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Sólo el tiempo puede enseñarnos
qué es verdad y qué es leyenda.
Algunas verdades no
sobreviven al paso de los años.
Pero la leyenda de la niña de los
ojos azules perdurará por siempre...
Y será susurrada a los cuatro vientos
de las grandes montañas blancas.
Nosotros los Jabal éramos cazadores
de las bestias más poderosas
Los "Manaks", pero nuestro
mundo empezó a cambiar...
Los Manaks cada vez tardaban
más en llegar a nuestro valle
y hubo épocas en que
ni siquiera lo hicieron
nuestros cazadores que
comenzaron a inquietarse.
Y nuestro pueblo a tener hambre.
Sólo uno entre nosotros, a
quien llamábamos "Vieja Madre"
la última de los suyos, podía
hablar con los espíritus de la tierra
y a velar a la sabiduría de los padres,
con el fin de salvar a nuestro pueblo.
Fueron muchas las veces que los invocó.
Hasta que una noche, le contestaron
y nos enviaron una señal.
Una señal, del principio del fin...
Debemos encontrar a las montañas,
abrazar a una mujer muerta.
Los Padres la han enviado.
Ha venido a decirnos...
que los demonios de cuatro
patas acabarán con nuestro mundo.
Vendrán a nuestro valle
consiguiendo culpa...
Nuestra última cacería.
Pero no teman...
En esta cacería se unirá un guerrero.
Y ella será su mujer.
Nos brindarán una nueva vida...
en la que los Jabal no
conocerán el hambre nunca más.
Esa noche, Vieja Madre no vio el
rostro del guerrero del que hablaba,
pero sabía que la niña de ojos azules
era una bendición que debía proteger.
Para los otros, ella era
Evolet, la promesa de vida.
Para un niño llamado D'Leh,
ella sería mucho más...
Sólo uno de los Jabal no creía
en la profecía de Vieja Madre...
El padre del niño.
El que portaba la lanza blanca y daba
la señal para que comenzara la cacería.
Cuidaré de tu hijo como si fuera mío.
Sé que lo harás, pero prométeme que no
le dirás a nadie el por qué me he ido.
No podemos esperar a la última cacería.
Lanza otra vez.
Hazlo de nuevo.
Ka'Ren.
Ka'Ren.
No, tú no.
Tu padre abandonó a
nuestro pueblo. Vete.
- Vamos, pégale.
- Pégale Ka'Ren.
Suéltalo...
¡Ka'Ren, te dije que lo dejaras!
- D'Leh...
- Es el hijo de un cobarde.
No vuelvas a decir eso.
Ni tú ni ninguno.
Estás solo... Como yo.
¿Qué le pasa a tu gente?
Los mataron...
Los demonios de cuatro patas.
Jamás estarás sola Evolet.
¿Ves esa luz?
Esa de ahí.
No se desplaza por el
cielo como todas las demás.
Como esa luz, en mi corazón...
Jamás se apagará.
¿Jamás se apagará?
No... Jamás.
Evolet, ven aquí, no te alejes
de la cabaña sin avisarme.
Y durante muchas lunas, Evolet
y D'Leh cruzaron miradas...
Y el amor en sus corazones
se hizo más grande.
10.000 AC
Hasta que finalmente y
después de muchos años...
El día de la última cacería, llegó.
D'Leh, ¿hasta cuando
tendremos que seguir vigilando?
Hasta que lleguen los Manaks.
- ¿Y cuándo será eso?
- No lo sé.
- D'Leh, ¿cuándo llegaré a ser cazador?
- Cuando dejes de hacer tantas preguntas.
El gran cazador Tic'Tic, ha estado
con Vieja Madre hoy.
Ella dice que el momento de que
se cumpla la profecía ha llegado.
Que no mate al Manak
durante esta cacería.
Ella cree que Ka'Ren
ganará la lanza blanca.
Y reclamará a Evolet.
Baku, mira lo que encontré para ti.
Ya sabes lo buen cazador que es Ka'Ren.
Debemos escapar. Juntos podremos
cruzar las grandes montañas.
¿Y abandonar a nuestra gente?
¿Como mi padre?
No puedo hacer eso.
Me ha llevado muchas lunas.
Sólo podremos estar juntos...
Si mato al Manak.
¡Están aquí, están aquí!
¡Miren!.
¡Míralos, son muchos!
Hoy, no atravesaré el
corazón del Manak...
