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Dos familias de idéntico linaje,
en la bella Verona, lugar de la acción,
inician nuevas peleas por viejos odios.
La sangre de la ciudad
mancha de sangre al ciudadano.
De las oscuras entrañas de los dos rivales,
nacieron dos amantes con mal sino.
Su lamentable fin, su desventura,
entierra con su muerte
el rencor de los padres.
El terrible desarrollo de su amor mortal
y la inconmensurable ira paterna,
que sólo el fin de los dos
hijos conseguirá extinguir,
ocupará nuesta atención
en las próximas horas.
EN LA BELLA VERONA
Dos familias,
de idéntico linaje,
en la bella Verona, lugar de la acción,
inician nuevas peleas por viejos odios.
La sangre de la ciudad
mancha de sangre al ciudadano.
De las fatales entrañas de esos dos rivales,
nacen dos amantes con mal sino.
EL PADRE DE JULIETA
LA MADRE DE JULIETA
EL PADRE DE ROMEO
LA MADRE DE ROMEO
EL JEFE DE POLICÍA
EL HIJO DEL GOBERNADOR
EL MEJOR AMIGO DE ROMEO
¡Un perro de la casa de
los Capuletos me provoca!
¡Excremento de buhonero!
¡Orinal del Rey! ¡Púdrete!
LOS CHICOS MONTESCO
COMERCIO HASTA LA POSTERIDAD
POR CONSTRUCCIONES MONTESCO
- La riña es entre nuestros amos.
- ¡Y entre nosotros, sus hombres!
LOS CHICOS CAPULETO
¡Deja que vea, se acerca pelea!
¡Yno soy mal pedazo de carne!
¡Yo soy...
un bonito pedazo de carne!
UN CAPULETO
- ¡Ahí llegan los Capuleto!
- Pelea. Yo te cubro.
Yo me burlaré de ellos,
y será una deshonra si se dejan insultar.
¡Ve! ¡Yo te cubro!
- ¿Os estáis burlando de nosotros?
- Yo... estoy haciendo burla.
¿Os burláis de nosotros, señor?
- ¿Nos ampara la ley si digo que sí?
- ¡No!
¡No, señor, no me burlo de vos,
pero me burlo, señor!
- ¿Queréis pelea?
- ¿Pelea, señor? ¡No, señor!
Si la queréis, aquí me tenéis.
Sirvo tan bien como vos...
Pero no mejor.
Ahí viene un pariente. ¡Di que mejor!
- ¡Sí, mejor!
- ¡Mentira!
¡Desenfundad si es que sois hombres!
¡Preparaos, necios! Ignoráis lo que hacéis.
EL PRIMO DE ROMEO
¡Guardad las armas!
AÑADA MÁS LEÑA AL FUEGO
EL PRIMO DE JULIETA
¿Cómo desenfundas delante de estos...
rastreros esclavos?
Vuélvete, Benvolio,
y contempla tu muerte.
Sólo quiero poner paz.
Guarda el arma,
o separemos con ella a estos hombres.
¿Paz?
¿Paz?
Odio esa palabra...
como al infierno,
y a los Montesco,
y a ti mismo.
- ¡Venga! ¡Vamos!
- ¡Espera!
¡Vamos!
Nuevas peleas por viejos odios...
¡Se van por allí!
¡Mi arma de largo alcance!
No darás un paso en busca del enemigo.
¡Súbditos rebeldes,
enemigos de la paz!
¡Tirad al suelo esas armas mal templadas!
¡Bajo pena de tortura,
arrojad de vuestras manos sangrientas
esas armas mal templadas!
Son ya tres las luchas civiles,
fruto de las vanas palabras que tú
provocas, viejo Capuleto, y tú, Montesco,
tres ya las veces que alteráis
el orden de nuestras calles.
Si volvéis a agitar de nuevo nuestras calles,
pagaréis con vuestras vidas
tal ultraje a la paz.
Y Romeo, ¿dónde está? ¿Le habéis visto?
¡Cómo me alegra saber
que no estuvo en la pelea!
Señora, vi paseando
a vuestro hijo muy temprano
entre los sicómoros de la arboleda.
Ha sido visto allí más de una mañana,
aumentando el rocío con sus lágrimas.
Mi melancólico hijo vuelve
a casa huyendo de la luz,
y se encierra luego solo en su cuarto,
cerrando las ventanas,
dejando fuera el día, haciendo en
torno suyo una noche artificial.
Así pues...
¡Oh, amor pendenciero! ¡Oh, odio amoroso!
¡Oh, esencia nacida de la nada!
Pesada ligereza,
seria vanidad.
Caos deforme de bella apariencia.
*** y extraño debe resultar ese humor...
si la causa no la quita el buen consejo.
Apartaos, os lo ruego.
Sabré su pena,
o me sentiré contrariado.
Señora, vayámonos.
Feliz mañana, primo.
¿Tan joven es el día?
Apenas tiene nueve horas.
¡Ay de mí, las horas
tristes parecen largas!
¿Era mi padre quien
se iba apresurado?
ÉI era.
¿Qué tristeza alarga las horas de Romeo?
El no tener lo que
al tenerlo las acorta.
- ¿Enamorado?
- Privado de ello.
- ¿Del amor?
- Sin su amor estando enamorado.
¿Por qué el amor tan amable a la vista
ha de ser tan tiránico puesto a prueba?
¿Por qué el amor siendo ciego
puede ver a oscuras el camino a su antojo?
¿Dónde comeremos?
... esta costosa sangre.
Jamás la ira se guardó bien a sí misma.
La ley no ha estado muerta sino adormecida...
¿Qué pelea ha habido?
- Pues...
- Pero no me lo digas. Lo he oído todo.
Hay mucho que hacer con
el odio, y más con el amor.
¡Oh, amor pendenciero. ¡Oh, odio amoroso!
¡Esencia nacida de la nada!
¡Oh, pesada ligereza, seria vanidad!
¡Deforme caos de bella apariencia!
Carga ligera...
¿No te hace reír?
No primo, más bien lloro.
¿Por qué, amigo mío?
- Por el dolor de tu buen corazón.
- Adiós, amigo mío.
Espera, te acompaño.
Sería injusto el que aquí me dejaras.
SOLTERO DEL AÑO
Pero Montesco está tan obligado
como yo a idéntico castigo.
Pienso que no es tan dif'icil,
siendo tan viejos, el mantener la paz.
Ambos gozáis de buena reputación. Resulta
penoso que llevéis tanto tiempo reñidos.
¿Qué decís, señor, a mi pretensión?
Repetiré lo que antes ya os he dicho:
Mi hija aún es ajena a las cosas del mundo.
Dejemos pasar dos veranos más
hasta que esté en sazón para las nupcias.
