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Tuve mi primera crisis de identidad en el patio de juego.
Recuerdo que mis compañeros se acercaban y preguntaban:
"Samir, ¿cuál es tu religión? ¿Eres cristiano o judío?"
Y recuerdo que esa pregunta me confundía mucho.
Acababa de llegar de Bangladés,
estaba viviendo en Estados Unidos
y recuerdo que pensé:
"No soy cristiano porque no me dan regalos en Navidad,
entonces, si tengo que elegir entre esas 2 opciones, será que soy judío".
Así que les miraba y decía: "John, soy judío".
Y ya está, y pasaron varios meses en los que realmente creía que era judío.
Recordemos que tenía 8 años.
Hasta que llegó Janucá
y tampoco me dieron regalos. (Risas)
Lo que quiero decir es que la identidad importa.
Y no solo importa la identidad,
ésta debería ser tu historia,
apropiada a tus mayores ambiciones.
Cuando me instalé en Bangladés hace 2 años,
buscaba una identidad que me ayudase a darle un sentido
a mi conexión con esta tierra,
por lo que empecé a hacer todo lo que me interesaba:
fotografía, viajes, escribir...
y vi un denominador común.
Empecé a apreciar la gran diversidad de esta tierra,
y no solo eso, sino que en esta diversidad se halla la clave
para entender qué hizo que Bengala fuera una civilización tan próspera.
Aquí hay una identidad de la que me puedo sentir orgulloso,
una identidad con potencial.
El año pasado, por fin pude viajar al Tíbet.
Cuando mi guía de viajes budista me recogió en el aeropuerto
estaba muy emocionado por conocer a un bangladesí.
"¡Bangladesí, bangladesí!", gritaba.
No lo entendí,
pero resulta que hace mil años
el rey tibetano estaba tan encaprichado de un monje bengalí
que envió un grupo de diplomáticos a Bengala
para pedirle que fuera al Tíbet
y ayuda a fortalecer y revivir la práctica de budismo en la zona,
después de haber caído en picada hace años.
Esto fue un trabajo tremendo.
El monje bengalí aceptó el encargo
e hizo transformaciones tales y tan efectivo fue su trabajo
que todos los budistas en todo el Tíbet
lo llaman Atisha, el gran Señor,
inmediatamente por debajo solo del propio Buda.
Y en todos los sitios de Tíbet a los que fui,
en todos los monasterios que visité,
se ve la estatua de Atisha, un bengalí, sentado junto a Buda.
De hecho, si vas a Mongolia, a ***ón,
o incluso a Australia, y otros puntos del mundo budista,
también encontrarás centros, monasterios y estatuas
dedicadas a Atisha, de tan intensa que fue su influencia.
¿Cuántos de los que están aquí ahora habían oído esta historia?
¿Y cuántos de Uds. saben de dónde era Atisha?
Nació justo aquí, a unos kilómetros de Daca.
Quizá, como yo, se pregunten
en qué tipo de sociedad nació tal hombre.
Hace mil años, Bengala era un punto de referencia internacional.
Su imperio se extendía al oeste hasta llegar a Afganistán,
dominaba el comercio del Océano Índico
y se construyeron complejos universitarios monásticos como éste en Paharpur.
Se reunían aquí académicos de toda la región
para estudiar en el prestigioso campus.
Así habría sido entonces. Estos son gráficos en 3D, por supuesto.
Lo usaron muchas religiones.
Allí sin importar la religión,
todos eran más que bienvenidos.
Hasta hoy, es uno de los más grandes.
Y si guarda semejanza con otros monasterios
que hayan visto a lo largo y ancho del sudeste asiático,
sepan que es porque éste fue el modelo que inspiró el resto.
Y está aquí, en Bangladés.
Miren, si pensamos nuestra identidad en términos del constructo nación-estado,
no podemos sino centrarnos en 1971.
Y, al hacerlo, nos arriesgamos a perder de vista una historia mucho mayor
de lo que significa ser bengalí.
Cuando se explica por qué luchamos por nuestra identidad cultural en 1971,
no se explica de dónde vinieron nuestra cultura y nuestra identidad.
Y ese "de dónde" es vital, porque nos proporciona una visión crítica
de cómo nos convertimos en tal potencia, desde el punto de vista de la civilización.
Fíjense, lo crean o no,
Bengala fue famosa por su prestigio internacional,
su prosperidad económica
y su complejidad intelectual.
Vemos aquí un patrón que empieza a destacar,
y es que necesita una sociedad abierta, inclusiva y plural
para sentar las bases de la seguridad, estabilidad y creación de riqueza
que se vieron en Bengala.
Parece que los primeros dirigentes de Bengala
comprendieron este equilibrio ganador.
Vemos Bengala como un lugar con una gran diversidad
que los líderes y mandatarios canalizaron
hacia la productividad, la tolerancia,
la integración y el pluralismo.
Si se preguntan de dónde viene
la gran diversidad de Bengala,
los mapas pueden ayudar a explicarlo, y me encantan los mapas.
