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Jesús dijo que Dios trata a los pecadores no como enemigos a los que destruir,
sino como ovejas perdidas a las que rescatar y devolver al rebaño.
No sabíamos que esta forma de amor era también para los samaritanos,
a quienes habíamos despreciado durante siglos,
mestizos cuyas tradiciones nos parecían ofensivas,
hasta que Jesús decidió viajar por Samaría.
¿Quién es esa mujer a la que todos desprecian?
Es samaritana. ¿Te parece poco?
Vamos. Hay que comprar comida, y no queremos que el Maestro espere.
Dame un poco de agua.
Eres judío. Y yo soy samaritana. ¿Cómo me pides agua a mí?
Si supieras lo que Dios da, y quién es el que te pide agua,
le pedirías, y Él te daría agua de vida.
Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo.
¿De dónde sacarás esa agua?
Nuestro antepasado Jacob nos dió este pozo.
Él y sus hijos y su ganado bebían de el.
No te creerás mejor que Jacob, ¿verdad?
Los que beben de esta agua volverán a tener sed.
Pero quien beba del agua que yo le daré jamás volverá a tener sed.
Dentro de él esa agua se convertirá en manantial del que brotará vida eterna.
Señor, dame de ese agua.
Para que no vuelva a tener sed, ni tenga que venir aquí a sacar agua.
Ve y llama a tu marido, y vuelve aquí.
Yo... Yo no tengo marido.
Bien has dicho que no tienes marido.
Has tenido cinco maridos,
y con quien vives ahora no es tu marido.
Has dicho la verdad.
Veo que eres profeta, señor.
Mis antepasados samaritanos adoraron a Dios en este monte.
Pero los judíos decís que debemos adorar en Jerusalén.
Créeme, mujer, se acerca la hora en que adoraréis al Padre
sin tener que ir a este monte ni a Jerusalén.
Vosotros no sabéis a quién adoráis.
Pero llega la hora, y es ahora mismo,
cuando por el Espíritu de Dios la gente adorará al Padre tal como es,
ofreciéndole la adoración que Él quiere.
Dios es Espíritu,
y sólo con el poder de su Espíritu es posible adorarlo tal como es.
Es esa mujer.
¿Qué hace hablando con ella? ¿Sabrá quién es?
Yo sé que el Mesías vendrá.
Y cuando venga nos lo explicará todo.
Yo soy él.
Venid a ver al hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. Venid.
¿No será este el Mesías?
¿Mesías? ¿Mesías?
¿El que ha de venir? No puede ser.
Venid y ved. Venid.
Maestro, come algo.
Tengo una comida de la que no sabéis.
¿Alguien le ha dado de comer?
Mi comida es hacer la voluntad del que me envió,
y terminar la obra que me encomendó.
La cosecha está madura y lista para la siega.
¡Mira cuántos vienen!
¿Es su mensaje para samaritanos también?
La gente del pueblo rogó a Jesús que se quedara y les enseñara.
Nos quedamos dos días, y muchos samaritanos creyeron en él.