Otras más jóvenes son ya felices madres.
Y pronto se echan a perder
las que lo son tan pronto.
Esta noche, según vieja
costumbre, doy una fiesta.
Esta noche, en mi humilde casa,
podréis ver pimpollos de mujer
que a las estrellas del cielo cegarían.
Óyelo todo y míralo todo,
y haz la corte a aquella
de mayores méritos.
Ven conmigo.
Dime seriamente,
¿a quién amas?
En serio, primo, amo a una mujer.
Acertado iba yo cuando lo supuse.
¡Qué buen tino!
Y es bella la que amo.
Un blanco hermoso es más fácil de acertar.
En ese tiro fallas.
No la tocará la flecha de cupido;
evita el acecho de ojos tentadores,
y no abre sus carnes al oro que rinde asaltos.
¿Hajurado vivir siempre en castidad?
Así es, y con ese ahorro
hace gran desperdicio.
- Sigue mi consejo. No pienses más en ella.
- Enséñame a olvidar, a no pensar.
Dales a tus ojos libertad
y contempla a otras bellezas.
Romeo, ¿te has vuelto loco?
No, loco no.
Sin embargo, más atado.
Encerrado en prisión, hambriento,
azotado y atormentado.
Buenas tardes, amigo.
Sin resguardo no hay armas.
Os lo diré sin preámbulos.
El rico y famoso Capuleto
celebra su acostumbrada fiesta.
Una bonita reunión.
El señor Placencio y su esposa e hijas,
la señora viuda de Vitruvio,
y sus encantadoras sobrinas Rosalina...
En esa antigua fiesta de Capuleto
cena la bella Rosalina,
con todas las bellezas
más admiradas de Verona.
¡Si no sois de la casa de los Montesco,
venid a beber un vaso de vino!
Id pues allá, y que el ojo
imparcial compare su rostro
con otros que os mostraré
de modo que os hará pensar
que vuestro cisne es un cuervo.
Iré, no para admirar esa visión,
sino por gozar del esplendor de lo que amo.
LA MANSlÓN DE LOS CAPULETO
¡Julieta!
¡Julieta!
¡Julieta!
¡Julieta!
¡Ama!
Ama, ¿dónde está mi hija?
Dile que venga.
Ya la mandé venir. ¡Cielo Santo!
¡Julieta!
¡Julieta!
¡Julieta!
¡Julieta!
Aquí estoy, madre. ¿Qué deseáis?
Ama, déjanos un momento.
Tenemos que hablar a solas.
¡Ama, vuelve!
Lo he pensado mejor.
Queda y escucha.
Mi hija, lo sabes, está en una edad crítica.
Ha sido la niña más bonita
que he amamantado.
Según mis cuentas,
a tu edad tú ya eras hija mía.
Y tú sigues doncella.
¡Seré más breve!
El apuesto Paris te pretende.
¡Vaya hombre, mi niña!
¡Señora, un hombre perfecto!
¡Moldeado en cera parece!
En el estío de Verona no hay flor tan bella.
Sí, es una flor. Una flor, ciertamente...
¡Ama!
Le veréis esta noche en nuestra fiesta.
Su rostro es como un libro abierto,
léelo bien y encontrarás escrito el gozo
con amorosa pluma.
Este... precioso libro de amor,
este amante sin encuadernar,
tan sólo precisa ligaduras
para ser más hermoso.
Así compartirás todo lo que posee él,
no disminuyéndote a ti al poseerte.
¿Disminuir? Aumentar es
lo que nos hacen los hombres.
¿Crees que puedes amar a Paris?
Trataré de gustarle,
si el tratar llega a gustar.
Pero mis ojos no le mirarán más allá
de lo que vuestro
consentimiento les permita.
Señora, los invitados ya han llegado.
¡Id!
Ahora te acompañamos.
¡Julieta!
Venga, niña. Busca días
felices para noches felices.
ARBOLEDA DE SICÓMOROS
¡Puta vendida de seda!
¡Muere vendida!
Compartiendo tu única vida
Para convertirte en otra
perdida y solitaria esposa
Pasas revisión de los años
Llenos sólo de lágrimas
Corazones jóvenes
Correr libres
Nunca os comprometáis
INVITAClÓN A UN BANQUETE
Como Rosalina y tú
Vamos, Romeo,
hemos de hacerte bailar.
No. Yo no.
Vosotros que lleváis zapatos ligeros de baile.
Yo tengo el alma en los pies.
Estás enamorado.
Pídele las alas a Cupido
y empínate hasta donde puedas.
Bajo la pesada carga del amor me hundo.
Demasiada presión para tan tierna cosa.
¿Dices que es tierno el amor?
Es demasiado duro,
áspero y violento,
e hiriente como el espino.
Si contigo es cruel el amor,
sé tú cruel con él.
Si te hiere, hiérele y podrás vencerle.
¡Que cada cual se cuide de sus piernas!
- ¡No tiene sentido ir!
- ¿ Y por qué, si puede saberse?
- Tuve un sueño esta noche.
- Yo también.
- ¿ Y qué soñaste?
- Que los soñadores ven visiones.
Visiones verdaderas
mientras se duerme.
¡Oh! Ya veo que
la reina Mab te ha visitado.
Es la reina de las ilusiones,
y su tamaño no es mayor que un ágata
en el dedo de un rico concejal.
Le rodea una corte
de seres diminutos
que se introducen por
la nariz de los durmientes.
Su coche es una cáscara de avellana,
su cochero un ridículo
mosquito vestido de gris.
Y con tal lujo galopa noche tras
noche por cerebros enamorados,
que entonces sueñan...
con el amor;
y por los dedos del abogado
que sueña con sus honorarios.
A veces pasa por el cuello de un soldado,
y esto le hace soñar en degollar extraños;
y así, asustado, reza una oración,
o dos, y se duerme otra vez.
¡Ella es la bruja que, cuando ve
doncellas tendidas boca arriba,
las oprime y las enseña a concebir,
haciéndolas hembras de buen fuste!
¡Así es!
¡Así es!
¡Calla, Mercutio, calla!
Hablas de nada.
Es cierto.
Hablo de sueños,
que hijos son de las mentes ociosas,
fruto sólo de la vaga fantasía;
sustancia liviana como el aire,
e inconstante más aún que el viento
que ahora mismo acaricia
el seno helado del Norte,
y lleno de ira, se esfuma bramando
para volver la cara al Sur que destila rocío.
¡El viento del que hablas
nos aventa a nosotros!
¡La cena ha terminado,
y llegaremos tarde!
Demasiado pronto, me temo.
Puesto que mi ánimo presiente nefastas
consecuencias ocultas en las estrellas,
cuyo temible y fatal progreso
comenzará con los festejos de esta noche,
y pondrá fin...
a una vida despreciada
que guardo en mi pecho...
por cruel ultraje de una muerte prematura,
pero que quien dirige mi rumbo
guíe mi nave.
