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BERLIN ALEXANDERPLATZ - EPÍLOGO
¿Por qué hay dos ángeles caminando junto a Franz,
qué clase de juego es éste?
Dos ángeles en la Alexanderplatz de Berlín en 1928,
junto a un ex-asesino, ahora ladrón y chulo.
Esta historia sobre Franz Biberkopf y su difícil,
verdadera iluminadora existencia ha llegado hasta aquí.
Todo se va aclarando con la rabia y la ira de Franz
Se acerca el momento en que todo se esclarecerá.
Tiene un brazo postizo,
todavía no ha terminado el juego.
No quiere que le reconozcan.
¡Ah, el Sr. Biberkopf!
¡El distinguido caballero ha hecho muchas diabluras!
Es un criminal endurecido, deberían enchironarle,
cadena perpetua.
Mata a una mujer, afana, roba, y lo de la otra mujer,
también es culpa suya. ¿Qué más quiere ahora?
¿Qué ocurriría si alguien se entregara por entero a él?
En realidad no importaría.
¿Crees que somos superfluos?
Sí, un poco.
Sí, porque no es posible sacarle de aquí.
¿Y si le metemos en otro lado, en otra existencia?
¿Ha hecho aquí lo que podía?
No lo sé, pero éste es un hombre ordinario,
no veo por qué hemos de protegerle.
¿Qué significa "ordinario"?
¿Es un mendigo ordinario, o un rico extraordinario?
Mañana el rico es mendigo, y el mendigo es rico.
Se da bombo, y se hace el inocente,
finge que es honrado, mira qué escoria.
Pero cuando venga un policía se le caerá el sombrero.
¿Por qué va a seguir viviendo alguien así?
Yo también estiré la pata. Me costó más que a él,
y ya estaba muerta, no quedaba rastro de mí.
Quítate el sombrero, idiota, no eres un editor, imbécil.
Ni siquiera sabes sumar.
Espera y verás cómo te cogen.
Dejadle en paz, está chalado.
Le falta un tornillo.
Miradle, andando por ahí con dos ángeles,
y su querida Mieze es un cadáver en la comisaría.
Está acabado, no se grita por un tipo como éste.
Mi vida ha terminado, estoy acabado, ya basta.
Qué ciudad tan gigantesca es ésta,
qué clase de vida, qué vida llevé en ella.
Pero yo no maté a Mieze, yo no lo hice.
Y no sé cómo sucedió todo.
Ella te llamó mientras moría.
Seguramente ya habrá llegado aquí.
Tú has venido más deprisa de lo que crees.
"No puedo seguir viviendo, despídete de mis padres y de mi hijo.
La vida es una tortura para mí.
Pero Reinhold me tendrá en su conciencia, que se divierta.
ÉI me utilizó como un juguete y me desangró.
Sucio canalla.
Sólo él me hizo infeliz, soy un desgraciado."
¿Está aquí mi Mieze?
No estés triste, no debes estar triste.
¿Pero dónde está mi pequeña Mieze?
Hijo Mío, ¿qué te atormenta?
Ven, cuéntamelo.
Sólo quería ver a mi Mieze, pasaba por aquí.
Mira, yo ya estoy muerto.
No debes tomarte tan mal la vida, ni tampoco la muerte.
Puedes facilitarte las cosas.
Cuando yo ya estaba harto y enfermo, ¿qué hice?
¿Crees que iba a esperar a que me salieran llagas?
Me acerqué la botella de morfina y dije:
subid la música, piano, jazz...
Hice que me leyeran a Platón,
el Simposio,
un hermoso diálogo, sí.
Y mientras me pinchaba una y otra vez,
debajo de la manta.
Los conté, fue el triple de la dosis letal.
Podía oír el piano tintineando,
y me estaban leyendo acerca de Sócrates.
Hay personas inteligentes y menos inteligentes.
Venga, rápido, bájele.
No quiere quedarse en su tumba.
No deja de trepar a los árboles y se queda ahí colgado.
Sí, ¿pero por qué?
Estuvo enfermo mucho tiempo, nadie podía ayudarle,
todos decían que lo fingía.
Así que bajó al sótano, cogió un martillo y clavos.
Le podía oír martilleando en el sótano.
Me pareció bien que trabajara en lugar de estar sentado,
quizá estaba haciendo una caseta para los conejos.
Pero sólo estaba clavando un gran clavo en el techo,
quería asegurarse.
¿Qué tiene, qué le pasa?
¿Por qué lloriquea, quiere suicidarse?
No, mataron a mi chica y no sé dónde está su cuerpo.
Mire allá, es donde llevan a los nuevos.
Dios mío, ¿por qué no puedes yacer de una vez?
¿Por qué has de trepar a los árboles una y otra vez?
En Berlín, en 1927,
sin contar los nacidos muertos,
murieron 48.742 personas.
4.570 de tuberculosis, 6.443 de cáncer,
5.656 de enfermedad cardiaca, 4.818 de enfermedad vascular,
5. 140 de apoplejía,
2.419 de neumonía, 961 de tos ferina,
murieron 562 niños de difteria,
123 de escarlatina, 93 de paperas,
murieron 3.640 bebés.
Nacieron 42.696 personas.
¿Qué hemos hecho? ¿Por qué te han hecho esto?
Tú no hiciste nada, Mieze.
Por corriente que parezca este hombre en algunos aspectos,
una cosa le diferencia de la gente ordinaria en general.
¿Qué puede ser, pues tú has dicho que ordinario
y extraordinario son palabras sin contenido?
Este hombre sin darse cuenta se olvidó de hacerse adulto.
Pero está a punto de hacerlo.
Y cualquiera que sufra esta rara desgracia
tiene la tendencia, justo cuando está a punto de ver y sentir,
de saber y escapar, y morir.
Este esfuerzo le ha agotado en cuerpo y alma,
¿lo entiendes?
