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He escrito un artículo sobre el Efecto Invernadero.
Fue un artículo de fin de año.
Querían que escogiese el evento científico más importante de 1988.
Y pensé que realmente el evento científico más importante de 1988 sólo sería reconocido dentro de algún tiempo, en el futuro.
Cuando tengamos un poco de perspectiva.
Pero creí que el evento científico más interesante de 1988
era el modo en que todo el mundo empezó a hablar sobre el Efecto Invernadero
sólo porque tuvimos un verano cálido y una sequía.
Así que expliqué a qué se refería el Efecto Invernadero,
y expliqué que no sólo estamos bombeando dióxido de carbono constantemente a la atmósfera
porque quemamos combustibles fósiles, carbón, petróleo y gas,
de modo que el contenido de la atmósfera, en lo que concierne al dióxido de carbono, ha estado aumentando constantemente.
No muy rápidamente, pero sí constantemente desde 1900.
Y continúa aumentando.
La cantidad de dióxido de carbono en la atmosfera agora es 50% mayor de lo que era en 1900.
Todavía está sólo un poco encima de los 300 (pausa), 0.35%
lo cual no es suficiente para molestarnos en lo que respecta a respirar,
pero basta para atrapar las ondas infrarrojas que la Tierra refleja hacia el espacio
y para aumentar ligeramente la temperatura de la tierra.
La temperatura continuará subiendo.
Y no sólo estamos aumentando más y más CO2 en la atmósfera,
sino que estamos talando los bosques de la tierra a gran velocidad.
Y los bosques en sí son los consumidores de CO2 más eficientes que hay sobre la Tierra.
Cualquier cosa que sustituya a los bosques, como, digamos, campos de grano o pastizales,
no va a consumir CO2 tan eficientemente.
Y si los reemplazamos con desierto, que es lo más probable, no absorberán nada de CO2.
De modo que, en cierto sentido, estamos contribuyendo al Efecto Invernadero de dos modos:
Aumentando la producción de dióxido de carbono,
Y disminuyendo su absorción, por así decirlo.
Digo portanto, que cuando Brasil empiece a cortar los bosques lluviosos del Amazonas
no sólo estará destruyendo un hábitat para un vasto número de vida animal y vegetal,
que podrían ser de gran utilidad para nosotros.
Quizás hayan productos farmacológicos de los que no sabemos nada
que son producidos por estas formas de vida,
y que si supiéramos de ellos podrían dar avances enormes en el arte de la farmacología
y en la práctica de la medicina.
Y nunca lo descubriremos, vamos a llevarlos a la extinción.
Vamos a destruir el suelo, porque el suelo del bosque lluvioso no es muy bueno.
Cuando lo talas no es bueno para el cultivo,
para lo que sirve es para buenos desiertos.
Y, finalmente, vamos a recortar la absorción de CO2 y la producción de oxígeno.
De modo que realmente estamos alterando el clima de la Tierra y la propia atmósfera que respiramos.
Así, bajo estas circunstancias es inútil que Brasil diga que puede hacer lo que quiera consigo mismo.
Que el bosque lluvioso le pertenece y que si quiere cortarlo, puede hacerlo.
El bosque lluvioso no le pertenece, le pertenece a la humanidad.
El es meramente el custodio del bosque lluvioso.
Dije eso durante el transcurso de mi artículo, y recibí una carta en la que un joven decía:
¿Quién le dio a los Estados Unidos el derecho de decirle a Brasil qué hacer?
Y si Brasil nos dijera que producimos mucho más dióxido de carbono que cualquier otra nación,
porque tenemos más automóviles, más motores, tenemos más industria
y estamos contaminando la atmósfera mucho más per cápita que nadie más en la Tierra,
y que por tanto por qué no tendrían ellos el derecho a decirnos que recortemos nuestra industria,
que limpiemos nuestra contaminación en lugar de que ellos no corten sus bosques.
