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Soy profesora de Ingeniería Mecánica
en la Universidad de Pensilvania
y mi pasatiempo favorito es la fotografía.
Mientras viajo por el mundo
me gusta tomar fotos como estas
que me permiten recordar todas las cosas bellas
e interesantes que he visto.
Pero hay algo que no puedo hacer: no puedo recordar y compartir
la sensación de estos objetos al tacto.
Y esto es más bien sorprendente
porque el sentido del tacto es muy importante.
Es un sentido involucrado en toda interacción física cotidiana,
en toda tarea de manipulación,
en todo lo que hacemos en el mundo.
Y es un sentido bastante interesante.
Tiene dos componentes principales.
El primero son las sensaciones táctiles,
cosas que uno siente en la piel.
Y el segundo son las sensaciones quinestésicas,
algo que tiene que ver con la posición del cuerpo,
la forma en que se mueve
y las fuerzas que encuentra.
Somos muy buenos para combinar
los dos tipos de sensaciones,
para entender las interacciones físicas
que tenemos con el mundo
y para determinar cuándo se toca una superficie.
¿Es una roca, un gato, un conejo, o qué es?
Y, como ingeniera, estoy fascinada
y le tengo mucho respeto
a la forma en que la gente se desenvuelve con sus manos.
Siento curiosidad y me intriga
saber si podríamos mejorar la tecnología
sacando más provecho
a la capacidad humana del sentido del tacto.
¿Podría mejorar las interfaces de computadores y máquinas
si permito que la gente aproveche lo que puede hacer con sus manos?
¡Claro que podemos!
Ese es el corazón de un campo llamado "háptica",
el campo en el que yo trabajo.
Tiene que ver con la tecnología táctil interactiva.
Funciona así:
conforme movemos el cuerpo por el mundo
si, como ingeniera, puedo hacer un sistema
que mida ese movimiento
y luego presentar las sensaciones en el tiempo,
en correspondencia,
coincidiendo con lo que uno siente en el mundo real,
eso podría engañarnos y hacernos creer que estamos tocando algo
cuando no hay nada allí.
Veamos tres ejemplos
a partir de estudios realizados en mi laboratorio.
El primero tiene que ver con
el problema que les estaba mostrando:
¿Cómo podemos capturar la sensación que dejan los objetos
y recrear estas experiencias?
Resolvemos este problema
creando una herramienta de mano
que dentro tiene muchos sensores.
Tiene un sensor de fuerza
que nos permite establecer cuán duro uno está empujando,
rastrear el movimiento,
saber donde uno ha movido algo exactamente
y un sensor de vibración,
un acelerómetro
que detecta las sacudidas hacia atrás y hacia adelante de la herramienta
y que nos permite determinar que se trata de un pedazo de lienzo
y no de seda o algo así.
Y entonces tomamos los datos que registramos
de estas interacciones...
aquí hay diez segundos de datos.
Se puede ver cómo las vibraciones se hacen más grandes y más pequeñas
dependiendo de cómo nos movemos.
Entonces tomamos los datos y hacemos un modelo matemático de estas relaciones
y las programamos en una tableta
para que cuando tomamos el bolígrafo
y tocamos la pantalla
ese accionador de bobina de audio que está en el soporte blanco
produce vibraciones que dan la ilusión
de tocar una superficie real
como si tocáramos, arrastrando hacia atrás y hacia adelante,
en el lienzo real.
Podemos crear ilusiones muy convincentes.
Podemos hacerlo para toda clase de superficies
y es realmente divertido.
Lo llamamos haptografía,
fotografía háptica.
Creo que tiene beneficios potenciales
en toda clase de campos como en las compras en línea,
quizá en exhibiciones de museo interactivas,
donde no se espera que uno toque
los preciados artefactos, pero uno siempre lo desea.
El segundo ejemplo del que quiero hablarles
viene de una colaboración
con la Dra. Margrit Maggio de odontología en la U. de Pensilvania.
