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Hola a todos, me llamo Brad
y vengo a hablarles de privacidad.
Una advertencia rápida,
las opiniones expresadas son personales y no de ninguno de mis empleadores,
así que imputen locura nada más que a mí.
Quiero hablarles un poco de
cómo la privacidad está cambiando y cómo las formas
de lo que creemos es privado
han empezado a transformarse y el rumbo que pienso están tomando.
Así, mi premisa es que hemos pasado de
una sociedad de leyes de privacidad a normas de privacidad
y que podemos decir esto
en una simple frase, "No se vale, mano" o
"acto de hermano", cualquiera que sea el término apropiado
según pueda ser el caso. Ahora, se preguntarán,
¿qué quiero decir cuando digo
"No se vale, mano"? Cuando digo,
"No se vale, mano", les daré un ejemplo:
Están en Facebook y
se pelean o terminan mal con
uno de sus amigos. Bloquean a
esa persona para que no pueda más ver su muro.
Alguien más que todavía tiene acceso a
su muro de Facebook, entra y puede que
que copie y pegue toda la información
o haga una foto de la pantalla a diario
y se lo mande a esa persona.
Bueno, nuestra respuesta inicial es:
No se vale. ¡No se vale, mano! ¡No se vale!
Se nos revuelven las tripas
pues de alguna manera hubo una violación de privacidad.
Sentimos que ese acto
de mal gusto es una realidad pero no sabemos
cómo discutirlo exactamente.
De eso hablo al decir
"No se vale, mano" en cuanto a la privacidad
porque la ley no reconoce eso como un
interés real de privacidad.
Entonces, primero es lógico
hablar de lo que la ley sí reconoce.
La mayor parte de nuestra privacidad viene
del contexto criminal.
La privacidad se entendía así: había que acercarse sigilosamente
al domicilio de alguien y escuchar a escondidas.
desde los aleros de una casa donde caía el agua;
así que se tenían que pararse en el lindero
para intentar escuchar.
Saltarían la cerca,
cruzarían a hurtadillas el jardín,
pegarían la oreja sobre un lado de la casa,
quizá abrirían un hueco
en una ventana para luego poder espiar.
Eso era lo que tenían que hacer
para violar la privacidad de alguien.
Así que la privacidad se trata realmente de
acceso a la información.
No necesitábamos reglas especiales
que regularan el acceso a la información porque
no se podía violar la privacidad de alguien
en el siglo XVIII a menos que uno se apareciera
en la entrada principal.
¿Cierto? No había ningún Facebook.
El único muro que había en siglo XVIII
era precisamente el muro
fuera de la cochera.
Pasamos de eso a esta era moderna
o era premoderna en la que tenemos
formas de obtener información
que no necesariamente involucran
las estructuras tradicionales del espacio.
Hay un caso muy famoso
que involucra a un tipo
que se metía a una cabina telefónica,
cerraba la puerta; luego hacia algo ilícito,
la policía escuchaba pero no tenía una orden judicial.
Por cierto, la ley dice que se requiere de una orden judicial
antes de poder escuchar algo sobre el asunto.
Para aquellos de ustedes que hayan visto
CSI o La Ley y el Orden, sabrán que
los fiscales que otorgan órdenes judiciales a veces suenan como Oprah:
"te otorgo una orden, a ti también te otorgo una orden,
y a todos se les otorga una orden".
(Risas)
Pero al menos todavía tenemos
ese proceso nominal en el que la privacidad
sigue estando protegida,
¿no? Eso es razonable.
Bueno, este tipo, cuyo nombre es Katz,
se puede decir como quiera pero se escribe con k;
él tenía una idea a medias de lo que
era la privacidad en este caso. Hay dos clases de privacidad:
la primera, es subjetiva; esto que significa
que personalmente creía que sus actos los hacía en privado
porque cerraba la cabina.
Y la segunda es objetiva.
La sociedad como un todo está dispuesta a decir,
"sabes qué, bien, si entras a
una cabina y cierras la puerta, eso debería ser privado".
Ahora, ¿qué pasa si lo aplicamos a Facebook?
Bien, eso no es la versión de privacidad de "no se vale, mano"
Sólo hay que avanzar más.
En la versión de privacidad anterior,
lo principal era el control sobre
los medios de acceso a la información.
En la nueva versión de privacidad,
lo principal es el control sobre
quién puede tener la información que das.
Entonces en la versión de privacidad anterior, si le cuento a alguien
"oye, reprobé un examen",
esa persona le puede contar a cualquier otro
y eso no es realmente considerado
una violación de privacidad.
Lo divulgué
porque permití que alguien más tuviera acceso.
En la nueva versión de privacidad,
cuando publican algo en sus muros de Facebook,
si evitaron que el resto del mundo lo viera,
entonces ¿quienes entraron en tu muro sobrentienden
que no deberían volver a compartir tu publicación?
Otro ejemplo: si están en Twitter
y tienen una cadena protegida de tuits
que nadie puede ver
a menos que expresamente sean sus seguidores y les den permiso
y alguien simplemente reenvía
todos sus tuits protegidos,
le dirían exactamente lo mismo.
Pero lo que se entendió habría sido:
"un momento, sólo te dejé ver
mi cadena de tuits porque
pensé que no la reenviarías".
Violaste cierto acuerdo sobrentendido que tenemos.