Si miran éste, se darán cuenta
de cómo los ríos que bajan desde el Himalaya
se dirigen al delta del Ganges.
Naturalmente, estos ríos eran antaño rutas de viaje primitivas.
Quizá este mapa lo aclare mejor.
Miren, desde China, India, Bután, Nepal... desde todo el sudeste asiático,
estos ríos van directamente a Bengala.
Desde tiempos inmemoriales, Bengala bullía
de gente, de diferentes etnias y culturas.
¿Cómo mantenerlos en armonía?
El pluralismo no es algo que pase sin más.
No se llega a ser una utopía llena de amor solo porque haya diversidad.
El pluralismo necesita políticas activas +diseñadas para fomentar la diversidad
y encauzarla a resultados progresistas.
Es un esfuerzo activo.
Tenemos el ejemplo del rey Ashoka,
con el que muchos de Uds. están familiarizados, seguramente.
Durante en Imperio Maurya, hace 2300 años,
se le asignó la enorme responsabilidad
de gobernar a 50 millones de personas,
incluyendo al Bangladés actual.
¿Cómo lo hizo?
Recurrió a lo que se convertiría en uno de los primeros ejemplos en la Historia
de ética pluralista empleada como doctrina estatal,
cuando talló este mensaje tan profundo en pilares de piedra
y mandó colocarlos diseminados por todo su imperio:
"La fe de los demás ha de honrarse,
por los motivos que sean.
Al honrarla, se honra la propia fe
y, al mismo tiempo, se sirve a la fe de los otros,
por lo que la concordia es encomiable".
Ashoka recibió grandes alabanzas por su inspiración
No solo lo tenemos como uno de los reyes más benévolos del sudeste asiático,
también los griegos y los romanos escribieron sobre Bengala en este período.
Escribieron sobre nuestros prósperos puertos,
escribieron sobre la calidad de su mercadería,
escribieron sobre las perlas y muselinas de exquisita calidad,
y no solo eso: hace poco, a las afueras de Daca
se encontró una moneda de este período, del 300 a.C.,
y su rastro llevó hasta Grecia.
Se darán cuenta de este cosmopolitanismo precoz
que se engendró en Bengala como resultado de sus leyes plurales.
Vemos el mismo tipo de ética pluralista
encarnada en varios gobernantes de la historia bengalí.
Pero en el siglo XX, empezó a extenderse una peligrosa creencia,
que era que las comunidades religiosas del sudeste asiático,
por algún motivo, formaban parte de civilizaciones diferentes.
Muhammad Jinnah fue quien mejor la expresó
en su Teoría de las Dos Naciones, cuando dijo, en esencia,
que los musulmanes y los hindúes pertenecen a los civilizaciones diferentes:
las religiones difieren, las escrituras difieren,
las Historias difieren,
y si se fuerza que convivan,
el experimento acabará destruyéndolas.
Como resultado, el sudeste asiático es la superficie más dividida en cuanto a religiones,
la más dividida y la que más armas nucleares posee del planeta.
Esta Teoría de las Dos Naciones empezó a definir nuestras fronteras,
empezó a definir nuestras fronteras, nuestra política,
y como consecuencia, sufrimos por ello,
tanto en términos de relaciones internacionales,
como de desarrollo económico.
En Bangladés, luchamos por una constitución laica
que representara el marco plural de nuestra sociedad.
Después de todo, somos una sociedad basada en un gran número de diferentes minorías religiosas.
Pero, en el espacio de una generación, hemos vuelto hacia atrás
y hemos declarado una religión estatal
que no ha cambiado desde entonces.
Y, aunque la religión del estado sí que refleja el sentir de la mayoría,
esta identificación tan limitada no ha hecho sino
fortalecer a los elementos extremistas de la sociedad, no a la mayoría.
Se dan casos, por ejemplo, de grupos que tienen el poder de decidir
si los libros son sacrílegos o no, y si deberían prohibirse o no,
y ya ha habido incidentes de censura.
Vemos, por ejemplo, algunos grupos que han decidido que celebrar Pôhela Boishakh, el año nuevo bengalí,
es un sacrilegio, así que, ¡bomba va!
Y hemos visto sucesos violentos que han sucedido durante estas celebraciones.
También hemos visto que se expropian tierras a nuestras minorías,
según el dictado de las religiones, protegido por la laxa terminología política.
Históricamente, estos sentimientos tan limitados no existían en Bengala.
De hecho, se convirtió a Bengala en una mayoría islámica
durante el mandato del régimen secular mogol,
un régimen al que no le interesaba para nada a qué religión se perteneciera.
Vemos que durante el sultanato de Bengala,
cuando los musulmanes gobernaban este territorio,
los poetas describían cómo en el siglo XVI
había una mahabharaya, libro hindú, en cada casa,
cómo, sin importar si se era hindú o musulmán, todos lo leían.
También oímos historias fantásticas de otro poeta coetáneo,
que relata cómo lloraban los musulmanes
cuando se enteraron de que Rahma perdió a su amada Sita al leer el Ramayana.