Parte de su trabajo consiste en enseñarle a los estudiantes de odontología
cómo establecer dónde hay cavidades
en la boca de un paciente.
Por supuesto que observan radiografías,
pero gran parte de su juicio clínico
viene de lo que pueden sentir
al tocar dientes con un explorador dental.
Todos hemos pasado por esto. Ellos proceden.
Y esperamos sentir que el diente esté efectivamente duro
y por lo tanto sano,
pero si se siente algo blando y pegajoso,
es una señal de que el esmalte está empezando a decaer.
Y este tipo de juicios son difíciles de realizar
para un estudiante de odontología novato
porque todavía no ha tocado muchos dientes.
Y uno quiere que aprendan bien esto
antes de empezar a practicar con pacientes reales.
Por eso adosamos un acelerómetro
al explorador dental
y grabamos lo que siente la Dra. Maggio
al tocar diferentes dientes ya extraídos.
Y lo podemos reproducir en forma de video,
con una pista de contacto.
No sólo una pista de sonido, sino también una pista de contacto
que uno puede sentir al sostener esa herramienta repetitiva.
Uno puede sentir las mismas cosas
que sintió el dentista cuando hizo las grabaciones
y practicar realizando diagnósticos.
Aquí hay una muestra.
Este diente parece sospechoso, ¿no?
Tiene todas esas manchas de café
y podría pensarse:
"Definitivamente deberíamos rellenar ese diente".
Pero si prestamos atención a cómo se siente
veremos que todas las superficies del diente están duras y saludables
y este paciente no necesita relleno.
Los médicos hacen estos diagnósticos
todos los días
y creo que esta tecnología que hemos creado
tiene mucho potencial para muchas cosas
en el entrenamiento médico porque es muy simple
y funciona bien recreando
lo que siente la gente mediante herramientas.
Creo que también podría ayudar a hacer juegos
más interactivos, divertidos
y más realistas en las sensaciones que generan.
Por último, quiero hablar nuevamente
del ejemplo del movimiento humano.
Si alguno ha aprendido alguna vez algún deporte,
sabe cómo se llega a ser bueno en el surf, por ejemplo.
Con práctica.
Uno practica más y más, ¿sí?
Hacemos pequeñas correcciones
en función de lo que dice el entrenador
aprendiendo a mejorar los movimientos.
Creo que podemos usar las computadoras
para hacer ese proceso más eficiente y divertido.
Y aquí, por ejemplo,
tengo seis movimientos diferentes de brazo
que quiero que Uds. aprendan,
vengan a mi laboratorio en la U. de Pensilvania
y prueben nuestro sistema.
Usamos un kinect para medir los movimientos,
les mostramos gráficos en la pantalla,
y luego les damos pistas táctiles,
retroalimentación háptica al brazo
enviada a través de estas bandas de brazo hápticas
que tienen motores por dentro
y que lo guían a uno mientras se mueve.
Si unimos todo esto
al intentar reproducir un movimiento
si uno se desvía,
digamos que el brazo está demasiado arriba,
se encienden los motores que están allí en la piel
para hacerle saber que debería bajarlo,
casi como un entrenador que gentilmente lo guía
ayudándole a dominar estos movimientos más rápidamente
y a realizar correcciones más precisas.
Desarrollamos este sistema para rehabilitación de infartos cerebrales
pero creo que tiene muchísimas aplicaciones,
como en el aprendizaje del baile por ejemplo,
o el entrenamiento en toda suerte de deportes también.
Así que ahora saben un poco
del campo de la háptica,
de la que yo creo que oirán más en los años venideros.
Les he mostrado tres ejemplos
y quiero sólo tomarme un momento
para hacer un reconocimiento a todos los estudiantes fantásticos
que trabajan conmigo en el laboratorio de la U. de Pensilvania
y a mis colaboradores,
¡son un gran grupo!
También quiero agradecerles su amable atención.
(Aplausos)