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Como venezolana crecí orgullosa y agradecida
por tener la democracia más estable y duradera de América Latina.
Como muchos en mi generación, sentía que la democracia
podía resolver los problemas de la creciente exclusión y pobreza,
y que nuestros hijos, como yo, herederarían un sistema de libertades.
Dimos por garantizada la democracia y estábamos equivocados, muy equivocados.
Tardamos y fuimos lentos para reaccionar. ¡Ya no más!
Ahora nos preguntamos: ¿Por qué Venezuela, que por mucho tiempo fue
una orgullosa exportadora de democracia, se vino a deteriorar
tanto en tan poco tiempo?, ¿Qué sucedió?, ¿Qué fue lo que hicimos?,
¿Cómo reaccionamos cuando la libertad nos fue arrebatada?
¿Hay lecciones que otros países pueden aprender de nuestra experiencia?
Es de esto de lo que he venido a hablarles hoy.
Después de décadas de crecimiento democrático en todo el mundo,
en años recientes un nuevo estilo, un nuevo modelo
de régimen autoritario, está emergiendo en diferentes partes del mundo.
Los académicos le dan distintos nombres:
democracias ilegales, dictaduras posmodernas, neodictaduras.
Las neodictaduras usan de manera astuta mecanismos
de democracia formal para crear una fachada democrática
detrás de la cual esconder su naturaleza totalitaria;
son dictaduras disfrazadas de democracia
y tienen un conjunto de caracteristicas distintivas.
Por un lado,
estas neodictaduras producen y promueven la polarización y el enfrentamiento
en la sociedad, aunque dejan que una mínima oposición sobreviva.
También usan las elecciones; realizan muchas elecciones
porque esto les trae diferentes beneficios.
Por un lado con la comunidad internacional, ya que
pueden legitimarse a sí mismas y beneficiarse
con la participación en tratados, foros, etc.
Y esto internamente ha tenido un terrible efecto psicológico
en los opositores, que están convencidos
de que son una minoría y se quedan sin incentivos
para luchar en contra del régimen dictatorial.
Ellos producen instituciones a su medida,
instituciones que son controladas
para que puedan cambiar las reglas y para que esas reglas puedan ser legalizadas.
También cuando actúan como críticos feroces de la globalización,
pueden irónicamente —magistralmente— servirse y beneficiarse de ella.
Las neodictaduras están en contacto y comunicadas por todo el mundo,
y son inclusive promotoras efectivas
de causas nuevas y justas por todo el mundo
que no consiguen apoyo desde otros lugares.
Cuando obtienen los beneficios de las comunidades internacionales,
no solo entran en un proceso de legitimización, sino que consiguen hacer un daño serio
a los que luchan por la libertad en esos países
al conseguir que la comunidad internacional,
los gobiernos y las celebridades apoyen su régimen.
Los defensores de la libertad en todo el mundo no esperan
que la comunidad internacional resuelva sus problemas,
pero ciertamente sí esperan —demandamos— que no hagan que sea más difícil resolverlos.
Otra caracteristica es la forma en que la violencia y el temor
son usados como herramientas de control político;
muchos de estos regímenes toleran e incluso fomentan la violencia
porque la violencia política puede hacerse pasar
por crímenes comunes y porque, de esta forma, la clase media
es forzada a huir del país
y algunos, incluso, se imponen un auto-toque de queda
y se paralizan en lugar de actuar.
Lo paradógico de esto es que toda está destrucción se está haciendo
en nombre de la gente pobre y de la justicia social,
cuando de hecho estos regímenes necesitan una sociedad
ignorante, pobre y dependiente del estado.
Yo creo, desde mi propia experiencia, viviendo en Venezuela
y luchando por más de 10 años por la libertad en mi país,
que el proceso neodictador mejor logrado
ahora mismo en el mundo es el de Hugo Chávez en mi país.
Este ha sido un proceso de fórmulas
que se ha repetido en otros países de América Latina
-Bolivia, Ecuador, Nicaragua-
que paso a paso siguen el mismo camino.
El primer paso fue la llegada de Hugo Chávez al poder con las elecciones de1998.
Desde entonces ha habido 19 elecciones
en condiciones cada vez menos libres y justas.