Sí, hasta ahora. Pero supón que le salvemos,
una vida agotada en cuerpo y alma,
¿qué clase de vida será?
Ni más ni menos que una corriente.
¿Sí, pero por qué todos nuestros esfuerzos?
¿Quién va a querer preservar una vida así?
Ahí está precisamente el misterio.
Tú tampoco sabes cómo te convertiste en lo que eres,
ni qué eras, ni cómo llegaste a estar por aquí,
conmigo, protegiendo a otros seres.
Es verdad, Terah, no lo sé.
Uno nunca es fuerte por sí solo,
hay que experimentar algo, adquirir fuerza.
Tú no sabes cómo la adquiriste,
y ahora estás ahí, y las cosas que matan
ya no son un peligro para ti.
Mieze, ¿qué puedo hacer? ¿Por qué no estoy en una tumba?
¿Cuánto tiempo me va a costar?
Otra vez en los campos, guiados por el poder de Dios,
batallar por él como un héroe, el Señor saldrá victorioso,
Aquél que confíe en Dios será siempre el vencedor.
A través de la oscuridad y la noche su alma sigue pura.
Aunque Satán quiera hacerme daño no temeré,
pues llegar a Dios es la meta y seguirle mi deber.
Aquel que confíe en Dios será siempre el vencedor.
A través de la oscuridad y la noche su alma sigue pura.
¡Lüders! Tú fuiste el primer cerdo asqueroso.
Fuiste el primer sucio y vil cerdo.
Tú empezaste a destruirme.
Empezaste a devorarme, a arruinarme,
empezó contigo.
Es el 22 de noviembre, ¿quieres resfriarte?
¿No prefieres entrar en tu bar y echar un trago?
Entrega a Reinhold.
Tu lugar es el manicomio, tienes una depresión nerviosa.
Que salga ese puerco, ese hijo de perra.
¿O no tiene el valor de salir?
¿A quién llamas, si no te responde?
Estás llamando a un hombre que no está aquí.
Nadie está lo bastante loco para estar donde le buscas.
¡Policía!
Dios mío, Franz, ¿qué haces en el suelo?
¿Por qué?
La ciudad entera te busca, y con un solo brazo,
es un milagro que no te hayan encontrado.
¿Has conseguido algo?
No puedo hacer nada.
Pero debo soportarlo.
Puede acabar conmigo.
ÉI se cargó a la chica y aquí estoy yo como un idiota.
Nosotros te creemos.
Fue la gota que colmó el vaso.
Ya he hecho bastante, he soportado bastante.
No puedo hacer más. Nadie puede negármelo.
No me defendí, pero ya es demasiado.
Como no puedo matar a Reinhold, me mataré yo.
Iré al infierno,
con el redoble de tambores.
Ése es el hombre
Iremos al infierno con redoble de tambor y clamor de trompetas.
Este mundo no nos importa.
Al infierno él y todo lo que contiene
arriba, abajo, y encima.
Y todos los hombres y mujeres,
todos al infierno.
No se puede confiar en nadie.
Si fuese un pajarito, me cogería una montaña de basura
la dejaría caer detrás de mí y volaría lejos.
SI HAY UN SOLO DIOS, NO SÓLO SOMOS DISTINTOS DE ÉL
A CAUSA DE NUESTRA MALDAD O NUESTRA BONDAD
TENEMOS DISTINTA NATURALEZA Y DISTINTA VIDA EN FORMA
Y EN ORIGEN Y EN DESTINO, SOMOS DISTINTOS.
¿Qué pasa, Andrej?
Me avergüenzo de mí mismo.
No lo entiendo, ¿por qué te avergüenzas de ti mismo?
Por ti.
¿Por mí? ¿Por qué?
Porque te quiero.
Eso es una tontería, eso es muy normal aquí.
Aquí dentro nos queremos, y fuera,
es diferente, se olvida.
Precisamente.
Por mí bien
si aquí es normal para todos,
pero no para mí,
para mí no es normal.
Qué tontería, Andrej,
es sólo que es tu 1ª vez aquí dentro,
para la mayoría ha sido igual, se avergonzaban,
y cuando volvieron a salir y todo fue normal
se reían y decían,
bueno, lo pasamos bien ahí dentro.
Es mejor que no pasarlo bien, ¿verdad?
No es por eso.
También hay otra cosa.
Toda mi vida,
he estado loco por las tías,
y al mismo tiempo me daban asco,
siempre lo he sufrido,
porque no podía aguantarlas,
y ellas no querían marcharse.
Toda mi vida.
Y ahora, cuando pienso
que tú sales y yo me quedo aquí
es la primera vez que...
No me entiendo.
Y si tú sales,
pasado mañana, entonces...
y antes siempre fue totalmente distinto,
totalmente distinto.
Aún me quedan 4 años aquí dentro,
todo por una idiotez.
¿Qué son 4 años?
Y encima, sin ti.
No hubiera sabido ni dónde conseguir el aguardiente,
soy un inútil.
Cuando hayas estado aquí un poco más de tiempo,
podrás conseguir todo el aguardiente que quieras.
No quiero, no quiero, no puedo soportarlo.
No puedo vivir así.
Y además está ese asqueroso polaco.
No puedo soportarlo.
Andrej, ¿qué quería?
Ya da igual.
Cómo iba a saber yo...
...Dios mío, que serían 4 años.
Nunca pensé que me caerían 4 años.
¿Qué pasa contigo y ese polaco?
Tú también eres polaco, ¿no?
¿Qué tienes contra él?
Yo no soy polaco. Eso es lo que él quería de mí,
saber que no soy polaco.
No lo entiendo. Te llamas Andrej Moroskiewicz,
y eso es polaco, ¿no?
Precisamente, yo no me llamo Andrej Moroskiewicz.