Y así, ahora tenemos nuestro fisgón moderno
a quien tienes en tu muro de Facebook
publicando otra vez. Entonces este es
nuestro fisgón moderno
"parando la oreja" en una conversación.
¿Cómo le hacemos para que la ley pueda
ajustarse a nuestro caso?
Porque pensamos que esta nueva norma, esta nueva idea
de "no se volverá a compartir,
que sólo la comparto contigo",
¿cómo llegamos ahí?
De hecho hay una forma interesante
y me voy a remontar al pasado para darles un ejemplo.
En los inicios de Facebook,
tenían que ser miembros de una red
para poder ver el perfil de alguien.
Recuerdo que tenía un trabajo,
donde alguien de Recursos Humanos sabía que venía de Yale
y me envió un correo que decía:
"Brad, sabemos que estuviste en Yale,
¿podrías ingresar a Facebook e imprimir una copia
de la página de Facebook de este candidato?
Quisiéramos verla."
Por cierto, para aquellos de ustedes
que crean que no pasó, esto ocurrió en el 2004.
Así que será mejor que crean que aún pasa.
Dicho eso, me fruncí de pánico y horror.
Para mí esto era una violación de la privacidad de esa persona.
Sería traicionar la confianza.
Pero la idea en aquel entonces era, lo que pasa en la red de Yale.
se queda en la red de Yale.
Es como lo de Las Vegas. (Risas)
Entonces había una noción como de,
¡Eh, no se vale, mano!
Se sabía que sólo uno tenía acceso a esto,
era un acuerdo recíproco.
No le cuentas a otros lo que pasa en la red de Yale
y no voy a contarle a otros lo que pasa en la red de Yale.
Entonces si pensamos,
existe un compromiso implícito,
cuando se unen a cualquiera de estas redes sociales,
en el que si se supone
que no reenviarás información, entonces no lo harás .
Existe otro territorio de la ley
que en efecto ha sufrido esta transformación,
donde pasaron de ser muy formales --tiene que haber conceptos explícitos--
a casi todo se vale;
a eso se le llama: responsabilidad del fabricante.
Puede parecer increíble pero
hubo una época en la que si compraban
una lata de Coca-Cola y explotaba en sus manos al beberla,
la única persona a quien podía demandar
era a la bodega o al bodeguero
dependiendo de dónde la hubieras comprado.
Con el tiempo, a los juzgados no les gustó esto.
Decían, "bueno, existe un contrato implícito
entre el fabricante original y cada paso en la cadena
de distribuidores hasta el consumidor final
que no requiere de un contrato privado
con el fabricante original".
Que es una forma habilidosa de decir:
vamos a decir que existe un contrato implícito
que cubre todo estos pasos en medio
y cuando al final compras esa lata de Coca
obtienes un contrato implícito con Coca-Cola.
Al final una corte en California dijo, "ya basta, es suficiente,
basta de pretensiones y de elaboraciones
de estos contratos implícitos."
Simplemente vamos a decir que se aplica responsabilidad estricta
si hacen un producto y lo sacan al universo,
se entiende en cierta medida que
si alguien sale herido por un producto,
te demandarán.
Podemos hacer lo mismo con la privacidad.
Si se unen a una red social
como Facebook, Twitter, Google+
sabiendo que hay configuraciones de privacidad
y sabiendo que otros están compartiendo información con ustedes,
pero al mismo tiempo prohiben a otros
el acceso a esa información,
ahí se da una violación --o como sea que lo quieran llamar--
exclusivamente del acuerdo manifiesto de esa persona
de sólo compartir la información contigo,
si no la compartes con terceros.
Podemos llegar a ese punto sin más demoras; por ejemplo:
Facebook podría poner un candado o un ícono en cada publicación,
en cada elemento de Facebook que haya sido compartido
que les haría saber si es público o no
y si está bien o no reenviarlo.
Twitter ya hace esto.
En esa red no se puede reenviar un mensaje protegido.
Craiglist tiene un código de compatibilidad que en efecto ve las publicaciones
que hayan hecho; y si están volviendo a publicar
un contenido similar, los paran.
Facebook y Twitter podrían hacer lo mismo
si notan que intentas usar el botón "copiar y pegar"
para saltarte estos mecanismos.
Lo otro que pueden hacer es,
podemos enmendar nuestros términos de servicio,
podríamos hacer un término de servicio expreso
de reenviar información que se supone no se debe reenviar.
Como sucede en Google+, donde pueden hacer clic
en "Apagar reenvío" y así nadie más puede ejecutar esa acción.
Hay una sensación de que podemos llegar a hacer eso.
También quizá podemos aplicar la ley ahí.
No necesariamente ocurrirá
de inmediato, sin embargo en un caso reciente
la Suprema Corte estaba empezando a considerarlo.
En el caso Jones, relacionado con GPS;
la jueza Sotomayor dijo: "quizá es el momento
de que empecemos a reconsiderar esta noción
en la que si comparten algo
con alguien deja de ser privado,
porque nuestras expectativas sociales han cambiado."
Hemos pasado de las leyes a las normas.
Las normas de "no se vale que lo reenvíes mano" son la forma actual de concebir la privacidad.
Como resultado de eso, nuestra ley está levemente atrasada.
Y aunque nuestras leyes todavía no están creadas,
tenemos medidas temporales que podemos usar a través del código.
Lo interesante de ver es adónde nos dirigimos
ahora que somos una sociedad de normas
y cuando pensamos en la privacidad basada en normas.
(Aplausos)