El segundo paso fue crear una constitución totalmente nueva,
una nueva constitución que no solo da más poder al presidente
sino que finalmente permite la reelección presidencial ilimitada.
El siguiente paso es el control (la purga) del sistema judicial;
la totalidad del sistema judicial.
Y para que tengan una idea del tamaño de esta purga,
imaginen que en la Venezuela de 1999
había más de 2.000 jueces en todas las cortes; 2.000 jueces.
Una década más tarde, menos del 1%,
menos de 20 de esos jueces seguían en sus puestos de trabajo.
Del total de jueces que hay ahora mismo en la corte
mas de la mitad son jueces temporales
que pueden ser despedidos si sus actos no son "políticamente correctos".
Otro paso crítico es el control progresivo
de otros poderes públicos: el congreso
y el sistema electoral. El consejo electoral
es crítico porque ellos no quieren perder ninguna elección,
y entonces deben tener el control del proceso electoral,
y el miedo es un asunto primordial. Y puedo hablar de ello porque
en el año 2003 fui parte de un grupo de voluntarios
que iniciaron una idea sin precedentes.
Nosotros nos propusimos recolectar millones de firmas
con el fin de tener nuestro referéndum revocatorio de la presidencia.
Muchos decían que era imposible,
pero en un día más de 3 millones de personas,
más del 30% del total de electores registrados se presentaron.
Ellos pusieron sus nombres, sus documentos de identidad y sus firmas.
¿Saben que pasó?
En unos pocos días,
el Presidente Chávez puso en la lista negra a esos millones de ciudadanos.
Y fueron objeto de seguimientos; fuimos objeto de seguimientos.
Miles perdieron sus trabajos, sus contratos, sus beneficios sociales.
Todavía hoy en día, los que firmamos,
no tenemos permitido el acceso a muchos edificios del gobierno.
Pero el miedo fue más allá del proceso electoral.
En el 2009, solo una semana antes de las elecciones de ese año,
yo estaba en un estado muy pobre de Venezuela
-el Estado Cojedes- con un grupo de gente.
Cuando ya me iba, un hombre joven tomó mi mano y me dijo:
"María Corina, sabemos cómo se enterará el gobierno
de la forma en que cada uno de nosotros votará el próximo domingo".
"¿Cómo, Rafael?", pregunté.
"Con un satélite", respondió, "un satélite chino que fue puesto en órbita
por el gobierno venezolano hace unos pocos meses".
Yo no sabía si debía reír o llorar; terminé llorando
cuando después de 15 minutos de explicarle a Rafael
que era técnicamente imposible para ellos saberlo,
él me dijo: "Ellos son capaces de cualquier cosa, María Corina".
La politización de las fuerzas armadas es dañina pero necesaria para esos regímenes;
no solo tienen hombres y mujeres armados profesionalmente
repitiendo y cantando, como lo hacen ahora,
el slogan del presidente: "Patria, socialismo o muerte",
han llegado incluso al punto en que el presidente Chávez ha creado una milicia,
civiles armados -no necesariamente venezolanos-
que le reportan directamente a él.
La forma en que estas neodictaduras manejan la libertad de expresión es critica.
Ellos necesitan crear la ilusión de que hay libertad de expresión,
necesitan mostrarla como un trofeo, mostrar que son respetuosos de los pensamientos críticos.
Los medios de comunicación tienen que ser desacreditados, auto censurados, pero no silenciados.
En doce años el presidente Chávez ha clausurado
más de 40 estaciones de radio, el más grande canal de televisión del país,
cientos de periodistas han sido amenazados y perseguidos
y todavía más: voy a contarles algo dificil de explicar
pero que, estoy segura, es más díficil de entender.
Se trata de una practica llamada "cadenas",
que consite en transmisiones obligatorias
por todas las estaciones de radio y televisión públicas y privadas,
transmisiones simultáneas de mensajes oficiales.
Estas pueden tomar media hora, dos horas e incluso más de ocho horas.
En 12 años, hemos tenido 2.200 cadenas, 13 horas de transmisiones.