Eso es,
y ahora él me va a hacer chantaje,
hasta que acabe conmigo, me exprimirá como un limón.
Me tiene en la palma de la mano.
¿Y cómo vas por ahí con un pasaporte polaco?
Dios mío, ¿por qué llevo un pasaporte polaco?
Muy sencillo, porque quería pasarme de listo.
Fui a una parada de autobús
y robé el monedero de una mujer, y dejé que me arrestaran.
Resultó que el pasaporte es de un tipo al que buscan.
Cuánto te quiero.
Aunque no seas una chica, me encanta tocarte,
qué piel tan bonita tienes.
Me destrozarás cuando te vayas.
Me moriré.
Aún no entiendo esa historia del nombre.
Dios mío, es muy sencilla.
Maté a una chica...
¿Me oyes? Maté a una chica.
No me mires así,
yo no quería, pero ocurrió.
Ven aquí.
RECOMPENSA DE 1.000 marcos POR LA CABEZA DE REINHOLD
¿QUÉ SE PODÍA HACER, FIRMAR EL PARO Y PENSÁRSELO,
SON 1.000 marcos?
ASÍ QUE LE COGIERON Y LE LLEVARON A COMISARÍA.
DE LA MUERTE DE UN NIÑO
Y EL NACIMIENTO DE ALGUIEN ÚTIL.
¿Qué sucede?
Está herido.
Tenemos que llevarle al hospital.
Qué tontería, lo rematamos. Le atropellaremos
un par de veces más y a la fosa.
En la comisaría creen que Franz Biberkopf
finge que está loco, porque sabe que su cabeza
está en el cadalso, luego se lo llevan al hospital.
No le sacan ni una palabra, parece estar loco,
yace totalmente tieso, pestañeando un poco.
Cuando lleva dos días negándose a comer,
se lo llevan a Buch, al manicomio.
Es lo correcto, pues debe estar en observación.
Sentada junto al agua está la gran Babilonia,
la madre de las putas y de todos los horrores.
Sobre una bestia escarlata de 7 cabezas y 10 cuernos.
Le encanta cada paso que das, se emborracha
con la sangre de los santos que ha hecho pedazos.
Admira el cuerno con el que golpea.
Viene del abismo y te conduce al castigo.
Admira las perlas, el color púrpura, escarlata, los dientes,
cómo descubre sus gruesos labios,
la sangre fluye de ellos, ha bebido con ellos.
¡Oh, Babilonia la puta, amarillo dorado, ojos envenenados,
garganta inflamada, mira cómo te sonríe!
Al principio pusieron a Franz en observación,
porque estaba siempre desnudo y no quería cubrirse,
no hacía más que rasgarse la camisa,
sólo esto mostró que seguía vivo durante unas semanas.
Siempre tenía los ojos cerrados y estaba tieso,
se negaba a comer, y le tenían que obligar,
durante semanas sólo con leche, huevos y un poco de coñac.
Esto es exagerar el cuidado médico, es casi repugnante.
Tiene que aprender.
Eso es lo que consigue...
Sí, eso es lo que consigue.
Von Hardenberg, abra.
No entiendo por qué no nos deja que le ayudemos.
Sólo quiero ayudarle.
Von Hardenberg, abra.
Hombre, abre los ojos. Puedes oírme.
Yo también estoy fingiendo. Hogar, dulce hogar...
Para mí eso está bajo tierra.
Si no estoy en casa, quiero estar bajo tierra.
Los microcefálicos quieren convertirme en troglodita,
un cavernícola, he de vivir en esta cueva.
Sabes lo que es un troglodita, nosotros...
Despierta. Oh, condenados de este mundo,
que estáis obligados a morir siempre de hambre,
habéis caído como víctimas en la lucha,
en amor sagrado por la gente,
lo disteis todo por la gente y la vida,
y la felicidad y la libertad.
Somos nosotros, hombre.
¿No entiendes que somos nosotros?
En cámaras magníficas hace el déspota su repaso,
ahogando su inquietud en vino,
pero una mano lleva tiempo escribiendo señales amenazadoras
en la lujosa mesa.
Soy autodidacta, todo lo que sé lo aprendí por mí mismo,
de la prisión, ahora me encierran,
incapacitan a la gente. Creen que soy un peligro público.
Pues lo soy.
Soy un pensador libre, te lo digo,
me ves aquí sentado,
soy el más pacífico del mundo, pero si me provocan...
Llegará un tiempo en que la gente despierte,
los poderosos, los potentados, los libres,
así que descansad en paz, hermanos,
os habéis sacrificado por nosotros noblemente.
Considero que Franz Biberkopf es psicogénico.
Su rigidez nace en su mente,
su estado patológico de inhibición y dependencia,
que podría ser aclarado a través del análisis,
quizá una regresión al estado mental más reprimido si...
si... si, el "si" más grande, el más deplorable "si",
Es una pena, pero ese "si" molesta demasiado.
Si Franz Biberkopf hablara con nosotros
y cooperara con nosotros para eliminar su conflicto.
Empezará a creer que su parálisis es psicológica,
y que las espiroquetas son piojos en su cerebro.
La mente, la mente, moderno saco de emociones.
la medicina en las alas de una canción.
Yo de usted probaría con la electricidad.
En realidad no ayuda,
pero es mejor que todas esas habladurías.
Son chorradas. Si usa corriente débil,
no sirve de nada.
Si usa corriente fuerte podrá experimentar algo nuevo.
Se sabe de cuando la guerra, tratamiento de alto voltaje.
Hombre, hombre.
Aquí no está permitido, lo llaman tortura moderna.
¿Qué se hace entonces
con un caso como el de Franz Biberkopf?
Primero el diagnóstico
y si es posible, el correcto.
Una pierna mala no se cura
sólo con engaños.
Le puedes tocar el piano, que no se curará.
Hay que estirar los huesos y poner una tablilla.
