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Nos estamos preparando para cumplir 30 años de Tamar.
Cambiamos la historia de las tortugas en Brasil y hoy se encuentran en recuperación.
Sin embargo, el problema de las tortugas y de otros animales
amenazados de extinción no está en el animal.
Trabajamos con la gente.
¿Qué vimos? En la primera playa en la que llegamos, vimos la siguiente escena:
un grupo de pescadores matando y recogiendo huevos de tortugas.
Nos dimos cuenta de que la única posibilidad que teníamos
de cambiar ese panorama era contratar a estas personas para trabajar con nosotros.
Con 5, 6 años de edad, ya acompañaba a mi hermana
para vender golosinas en la playa. También vendía muchos helados.
Cuando yo tenía 13 años, mi tío, que trabajó en el proyecto Tamar
y se enteró de ese proyecto, del programa Tamarzinhos,
que antes se llamaba Guias Mirins, me llevó
un formulario para que me inscribiera
y me seleccionaron para ser un niño guía. Y traté de sobresalir.
El objetivo es la tortuga.
Es reducir el impacto con respecto a la tortuga marina.
Los peces grandes, los tiburones son el blanco de la pesca,
y las tortugas, inocentes, terminan siendo capturadas accidentalmente.
Para nosotros que trabajamos aquí, que vivimos aquí,
nos resulta un poco más fácil manejar esta situación.
El investigador viene de otro lugar lugar para charlar con el pescador,
que siente una cierta molestia,
y se genera una situación algo incómoda. Para nosotros que trabajamos aquí
y ya estamos sensibilizados con el proyecto,
nos resulta más fácil charlar con el pescador.
Lo que se necesita es sacar a la gente que les causa problemas a las tortugas.
Es decir, cambiarle sus hábitos.
Todo el trabajo está orientado al cambio de hábitos,
al cambio cultural de la gente.
Todo ello también empezó porque estamos probando un anzuelo moderno,
que se llama anzuelo circular.
Este tipo de anzuelo disminuye el impacto en las tortugas marinas.
Se pescan menos y, cuando sucede, es más fácil quitárselo
de la boca de la tortuga.
Para llamar la atención hacia el anzuelo, decidí que
no iba a pescar con el anzuelo peces comunes que no llamen la atención,
sino que llevaría el anzuelo a 500, 600, 1000 metros
y lo lanzaría al mar en busca de peces distintos.
La gente, al ver esos peces, le prestarían atención al anzuelo.
En consecuencia de ello, se han descubierto estos nuevos animales.
Hay algunos nuevos registros de familias y géneros
tanto en Brasil como en el Atlántico Sur.
Un aspecto importante es nuestra contribución a la ciencia.
Al mismo tiempo que le generamos a la gente puestos de trabajo...
a esta altura, ya contamos con unas 30 personas trabajando...
generamos ingresos y conocimiento científico.
Ello se da en función del Tamar,
de este proyecto tan importante,
tanto para el ecosistema marino, para proteger las tortugas y la vida marina,
como para las comunidades, ya que genera puestos de trabajo
que cambian la vida de la gente, como me pasó a mí.
En mayo del año pasado, realicé un examen de ingreso para Biología Marina.
Aprobé y pude incluir el curso de inglés.
Tamar me paga la mitad del curso de inglés.
Luego me transfirieron del sector de atención a otro donde me convertí
en tratador de animales. Me encantó. en tratador de animales. Me encantó.
En realidad, nunca podría imaginar que seríamos un grupo tan grande
y tan heterogéneo. Hay arquitecto, abogado, contador,
hay diversos profesionales que trabajan en el proyecto Tamar.
Biólogos, muchos y muchos pescadores, sus hijos y nietos.
Para mí, es gratificante, debido a que Tamar se trata de un proyecto
que salió bien desde el inicio.
Pronto va a cumplir 30 años. Es uno de los más renombrados.
Entonces, profesionalmente, para mí, es gratificante.
Me siento complacido cuando abro un nido de tortugas
y veo aquellas cabecitas que se mueven.
Agarro la cría y le doy una gran sonrisa a la gente y se la muestro así.
Luego uno acompaña la cría que camina hacia el mar.
Es un acto que todo brasileño debería realizar:
preservar, cuidar, plantar, cosechar.
En definitiva, me siento muy bien.