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Misterios de la lengua vernácula:
Sarcófago,
un ataúd de piedra típicamente adornado
con tallas decorativas o inscripciones.
La historia de la palabra sarcófago
es tan escalofriantemente grotesca,
que parece salida
de una película de terror de bajo presupuesto.
Sin embargo, no tiene un origen de película clase B;
sus raíces se remontan a principios del Imperio Romano
donde la palabra griega sarkofágos
se usaba para describir la piedra caliza
de la que estaba hecho un ataúd,
no el ataúd en sí.
Según el erudito romano Plinio el Viejo,
los ciudadanos del Imperio creían
que la piedra caliza de una cantera cercana a Troya
disolvía la carne.
Por esta razón, era bastante requerida
en la construcción de ataúdes.
Aunque no está claro si la creencia era generalizada
o incluso informada con precisión por Plinio,
lo que sí es cierto es que sarcófago
vino de las palabras griegas sarx,
que significa "carne"
y fágos,
"devorador, comedor".
De piedra come-carne
a ataúd de piedra,
hay una etimología apropiada
para el lugar de descanso final de los difuntos.