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Imagina un mundo
en el que ves los números y las letras como colores
aunque estén impresos en ***,
en el que la música o las voces desencadenan un remolino
de formas móviles de colores,
en el que las palabras y los nombres llenan tu boca
con sabores inusuales.
Cárcel sabe como a tocino frío y duro
mientras que Derek sabe como a cerumen.
Bienvenido a la sinestesia,
el fenómeno neurológico
que combina dos o más sentidos y afecta al 4 % de la población.
Un sinestésico no solo puede escuchar mi voz,
puede también verla,
saborearla,
o sentirla al contacto físico.
Comparte la misma raíz con anestesia,
que significa sin sensación;
sinestesia significa sensación unida.
Tener sinestesia de tipo audición coloreada,
da un 50 % de probabilidades de tener un segundo tipo,
un tercer tipo,
o un cuarto tipo.
Uno de cada 90 personas experimentará los grafemas,
los elementos escritos de la lengua,
como las letras,
los números,
y los signos de puntuación,
saturados de color.
Algunos incluso tienen género o personalidad.
Para Gail, 3 es atlético y deportivo,
9 es una chica vanidosa, elitista.
Por el contrario, las unidades de sonido de la lengua,
o fonemas,
desencadenan gustos sinestésicos.
Para James, escuela sabe a salchicha,
al igual que secuela y palabras similares
con similar terminación.
La sinestesia es un rasgo, como tener ojos azules,
más que un trastorno
porque no hay nada de malo en ello.
De hecho, todos los atributos extra
dotan a los sinestésicos de una memoria superior.
Por ejemplo, una chica se encuentra con alguien que conoció hace mucho tiempo.
"Vamos a ver, ella tenía un nombre verde.
D es verde:
Debra,
Darby,
Dorothy,
Denise.
¡Sí! Su nombre es Denise!"
Una vez que se ligan en la infancia,
permanecen fijos para toda la vida.
Los sinestésicos heredarán una propensión biológica
de neuronas del cerebro hiperconectadas,
pero luego deben ser expuestos a artefactos culturales,
como calendarios,
nombres de alimentos
y alfabetos.
Lo sorprendente es que un solo cambio nucleótido
en la secuencia de ADN de uno altera la percepción.
De esta manera, la sinestesia proporciona una manera
para entender las diferencias subjetivas,
de cómo dos personas pueden ver lo mismo de diferente forma.
Por ejemplo Sean, que prefiere la comida azul,
como la leche, las naranjas y las espinacas.
El gen aumenta las conexiones que normalmente ocurren
entre la zona de sabor en su lóbulo frontal
y el área del color más atrás.
Pero supongamos que en otra persona
el gen actuó en áreas no sensoriales.
Entonces tendría la capacidad para vincular
cosas sin relación aparente,
lo cual es la definición de metáfora:
ver el símil en lo disímil.
No es de extrañar que la sinestesia sea más común
en los artistas que sobresalen en la fabricación de metáforas,
como el novelista Vladimir Nabokov,
el pintor David Hockney,
y los compositores Billy Joel
y Lady Gaga.
Pero, ¿por qué el resto, los no sinestésicos,
entendemos metáforas como "mala leche"
o "persona dulce"?
Resulta que la vista,
el sonido
y el movimiento
están mapeados tan cerca uno del otro,
que incluso los malos ventrílocuos nos convencen
de que el muñeco está hablando.
Las películas, además, pueden convencernos
de que el sonido proviene de la boca de los actores
en lugar de altavoces circundantes.
Por lo tanto, interiormente, todos somos sinestésicos
inconscientes de los acoplamientos perceptuales
que suceden todo el tiempo.
La diafonía en el cerebro es la regla,
no es la excepción.
¡Y eso me suena a un arreglo jugoso!