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Muchísimas gracias.
Mark, gracias por esa introducción tan poderosa y emotiva para mí.
Gracias por tu amistad. ¡Qué gran hombre!
Chester Falwell, gracias por tu introducción y por tu apoyo y bondad hoy.
Padre Jonathan Falwell, Dr. Luis Palau, facultad y empleados, y invitados distinguidos, padres y amigos,
y graduandos de Liberty.
Para los graduandos, claro, esto marca un claro final y un claro comienzo.
La tarea emprendida hace cuatro años ha culminado.
A la clase de 2012: ¡Buen trabajo! Y, ¡Felicidades!
A propósito me dicen que algunos de ustedes quizás tardaron un poco más de cuatro años
para completar sus estudios.
Un graduando dijo que terminó su licenciatura
en solamente dos periodos: el de Clinton y el de Bush.
De alguna manera, encaja bien que comparta esta distinción con Truett Cathy.
La campaña Romney se detiene abruptamente cuando vemos un filete de pollo. Sus sandwiches de pollo
fueron la comida de consuelo durante la primera temporada. Y Dios sabe que hubo días
cuando necesitabamos mucho consuelo. Asi que, Truett, gracias y
felicidades por tu bien merecida mención.
Claro que hay algunas personas aqui que estan aún más felices que los graduandos.
Y esos serían sus padres. Sus años de oraciones,
devoción e inversión se han sumado a este glorioso logro.
Y recordando al congresista *** Army, el sueño americano no es tener tu propia casa,
es lograr que tus hijos salgan de la casa que tienes tú.
Ultimamente, me he encontrado pensando sobre la vida en periodos de cuatro años.
Y digamos que no todos han logrado tanto en estos últimos cuatro años como ustedes.
Pero eso es un tema para otro día.
Pero dos observaciones. Primero, aunque las oportunidades de empleo son escasas en esta economía,
no es para nada que hayan pasado este tiempo preparándose.
Jerry Falwell Padre hace mucho que dijo que no se determina la grandeza de un hombre
por su talento o su dinero, como hace todo el mundo, sino por lo que se necesita para desanimarle.
Estados Unidos necesita de su talento y habilidad.
Si tomamos el rumbo correcto, estoy convencido de que veremos un resurgimiento en la economía estadounidense
que sorprenderá al mundo y abrirá nuevas puertas
para aquellos que estén tan preparados como ustedes.
Claro que lo que tengan para mí los siguientes cuatro años
no se sabe aún.
Pero diré que las cosas están mejorando y que tendré su amable hospitalidad de hoy
como símbolo de las cosas buenas que vendrán.
Quiero que sepan que considero un gran honor en mi vida el poder estar aquí para hablarles hoy.
Su generosidad de espíritu me hace humilde.
El espíritu acogedor de Liberty es un tributo al ejemplo de afabilidad cristiana de su fundador.
En sus 73 años de vida, el Dr. Falwell dejó una gran huella.
Por casi cinco décadas compartió ese camino con su buena esposa Macel. Es maravilloso verla hoy.
El llamado al que contestó Jerry no fue fácil.
Hoy le recordamos como un valiente y afable pastor del evangelio
quién no temió un argumento y jamás odió a un adversario.
Jerry merece el homenaje que más le hubiera gustado
como un alegre y confiado campeón de Cristo.
Siempre recordaré su bondadoso buen humor y su altruismo.
Hace varios años, como decía Mark, en mi hogar
Ann y yo posábamos por una foto junto a él.
Queríamos que estuviera en el centro de la foto pero insistió en que Ann se pusiera en el medio
y que él y yo nos pusiéramos a los lados. Y luego explicó, señalándome con el dedo
y luego a él mismo. Dijo, "Porque sabes que Cristo murió entre dos ladrones".
Quizás el paso más confiado que Jerry tomó fue
abrir las puertas de esta escuela hace 41 años.
Creía que Liberty podría llegar a ser una de las universidades cristianas más respetadas
de todo el mundo y así lo es.
Creyó, aún cuando la primera clase de graduandos fue de sólo 13 estudiantes,
que año tras año jóvenes cristianos se sentirían atraídos a tal universidad en masa.
Aquí están. Hoy, gracias a lo que han ganado aquí,
se van de Liberty con la convicción y la confianza como su armadura.
Saben en qué creen. Saben lo que son. Y saben a quién servirán.
No todas las universidades inculcan ese tipo de confianza pero estará entre las cualidades más preciadas
de su educación aquí. La certeza moral, los estándares claros y el compromiso con los ideales espirituales
los distinguirán del mundo que busca un significado.
Dicho eso, sus valores no siempre serán el objeto de la admiración pública.
De hecho, mientras más vivan por sus creencias más serán objeto de la censura del mundo.
La cristiandad no es fe del complaciente, el cómodo o el tímido.
