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Por años, los científicos creían que el cerebro era estático, inmutable y bloqueado.
Pero nuestra comprensión ha cambiado drásticamente hasta el punto en que ahora vemos al cerebro como
plástico que cambia constantemente. ¿Y si te dijera que pensando podrías
afectar no sólo la forma en que tu cerebro funciona, sino también su forma física y estructura?
Resulta que esto es exactamente lo que sucede. Desde un punto de vista
neurocientífico imaginar una acción y hacerla requieren el mismo motor y programa
sensorial en el cerebro. Por ejemplo, si cerraras lo ojos e imaginaras la
letra "B", la corteza visual primaria se activa de la misma forma que cuando
ves la letra en la pantalla. Toma un momento e imagina que estás escribiendo
tu firma con tu mano dominante.
Es probable que la cantidad de tiempo que te lleva el imaginar hacerlo es
similar al tiempo que tardas en hacerlo por escrito. Trata de hacer lo mismo
con tu mano no dominante y de hecho te tomará más tiempo para escribirla e
imaginarla.
¿Por qué es esto importante?
Porque la imaginación y la acción están integradas y comprometen los mismos
caminos neuronales, la práctica de uno influye en el otro.
Un estudio fascinante puso a dos grupos a que practicaran piano por dos
horas diarias.
Pero a un grupo sólo se le permitió utilizar la práctica mental, no podían tocar el
piano, se sentaban frente a él y se imaginaban practicando. El sorprendente resultado,
exactamente los mismos cambios físicos se llevaron a cabo en la corteza motora de ambos grupos.
Y después de tres días su precisión al tocar era exactamente la misma,
después de cinco días, el grupo de práctica física empezó a sobresalir más rápido
pero el grupo que sólo imaginaba, cuando se les dio la oportunidad de practicar físicamente, pudo
alcanzar rápidamente el mismo nivel de habilidad para tocar. Tal vez más increíble es un experimento
que utiliza la imaginación en un esfuerzo por fortalecer los músculos. Ambos grupos hicieron los
mismos ejercicios musculares por cuatro semanas
pero un grupo sólo lo hacía mentalmente. Los que realmente hicieron el ejercicio
físico aumentaron su fuerza en un 30% mientras que los que sólo se imaginaban
haciéndolo aumentaron su fuerza muscular en un 22% por ciento.
Esto es porque las neuronas responsables de las instrucciónes de movimiento todavía estaban
siendo utilizadas y fortalecidas, lo que resulta en aumento de la fuerza cuando los músculos
de hecho se contraían. Puede que tus pensamientos no tengan algún poder místico
o mágico, pero la práctica mental es una forma eficaz de prepararse para una habilidad
física. Cada pensamiento cambia la estructura y función de tu cerebro
afectando las neuronas a nivel microscópico.
Y por mucho que quisieramos que te sentaras ahí y te convirtieses en el próximo Mozart, esto no va a
ocurrir sin mucho trabajo físico, pero un poco de imaginación nunca esta mal.
Este episodio de AsapSCIENCE esta apoyado por audible.com, el proveedor líder de
libros de audio, con más de cien mil títulos descargables de todo
tipo de literatura. Este episodio fué inspirado por el libro "El cerebro que
se cambia a si mismo "por Norman Doidge. Puedes descargar este audiolibro u otro de
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