Es lo mismo con un callo,
hay que ponerle loción,
o comprar mejores botas.
Lo último es más caro pero más efectivo.
¿Qué podríamos hacer con el caso de Biberkopf?
¿Qué opina, Dr. Proll?
Ya lo ha oído, haga un buen diagnóstico,
que es, en este caso,
según mis experimentados procesos de diagnosis,
estupor catatónico.
A menos que haya algún gran hallazgo orgánico
en el cerebro, un tumor, en el mesencéfalo.
Estupor catatónico.
Cuando uno está tumbado y tan tieso,
el sudor,
y pestañea de vez en cuando,
y nos mira fijamente,
pero no dice nada, ni come nada,
pero tarde o temprano se vendrá abajo.
Morirse de hambre... no llegará a ese punto.
¿De qué le sirve ese diagnóstico al hombre?
No le sirve de nada. ¿Qué dice Vd., doctor?
Habría aprovechado la oportunidad,
si el problema estuviera en su mente.
Cuando un convicto endurecido ve llegar a un joven caballero,
que no sabe un carajo sobre él,
disculpe, pero estamos solos, y piensa
éste me quiere curar con rezos, para él usted es el apropiado.
Eso le serviría.
Y hace tiempo que tendría, que haber hecho lo que hace
si el tipo razonase y calculase...
Precisamente.
Está inhibido, en mi opinión ocurrió después,
algún bloqueo, pero acarreado por factores mentales,
pérdida de contacto con la realidad, por decepción,
fracasos, esperanzas infantiles relacionadas
con la realidad, intentos infructuosos de recuperarlo
Tonterías. Factores mentales. Entonces sólo tendría
otros factores mentales. Acabaría con el bloqueo.
Se los daría a Vd. por Navidad.
En una semana se levantará con su ayuda, vaya curandero,
alabada sea la nueva terapia,
envíe un telegrama de homenaje al Sr. Freud de Viena.
Una semana después ya está andando por el pasillo,
¡milagro! Otra semana y sale al patio,
otra semana y gracias a su benévolo apoyo,
ha puesto pies en polvorosa.
No lo entiendo, deberíamos intentarlo otra vez.
No lo creo, doctor.
Pero yo sí. Ya aprenderá.
Tiene que haberlo experimentado.
Y después no se seguirá torturando.
Créame, no sirve de nada.
Déjelo en manos de Dios.
Y todo el manicomio se hace una pregunta:
¿qué le inyectarán a Franz hoy?
Y se ríen de los médicos a sus espaldas,
porque nada funciona con él, no lo consiguen,
es uno de los clientes más duros, él les enseñará,
él sabe lo que quiere.
¿Quién es este mentiroso?
Franz Biberkopf, una abubilla.
Un capullo.
Quiere esperar a que nieve, y cree que entonces
nos iremos y ya no volveremos.
Qué cosas piensa.
Un tipo así no puede pensar.
No tiene cerebro.
Sólo quiere estar tumbado y encabritarse, ¿o qué?
Le aguaremos la fiesta,
tenemos los huesos de hierro, ¡venga!
¡Otro tanto!
Una grieta en la puerta, cuidado.
Ninguna puerta, sólo un agujero vacío.
Gruñido, tranquilícense, caballeros,
con este hombre no vale la pena,
ya no queda mucho de él,
ni carne ni grasa,
pronto estirará la pata.
Ya le están poniendo bolsas de agua caliente en el lecho.
Y tengo también su sangre,
sólo se le ha dejado un poquito,
ya no podrá darse aires.
Es como yo digo, tranquilícense, caballeros.
Por favor, haced un agujero en la pared para mí
y así podré huir al fin del mundo.
El hombre es una fea bestia,
enemigo de los enemigos,
la criatura más asquerosa de la Tierra.
No es bueno vivir en un cuerpo humano.
Preferiría agazaparme bajo la tierra,
correr a través de los campos,
y comer lo que encuentre,
y el viento sopla,
y la lluvia cae,
y el frío va y viene,
es mejor que vivir en un cuerpo humano.
Casi lo habéis conseguido.
¡Adelante!
Pronto el agujero será lo bastante grande
para que pueda salir,
para salir de mi piel.
Franz, debes creerme,
yo no quería,
me atacó y dijo que...
tenía que rezar y de repente...
¡Tienes que creerme, Franz! ¿Por qué te iba a mentir?
Por favor, por favor, créeme.
Franz, espera, Franz.
Por favor, por favor, Franz. Déjame explicártelo.
Ahí se sienta la gran Babilonia junto al agua,
la madre de las putas y los horrores de la Tierra.
Se sienta sobre una bestia de 7 cabezas y 10 cuernos.
Por favor, por favor, hoy no.
Detenla, detenla.
Se emborracha con la sangre de los santos que destroza.
Viene del abismo y te conduce a la condenación.
La muerte entona una lenta, lenta canción.
Dame tu mano,
figura bella y delicada.
Soy amigo y no he venido a castigar.
Alégrate, no soy severo,
duerme dulcemente en mis brazos.
Es hora de que me presente ante ti, pues ya las semillas
se vuelan por la ventana y tú sacudes las sábanas,
como si ya no fueras a dormir otra vez.
No soy un simple segador, no soy un simple sembrador,
lo que es importante es estar aquí y preservar.
Oh sí, oh sí, oh sí.
Estoy aquí y debo dar fe.
El que aquí vive y renuncia a su vida
y a su cuerpo es Franz Biberkopf.
Esté donde esté, sabe adónde va y qué quiere.
Es una canción muy bonita. ¿Pero puedes oírla?
Y qué se supone que es eso de que la muerte cante.
Yo sólo quiero decir la pura verdad,
la pura verdad, y su verdad es...
que Franz Biberkopf pertenece a la muerte,
a esta muerte, y la oye cantar lentamente,
canta como un tartamudo, siempre con repeticiones
y como una sierra cortando madera.