Será alguno de ustedes.
Uno de ustedes le
clavará la lanza blanca.
Que los padres de los Jabal y el espíritu
del poderoso Manak elijan al mejor.
- Ka'Ren, tú lo lograrás.
- Ka'Ren, mátalo, es tuyo.
Serás nuestro líder.
D'Leh, ¿y tú qué dices?
Ganaré, para conseguir a Evolet.
Cazaremos juntos, todos a uno.
Tic'Tic ha encontrado
al jefe de la manada.
¡No corras tanto!
¡D'Leh!
- ¡Se escapan!
- ¡Hay que atraparlos!
Baku, ya vienen...
¡Baku!
¡Ya vienen!
¡Ya vienen!
¡Ya vienen!
Ahí viene...
¡Es un mamut gigante!
Se acerca D'Leh...
Ka'Ren, lanza tú.
¡Que no se levante!
¡Sujétenlo!
Suelta la cuerda.
Suéltala Ka'Ren.
- D'Leh, tenemos que soltarnos.
- ¡No puedo, estoy atorado!
Miren, miren.
¡Es D'Leh!
¡Lo mataste!
¡Tú solo!
Nadie lo había hecho antes.
Fuiste muy valiente.
D'Leh mató al manak.
No soltó la red.
Ha sido el único.
¿Qué es lo que esperas?
Sabio espíritu, maté al manak.
Reclamo la lanza blanca.
Y con ella a mi mujer...
Evolet.
Desde ese día, D'Leh dejó
de ser el hijo de un cobarde.
A partir de ahora los Jabal
harían honor a su nombre.
Por haberles traído la bendición
de los Manaks... Una última vez.
Y si bien, Vieja Madre se alegraba
de ver a Evolet tan feliz...
En lo más profundo de su alma,
temía que quien había dado
muerte a tan poderosa bestia
no tuviese valor para
lo que estaba por venir.
¿Por qué Tic'Tic no
festejará con nosotros?
- ¿D'Leh?
- Hay algo que debo hacer.
¿Qué quieres?
No he sido valiente.
No he cazado con el grupo.
Los padres de los Jabal,
han jugado con nosotros.
¿Qué debo hacer? Si renuncio a la
lanza blanca, renuncio a Evolet.
¡No puedo hacer eso!
¿Acaso es tuya para renunciar a ella?
No es propio de los Jabal
reclamar la lanza con una mentira.
- Le regresé la lanza blanca a Tic'Tic.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Porque no maté al Manak, Evolet.
- Claro que sí, no soltaste la red-
¡No, fue mentira!
Intenté soltarla como los demás.
Me quedé enganchado.
Después el Manak se
abalanzó contra mi lanza.
¡No hice nada!
Evolet... ¿Recuerdas lo
que te dije de nuestra luz?
Sigo sintiendo lo mismo.
Siempre te llevaré en el corazón.
Eso jamás cambiará.
Pero aún así...
Renunciaste a mí.
Esa noche, la gran lluvia blanca
cayó sobre el valle de los Jabal.
Y como una lluvia glacial, la
tristeza cubrió el corazón de D'Leh.
Y con la lluvia blanca, llegaron
los demonios de cuatro patas.
Quédate aquí.
¡Moha!
¡Cuidado!
¡No los maten!
¡Captúrenlos!
¡Baku, escóndete!
¡No podemos ayudarlos!
Átenla a mi caballo.
¡Suéltame!
¡Suéltame!
- ¿Qué haces?
- Ir tras ellos.
¿Por las grandes montañas?
¡Eso es imposible!
¿Y ellos? ¡Han venido por
las grandes montañas! ¿No?
- Son demonios, a lo mejor vuelan.
- Yo no vi que tuviesen alas ¿y tú?
¿Crees poder derrotarlos
tú solo? ¿Sin ayuda?
No está solo.
Yo iré con él.
Moriremos todos sin los
demás cazadores.
- Yo también iré.
- No, Baku, tú te quedas aquí.
Pero tú, Ka'Ren, debes ir con ellos.
¡No me toques!
Y al despedirse de nuestros
mayores y nuestros pequeños...
El sabio espíritu de los Jabal,
los bendijo a ellos y bendijo
las lanzas que portaban.
Vieja Madre sabía que habían
dejado de ser cazadores
para convertirse en guerreros.
Pronto será de noche,
nos quedaremos aquí.