Y le respondí y le dije: plantea un muy buen punto, pero ahora vea en mi artículo,
y vea dónde dije yo que era Estados Unidos quien se supone tome estas decisiones.
No dije en ningún lugar que era un derecho de Estados Unidos el ser la policía del mundo o de decirles a ellos qué hacer.
Y, de hecho, esto lleva al meollo de todo el asunto.
Que estamos enfrentando problemas que trascienden naciones.
Que cuando hablamos sobre el Efecto Invernadero estamos hablando sobre algo que afecta no sólo a los Estados Unidos, ni sólo a Brasil.
Que afecta a toda la Tierra, para peor.
Si la población aumenta hasta el punto de destruir los recursos de la Tiera,
no importa qué nación es la más poblada, todos seremos perjudicados.
Si tenemos una guerra nuclear que produzca un invierno nuclear, o una lluvia radiactiva que mate a la gente en todas partes, no importa quién empezó la guerra. No importa a quién fueron dirigidas las bombas, a todos nos toca.
Se puede ir a través de la lista completa de peligros que enfrenta la humanidad, y el punto de todo
es que amenazan a la humanidad, y no sólo a una parte de ella.
Y, por tanto, puedo decir de pasada que esto debería ser de particular interés para los Humanistas.
Siempre he pensado que la razón por la que somos llamados Humanistas
es porque estamos involucrados con los seres humanos en oposición a lo sobrenatural,
cuya existencia es como mínimo dudosa.
Pero, si vamos a estar interesados e involucrados con los seres humanos,
entonces soy incapaz de ver nada en el nombre que distinga a un grupo de seres humanos de otro.
Todos nosotros somos seres humanos.
Si existe algo que es biológicamente cierto sobre la especie humana es que es una especie humana.
Una especie.
Las semejanzas entre nosotros son enormes.
Las diferencias son triviales.
Pienso que es criminal para toda la Tierra no ser Humanistas ahora.
Porque es ahora cuando todos los seres humanos enfrentamos los mismos problemas.
Y estos problemas son problemas de vida o muerte, llegan a la raíz de la viabilidad del propio planeta.
Y para resolver estos problemas,
para asegurarnos, no sólo de que nuestra progenie será próspera,
de que nuestra progenie será pacífica,
sino de que nuestra progenie vivirá.
Para llegar a la solución de estos problemas no podemos esperar que esto sea hecho por naciones individuales.
La única manera en que podemos resolver un problema es con una solución humana,
una solución completamente humana,
una solución internacional,
una solución cooperativa.
Es importante que el mundo trabaje junto y sea suficientemente unido para encarar el problema que nos ataca como una unidad.
Los problemas con el océano, con la atmósfera, con el suelo, con la población, con la contaminación,
con cualquier cosa que quiera señalar, no hacen distinciones entre nosotros.
¿Cómo, entonces, podemos hacer distinciones entre nosotros mismos?
Tiene que haber algún modo de trabajar juntos.
Y de decidir no que los Estados Unidos le dirán a Brasil qué hacer,
ni que Brasil le dirá a los Estados Unidos qué hacer,
sino que la gente de la Tierra se dirá a sí misma lo que debe de hacer.
No tenemos dificultad en aplicar este principio a los propios Estados Unidos.
No decimos que Nueva York no tiene derecho a decirle a California qué hacer,
que California no tiene derecho a decirle a Florida qué hacer.
Cuando se trata de comercio internacional, cuando se trata de cualquier faceta de la vida nacional
que se eleve sobre las necesidades locales de las ciudades y estados,
el gobierno federal le dice a todos los estados qué hacer,
y el gobierno federal puede hacerlo porque consta de representantes de todos los estados.
Bien, lo que necesitamos es algún tipo de gobierno federal mundial,
y el único problema es cómo manejar eso.
Fin da parte 1 - Parte 2: Isaac Asimov da su respuesta.