to annotate it
X
Pensad en esto. ¿Cuál es el mejor ordenador?
¿El mac? ¿El PC? ¿Los enormes superordenadores de la NASA?
No.
Está aquí arriba. Dentro de nuestra cabeza. Este es el mejor ordenador.
Y vuestros ojos... Veo que aún tenéis los ojos abiertos. Eso es bueno. Pero ¿sabéis
lo que estáis viendo? Me refiero a ver de verdad.
Cada segundo. Cada segundo, los ojos capturan 72 gigabytes de información. Son la mejor
cámara del mundo. ¿No es algo increíble?
Un ordenador y una cámara.
Y estos datos, este código, están aquí arriba, detrás del cortafuegos de nuestra
personalidad. 86.000 millones de neuronas, que han evolucionado para comprender, traducir,
darnos nuestra visión del mundo.
Las montañas, los ríos, las vastas sabanas, todos los animales en todas sus increíbles
formas y tamaños...
Amigos, familia, amores, la gente a vuestro alrededor... Todo lo que sabes y todos los
que conoces están ahí.
Todo son historias, recuerdos cargados de emociones. Vuestra felicidad, tristeza, alegría,
frustración, amores, amores perdidos...
Y esta colección de recuerdos os hace vosotros. Un proyecto en continuo desarrollo que solo
termina con la muerte.
Vuestros recuerdos son vuestra vida.
Ante todo tenemos un imperativo genético, un deseo singular, de compartir.
¿Qué nos hace humanos? Nuestra consciencia del ser y nuestra habilidad para compartir
quiénes somos. Nuestro mayor don.
Retrocedamos un momento.
Pinturas rupestres. Primero pintamos para decir que estuvimos aquí. Después, para
decir por qué, para transmitir conocimientos, experiencias.
Para ahondar en lo que sabemos. Porque eso es la evolución: compartir para sobrevivir.
Compartimos más y más. Ahora compartimos nuestros amigos, nuestros favoritos en YouTube,
nuestra ubicación, fotos íntimas... A veces quizá incluso un poco más después de unas
copas.
Cada vez que lo hacemos, reflejamos nuestra personalidad. Nuestro ser.
Pero es algo normal.
La innovación cambia las reglas. Siempre. Hace 20.000 años. 1000. 10 años. Mañana.
No importa.
Las interferencias son algo bueno.
Sea una sonrisa, un tatuaje o el teléfono en el bolsillo.
Las disrupciones y las innovaciones de todo tipo abren brechas y hacen posibles adelantos
inimaginables en tecnología y comunicación.
Hoy vemos un mundo encendido. Encendido con datos. Con información.
Pero hay una revolución a la vuelta de la esquina, ni más ni menos que la traducción
total de las emociones humanas, de esos impulsos en información.
Comunicación pura...
Creo que estamos en la frontera.
Tenemos delante la Internet del ser.
Una Internet de emoción pura: una conexión auténtica. Una que finalmente nos lleve más
allá del arte rupestre.
Esto no es ciencia ficción: los médicos hablan con pacientes en coma, se controlan
juguetes con la mente. Esto es ahora.
Un mundo de emociones compartidas... donde las mayores experiencias se amplifican, un
millón, mil millones de veces. ¿Podéis imaginar el amor? Ahora, ¿podéis imaginar
un amor mil millones de veces más poderoso? Y empatía: sentimientos auténticos.
Un nuevo futuro. Un mundo que crearemos, pero donde las fronteras del lenguaje desaparecerán.
Imaginad lo que podremos conseguir.
Recordadme. Recordad dónde estuvisteis.
Llega la nueva generación de medios sociales.
Porque el mañana es el futuro que todos compartimos.