Debo dar fe, Franz Biberkopf, de que deseas venir a mí.
Sí, tenías razón, Franz, viniendo a mí.
¿Cómo puede prosperar un hombre si no busca la muerte,
la verdadera muerte, la muerte real?
Durante toda tu vida te has protegido.
Protegerse, ése es el terrible deseo del hombre,
y así se queda en un lugar y no puede continuar.
Cuando Lüders te traicionó, te hablé por vez primera.
Tú bebías y te protegías.
Tu brazo estaba destrozado, tu vida corría peligro, Franz.
Admite que no pensaste en la muerte ni un solo instante.
Te envié de todo, pero no me reconociste.
Y cuando al fin me reconociste,
huiste de mí, más salvaje y más horrorizado cada vez.
Nunca se te ocurrió deshacerte de ti mismo.
Y en lo que empezabas,
tú mismo te convertías en un obstáculo
y el obstáculo todavía no se ha
disipado.
Pero es inútil, tú mismo lo sentiste,
es inútil.
Llega un momento en que ya es inútil.
La muerte no te canta una dulce canción,
y no te asfixia con una bufanda.
Yo soy la vida y la verdadera fuerza.
Por fin, ya no quiero protegerme.
Yo soy más fuerte que el cañón más poderoso.
No quieres que te deje vivir en paz.
Quieres experimentarte, ponerte a prueba.
La vida no vale la pena sin mí.
Acércate hasta que puedas verme,
hasta que veas cómo yaces bajo tierra.
Está tan oscuro que no veo nada.
No quieres acercarte más a mí.
Entonces te daré más luz y encontrarás el camino.
Si no tienes el valor de acompañarme a la oscuridad,
te daré luz para que halles el camino hasta mí.
Franz grita.
Franz grita, se levanta y grita.
Grita toda la noche. Franz está en marcha.
Grita por el día.
Grita por la mañana.
Vaivén, caída, tajo.
Grita por la tarde.
Grita por la mañana.
Creo que tiene sed.
Quizá tampoco tenga sed.
Vaivén, caída, tajo. Vaivén, vaivén, tajo.
Vaivén, tajo.
Grita al anochecer, llega la noche.
Grita por la noche, por la noche.
Sufro.
Es bueno que sufras.
No hay nada mejor para ti que sufrir.
No dejes que sufra, ponle fin.
Es inútil ponerle fin.
Todo llega solo a su fin.
Pero lo tienes en tus manos, ponle fin.
Pero sólo tengo una bola en mis manos.
Todo lo demás está en tu mano.
¿Qué tengo en mi mano?
Ponle fin.
Hasta aquí ha llegado, yo aquí hablando contigo,
como un ahorcado, y tengo que ahogarte como un animal.
Te llamé una y otra vez.
¿Crees que soy un tocadiscos que puedes conectar
cuando quieres pasarlo bien,
y cuando ya no te apetece puedes desconectarme?
¿Eso crees que soy?
Adelante, piénsalo,
pero ya ves que las cosas son distintas.
¿Qué he hecho?
¿No he sufrido bastante?
No conozco a nadie que lo pasara tan mal como yo,
tan lastimoso y tan desgraciado.
Nunca estabas,
hijo de perra.
En toda mi vida vi a Franz Biberkopf.
Y cuando te envié a Lüders,
no abriste los ojos,
no te plegaste como una navaja, te emborrachaste,
aguardiente y más aguardiente y sólo borracheras.
Quería ser honrado.
Honrado. Pero él me traicionó.
Y yo te digo que tú no abriste los ojos,
seguiste con tus timos y tus crímenes,
y no miras a la gente,
y no me preguntes por qué ni cómo.
¿Cómo puedes juzgar a la humanidad si no tienes ojos?
Ciego, y un chico listo.
El Sr. Biberkopf, de la parte distinguida de la ciudad,
se supone que el mundo ha de ser como él quiera.
Es totalmente distinto, amigo mío, totalmente distinto.
Ya lo sabes.
Al mundo le da igual
que existas.
Cuando Reinhold te agarró y te arrojó del coche
nuestro Franz Biberkopf ni siquiera se quebró.
Todavía bajo las ruedas, jura que será fuerte,
no se dice a sí mismo: piénsalo ahora,
utiliza tu inteligencia. No, dice: voy a ser fuerte.
No te das cuenta de que te hablo, pero ¿me oyes?
¿No me doy cuenta? ¿Por qué? ¿Qué pasa?
Sobre todo Mieze, Franz.
¡Una desgracia, una desgracia! Dilo: ¡una desgracia!
¡Grítalo! ¡Una desgracia!
No puedo, no sé por qué.
¡Grítalo, una desgracia! Ella vino a ti, fue amable,
te protegió, fue feliz contigo, ¿y tú?
Qué era una persona para ti, una persona como una flor,
vas y alardeas de ella delante de Reinhold.
Tenías a la más tierna delante de ti.
Pero tú sólo quieres ser fuerte.
Estás contento de poder competir con Reinhold,
de estar mejor que él,
y le provocas con ella.
Considera si no es culpa tuya que ella no esté viva,
y no derramaste ni una sola lágrima por ella,
murió por ti, ¿por quién si no?
No dejabas de farfullar: yo y yo y qué injusticia he sufrido.
Qué noble soy, y qué distinguido,
y la gente no me deja demostrar qué clase de hombre soy.
Dilo: una desgracia. Grita: ¡una desgracia!
No sé.
Perdiste la guerra, se acabó para ti, déjalo ya.
Deja que te conviertan en pasto, estás acabado.
Qué escoria. Tienes cabeza, corazón y ojos
y oídos y creíste que sería bueno ser honrado,
lo que tú llamas honrado. Y no ves nada, no piensas,
vives sin un propósito. Puedes hacer lo que quieras.