¡No!, hay que seguir,
nos estamos acercando.
Yo no veo en la oscuridad... ¿Tú sí?
¡Nos quedaremos aquí!
Comeremos y descansaremos.
¿Por qué no llevas la lanza blanca?
¿Tienes miedo?
- ¡Contesta!
- Ka'Ren, ¡duérmete!
¿Baku? ¡Baku!
¿Qué haces aquí?
- ¡Vete a casa!
- Puedo ayudarlos.
- Puedo llevar el pellejo de agua.
- ¡Vete a casa!
¡Mataron a mi madre!
Está solo.
No hará más que retrasarnos.
D'Leh, tengo sed.
- Haré fuego en estas piedras.
- ¡D'Leh!
¡Está viva!
¡Debemos darnos prisa!
¿Qué le pasa a Vieja Madre?
La lluvia blanca no
es amiga del cazador.
Había borrado todo rastro
de los hermanos y hermanas raptados.
Ahora... Sólo los padres de
los Jabal, podrían guiarles.
Caminaron durante muchos días
y noches hasta tierras lejanas.
Ahí donde mueren las grandes montañas.
Y donde nace la leyenda de
la niña de los ojos azules.
Ahí, donde los demonios de cuatro
patas aniquilaron al pueblo de Evolet.
Llevamos días caminando.
¡Y ni un rastro!
- Quizá tienen alas.
- Quizá.
Pero nuestros hermanos y hermanas no.
No te olvides de masticar.
Esa bruja deja marcas.
Trae mala suerte.
Me gusta tu espíritu...
...pero tendré que quebrarlo.
Quizá se le cayó.
- Qué calor hace.
- Baku, no te separes.
¿Qué fue eso?
- Debemos liberarlos esta noche.
- Esta noche no...
Este no es un buen sitio.
Saben que no están a
salvo y estarán vigilando.
Nosotros haremos lo mismo.
Primero yo,
luego Ka'Ren y luego tú.
D'Leh... ¡Vamos!
Entiendo tu dolor.
Pero debes tener paciencia.
Para mi amo...
tu discurso demoniaco puede
funcionar. Pero para mí... no.
¡D'Leh!
Jamás volveré a dejarte.
¡Por aquí!
¡Ve!
¡D'Leh!
¡Corre! ¡Corran!
¡Aquí!... ¡Por aquí!
¡Ka'Ren!
¡Corran! ¡Corran!
Tic'Tic... ¡Vamos!
¡Tic'Tic!
¡D'Leh, Evolet, aquí arriba!
- ¡D'Leh!
- ¡Iré por el chico!
- ¡No, no te vayas!
- Volveré por ti, te lo prometo.
¡Baku!
¡No deberías estar aquí!
- ¿Quién es él?
- Creo que se refiere a D'Leh.
Vuelve a intentar eso...
...y los mataré a los dos.
Nunca... Vuelvas a huir de mí.
D'Leh regresará, me lo prometió.
- Ka'Ren, ¿crees que sigue vivo?
- Eso ya no importa.
¡Intentó salvarnos!
Perdóname Tic'Tic.
Debería haberte hecho caso.
Esta noche, te traeré comida.
Vieja Madre velaba por los que se
habían ido con todas sus fuerzas
y su espíritu siempre estaba con ellos.
Pero esa noche no pudo controlar
las fuerzas de la tierra,
ni detener las aguas de los cielos.
D'Leh tendría que enfrentarse solo a la
poderosa bestia que gobierna esta tierra.
¡Cuando te libere,
no me vayas a comer!
- Temía que estuvieses muerto.
- No temas por mí.
Mira, ahí.
Los atacaron, oí los gritos.
Ya sabemos a dónde han ido.
Tic'Tic, regresa.
¡Vamos!
D'Leh, apártate.
¡Aléjate!
Tienes que acordarte
de mí... Te salvé la vida.
¿Hablas con diente de sable?
¿Cómo es que hablas nuestra lengua?
¿No te gusta la comida Nakú?
Es distinta, pero buena.
- Venimos del otro lado de las montañas.
- Sabemos de dónde vienen.
¿Cómo lo sabes? ¿Cómo es
que hablas nuestra lengua?
Una vez, un hombre vino de la montaña.
Buscaba una tierra nueva. Nuestro
sabio me dijo que aprendiera su lengua.
Tú... Tenía tu cara.