¡Vamos, alegres señores!
EMPIEZA LA FIESTA
EN LA MANSlÓN DE LOS CAPULETO
Las drogas son rápidas.
Hubo un tiempo en que
yo también usaba antifaz
y susurraba palabras al oído de una dama.
El orgullo puede soportar mil pruebas
Los fuertes nunca serán derrotados
Pero mi alma lloró
Cuando miré las estrellas sin ti
Sentir
Provoca dolor
El dolor
De besarte
Besarte
¡Señora, vuestra madre os llama!
Enternéceme
Pura y sinceramente
¿Os negáis a bailar conmigo?
¡Vaya hombre, muchacha! ¡Vaya hombre!
¿Qué?
¿Se atreve ese villano a venir a
burlarse de nuestra fiesta solemne?
¡Por mi cuna y el honor de mi estirpe,
he de matarle sin cometer pecado!
¿Qué ocurre, sobrino?
¿A qué tanta ira?
Tío, es ese canalla de Romeo.
Un enemigo Montesco.
- ¿Tú crees que es Romeo?
- Sí que lo es.
Calmaos, gentil sobrino. Dejadle estar.
Ni por toda la riqueza de la ciudad
le querría hacer yo un desaire
en mi propia casa.
Tened, pues, paciencia y dejadle.
No he de tolerarlo.
Lo toleraréis.
¡Claro que sí!
¿Me oís, muchacho? ¡Lo aguantaréis!
¡Claro que sí!
Pero es vergonzoso.
¿Un alboroto ante mis invitados?
¿Sabía yo lo que es amor?
Ojos juran que no.
Porque nunca había visto belleza así.
¿Dónde estás?
¿Dónde estás ahora?
Porque te estoy besando
Te estoy besando
Si profano con mi indigna mano
este sagrado santuario,
sacro pecado fuera.
Mis labios, peregrinos
ruborizados, quisieran
hacer penitencia con un dulce beso.
Buen peregrino, en poco
estimáis vuestra mano
que sólo muestra humilde devoción.
Pues hasta las manos de los santos
tocan a las de los peregrinos,
y el tocar palma con palma
es beso santo del palmero.
¿No tienen labios los santos,
y los piadosos palmeros?
Sí, peregrino. Labios
para usar en la oración.
Entonces, mi buen santo,
que los labios hagan como las manos.
No conviertas fe en desesperación.
Los santos no se mueven
sino por las plegarias.
Entonces no os mováis
hasta que llegue mi plegaria.
¡Dave!
Así vuestros labios
limpian los míos de pecado.
¿Entonces mis labios
tienen ahora vuestro pecado?
¿Pecado de mis labios?
¡Me reprocháis con dulzura!
Devolvedme mi pecado.
Besáis como un maestro.
¡Julieta! ¡Julieta!
¿Julieta?
¡Julieta!
Señora, vuestra madre quiere hablaros.
¡Venga, vamos!
¿Es una Capuleto?
Se llama Romeo, y es un Montesco,
el único hijo de vuestro peor enemigo.
Anda, ven, vamos.
La fiesta ya se acaba.
Eso me temo. Grande es mi inquietud.
¡Soy un buen pedazo de carne!
¡Soy un buen pedazo de carne!
¡Soy un buen pedazo de carne!
¡Mi único amor nació de mi único odio!
¡Pronto le he visto y tarde le conozco!
Extraño nacimiento del amor,
que me hace amar a mi peor enemigo.
Me retiraré.
Pero esta intrusión que ahora
parece ser tan agradable,
se volverá amarga hiel.
¡Soy un buen pedazo de carne!
Soy un buen pedazo de carne...
¡Romeo!
- ¡Romeo!
- ¡Romeo!
¡Romeo!
¡Caprichos! ¡Loco!
¡Pasiones! ¡Enamorado!
¡Yo te conjuro por los
ojos claros de Rosalina,
por su alta frente, por sus labios escarlata,
por sus finos pies, rectas
piernas y trémulos muslos!
¡Ay, Romeo, si ella fuese
un higo abierto y tú una pera!
Ríese de la cicatriz quien nunca tuvo herida.
¡Romeo!
¡Buenas noches!
Me voy a mi camastro. Esta cama
de campaña está fría para dormir.
¡Pero calla!
¿Qué luz se abre paso por esa ventana?
¡Es el Oriente,
y Julieta es el sol!
Sal, bello sol, y mata a la envidiosa luna,
que ya está enferma y palidece de dolor,
pues que tú, su doncella,
eres más hermosa que ella.
No seas su doncella si es tan envidiosa.
Su manto de vestal es de
un verde pálido y propio de bufones.
¡Oh, aléjalo de ti!
Es mi dama, es mi amor.
Si al menos ella lo supiera.
¡Ay de mí!
Habla.
Habla de nuevo, ángel radiante.
Romeo.
¡Oh, Romeo!
Si otro fuese tu nombre.
Reniega de tu padre y rechaza tu nombre.
O jura al menos tu amor
y dejaré de ser yo Capuleto.
¿Debo escuchar aún
o hablarte ahora?
Sólo tu nombre es mi enemigo.
Tú eres tú mismo, Montesco o no.
¿ Y qué es Montesco?
No es mano,
ni pie, ni brazo, ni cara,
ni ninguna otra parte
de un hombre.
¡Oh, llámate de otro modo!
¿Qué hay en un nombre?
Lo que llamamos rosa aun con cualquier
otro nombre mantendría el perfume.
Igual que Romeo.
Aunque Romeo nunca se llamase,
conservaría la misma perfección
que tiene sin ese título.
Romeo, quítate el nombre;
y a cambio del nombre,
que no es parte de ti, tómame entera.
Te tomo la palabra.
¿No eres Romeo y además Montesco?
Ni una cosa ni otra si te disgustan.
¿Cómo llegaste aquí y por qué razón?
La tapia del jardín es alta y dif'icil de trepar,
y este lugar es mortal siendo quien eres.
Con las alas del amor
he saltados estos muros,
pues que para el amor no existen límites.
Y como el amor hace lo que puede,
¡tus parientes no han de intimidarme!
Si te encuentran aquí te matarán.
El manto de la noche me esconderá de ellos.
Si no llegas a amarme,
que me encuentren aquí.
Más vale que acabe mi vida por
su odio que prorrogar la muerte
sin tu amor.
La máscara de la noche oculta mi rostro;
o un rubor virginal cubriría mis mejillas
por cuanto me has oído decir esta noche.
Si pudiera guardar la compostura,
si pudiera negar todo lo que he dicho.