Exige y crea almas heroicas como Wesley, Wilberforce, Bonehoeffer, John Paul II y Billy Graham.
Cada uno mostró, a su manera, la implacable y poderosa influencia del mensaje de
Jesucristo. Que esa sea su guía también.
Entran a un mundo con civilizaciones y economías que están lejos de ser iguales.
El historiador de la universidad de Harvard, David Landis dedicó su vida al estudio del entendimiento
del por qué algunas civilizaciones prosperan y de por qué otras caen.
Su conclusión fue ésta: La cultura hace la diferencia.
No los recursos naturales, ni la geografía sino lo que la gente cree y valora.
Lo importante para la ascensión de Estados Unidos al liderazgo global es nuestra tradición judeocristiana
con su visión de la bondad y las posibilidades que tiene toda vida humana.
La cultura estadounidense promueve la responsabilidad personal,
la dignidad del trabajo, el valor de la educación, el mérito del servicio, la devoción a un propósito
mayor en sí mismo; y a la base, la preeminencia de la familia.
El poder de estos valores, de esta cultura, es evidenciado por el reciente estudio de la Brookins Institution,
que el senador Rick Santorum trajo al ojo público.
Para aquéllos que se gradúen de secundaria, tomen un trabajo y se casen antes de que tengan su primer hijo
la probabilidad de que sean pobres será del 2%.
Pero si esas cosas están ausentes, el 76% será pobre.
La cultura, en lo que crean, lo que valoren, como vivan, todo importa.
Tan fundamental como sean estos principios,
algunas veces pueden convertirse en temas de debates democráticos
como hoy en día lo es la institución del matrimonio.
El matrimonio es una relación entre un hombre y una mujer.
La protección de la libertad de credo también se ha convertido en tema de debate.
Me parece extraño que el libre albedrío de la fe religiosa
sea tratado, algunas veces, como un problema.
Algo con que los Estados Unidos se ha visto atascado, en vez de bendecido.
Tal vez la consciencia religiosa le molesta a aquéllos
que sienten que la forma más alta de autoridad y sabiduría viene del gobierno.
Pero desde los inicios de esta nación se ha confiado en Dios, no en el hombre.
La libertad de credo es nuestra primera libertad en la constitución.
Y bien sea que la causa se la justicia para el perseguido, compasión para el necesitado y el enfermo,
o misericordia para el hijo esperando a nacer;
no hay fuerza más grande en una nación que la consciencia cristiana en acción.
La libertad de credo le abre una puerta a los estadounidenses que ha sido cerrada para muchos otros
alrededor del mundo.
Pero bien sea que pasemos por esa puerta y lo que hagamos con nuestras vidas después de eso
depende de nosotros.
Alguien dijo una vez que el gran drama de la cristiandad no es una multitud
siguiendo los movimientos de los colectivos, o hasta de las naciones.
El drama siempre es personal, el desenvolvimiento de la propia vida de un individuo.
No estamos solos en esto. Hombres y mujeres de toda fe, y buenas personas con ninguna;
luchan con sinceridad por hacer el bien y llevar una vida con un propósito establecido.
Y en la vía de las lecciones aprendidas por llegar al final o perder por poco,
les puedo decir esto. Todo lo que han escuchado en la Universidad Liberty
acerca de confiar en Dios y en Su propósito para cada uno de nosotros,
es un buen sermón.
Es una buena vida.
Tantas cosas compiten por nuestra atención y devoción.
A propósito, eso no acaba cuando te haces viejo. Todos somos propensos a que, en varias oportunidades,
tratemos las trivialidades como algo importante, y lo importante como algo trivial.
Y poco a poco vamos perdiendo de vista aquello que dura por siempre.
Ninguna persona que haya conocido, ni siquiera el más honrado o puro de corazón,
ha pasado por esos momentos en que la fe se aleja por lo ocupado de nuestras vidas.
Es normal y algunas veces hasta el más pequeño de los trabajos del Señor en nuestras vidas
puede reavivar nuestros corazones. Nos devuelven la vida.
Y nos llevan a algo más grande que nosotros.
Lo que tenemos, lo que deseamos tener, ambiciones logradas, ambiciones perdidas; inversiones ganadas,
inversiones perdidas; elecciones ganadas, elecciones perdidas. Estas cosas captan nuestra atención
pero no nos define. Cada una de ellas es objeto de
los caprichos y las serendipias de la vida.
Nuestra relación con nuestro Creador no depende de ninguna de esas cosas.
Está en nuestro control, porque Él siempre está a nuestra puerta.
Nuestro éxito no puede ser garantizado por nuestra habilidad de alcanzar el éxito espiritual,
depende de nosotros agradecer la gracia del Señor.
El mejor consejo que sabría darles es que le den lo mejor de sí a esas cosas terrenales, pero jamás lo den todo.