¿Y qué fue de él?
Se lo llevaron hace mucho tiempo.
¿A dónde?
Vengan...
Cuando tu padre llegó
aquí... Se hizo mi amigo.
Entonces los espíritus
malignos se llevaron a tu padre.
Como a muchos de los nuestros.
Nos llevan al nido de las grandes aves.
Y vuelan sobre la arena.
¿A dónde se los llevan?
A la montaña de los dioses.
De donde nadie ha regresado.
Nuestro sabio dice que
tú nos llevarás allá.
¿Yo?
Según una profecía...
Un día el elegido vendrá.
Y liberará a nuestro pueblo...
El elegido... Es el que
habla con diente de sable.
Al fin, los valientes Nakú,
enterraron a sus muertos.
Y mandaron decir a todas
las tribus de la tierra...
Que el que habla con diente
de sable, había llegado.
Su grito... Fue un grito de guerra.
¿Por qué creen que
puedo liberar a su gente?
Hay algo que debes saber de tu padre.
Cuando tu madre murió,
al traerte al mundo...
Tu padre se responsabilizó, no sólo
de ti, sino de toda nuestra gente.
Nos moríamos de hambre.
No podía esperar a que se
cumpliera la profecía de Vieja Madre.
Tu padre no huyó.
Se fue para poder
salvar a nuestro pueblo.
¿Cómo pudiste dejar que creyera
todo este tiempo que creyera que
mi padre nos había traicionado?
Porque él quiso que fuera así.
Tu padre llevaba la lanza blanca.
Temía que al marcharse
los demás lo siguieran.
Y abandonaran a nuestra gente.
¿Y por qué.. Me lo cuentas ahora?
Un buen hombre...
Dibuja un círculo alrededor de él
y se ocupa de los que están dentro.
Su mujer, sus hijos.
Otros hombres dibujan un círculo mayor y
dentro de él están también sus hermanos.
Y otros...
Tienen un destino superior.
Han de dibujar a su alrededor...
Un círculo dentro del cual estén
muchas, muchas personas más.
Tu padre...
Era uno de esos hombres.
Debes decidir si tú...
También eres... Uno de ellos.
Ese es Kawu, nuestro corredor más veloz.
Trae un mensaje de la
gente que vive al otro lado.
Se han llevado a muchos más.
Y ahora se dirigen hacia las
grandes aves... Rápido.
Debemos encontrarlos, antes
de que alcancen las aves.
¿No tienes mujer?
El día antes de que llegaran...
Le quitaron la vida.
Y se llevaron a nuestro hijo.
Soy Baku.
- Tudu.
- No, soy Baku.
Baku, Tudu.
Baku, Tudu.
Lo matará... ¡Haga algo!
¡Suéltalo!
¿Para complacer a tu
bruja... ¿Me pegas a mi?
Inténtalo...
Te arrepentirás.
El mensaje de los Nakú
se extendió rápidamente
y de todos los rincones
llegaron numerosos guerreros.
Los TukTuk
que se mueven como grandes aves veloces
y ocultan sus ojos detrás de los árboles.
La tribu de los Kuura,
bajitos, como nuestros niños.
Y del valle sin sol, llegaron
los de la sangre en la cabeza.
Pero los más fuertes
de todos, eran los Ooda.
Su jefe hablaba en nombre de
todos los guerreros de la tierra.
Diles, que si se unen a
nosotros, acabaremos con ellos.
Dicen que sólo eres un niño.
Dile que aparento menos edad.
Quina es un Ooda, los Ooda no se alían.
Caminaron más y más rápido y no aminoraron
la marcha para comer ni descansar.
Y más lanzas se les fueron
uniendo con el paso de los días.
¡Hacia el río, rápido!
Esa palabra, "Yahala", qué significa?
Son tus palabras...
"Acabaremos con ellos"
Las grandes aves han llegado.
¡Evolet!
¡Evolet!
¡Baku, es D'Leh!
Tudu, ese hombre de la
lanza, no se rendirá.
Él y ella...
Quizá el chico tiene razón.
D'Leh no puede volar por
encima del agua como ellos.
¿Y cómo imaginar que
reuniría tantas lanzas?
Este río se mueve como
una serpiente en la arena.
Dice que el ojo de la
serpiente descansa bajo el sol...
y que bajo la luna no se mueve.
¿Hay un atajo a la
cabeza de la serpiente?