Pero... Fuera tú, fingimiento.
¿Me amáis?
Ya sé que diréis que sí, y yo os creeré.
Y juraréis y podríais jurar en falso.
Oh dulce Romeo,
di que me amas, dímelo en verdad.
Señora, lo juro por la sagrada luna
que tiñe de plata las copas de esos frutales...
No jures por la luna,
la luna inconstante que cambia
cada mes en su órbita redonda.
No sea que tu amor resulte tan variable.
¿ Y por quién he de jurar?
No has de jurar por nadie.
O, si lo haces,
jura por ti mismo,
que eres el dios que adoro.
Sólo entonces te creeré.
Si el amor...
sagrado de mi corazón...
No, no jures. Aunque seas mi alegría
no me alegra este pacto nocturno,
tan repentino, insensato y temerario
como un relámpago que se apaga
antes de poder nombrarlo.
¡Buenas noches!
Este amor tierno, madurado
por el aliento del estío,
puede dar una bonita flor
cuando volvamos a encontrarnos.
Buenas noches.
¡Buenas noches!
¿Así de insatisfecho me dejáis?
¿Cabe esta noche otra satisfacción?
Dame tu amor, que yo te daré el mío.
¡Te he dado el mío sin que lo pidieras!
¡Julieta!
Tres palabras aún, Romeo, y me despido.
Si he de creer en tus votos de amor,
si me deseas como esposa,
envíame recado mañana,
por alguien que enviaré,
del lugar y día de la ceremonia,
Pondré mi destino a tus pies,
y te seguiré como mi señor por el mundo.
¡Julieta!
¡Que sí! ¡Ama, ya voy!
Pero si tu amor no fuera
honesto, te suplico...
- ¡Julieta!
- ¡Que sí! ¡Ya voy!
...que abandones tu empeño
y me dejes con mi pena.
Mañana te enviaré a alguien.
Hacedlo, por mi alma.
Mil buenas noches tengas.
¡Malditas sean las mil si me falta tu luz!
¡Julieta!
¡Julieta!
Buenas noches.
El amor atiende al amor
como el colegial huye del libro;
y como el que va a clase
se aparta de él con tristeza.
¡Romeo!
¿A qué hora he de enviarte
mañana el mensajero?
Hacia las nueve.
Allí estará. Parece que faltan 20 años.
Buenas noches.
Buenas noches... buenas noches.
La separación es tan dulce pena
que diré buenas noches hasta que amanezca.
¡Julieta!
Tú y yo siempre
Ypara siempre
Tú y yo siempre
Ypara siempre
Siempre fuimos tú y yo...
Cuán grandioso es el poder curativo que
reside en las plantas, hierbas y minerales,
y todas sus virtudes.
Pues que nada hay tan vil en la tierra
que en la tierra no dé fruto preciado.
Nada tan bueno,
que desviado de su buen uso,
no se revele contra su origen haciendo daño.
La virtud se vuelve vicio al ser mal aplicada,
y el vicio se dignifica en la acción.
En el cáliz tierno de esta débil flor...
residen el veneno...
y la potente medicina,
que al olerse deleita al cuerpo todo,
y al probarse
mata el corazón y los sentidos.
Dos reyes así enfrentados acampan en
el hombre, igual que en las hierbas,
la virtud y la baja pasión.
Y cuando predomina lo peor,
pronto el gusano mortal
devoraría esa planta.
¡Buenos días, padre!
¡Benedicite!
¿Qué voz tan madrugadora me saluda?
Buenos días, Romeo.
Buenos días.
Hijo, despedirse de la cama a estas horas
indica una mente preocupada.
O, si no es eso, imagino que quizá...
nuestro Romeo no durmió
anoche en su cama.
Bien cierto es eso; dulce descanso el mío.
¡Dios perdone el pecado!
¿Has estado con Rosalina?
¿Con Rosalina? ¡No, mi reverendo padre!
He olvidado ese nombre y sus penalidades.
Bien, hijo mío.
¿Dónde estuviste entonces?
Haciendo fiestas con mi enemigo,
donde de pronto fui herido por alguien
a quien herí del mismo modo.
La curación de los dos está
en tu ayuda y tu sagrada medicina.
Habla claro, hijo mío,
y procura ser más conciso.
La confesión de enigmas
sólo absuelve enigmas.
Lo diré llanamente. Todo mi amor es
para la hija del rico Capuleto.
Cuándo, dónde y cómo nos encontramos,
intercambiamos votos y nos juramos amor,
os lo diré por el camino.
Pero os ruego que nos caséis hoy mismo.
¡San Francisco bendito!
¡Qué cambio es éste!
¿Tan pronto has conseguido olvidar
a Rosalina, a la que tanto amabas?
Entonces el amor de los jóvenes
no habita el corazón sino los ojos.
Nunca aprobasteis mi amor por Rosalina.
No tu amor, sino tu delirio.
¡No me reprendáis...
os lo ruego!
La que quiero ahora me paga
interés con interés y amor con amor.
La otra no lo hizo.
Porque sabía...
que tu amor decía de memoria
lo que no podía leer.
Quizá sea como mi madre
Nunca satisfecha
Esta alianza puede resultar buena
para tornar el odio de vuestras familias
en amor.
Éste es el sonido
Del llanto de las palomas
Ven, muchacho peleón, anda, ven conmigo.
Te ayudaré por un solo motivo.
Para que esta alianza resulte tan feliz
que convierta el rencor de
vuestras familias en puro amor.
¡Vámonos ya, que tengo mucha prisa!
Con prudencia y despacio.
Quien mucho corre, tropieza.
Quizá sea demasiado exigente
Quizá sea como mi padre, temerario
Quizá sea como mi madre
Nunca satisfecha
¿Por qué nos gritamos?
EL MERCADER DE LA PLAYA DE VERONA
DE ENSUEÑO
COMO UN TRUENO
Éste es el sonido
Éste es el sonido
Éste es el sonido
¿Dónde demonios estará Romeo?
¿No ha vuelto a casa esta noche?
A la de su padre no;
hablé con su criado.
Esa muchacha pálida de
corazón duro, esa Rosalina,
le atormenta tanto que le volverá loco.
Tybalt ha enviado una
carta a casa de su padre.
- ¡Un reto, desde luego!
- Romeo tendrá que dar respuesta.
Cualquiera que sepa escribir
puede dar respuesta.
No, él será quien conteste,
y desafiará al autor, ya que lo desaf'ian.
¡Entonces el pobre Romeo ya está muerto!
¡Traspasado por el ojo *** de una blanca!
¡Atravesado por una canción de amor!
¡El centro de su corazón atravesado
por la flecha del niño ciego!
¿ÉI solo va a enfrentarse a Tybalt?
- ¿Pues quién es ese Tybalt?