¿Qué debo hacer?
Venga, dímelo.
Yo no digo nada, no me vengas con ésas.
No tienes cabeza, ni oídos,
nunca viniste a este mundo,
te dejas llevar por tus chifladuras y ocurrencias,
Papa Biberkopf,
tenía que nacer para ver cómo son las cosas.
El mundo necesita otros tipos, más lúcidos,
que vean cómo es,
no hecho de azúcar,
sino de azúcar y suciedad y todo revuelto.
Pero...
Dame tu corazón.
Franz, tu corazón.
Así se acabará todo para ti.
Así puedo arrojarlo al lodo, que es su sitio.
Déjame pensarlo, sólo un poco más.
¡Venga ya el corazón!
Sólo un poco más.
Tu corazón, Franz.
Yo te sacaré el corazón.
Se acabó, se acabó.
Vete, Severo Segador,
aún soy joven...
¡Ya basta! ¿Qué es todo este disparate?
Todo esto es inútil.
No puedo dar permiso a nadie, necesito a todos mis hombres.
¿Me habéis oído? No puedo dar permiso a ninguno.
Tengo trabajo que hacer.
No tiene gracia, os necesito a todos.
Dame tu mano,
bella y delicada forma.
Soy amigo y no he venido a castigar.
Alégrate, no soy severo,
duerme dulcemente en mis brazos.
Cuando uno tiene la palabra muerte en la boca,
nadie puede arrebatársela,
le dará vueltas en su boca,
y será como una piedra,
una piedra de piedra,
y de ella no saldrá alimento alguno.
Muchos hombres han muerto de este modo.
Para ellos no hubo continuación.
Ellos no sabían
que tenían que pasar por un solo dolor
para continuar,
que sólo un pequeño paso era necesario
para continuar,
pero ellos no pudieron dar este paso,
no lo sabían, era sólo debilidad.
Era un obstáculo,
durante minutos, durante segundos,
y ya se habían marchado,
adonde ya no se llamaban Karl, Wilhelm, Mina...
***, *** como el carbón,
brillan rojos de ira,
y tiesos de desesperación,
han expirado.
No sabían que sólo necesitaban ponerse
incandescentes, así se habrían ablandado,
y todo se habría renovado.
Dios mío, una chica tan joven.
Bueno, ya la han arreglado.
Si es buena chica no le irá mal.
En todas partes hay apartamentos donde la gente se calienta,
se miran amorosamente o se sientan juntos fríamente,
agujeros sucios y bares
donde alguien toca el piano,
normalmente éxitos antiguos, pero a veces también recientes.
¿Conoces ésta? Ramona...
Ahí...
Adelante.
Adelante, a mí no me hagas caso.
Venga, sigamos.
¿Qué ha dicho la Muerte?
Tengo que saber qué ha dicho la Muerte.
Le conozco,
sí, el Sr. Lüders, le estaba aguardando.
Es un tipo chiquitito...
...y cordones.
Eso es lo que hizo. Le robó, le robó.
Y cuando yo estaba sentado en el bar,
Lüders entra, me ve, y sale corriendo.
Y Maxe me da una carta de ella.
Y en ella lo dice todo. ¿Y qué me pasa a mí?
De repente me cortan las piernas.
Y yo me pregunto, ¿por qué...?
¿Por qué puedo estar de pie?
¿Qué pasa de repente?
Lo que he dicho, que no puedo mover las piernas.
No me funcionan...
...no se mueven.
¿Quieres un coñac, Biberkopf?
¿Ha habido alguna muerte?
¿Y te afecta personalmente?
Son mis piernas. Me las han cortado. No sé.
Ah, toma.
¿Tú no vendías una vez salchichas por aquí?
Claro, así nos conocimos, pero de eso hace mucho.
Pero la... quiero decir la...
Te refieres a la esvástica.
Ahora la llevo, con orgullo, Sr. Biberkopf.
Tú también la llevabas entonces.
Sí, yo la llevaba entonces,
pero ¿no me dijiste...
...que eras judío?
Claro, pero eso no significa que tenga que
tomar el camino equivocado.
Ahora estoy en el bueno. Buenos días, Sr. Biberkopf.
Buenos días, Lüders, ¿cómo estás?
En realidad no muy bien.
Salud.
No te vayas, ven aquí.
Toma asiento.
Ahora no te vayas.
¿Qué te he hecho yo?
No te vayas.
Que venga la noche,
por muy negra que sea, como la nada.
Que venga la noche,
los campos sobre los que cae la capa de hielo.
La carretera se ha congelado.
Que vengan las solitarias casas de ladrillo,
desde las cuales brilla la luz rojiza.
Que venga el vagabundo, tiritando de frío,
los carreteros,
con sus cargas de verdura, dirigiéndose a la ciudad,
y los caballos delante de ellos.
Las grandes llanuras mudas,
sobre las que el metro y los expresos viajan,
y arrojan luz blanca a ambos lados de la oscuridad.
Que vengan las personas.
Ahí llega una llamada como el rugido del trueno,
como el chocar de las espadas y de las olas en la orilla.
Descansa tranquila, querida Patria mía...
Fuerte y segura es la guardia,
la guardia del Rin.
Reinhold.
Bah, es Reinhold.
No eres más que escoria.
¿Qué quieres?
¿Quieres hacerte el pez gordo?
Ni la lluvia podría lavarte, hijo de perra,
asesino, criminal.
Me alegro de que hayas venido, te echaba de menos,
ven aquí, sucio bastardo.
¿Aún no te han cogido?
Ten cuidado, te van a trincar.
¿Y a ti, Franz?
Yo no soy un asesino.
¿Quién me enseñó a la chica? ¿Y a quién le daba igual?
Y tuve que meterme bajo la cama, ¿quién era ése?