Debemos mirar más allá
de la gran arena...
pero nadie puede llegar tan lejos.
Las montañas y la arena,
tienen el mismo aspecto.
Y nos perderemos.
Moriremos todos.
¡Encontraremos la
cabeza de la serpiente!
¡Y liberaremos a nuestra gente!
Debemos descansar.
El hombre del río decía la verdad...
Habían caminado en círculos
durante días y se habían perdido.
Y no había ni rastro,
del ojo de la serpiente.
Debes olvidar...
... al hombre que te sigue.
Nadie... jamás ha cruzado
el mar de arena.
Todos morirán.
¡Tic'Tic, Tic'Tic... He
encontrado el ojo de la serpiente!
¿Ves esa luz? ¿Esa de ahí? ¿Recuerdas
lo que dijo la gente del río?
Descansa bajo el sol
pero bajo la luna...
no se mueve.
Nakudu, diles lo que he dicho. Nos
llevará hasta la cabeza de la serpiente.
Y al iluminar la última
luna el valle de los Jabal...
Todos los espíritus parecían
haber abandonado a Vieja Madre.
No comió ni habló durante muchas lunas.
Porque sabía que debía
cumplirse su último designio.
Sabio espíritu...
Soy yo, Katan.
Las montañas de los dioses...
Y la cabeza de la serpiente.
- Evolet, ¿estás bien?
- Shh ¡No hables!.
Baku... ¡Ven aquí!
¿Cómo puede el hombre hacerle
algo así a un padre Manak?
No son hombres como nosotros, Baku.
¿Entonces qué son?
Algunos dicen que vinieron
de las estrellas...
Otros creen que sobrevolaron el gran
azul cuando su tierra se hundió en el mar.
- ¡Tienen que trabajar más rápido!
- ¿Qué debo hacer, Todopoderoso?
Sacrifiquen a uno.
El Todopoderoso no está
contento... Háganle una ofrenda.
¡Moha!
Son demasiados para nosotros.
Es imposible acabar con ellos.
No D'Leh.
Los esclavos...
Son más numerosos aún.
¿Crees que lucharían con nosotros?
Tendrás que averiguarlo.
Que nadie lo sepa.
D'Leh... ¡D'Leh!
No tengas miedo Baku.
Te llevaré a casa.
- ¿Donde esta Evolet?
- Las mujeres duermen en otro sitio.
Pero hoy la he visto.
Tic'Tic aguarda con muchas
lanzas al otro lado de la arena.
Hoy mataron a Moha.
Fue sacrificado.
Por mi culpa, están
en este horrible lugar.
Necesito que me perdonen.
Los padres te eligieron
para que nos guiaras.
Y permaneceremos a tu lado.
D'Leh, detente.
Diles cuantas lanzas tenemos.
Diles que se unan a nosotros.
El número de lanzas no importa.
Los hombres no pueden derrotarlos-
El tiene poderes mágicos.
Habla con diente de Lanza.
Dice que el ciego sabe
mucho de los dioses.
Una vez fue su sirviente pero huyó.
Lo tienen escondido aquí desde entonces.
Sabio...
Dinos algo más de estos dioses.
Eran tres, pero ahora sólo queda uno.
Deberá haber una forma de vencerlo.
Dice que una vez,
sólo una vez oyó al dios...
Hablar de alguien a quien sí teme.
Según la profecía, alguien lleva una marca
que se puede ver en el cielo por la noche.
La llaman "Uruana",
la marca del cazador.
La estrella más brillante
en el firmamento.
Pregunta si llevas la marca del cazador.
Sin la marca no se
puede derrotar al dios.
Espera, espera...
La pulsera del brazo.
¿Quién se la ha dado?
- El hombre que le salvó la vida.
- ¿Dónde está?
Sus huesos están enterrados
en la arena junto a los otros.
Quiere saber por qué
preguntas por ese hombre.
Era mi padre.
Pregúntale dónde está Tic'Tic.
¡Nos han visto!
- Llegó mi hora.
- Por favor gran cazador, no digas eso.
Te necesitamos.
No van a luchar con nosotros.
Tienen su propia profecía.
Una profecía tiene muchas caras,
muchas formas de cumplirse.
Tu padre... Tu padre me dio esto.
- No gran cazador, no-
- Tómalo.
Se como tu padre.
Se como tu padre.
Se como tu padre.
Ven a mí.
Te libere...