Estos sultanes bengalíes fueron mecenas de trabajos hindúes,
por lo que la Mahabharata y el Ramayana se tradujeron al bengalí
por primera vez durante esta época.
Además, estos sultanes bengalíes apoyaban los movimientos humanistas hindúes
y vemos que usaban agua bendita del Ganges
durante ceremonias públicas para purificarse.
En resumen, aunque estos musulmanes llegaron siendo extranjeros en esta zona,
aunque llegaron en el siglo XII con una religión extranjera,
se convirtieron en rajás bengalíes,
tal como los llamaban cariñosamente sus sirvientes.
Vemos esta fuente de tremenda unidad y fuerza
que proviene de la síntesis religiosa de la historia de Bengala.
Así que cuando los británicos quisieron dividir el país en dos en 1905,
basándose en fronteras religiosas por primera vez en la Historia,
vemos a gente como Tagore que se posiciona en favor de la unidad,
en favor de la unidad, religiosa y política.
¿Saben cuál fue su respuesta al enterarse del plan de separar Bengala?
Compuso los versos que, 65 años después,
se convertirían en el himno nacional de Bangladés, "Amar Shonar Bangla", Mi Bengala Dorada.
¿Cómo iban a dividirnos?
Salió a la calle y ató un rakhi,
una banda hindú que simboliza la amabilidad y la fraternidad,
en las manos de todos los musulmanes con los que se encontró.
Y en la década de 1940, cuando India de dividió,
se aprecia una amenaza existencial a la cultura bengalí
mediante la sustitución del idioma bengalí por el urdu.
También se propuso cambiar paulatinamente el alfabeto bengalí por el árabe.
Esto provocó a las masas,
de repente, los bengalíes se dieron cuenta
de los problemas que un sentimiento religioso limitado acarrea.
Era una amenaza existencial a la cultura bengalí.
Es entonces cuando surgió el Movimiento por la Lengua.
Uno de los líderes y fundadores de este movimiento fue Muhammad Shahidullah,
que, en la Universidad de Daca, declaró
que los orígenes antiguos y sincréticos del idioma bengalí
se debía a influencias hindúes, budistas, musulmanas y cristianas que habían confluido durante años.
Y, de manera bastante parecida, vamos a Jazi Nazrul Islam,
que reflejó el sentir nacional de Bengala cuando cantó así:
"Canto la canción de la igualdad,
donde todas las barreras se han derrumbado,
todas las diferencias, disipado,
e hindúes, budistas, musulmanes y cristianos se han juntado y fusionado".
Carteles como este se veían por toda Bengala
durante las guerras revolucionarias de Bangladés.
Una vez más, la fuerza y unidad de Bengala
venía de su historia plural.
Cuando finalmente conseguimos la independencia en 1972,
desde luego que fue por razones económicas,
desde luego que fue por diferencias políticas,
pero, en realidad, fue el culmen de una historia plural que se remonta a 2500 años atrás
que se hacía notar, que no quería
que siguieran ignorándola.
Ahora, otra vez, estamos a cargo de nuestro propio destino.
Y, aunque amar al prójimo parezca lo que hay que hacer moralmente,
también es un buen negocio,
sobre todo si se tienen en cuenta las oportunidades, cada vez mejores, que nos ha ofrecido
este nuevo siglo asiático.
Como ejemplo tienen a India, que nos rodea por 3 sitios,
y su crecimiento meteórico.
Al norte y al este tenemos a China,
la segunda potencia mundial.
Al sur, el Golfo de Bengala y el Océano Índico, el mayor eje
del comercio internacional a nivel mundial.
Robert Kaplan describió detalladamente esta oportunidad cuando dijo:
"El océano es de nuevo el corazón del mundo,
tal y como lo fue en la antigüedad y en la Edad Media".
¿Qué excusa tenemos para no aprovechar este crecimiento dinámico?
Tenemos la solución y una historia muy completa
que nos sirve como modelo a seguir.
Si miran a su alrededor hoy en día
y ven la realidad devastadora de esta pobreza que nos rodea,
sepan que la pobreza es también un fenómeno reciente.
En la historia, en la magna historia de Bengala,
siempre se escribió sobre la inmensa riqueza de este territorio,
su grandeza, su belleza...
Por favor, ténganlo en cuenta cuando salgan de este evento
y se conviertan en embajadores por el cambio.
Quiero que se queden con esta imagen que
les aseguro que no es la oferta de vuelos de las aerolíneas Biman. (Risas)
Lo que ven aquí son todas las civilizaciones
y todos los pueblos a los que Bengala ha influido
a lo largo de su vasta historia, y que, a su vez, han influido a Bengala.
Así que, otra vez, cuando salgan de aquí y sean embajadores por el cambio,
por un Bangladés abierto, plural y mundialmente activo,
sepan que la historia está de su lado,
porque la historia de Bengala es la historia del pluralismo y la prosperidad,
y no hay ningún motivo por el que nuestro futuro no sea igualmente prometedor.
Muchas gracias. (Aplausos)