Por eso no tenías que matarla.
¿Y qué? Casi la mataste a palos tú mismo.
Dicen que hay otra que se llamaba Ida,
que está enterrada en Landsberger Allee,
y no fue a parar al cementerio por sí misma.
¿Y ahora qué? Ya no dices nada.
¿Qué tiene que decir Franz Biberkopf,
bocazas de profesión?
Tú me arrojaste del coche,
lo hiciste tú.
Y qué, si eres tan imbécil que te metes conmigo.
¿Imbécil?
¿No te has dado cuenta de que eres imbécil?
Tú estás en el manicomio de Buch y a mí me va bien.
¿Quién es el imbécil?
A ver cómo peleas conmigo,
demuestra lo que eres, pequeño Biberkopf.
¿Por qué diablos me enredaría yo tanto contigo?
Venga, demuestra quién eres.
¿Eres fuerte?
No debería haber luchado contigo.
Me provocas, aún me irritas, maldito seas.
No debería haberlo hecho, no puedo competir contigo,
no debería haberlo hecho.
Debes ser fuerte, Franz.
Lárgate, lárgate ya.
Quiero ver a otro, ¿no puede venir otro?
Espera, otro va a venir enseguida.
¿Quién está encima ahora, quién es el vencedor?
Yo no soy el vencedor,
eso lo sé,
no soy el vencedor.
Era el mayor cabrón del mundo, ¿me oyes?
Me provocaba y me irritaba hasta que no sabía
ni por dónde tirar.
¡Ida! Me alegro de que hayas venido.
Lo he pasado mal,
estoy aquí encerrado, en el manicomio de Buch.
¿Sabes dónde está?
En observación, o quizá ya estoy loco.
Ida, ven,
no me des la espalda.
¿Qué hace ella aquí?
Seguramente trabaja en la cocina, ¿no?
Sí, trabaja en la cocina.
Friega los platos, hace trabajos sin importancia.
¿Por qué se dobla de ese modo?
No deja de doblarse de lado, como si tuviera lumbago.
¿Qué le pasa?
No deja de doblarse, como si alguien le pegara,
como si alguien le pegara.
¡Eh, no le pegues, es inhumano!
¡Deja en paz a la chica!
¡Fuera de aquí, deja en paz a la chica!
Dios mío,
¿quién le está pegando así?
Ponte recta, no deja de doblarse.
No puede ponerse recta. Venga, ponte recta, chica.
Vuélvete y mírame.
¿Quién te golpea de esa manera?
Tú, Franz, tú me golpeaste hasta matarme.
No, yo no fui, se probó en los tribunales,
sólo fue agresión.
No digas eso, Ida.
Sí, me golpeaste hasta matarme,
hasta matarme, Franz.
Es mejor morir enseguida.
No se puede soportar, alguien debería venir a matarme,
debería... pero no fue culpa mía.
Yo no sabía nada.
No te dobles más, Ida.
Estuve en Tegel por ello, cumplí mi condena.
Ven aquí un rato,
ven aquí un ratito.
Dame la mano.
Pero quítate los guantes, Mieze.
Siéntate un rato conmigo.
No me trates con frialdad,
dame un beso.
Quédate conmigo, Mieze, quédate conmigo.
Te necesito, tienes que ayudarme.
Pero no puedo, Franz, sabes que estoy muerta.
No te vayas, Mieze, quédate conmigo.
Me gustaría mucho, pero no puedo.
Ya sabes, Freienwalde.
No te enfadas conmigo, ¿verdad?
Hay que celebrar lo que el dolor le hace a Franz Biberkopf.
Debemos hablar de la destrucción que conlleva el dolor.
Desgarra, acuchilla,
fulmina, disuelve,
todo eso hace.
Hay una época para todo, un tiempo para matar, para curar,
para echar abajo y edificar, para llorar y reír,
para lamentarse y danzar, para buscar y perder,
para desgarrar y cerrar.
Este es el tiempo de asfixiarse,
de lamentarse, de buscar, de desgarrar.
Franz se debate y aguarda la muerte, la muerte piadosa.
ÉI cree que la muerte, la piadosa,
se acerca ahora para ponerle un fin.
Franz Biberkopf murió en esa hora del atardecer,
el que fue transportista, ladrón, chulo, asesino.
Otro hombre yace ahora en la cama que él ocupó.
El otro hombre tiene los mismos papeles que Franz,
se parece a Franz, pero en otro mundo
tiene otro nombre.
Así fue la caída de Franz Biberkopf,
que yo quería contar desde su salida de la prisión de Tegel,
hasta su muerte en el sanatorio mental de Buch
en el invierno de 1928-29.
Ahora añadiré un informe sobre las primeras horas y días
de un nuevo hombre que tiene sus mismos papeles.
TODOS LOS COMIENZOS SON DIFÍCILES.
QUERIDA PATRIA, DESCANSA TRANQUILA.
TENGO LOS OJOS ABIERTOS Y NO ME ENGAÑARÁN.
La puta Babilonia ha perdido.
Y gritaba, y berreaba,
babeaba y gritaba: qué quieres de él,
de F. Biberkopf, lo puedes guisar en salsa amarga.
La muerte comienza su redoble de tambores.
No veo lo que tienes en la copa, dijo.
Tengo a Franz Biberkopf, lo he hecho pedacitos.
Pero como es fuerte y bueno, tendrá una nueva vida.
Entonces la Muerte se movió y su enorme manto gris ondeó.
Gritos, disparos, ruido, triunfo y regocijo en la Muerte.
El río y las legiones que marchan,
las legiones marchaban con un viento helado,
llegaron de Francia, las guía el gran Napoleón.
Sopla el viento, arrecia la nieve, las balas vuelan.
El animal cubierto de blanco se asusta y da coces.
Y la Muerte es la víctima.