- Es el príncipe de los gatos.
¡Es el valiente maestro de las armas!
Y lucha como quien canta una canción.
Lleva el compás, la distancia y la proporción.
Hace las pausas mínimas.
Uno, dos, y la tercera...
en tu pecho.
Directo al botón de la camisa.
Un duelista.
¡Un duelista!
Un caballero de la alta escuela,
de la primera y segunda causa.
¡De inmortal passado!
¡El punto reverso!
¡Y el... hai!
¿El qué?
Ahí está Romeo.
¡Romeo!
Bienvenido.
¡Señor Romeo, bonjour!
Un saludo francés para
unas bragas a la francesa.
Anoche nos la diste bien.
Buenos días a los dos.
¿Qué es lo que os di?
El esquinazo.
¿Entiendes?
Perdona, Mercutio.
Tenía un asunto importante,
y en un caso así, un hombre
tiene que constreñir la cortesía.
¡Eso es tanto como decir
que un caso como el tuyo
obliga a doblarse por las nalgas!
- ¿Para hacer una reverencia?
- Has acertado de lleno.
- Un modo amable de decirlo.
- Es que soy la flor misma de la cortesía.
- ¿Como una rosa?
- Eso es.
¡Como las rosas de mis escarpines!
¡Qué ingenioso!
Ahora estás sociable. ¡Ahora eres Romeo!
¡Ahora eres lo que eres,
arte y naturaleza!
¡Ah, aquí hay buena gente!
Buenas tardes nos de Dios, nobilísima dama.
Quiero deciros algo de confidencia.
¡Una alcahueta!
¡Una alcahueta, una alcahueta!
¡Ajá! ¡Ajá!
¡Ajá! ¡Ajá!
¡Romeo!
¡Romeo!
¡Romeo!
¿ Vienes a casa de tu padre?
Vamos a almorzar allí.
En seguida os seguiré.
¡Adiós, anciana señora! ¡Adiós!
Si la vais a llevar al paraíso
de los tontos, como dicen,
será una mala cosa, como dicen.
Pues la muchacha es joven,
y por lo tanto, si os atrevéis a engañarla,
de veras sería una mala cosa
y mal comportamiento.
Dile que vaya a confesarse esta tarde,
y que allí, en la celda de Fray Lorenzo,
tendrá lugar la confesión...
y la boda.
Quiéreme, quiéreme
Dime que me quieres
Engáñame, engáñame
Vamos, engáñame
Quiéreme, quiéreme
Finge que me quieres
¡Amita mía! ¿Qué noticias traéis?
- ¡Ama!
- ¡Dejadme descansar un poco!
¡Qué dolor de huesos!
¡Qué modo de correr!
Mis huesos por tus nuevas.
¡Vamos, habla, por favor!
¡Jesús, qué prisas!
¿No podéis esperar?
¿No véis que aún estoy sin aliento?
¿Cómo que estás sin aliento,
si tienes aliento para decirme
que estás sin aliento?
¿Las noticias son buenas o malas?
Contéstame.
Muchacha, sois muy tonta eligiendo.
No sabéis elegir a un hombre.
¿Romeo? No, ése no.
Aunque sea más guapo que los otros,
y tenga mejores piernas que los demás,
y sus manos, sus pies y su cuerpo...
Pero si todo eso ya lo sabía.
¿Qué dijo de nuestra boda?
¿Qué hay de eso?
¡Ay Señor, qué dolor de cabeza!
¡Cómo tengo la cabeza!
¡Y la espalda!
¡Por el otro lado!
¡Oh, la espalda!
Oh, siento mucho que no estés bien.
¡Ama, ama, amita mía!
Dime lo que dice mi amor.
Vuestro amor dice, como caballero honrado,
educado, amable y guapo,
y, lo juro, virtuoso...
- ¿Dónde está vuestra madre?
- "¿Dónde está vuestra madre?"
¡Qué respuesta más rara!
Vuestro amor dice, cual cabellero honrado,
"¿Dónde está vuestra madre?"
¿Tan ardiente estáis? ¡En adelante
haréis vuestros propios encargos!
¡Menudo embrollo!
Vamos, ¿qué dice?
¿Tenéis permiso para ir a confesar hoy?
Claro.
Andad pues a la celda de Fray Lorenzo.
¡Allí hay un marido para haceros mujer!
Todo el mundo es libre de sentirse bien
De sentirse bien
Hermanos, hermanas,
Juntos lo lograremos
Sí
Algún día un espíritu te guiará hasta ese lugar
Sé que has sufrido
Pero te he estado esperando
Yestaré allí para tenderte una mano
Siempre que pueda
Todo el mundo es libre
Todo el mundo es libre
Sí
El goce violento
tiene un fin violento.
Y en su fervor muere
como el fuego y la pólvora,
que al besarse se consumen.
La miel más dulce empalaga
con su propia dulzura.
Amaos pues con juicio.
Romeo te dará las gracias por los dos.
Oh, de sentirse bien
¡Por favor, Mercutio, vámonos ya!
Hoy hace calor, los Capuleto están por ahí,
y si nos encontramos
seguro que habrá pelea.
En estos días de calor la mala sangre hierve.
¡Nosotros, los gatos!
¿ Ves? Eres como uno de esos...
que cada vez que entran en una taberna
golpean con el arma sobre la mesa,
y dicen,
"Que Dios no me haga necesitarte".
Y con los efectos de la segunda copa,
la empuñan contra quien les sirve
cuando no hay ninguna necesidad.
¿Soy así de verdad?
De sangre caliente como todos en Verona.
Por mi cabeza, ahí vienen los Capuleto.
Por mis talones... me da igual.
Seguidme de cerca.
Señores, ¿una palabra con uno de ustedes?
¿Sólo una palabra con uno de nosotros?
Que sea algo más.
Una palabra y...
¡un toque!
Me encontraréis bastante dispuesto, señor,
si me dais ocasión.
¿No podéis encontrar
la ocasión sin que os la den?
¡Mercutio!
Tu y Romeo andáis muy coro.
¡A coro!
¿Nos tomas por coristas?
¡Pues si es así, sólo nos oirás desentonar!
¡Aquí está mi arco de violín!
¡Esto te hará bailar! ¡Música!
Nos vamos a un lugar privado.
O resolvemos nuestras diferencias fríamente
o nos separamos.
¡Aquí nos ven muchos ojos!
Los ojos están hechos para ver,
dejad que vean.
Yo no me iré de aquí por contentar a nadie.
Pues quedad en paz, señor.
Aquí viene mi hombre.
¡Mercutio!
¡Romeo!
Por el aprecio que os tengo,
he de deciros deciros esto.
¡Sois un villano!
