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Déjenme adivinar,
tienen álbumes de Facebook llenos de fotos.
Tienen fotos en los escritorios digitales,
en el teléfono móvil,
en la pared del dormitorio.
Ven fotos en revistas y periódicos,
en los autobuses,
y, claro, en los álbumes de familia.
Consideramos a las fotos como algo normal.
Pero crear una imagen
que se vea exactamente como la persona o cosa
que uno fotografía no siempre fue obvio.
De hecho, en el pasado, fue un gran misterio.
¿Cómo se puede, en esencia,
tomar el reflejo del espejo
y congelarlo allí?
En el siglo IX,
el científico árabe Alhazen
esbozó la idea
de usar la cámara oscura,
que literalmente era un cuarto oscuro, o caja,
con un único agujero pequeño en un lado que deja pasar la luz.
Proyecta la imagen exterior en la pared interior.
Durante el Renacimiento,
artistas como Leonardo Da Vinci usaron este método
para introducir escenas 3D en el plano
para poder copiar cosas
como la perspectiva, con más facilidad.
En 1724, Johann Heinrich Schultz descubrió
que exponiendo ciertos compuestos de plata a la luz
se alteraba su apariencia
y quedaban marcas al contacto con la luz.
En esencia, Schultz encontró una manera de grabar las imágenes
que Alhazen fue capaz de proyectar,
pero solo por un rato.
Las imágenes de Schultz desaparecían tan pronto como eran capturadas.
No fue sino hasta 1839 que la gente descubrió
cómo proyectar imágenes en superficies sensibles a la luz
que puedan retener la imagen después de la exposición
y así, nació la fotografía.
En ese punto, hubo dos inventores
que compitieron por la mejor manera de sacar fotos.
Uno fue el científico británico Henry Fox Talbot,
cuyo proceso del calotipo usaba papel
y permitía hacer muchas copias
a partir de un solo negativo.
El otro inventor, Louis Daguerre,
fue un artista y químico francés.
Desarrolló el daguerrotipo
que usaba una placa de plata
y producía una imagen más nítida.
Pero el daguerrotipo solo podía producir imágenes positivas,
o sea que las copias tenían que hacerse tomando otra foto.
Al final, venció el daguerrotipo
como primer proceso fotográfico de éxito comercial
sobre todo porque el gobierno lo distribuyó públicamente.
Así que ahora que la fotografía estaba disponible,
conseguir una foto de uno mismo era fácil, ¿cierto?
Bueno, ¡no tanto!
Este proceso aún requería todo un cuarto oscuro
donde se tomara la fotografía
algo que era una gran molestia.
Imagínese a los primeros fotógrafos cargando
remolques enormes con todo su equipo
dondequiera que quisieran tomar una foto.
No solo eso, los primeros procesos
tenían tiempos de exposición extremadamente largos.
Para tomar una buena foto uno tenía que estar quieto
¡por más de dos minutos!
Esto llevó a desarrollar inventos como
el apoyacabeza,
un armazón de alambre que se escondía por detrás
y sostenía la cabeza.
Por eso no se veía gente sonriendo
en las primeras fotos.
No es que la vida fuese tan mala,
solo que era difícil mantener una sonrisa constante
durante más de unos segundos;
por eso la gente optaba por la cara seria.
Y luego apareció George Eastman.
Eastman creía que todos
deberían tener acceso a la fotografía
y pasó muchas noches
mezclando químicos en la cocina de su madre
tratando de lograr un proceso fotográfico de placa seca.
Esto permitiría que los negativos expuestos
se pudieran almacenar y revelar después
en un lugar más conveniente
en vez de acarrear esos cuartos oscuros
necesarios para las placas húmedas.
Después de iniciar un negocio,
que inicialmente hizo placas secas,
Eastman finalmente descubrió el rollo plástico
para cámaras portátiles económicas.
Estas cámaras se vendieron por millones con el eslogan:
"Tú presionas el botón,
nosotros hacemos el resto".
Mientas Eastman fue en gran parte responsable
por hacer de la fotografía un pasatiempo universal,
ni siquiera él pudo soñar las formas
en que la fotografía modelaría al mundo.
Ahora se estima que se toman más de 380 mil millones
de fotos al año.
Esas son más fotografías cada día
que la cantidad tomada en los primeros cien años
desde la invención de la fotografía.
¡Digan whisky!