Es una verguenza, para mí es una verguenza contarles que hace un par de semanas
en una reconocida universidad de Sudamérica,
el premio "Rodolfo Walsh" para los que promueven la libertad de expresión,
fue concedido a nada menos que Hugo Chávez.
La forma en que el sector económico y el sector privado pueden ser estrangulados es un punto importante
porque el Gobierno quiere abarcar cada vez más y más sectores de la economía
y favorecer la aparición de una nueva élite económica.
De más de 12.000 instalaciones industriales y fábricas
que teníamos hace doce años, menos de 7.000 permanecen abiertas en la actualidad.
Más de 3.2 millones de hectáereas de tierra productiva
han sido arrebatados a sus propietarios sin pago alguno
y finalmente, y muy importante, la manera como sofocan a la sociedad civil -
universidades, sindicatos, partidos políticos, ONGs -
no solo desaceditándolos, sino haciendo uso de sus métodos económicos.
Los presupuestos de las universidades han sido reducidos
al punto que tienen un déficit de más del 50%,
son universidades públicas y, probablemente, desaparecerán.
Así que, en estos doce años, Venezuela ha sufrido grandes daños,
nuestra nación está hoy desmembrada, desinstitucionalizada y manchada de sangre.
Más de 150.000 homicidios han sido cometidos, 1.5 millones de personas
han sido heridas con armas de fuego, lo que es 1 de cada 16.
Una consecuencia, una terrible consecuencia, es la criminalización de la pobreza.
Los que han sido asesinados y los que están asesinando, son los más jóvenes y pobres;
se están matando entre ellos.
Más del 36% de estos asesinatos son de jóvenes entre 15 y 25 años.
Como un activista defensor de los derechos de los jóvenes me dijo hace no mucho tiempo,
"María Corina, en las partes más pobres de Caracas
hay más probabilidades de que un padre entierre a su hijo, que las que hay de lo contrario".
Mi generación se ***ó en reaccionar, pero hemos aprendido maravillosas lecciones.
La primera lección es que necesitamos un empoderamiento colectivo
para hacer frente al miedo y la división.
Hemos pasado de la incredulidad a estar preocupados por protestar, por el activismo.
Ahora nosotros estamos comprometidos con la transformación de nuestro país a través de los servicios públicos y políticos.
Hemos perdido tiempo valioso discutiendo sobre cómo confrontar estos modelos híbridos;
si por el modo institucional o por la resistencia.
Nuestra lección es que tenemos que hacerlo de las dos formas:
tenemos que ir a elecciones denunciando firmemente lo que está errado
-los abusos-, pero tenemos que estar dispuestos
a poner en marcha los más radicales actos pacíficos de resistencia.
También aprendimos que necesitamos estar unidos, unidos para luchar contra la polarización y la división.
Estos regímenes -neodictaduras- se fortalecen con la confrontación de
pobres contra ricos, inquilinos contra propietarios,
consumidores contra productores, jefes contra empleados,
propietarios y fabricantes, y estudiantes contra profesores.
Esta es una sociedad entera contra un régimen que quiere imponer la dominación.
Y finalmente, para erradicar la pobreza, la ignorancia y la exclusión
necesitamos un sistema de libertades y de verdaderas, verdaderas oportunidades para todos.
La nueva generación de políticos demócratas de América Latina tiene que entender
que para erradicar la pobreza tenemos que ir a la raíz de ésto,
que es el populismo y la ignorancia.
En el 2012, tendremos unas elecciones críticas,
elecciones presidenciales que definirán nuestro futuro,
pero también el futuro y la unidad de América Latina,
que es una región que está creciendo fuerte y que lo hará en tanto evitemos
que esta clase de neodictaduras se impongan a sí mismas.
Nosotros vamos a estar bajo horribles hostigamientos
y vamos a luchar para defender nuestro voto y nuestra voluntad
y especialmente los jóvenes, incluso arriesgando nuestras propias vidas.
El dictador teme el amanecer de ese día.
Mi mensaje para ustedes es que no demos por sentada la democracia;
hemos luchado duro y soportado mucho dolor y trabajo
para aprender que la libertad no se hereda,
la libertad tiene que ser conquistada todos los días por cada generación.
Muchas gracias.
(Aplausos)