Tybalt,
las razones que tengo para apreciaros...
me hacen disculpar
toda la rabia que hay en vuestro insulto.
No soy ningún villano.
Así que adiós.
Veo que no me conoces.
¡Muchacho, eso no te excusa
de los insultos que me has lanzado!
¡Vuélvete y desenfunda!
¡Vuélvete y desenfunda!
Vuélvete y desenfunda.
- ¡Vuélvete y desenfunda!
- Nunca, ninguna ofensa os inferí,
antes bien, te quiero más
de lo que te imaginarías,
sin conocer la causa de mi aprecio.
Buen Capuleto,
un nombre que quiero tanto como el mío...
Quedad satisfecho.
Quedad satisfecho.
¡Qué vil sumisión tan cobarde y deshonrosa!
¡Te odio con toda mi alma!
¡Tybalt!
¡Matarratas!
¿Quieres dar un paseo?
¿Qué deseas de mí?
¡Sólo una de tus nueve
vidas, rey de los gatos!
¡A tu disposición!
¡Basta, déjalo, Mercutio!
- ¿Estás herido?
- Sí, sí, un rasguño.
¡Un rasguño!
Sí, un rasguño...
¡Un rasguño!
Valor, hombre, no puede ser grave.
Lo suficiente.
Preguntad por mí mañana
y me encontraréis de humor sepulcral.
¡Malditas... vuestras dos familias!
Me han hecho fiambre para gusanos.
¡Malditas vuestras dos familias!
¡Familias! ¡Familias!
¡Familias! ¡Familias!
¡No!
¿Por qué diablos te has metido en medio?
Me ha herido por debajo de tu brazo.
¡Creí que obraba por tu bien!
Malditas sean vuestras familias.
¡No! ¡No!
¡Vámonos!
¡Deprisa!
¡Mercutio!
Requiem aeternam
Requiem aeternam
Dona eis
¡No!
Ven, dulce noche.
Ven, amor de *** rostro,
y dame a mi Romeo.
Y cuando yo muera, tómalo y
haz de él estrellas diminutas,
que iluminen el rostro
del Cielo de tal forma
que el mundo entero
ame la noche
y nadie adorará al sol radiante.
Oh, dueña soy de la casa del Amor
y aún no lo poseo;
y aunque estoy vendida aún no me gozan.
Oh... cómo pesan los días...
como la víspera de fiesta
para un niño impaciente
que tiene un traje nuevo
y aún no puede ponérselo.
El alma de Mercutio se cierne
sobre nuestras cabezas.
¡Espera que la tuya le haga compañía!
¡Tú, desgraciado,
te irás de aquí con él!
¡O tú, o yo,
o los dos, nos iremos con él!
¡O tú, o yo, o los dos nos iremos con él!
¡O tú,
o yo, o los dos nos iremos con él!
¡Soy un juguete del destino!
¡Romeo!
¡Márchate! ¡No te quedes aquí!
¡Vete!
¡Romeo!
¡Tybalt!
¿Dónde están los que iniciaron la pelea?
Benvolio, ¿quién comenzó la lucha?
Romeo ha gritado:
"¡Alto, amigos!"
Tybalt ha acabado con Mercutio.
Y luego Tybalt...
ha muerto a manos de Romeo.
¡Príncipe!
¡Si eres justo,
por nuestra sangre
derrama la de los Montesco!
Romeo, que le habló
con buenas palabras,
no pudo calmar
la cólera de Tybalt...
sordo a las súplicas.
Es uno de los Montesco.
¡El afecto le hace mentir!
¡Pido justicia, que tú debes cumplir!
Romeo ha matado a Tybalt.
¡Romeo debe morir!
Romeo lo ha matado,
más él mató a Mercutio.
¿Quién nos devolverá
su preciada sangre?
Romeo no, Príncipe.
ÉI era amigo de Mercutio.
Matando a Tybalt sólo ha hecho
lo que debía hacer la Ley.
Y por este delito
decretamos su destierro.
Noble Príncipe...
¡No escucharé vuestros ruegos!
¡Ni plegarias ni lágrimas
pagarán tantos abusos!
¡Ahorráoslos, pues!
¡Que Romeo se vaya de aquí!
¡Porque si le encuentran, será su última hora!
¡Romeo está desterrado!
Destierro...
Apiádate y di muerte.
Porque el destierro me aterra
mucho más que la muerte.
No digas... destierro.
La desdicha se ha prendado de ti,
y tú te casaste con la calamidad.
Te han desterrado de Verona.
Pero no temas, el mundo es ancho.
No hay mundo más allá de Verona.
Así que desterrado estoy del mundo,
y el exilio del mundo es la muerte.
La muerte con otro nombre.
Llamando destierro a la muerte
me cortas la cabeza con hacha de oro
y sonríes al golpe que me asesina.
¡Qué pecado mortal! ¡Qué inmensa ingratitud!
Esto es bondad aunque no quieras verla.
¡Vamos!
- ¡Me envía mi ama Julieta!
- Bienvenida, entonces.
¿Dónde está el dueño de mi señora?
Romeo, acércate.
Oh, señor.
Ay, señor.
La muerte es el fin de todo.
¿Habláis de Julieta?
¿Dónde está y cómo está?
¿Qué dice mi furtiva esposa
de nuestro furtivo amor?
No dice nada, señor. Llora y llora,
y llama a Romeo, y luego vuelve a caer.
¡Diríase que ese nombre fuera
un fatal disparo que la asesinase,
del mismo modo que la mano infame
que lleva ese nombre mató a su primo!
Creía que tu ánimo era mucho más fuerte.
Tu Julieta está viva. En eso tienes suerte.
Tybalt iba a matarte y has matado a Tybalt.
En eso tienes suerte.
Por ley tendrías que estar muerto, pero
por amistad a ti tan sólo te ha exiliado.
En eso tienes suerte.
Sobre tus hombros se acumula la dicha.
¿Por qué ofendes tu cuna,
al cielo y a la tierra,
si podrías perder
las tres cosas que en ti se aúnan?
Señor, os entrego el anillo
que ella me dio para vos.
"Te amo".
Cómo me consuela el ánimo.
Vete.
Vé a ver a tu amor como estaba acordado.
Sube a su cuarto, y dale consuelo.
¡Date prisa!
Pero no vayas a quedarte hasta la guardia,
pues no llegarías hasta la ciudad de Mantua,
donde vivirás hasta que consigamos
anunciar vuestro matrimonio,
reconciliar a los vuestros,
pedir perdón al Príncipe,
y hacerte volver con una alegría
dos mil veces superior
al llanto con que ahora te vas.
¡Date prisa! ¡Y vete antes de que amanezca!
¡Quédate en Mantua!
Adiós.
¡Dios mío!
¿La mano de Romeo
ha vertido la sangre de Tybalt?