Los trenes llegan rodando, los cañones rugen,
las granadas de mano explotan, una barrera de fuego,
descansa tranquila, querida Patria mía.
Los soldados han caído, enterrados en trincheras,
la Muerte enrolla su manto y canta:
marchad, marchad.
Nos vamos a la guerra, marchamos de verdad,
cien tambores vienen con nosotros también,
cielo matinal, cielo nocturno, ilumina la senda a la muerte.
100 tambores, pa-du, pa-dum.
si no nos encontramos bien, si nos encontramos mal, pa-dum.
Y la muerte enrolla su manto y canta: sí, marchad, marchad.
Nos vamos a la guerra, marchamos de verdad,
cien tambores vienen con nosotros también.
100 tambores, pa-dum, pa-dum.
Algunos van rectos, algunos se tuercen,
uno está en tierra, uno cae muerto, uno corre, otro enmudece.
Marchando en filas de seis, y de dos y de tres,
la Revolución Francesa y la Revolución Rusa marchan,
los guerreros campesinos marchan, los Anabaptistas,
todos marchan detrás de la Muerte,
se regocijan tras ella,
van hacia la libertad, hacia la libertad.
Hermanos, al sol, a la libertad, a la luz de arriba.
Y la Muerte enrolla su manto y canta y sonríe: oh, sí.
Y el campo murmura: oh sí, oh sí.
LA GALLINA SE COMPONE DE INTERIOR Y EXTERIOR.
SE COGE EL EXTERIOR, QUEDA EL INTERIOR;
SE COGE EL INTERIOR, QUEDA EL ALMA.
Sr. Biberkopf, sufrió usted de demencia
tras la muerte de su amante Emilie Karsunke.
Sin embargo, ahora está listo para participar en el proceso.
La difunta, a quien usted llamaba Mieze,
según usted, ¿tenía alguna relación con el acusado?
Sabe usted, nosotros éramos buenos amigos,
el acusado y yo.
Pero él tenía una codicia anormal por las mujeres.
Y fue así como sucedió.
¿Quiere decir que es algo así como un... sádico?
No sé si él estaba predispuesto
a ser un sádico.
Sospecho que Mieze...
...seguramente se resistió a Reinhold en Freienwalde y...
él lo hizo en un ataque de furia.
¿Sabe algo acerca de su juventud?
No, señoría, entonces no le conocía.
¿Y él no le contó nada?
¿Era bebedor?
Bueno, fue así:
él no solía beber, pero al final empezó a hacerlo.
No sé cuánto.
Antes apenas podía aguantar una cerveza,
sólo refrescos y cafés.
Trincaron a Herbert. Le han caído 2 años en chirona.
Me han dado un certificado de enajenación mental.
Lo he leído en el periódico.
Párrafo 51.
Pero estoy débil, Eva.
Ya sabes cómo es la comida en la cárcel.
El pequeño de tu vientre, ¿ya no está?
El acusado, Gottfried Meck,
queda por tanto absuelto del cargo de complicidad
en el asesinato de Emilie Karsunke.
Declaro a Reinhold Hoffmann
culpable del asesinato de la prostituta
Emilie Karsunke y le condeno a 10 años de presidio.
¡No, asesino...!
El acusado es culpable de asesinato sin premeditación.
Ahora leeré las razones del juicio.
Es un mozo ayudante en una fábrica.
¿Qué clase de destino es ése?
JUSTO DESPUÉS DEL JUICIO, OFRECEN A BIBERKOPF
JUSTO DESPUÉS DEL JUICIO, OFRECEN A BIBERKOPF
EMPLEO DE MOZO AYUDANTE EN UNA FÁBRICA,
Y ÉL LO ACEPTA.
DESDE ENTONCES NO HAY NADA QUE CONTAR DE SU VIDA
Uno es más fuerte que yo.
Cuando somos dos, es difícil ser más fuerte que yo.
Si somos diez, es aún más difícil.
Si hay mil y un millón, es muy difícil.
Pero también es mejor estar con los demás.
Entonces siento y lo vuelvo a saber todo.
Un barco no puede estar a salvo sin una gran ancla,
y un hombre no puede vivir sin los demás.
Ahora sabré mejor qué es verdad y qué es mentira.
Querida Patria, puedes descansar tranquila,
mis ojos están abiertos y no me engañarán.
Por ese motivo lo compruebo todo,
y cuando sea la hora y esté listo, cumpliré.
Al hombre se le dio razón,
y en lugar de eso, los bueyes se agrupan.
Biberkopf trabaja como portero ayudante,
coge los números, repasa los coches, mira quién entra y quién sale.
Alerta, alerta, en el mundo están sucediendo cosas.
El mundo no está hecho de azúcar.
Si tiran bombas de gas, me asfixiaré,
no sabes por qué las tiraron,
pero tampoco te hace falta.
Ya tuvimos tiempo de preocuparnos.
Si hay una guerra le llaman a filas, y él no sabe por qué,
la guerra puede continuar también sin él,
pero es culpa suya y lo tiene merecido.
Alerta, alerta, no estás solo.
Puede llover y granizar, no te puedes defender,
pero sucede así con muchas otras cosas.
Ya no gritará como hacía antes: destino, destino.
No debes honrarlo como destino,
debes mirarlo, agarrarlo y destruirlo.
Alerta, los ojos abiertos, atención,
mil van juntos,
del que no ponga atención se reirán los demás
o le matarán de un tiro.
El tambor redobla tras él.
Marchad, marchad. Nos vamos a la guerra, marchamos,
100 tambores nos acompañan,
cielo matinal, cielo nocturno, ilumina el camino a la muerte.
BIBERKOPF ES UN EMPLEADO DE BAJO NIVEL.
NOSOTROS SABEMOS LO QUE SABEMOS,
QUE HEMOS TENIDO QUE PAGAR UN PRECIO MUY ALTO.