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En el fútbol la velocidad adopta múltiples facetas.
En el máximo nivel, lo que marca la diferencia no son unos metros,
sino unos centímetros, incluso unos milímetros.
Cuando ves a un atleta realmente explosivo, puede llegar a ser impresionante.
Y no pasa por casualidad, existe un componente genético
pero, en gran medida, también influye el trabajo duro y la determinación.
La velocidad no es en absoluto una función lineal.
Nos fijamos en la capacidad para acelerar y decelerar.
Cuanto más rápido pueda decelerar un jugador, más rápido podrá volver a acelerar y alcanzar el balón.
Si sentamos unas bases sólidas respecto de un buen movimiento,
la velocidad y la carga de trabajo pueden añadirse después.
Si intentas ser explosivo e intentas tener velocidad sin tener una buena constitución ni un buen físico,
solo conseguirás lesionarte continuamente. Se debe tener un cuerpo bien equilibrado.
Así que para mí, todo lo que hacen les ayuda a prepararse para
ejercitar su velocidad y su aceleración.