¡Corazón de serpiente con cara florida!
¿Ha habido un libro con tan bellas
cubiertas tan falso en contenido?
¡Que el engaño resida en un palacio tan regio!
Esta noche no bajará.
Los momentos de dolor
no son para hablar de amor.
Ya véis, quería mucho a su primo Tybalt.
Y yo también.
Bueno,
nacemos para morir.
Mañana temprano sabré lo que piensa.
Esta noche está llena de tristeza.
¿He de hablar mal de él, que es mi marido?
Oh, pobre señor mío.
¿ Qué lengua ensalzará tu nombre
si yo, que ya soy tu mujer
hace tres horas, lo mancillo?
¿Pero por qué, maldito, mataste a mi primo?
Te beso
Porque te beso
Te beso
Me atrevo a garantizaros
el amor de mi hija.
Creo que se dejará guiar en todo por mí.
¡Sí, es más, no lo dudo un momento!
¿Qué os parece el jueves?
Señor, quisiera...
¡Quisiera que mañana fuese jueves!
¡Sí, entonces el jueves! ¡Esposa!
¡Vé a ver a Julieta antes de acostarte
y dile que el jueves se casará
con este noble señor!
¿Te vas a ir? Aún no se acerca el día.
Tengo que irme y vivir, o quedarme y morir.
Esa luz no es la del día; lo sé muy bien.
Es algún meteoro que irradia el sol
para alumbrarte el camino a Mantua.
Así que espera un poco;
aún no tienes que irte.
Pues que me detengan.
¡Que me maten!
Tengo más ganas de quedarme que de irme.
¡Ven muerte, sé bienvenida!
Julieta lo quiere así.
¿Qué tal, alma mía?
Hablemos, aún no es de día.
¡Sí que lo es! ¡Sí que lo es!
¡Márchate de aquí!
¡Vete!
Cada vez hay más luz.
Más y más luz,
y más negras nuestras penas.
¡Señora!
¡Vuestra madre viene hacia aquí!
Hija, ¿ estás despierta?
¡Ventana,
deja entrar el día, y que salga...
la vida!
¿Julieta?
- ¿Podremos vernos algún día?
- No lo dudo.
Créeme, amor mío.
Lo que ahora sufrimos
será dulce recuerdo en días por venir.
¡Dios mío!
¡Mi alma se llena de negros presagios!
Me parece verte, ahora que estás abajo,
como un muerto en el fondo de la tumba.
¡Adiós!
¡Oh Fortuna, Fortuna!
Gira tu rueda, Fortuna.
No le retengas mucho,
y envíalo de vuelta.
Tienes un padre tan solícito, hija,
que para sacarte de tu melancolía
ha preparado un día de gozo,
que tú no esperas, ni yo imaginaba.
¿De qué se trata, madre? ¿Qué día es ése?
El próximo jueves, por la mañana,
el valiente, joven y noble conde Paris,
en la iglesia de San Pedro
tendrá la fortuna de hacer de ti
una esposa feliz.
¡Pues por la iglesia de San Pedro,
y por San Pedro,
que no hará de mí una esposa feliz!
Aquí viene tu padre. Díselo tú misma.
¿Qué hay, esposa?
¿Le has comunicado nuestra decisión?
Sí, señor.
Pero ella no quiere, y os da las gracias.
Debería casarse con su propia tumba.
¿Qué?
¿No quiere?
¿No está orgullosa?
¿No lo considera una bendición,
siendo indigna como es
de que le hayamos conseguido
tan digno caballero como esposo?
Orgullosa no, pero sí agradecida.
¡Orgullosa no puedo estar de lo que detesto!
¡Agradezco y no lo agradezco,
orgullosa pero no orgullosa!
¡Preparad vuestras piernas
para el próximo jueves!
¡Escuchadme paciente, siquiera una palabra!
¡No!
¡Basta, basta! ¡Calla!
¡No hables! ¡No repliques! ¡No me contestes!
¿Esposo, estáis loco?
¡Joven caprichosa y desobediente!
¡Que Dios la bendiga!
¡No hacéis bien, señor, al insultarla así!
¡Calla, gruñona!
Escúchame bien.
¡Acude a la iglesia el jueves,
o no vuelvas a mirarme a la cara!
Si quieres ser mi hija he de darte a mi amigo.
¡Si no, ahórcate, mendiga, pasa hambre,
y muérete en la calle!
Créelo y piénsalo.
¡Cumpliré mi palabra!
¡Madre querida, no me rechaces tú!
Retrasa esa boda, un mes, o una semana.
O si no, pon el lecho de bodas
en el sombrío sepulcro donde yace Tybalt.
No me hables...
porque no diré una palabra.
Haz lo que quieras, ya he terminado contigo.
¡Dios mío!
Ama, ¿cómo voy a evitar esto?
¿Nada decís? ¿Ni siquiera una palabra?
¡Consuélame, ama!
Helo aquí.
Creo que lo mejor es que
te cases con ese Paris.
Es un caballero encantador.
Creo que serás feliz con tu segundo esposo,
porque aventaja al primero.
Y aunque no fuese así,
el primero está muerto.
O como si lo estuviese,
pues aunque esté vivo, a tí no te sirve.
¿Salen del corazón esas palabras?
Y también del alma;
¡o si no, malditos los dos!
Amén.
¿Cómo?
Mucho me has consolado.
Entra a decir a mi madre,
que por haber enojado a mi padre,
me he ido a la celda de Fray Lorenzo
a que me confiese y me absuelva.
No hace más que llorar
la muerte de Tybalt.
Reverendo, su padre considera peligroso
que dé tanto margen a su tristeza,
y en su prudencia, apresura nuestra
boda para acabar con tantas lágrimas.
Felizmente hallada, mi señora y esposa.
Así será, señor, si un día soy esposa.
Ése "un día", señora, será el próximo jueves.
- Lo que ha de ser, será.
- Eso es muy cierto.
¿ Venís a confesaros?
¿Tenéis tiempo ahora, padre,
o vengo a veros en la misa de la tarde?
Ahora tengo tiempo, mi apenada hija.
Señor, os ruego que nos dejéis a solas.
¡Dios no permita que yo estorbe la devoción!
Julieta, el jueves te despertaré temprano.
Hasta entonces, adiós,
y guarda este santo beso.
¡Padre, no me digáis que lo sabéis,
- si no podéis decir cómo evitarlo!
- ¡Si supieras cómo me atormenta tu pena!
¡Si no viene en mi ayuda vuestra sabiduría,
tendréis que aprobar mi decisión,
- que yo apoyaré con esto!
- ¡Alto, hija mía!
¡No ***éis tanto en hablar! ¡Yo quiero morir!