...y ahora te haré mía.
- Le robaste una esclava al Todopoderoso.
- Soy su dueño.
Eso no lo decides tú.
- Dámelo.
- Danos el cuchillo.
Miren sus cicatrices... Forman...
...¡La marca!
¡Encontramos La Marca!
¡En la mano de una esclava!
Todopoderoso, no me atrevo...
A decirle lo que encontramos.
¡Habla!
¡La marca del cazador!
¡Eso no puede ser!
D'Leh...
Sé lo que es perder a un buen amigo.
Tu padre era mi amigo.
Apenas lo recuerdo.
Él sí se acordaba de ti.
Se le encogía el corazón al hablar de un
niño al otro lado de las grandes montañas.
Se disponía a volver contigo.
Pero entonces se lo llevaron.
D'Leh...
Los hombres aguardan.
Nosotros, el pueblo de los Jabal...
Cazamos a la más poderosa
de las bestias... El Manak.
El es grande, nosotros pequeños.
Pero aún así los derrotamos.
Porque cazamos juntos. Como uno solo.
Cuando salga el sol...
Nos uniremos a nuestros
hermanos en la montaña del dios.
¡Y los convenceremos para
que luchen con nosotros!
¡Juntos, como uno solo!
¿Que esta sucediendo?
Escucha Baku, hoy tienes
que convertirte en cazador.
¿Yo?
Llegará.
Por favor, acéptelo.
Silencio, traidor.
¿Cómo puede una
cicatriz ser la marca?
- ¿Las mediste?
- Con gran cuidado, Todopoderoso.
¡Muchas veces!.
¿Qué más sabe el jinete?
Un hombre de las montañas...
...la esta siguiendo con muchos guerreros.
¡Entonces ha llegado el Cazador!
Nakudu, mira, es ese.
Ese.
Baku, encontramos al jefe Manak, vete.
¡Quina, aún no!
¡Ahora!
- No va a atacar.
- Los Manak han sufrido muchas derrotas.
¡Ka'Ren... Mira!
¡Que suban todos por
la rampa!... ¡Vamos, vamos!
¡Ka'Ren... No!
¡Los esclavos vienen!
Ella los detendrá...
Llévenla afuera...
y destrócenla.
¡Alto!
Dice que el que sigue a
esta mujer se dé la vuelta...
O ella morirá.
Como este traidor.
Regresa a tus montañas...
Y podrás llevarte a tu mujer.
Dile que aceptaré su oferta.
Dile que acepto.
¡Díselo!
Pero me llevaré a mi gente conmigo.
Y a todos y cada uno de los Jabal.
¡Díselo!
¡Son tuyos!
¡Pregúntale qué será de los otros!
Pertenecen al dios, dice...
Trabajarán para él, de por vida.
No.
¡De eso nada!
¡El no es un dios!
¡D'Leh!
¡Evolet!
¡Auxilio! ¡Socorro!
¡Está sangrando!
Ella tampoco será tuya.
Has venido por mí.
No, no, por favor... No.
Has venido por mí.
Por favor, por favor.
Habían viajado hasta tan lejos...
Haber llegado hasta el fin del mundo
con la intención de vencer al que
se hace llamar el Todopoderoso.
Para regresar sin Evolet.
Esto no era lo que Vieja
Madre había previsto.
Pero justo cuando la había
perdido para siempre...
La leyenda de la niña
de los ojos azules...
Comenzó.
Evolet había traído la promesa
de vida a nuestro pueblo.
Y ahora, en su último aliento...
Vieja Madre se la había devuelto.
Tu padre quería llevárselas.
Alimentarán a tu pueblo.
Diles que el pueblo Jabal le
da las gracias al pueblo Nakub.
Gracias, hermano Nakudu.
Mi corazón camina
contigo, hermano D'Leh.
Esa fue la última vez que
vieron a sus amigos los Nakub.
Y entonces comenzó el largo
viaje de regreso a casa.
¡Han regresado! ¡Han regresado!
Y mientras los que caminaban al
encuentro de los padres bajaban la mirada
y guiaban sus pasos.
Los Jabal alzaban
hacia Evolet y a D'Leh...
que guiarían a su pueblo.
Y al dibujarse la primera
luna sobre el valle...
Vieron la luz, los primeros
frutos de la tierra.
Mira qué rápido está creciendo.
Y así fue, como la promesa de vida...
Se vio cumplida.
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