Reserven esa última esperanza para aquél que se las puede dar.
Muchos pastores aconsejaron lo mismo, pero pocos fueron tan memorables como el Dr. Martin Luther King Hijo.
Siendo joven dijo, "Con gran parte de mi vida por delante, temprano decidí
dar mi vida a algo eterno y absoluto no a éstos pequeños dioses que están aquí hoy
y se van mañana, sino a Dios quien será el mismo hoy, mañana y siempre".
En esta vida, los compromisos que son casi para siempre son aquéllos para con la familia.
Mi papá George Romney fue director, gobernador y miembro del gabinete presidencial.
Mi esposa Ann una vez le preguntó "Papá, ¿Cuál ha sido tu mayor logro?".
Sin pausa, él le respondió "criar a mis cuatro hijos".
Ann y yo sentimos lo mismo con respecto a nuestra familia.
Nunca me he arrepentido de perderme una oportunidad de trabajo para poder estar
con mis hijos y mis nietos.
Entre las cosas en la vida que se pueden posponer, estar allí cuando es necesario no es una de ellas.
Como dijo C.S. Lewis, "El hogar es la profesión fundamental.
Toda profesión existe por un propósito y ése es el de sostener a la profesión fundamental":
Las promociones a menudo marcan el punto más alto de una carrera. Espero que no haya visto la última de las mías.
Pero algunas veces los puntos más altos vienen de maneras inesperadas.
En 2002, me pidieron que ayudara a rescatar los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City.
Me avergüenza decir que, recordar eso ahora, cuando me presentaron la oportunidad
la rechacé sin pensarlo dos veces. Estaba ocupado. Me estaba yendo bien.
Y a propósito, mi falta de proeza atlética no hacia de las Olimpíadas un paso lógico para mí.
De hecho, luego de que aceptará el cargo mi hijo mayor me llamó y me dijo,
"Papá, hablé con mis hermanos. Vimos el periódico esta mañana.
Queremos que sepas que jamás pensamos que hubiera algo
que te pusiera en la portada de la sección de deportes".
Las Olimpíadas no eran una opción lógica. Pero fue una de las mejores y más satisfactorias decisiones de mi vida.
Las oportunidades para que sirvas en una manera significativa
pueden venir en los peores momentos. Pero eso hace que sean más apreciadas.
La gente de distintas creencias, como las mías y las suyas, algunas veces se preguntan donde podremos
encontrar un consenso cuando hay tantas diferencias en credo y teología.
Claro que la respuesta es que nos podemos encontrar en el servicio, en las convicciones morales compartidas
acerca de nuestra nación, que derivan en una vista global común.
El mejor ejemplo de esto siempre sera el de los cristianos y cristianas trabajando
y siendo testigos del amor de Dios en cada vida. Gente como el difunto Chuck Colson.
No hace mucho, Chuck contó un historia de sus días justo después de salir de prisión.
Gente influyente le aseguró que aún con sus antecedentes penales
un hombre con sus conexiones y experiencia podía vivir cómodamente.
Harían algunas llamadas para hacer de Chuck un hombre importante nuevamente.
Su decisión en esa encrucijada sería lo que lo haría un gran hombre.
La llamada al servicio es uno de los elementos fundamentales de nuestro carácter y nuestra cultura.
Ha motivado cada movimiento de consciencia
que éste país tan justo y esperanzador a visto.
Algunas veces, como bien dijo el Dr. Víctor Frankl en su libro Para Las Épocas,
el hecho no es qué le pidamos a la vida, sino qué es lo que la vida nos pide.
Qué tan a menudo la respuesta a nuestros problemas es ayudar a otros con los suyos.
Todas estas cosas, la familia, la fe, el trabajo, el servicio, las decisiones que tomamos como estadounidenses;
en otros lugares ni siquiera son decisiones. Para muchos en esta tierra
la vida está llena de órdenes, no de opciones.
Desde donde viven, el trabajo que hacen y cuantos hijos les
permitirá tener el estado. Debemos ser agradecidos.
Por éste y cada día que vivamos en los Estado Unidos de América donde
el talento que nos dio el Señor sea usado en libertad.
Gracias a Dios por éste país.
Y así, en esta gran institución cristiana donde han aprendido un que otra cosa acerca de
estos dones y el buen propósito que pueden tener.
Son suyos para tener y compartir.
Algunas veces su educación en Liberty los distinguirá y siempre los ayudará a ver el camino.
Y ya que se van y buscan ir a nuevos lugares, cerca o a lo lejos, espero que cada uno de ustedes
tengan un camino largo y una buena vida. Los ideales que los trajeron hasta aquí,
la sabiduría que ganaron y los amigos que encontraron, que sean bendiciones que estén con ustedes
siempre, y a donde sea que vayan. Gracias a todos. Dios los bendiga.
Y Dios bendiga los Estados Unidos de América.