Yo veo cierta esperanza,
de ejecución tan dificil
como lo que queremos evitar.
Si antes de casarte con Paris,
tienes valor para matarte,
quizás quieras emprender
algo parecido a la muerte
para eludir esa vergüenza.
Y, si te atreves,
yo te daré el remedio.
Ningún calor, ni aliento,
darán fe de que aún vives.
Tus miembros, privados de movimiento,
rígidos, duros y fríos,
parecerán como muertos.
Cuando llegue el novio por la
mañana para levantarte de la cama,
estarás allí muerta.
Te llevarán a esa antigua cripta
donde yacen todos los Capuleto.
Y con ese aspecto prestado
de muerte profunda,
continuarás durante 24 horas,
despertando luego
como de un dulce sueño.
Mientras tanto, antes de que despiertes,
Romeo sabrá nuestros
planes por mis cartas,
y vendrá esa misma noche
para llevarte con él a Mantua.
Coge este frasquito cuando estés en la cama,
y bébete todo el licor que contiene.
Enviaré la carta urgentemente a Mantua.
¿Oiga?
AVISO DE CARTA URGENTE
¿ Y si esta mezcla no surte efecto?
¿Estaré casada mañana por la mañana?
- ¿Estás ocupada? ¿Necesitas mi ayuda?
- No, madre.
Ya hemos elegido todo lo necesario
para la ceremonia de mañana.
Te ruego que me dejes sola y que
esta noche el ama quede contigo.
Pues seguro que tendrás mucho que hacer
con tantas prisas.
Buenas noches.
Acuéstate y descansa,
porque lo necesitas.
Adiós.
Dios sabe cuándo nos veremos.
Buenas noches.
Romeo,
bebo esto a tu salud.
Requiem...
Según es costumbre, llevadla a
la iglesia con sus mejores galas.
Durante todo el día me animan
extraños pensamientos alegres
que me elevan del suelo.
He soñado que llegaba mi amada
y me encontraba muerto.
Ycon sus besos infundía tanta vida
en mis labios, que yo revivía
y era emperador.
¡Ay de mí!
¡Qué dulce ha de ser poseer el amor,
cuando hasta en sueños
está lleno de gozo!
¡Noticias de Verona!
¿Qué hay, Balthasar?
¿Me traes noticias del fraile?
¿Cómo está mi señora? ¿ Y mi padre?
¿Cómo está mi señora Julieta?
Nada puede estar mal si ella está bien.
Está bien, y nada puede estar mal.
Su cuerpo duerme en
el panteón de los Capuleto,
y su alma vive con los ángeles.
La vi enterrar.
Perdón por traeros tan malas noticias.
¿Es eso cierto?
¡Os desaf'io, estrellas!
¡Julieta!
¡Julieta!
- Iré allí esta noche.
- ¡Paciencia!
¡Déjame!
Estás pálido y excitado,
me temo alguna desgracia.
¡Pues te equivocas!
¿No tienes cartas del fraile para mí?
No importa.
Bien, Julieta,
esta noche yaceré contigo.
Pronto estaré contigo.
¡Me invade el terror!
¡Mucho me temo
alguna gran desgracia!
¡La carta era de gran importancia!
No pude mandarla ni hacer que la entregaran.
Ese fallo podría ser de gran peligro.
¡Traed a esos dos enemigos,
Capuleto y Montesco!
Procuradme un frasco de veneno,
que actúe rápido y se dispare por
las venas, para que quien lo tome,
cansado de la vida, caiga muerto.
Tengo una droga así, pero la ley
castiga con la muerte a quien la venda.
¡Ni el mundo ni su ley son tus amigos!
¡No sigas pobre, quebrántala
y toma esto!
Mi pobreza consiente,
pero no mi voluntad.
Pago a tu pobreza, no a tu voluntad.
Bébelo,
que aunque tuvieras la fuerza de veinte
hombres, morirás de inmediato.
Aquí tienes el oro.
Peor veneno para el alma humana
que los pobres compuestos
que tienes prohibido vender.
Romeo no ha tenido noticia de nada.
Volveré a escribir a Mantua.
Dentro de una hora despertará la bella Julieta.
Se mueve. La dama se mueve.
- Te lo suplico.
- Vive, y que puedas ser feliz.
Adiós, buen amigo.
Te dejo.
¡No tienten a un hombre desesperado!
¡Alto! ¡Alto!
¡Alto!
¡Una vez más, alto!
Mi amor...
Mi esposa...
La muerte que sorbió la miel de tus labios
no ha tenido poder contra tu belleza.
No te ha conquistado.
La belleza es aún carmesí
en tus labios y mejillas,
y la pálida enseña de la muerte
no ha sido aún enarbolada.
Querida Julieta,
¿por qué sigues siendo tan bella?
¿He de pensar que la etérea muerte
se ha enamorado de ti
y te guarda aquí para que seas su amante?
Aquí,
aquí es donde tendré
mi descanso eterno,
y libraré a la carne, hastiada ya del mundo,
del influjo maligno de las estrellas.
Ojos, mirad por última vez.
Brazos, el último abrazo.
Y labios...
Labios, puertas del aliento...
sellad con legítimo beso...
un trato perpetuo
con la ávida muerte.
Romeo...
¿Qué hay aquí?
Veneno...
¿Lo has bebido todo, sin dejar
una gota que me ayude a seguirte?
Besaré tus labios.
Quizá quede en ellos algo de veneno.
Tus labios están calientes.
Con...
Con este beso...
muero.
TE AMO
Éste es el castigo a vuestro odio;
el cielo halló la forma de matar
vuestro gozo con amor,
y yo, tolerando vuestras discordias,
he perdido a dos parientes.
Todos sufrimos el castigo.
¡Todos sufrimos el castigo!
La mañana nos trae una paz lúgubre.
El sol, dolorido, no muestra su rostro.
Salgamos y hablemos de estas tristezas.
Unos verán perdón y otros castigo,
pues nunca hubo una historia tan penosa
como ésta de Julieta y su Romeo.
Despierta
De tus sueños
Yseca
Tus lágrimas
Hoy
Hoy escapamos
Nos escapamos
Recoge tus cosas
Yvístete
Antes de que nos oiga
Tu padre
Antes de que
Todo
Se alborote
Respira
Respira profundamente
No pierdas
Los nervios
Respira
Continúa respirando
No puedo hacer esto
Yo solo
Cántanos
Una canción para calentarnos
Hace
Tal frío
Tal frío
Puedes reír
Una risa despiadada
Esperamos
Que tus reglas
Tu sabiduría
Te atraganten
Ahora
Somos uno
En paz eterna
Esperamos
Que te atragantes
Que te atragantes
Esperamos
Que te atragantes
Que te atragantes
Esperamos
Que te atragantes
Que te atragantes
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