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Ah, bien, vale.
Aquí tenéis de lo mejor, casi parece el Ritz.
¿Puedo cambiar un poco lo que iba a decir?
¿Vale?
Me llamo Terry Pratchett y escribo novelas de fantasía.
Ahora tengo 62 años y me diagnosticaron Alzheimer hace tres años.
A veces, cuando estoy deprimido, temo qué puede esconder el futuro.
Se me ocurre que
en estos tiempos modernos, no debería temer algo así.
Hablo de la muerte asistida,
que hoy día es ilegal en el Reino Unido.
Lo que van a ver
puede no ser fácil, pero creo que es importante.
Verás a gente ya mayor, como yo, que están pensando cómo morir.
¿Puede alguien como yo,
o como ustedes,
elegir
cómo vamos a morir?
TERRY PRATCHETT: LA MUERTE COMO ELECCIÓN
Vivir con Alzheimer supone vivir
con molestias pequeñas, pero muy vergonzosas.
Me olvidaré de cómo te llamas justo después de oír tu nombre.
Me falla la memoria a corto plazo, pero NO voy a hacer un chiste.
Hace unos años que no puedo escribir a máquina.
Ahora dependo de mi asistente, Rob, a quien le dicto el texto.
... la maleza al borde del astillero...
... a través de la maleza...
Casi he acabado el primer borrador del libro.
Creo que es la novela 38 del Mundodisco.
¿De verdad? -Sí.
¿La 38 ya? -Sí, voy a comprobarlo.
Se llama Snuff.
Snuff, ya sabes, rapé.
Creo que tengo por ahí.
Sé que llegará el día en que me fallarán las palabras.
Cuando ya no pueda escribir libros,
creo que se me quitarán las ganas de vivir.
Quiero disfrutar de la vida
mientras pueda sacarle jugo.
Y entonces me gustaría morir.
Pero no sé cómo,
ni cuándo.
En el Reino Unido hay muchos en contra de la muerte asistida.
Por razones religiosas, morales o simplemente prácticas.
Temen abrir las puertas
a la muerte masiva e incontrolada de los más vulnerables.
¿Cómo garantizas el consentimiento sincero?
¿Qué pasa con los que se quedan atrás?
Es un asunto muy delicado.
El Alzheimer me obliga a explorar esa opción.
Quiero saber qué significa que te ayuden a morir.
Ha llegado a su destino.
Fui a ver a un hombre que tiene una dolencia neuronal motora,
una enfermedad terminal.
Está en contacto con Dignitas,
una organización suiza que te ayuda a morir a cambio de dinero.
Hola. -¡Buenos días!
Soy Christine Smedley, pase. -Gracias.
Mi marido, Peter Smedley. -Ah, el señor Pratchett.
¿Cómo está? -Encantado.
Discúlpeme si no me pongo de pie.
Ah, ¿me disculpará si yo me siento?
Claro, por favor.
¿Le apetece una tacita de té? -Sí, por favor.
Tengo una dolencia neuronal motora
y pensé que a duras penas cumpliría años en enero de este año, pero...
la causa de la enfermedad es poco agradable...
el caso es que... que no hay tratamiento.
Sí.
Mi enfermedad se ha deteroriado hasta llegar a un punto que
siento que debo irme bien pronto.
Entonces contactó en seguida con Dignitas.
Sí.
Esta dolencia no es nada agradable hacie el final.
No es algo humano, es muy poco digno.
Veo Dignitas como...
como una forma de escape, la verdad.
Para ayudarme a liberarme de esta dolencia.
Siento que si
pudiera escapar volando...
lo agradecería.
No puedo tomar decisiones importantes sin mi mujer.
¿Qué piensa de la decisión de su marido?
Debatimos los asuntos importantes. Pero si no estoy de acuerdo...
Bueno, eso no impide que lo haga de todas formas.
Es posible que esté poniendo a su mujer en peligro.
Eso es lo último que quiero.
He decidido que
no tomaré una decisión
hasta que esté en Suiza,
lejos de la jurisdicción
de esta isla.
El abogado nos ha dicho que si le acompaño
puedo tener una pena de cárcel de 14 años.
Peter le contestó y le dijo
"Si es por interés público
estoy seguro de que a mi mujer no le importará ir a prisión".
Pero es algo tan ridículo.
Pasé 11 semanas junto a mi madre en cuidados intensivos
en un hospital de Sussex.
No paraba de mirarme y hacer esto.
Y eso me afectó profundamente.
No haría que mi perro o mi gato
tuvieran un final desagradable e indigno.
No quiero que él pase por eso.
Le apoyo, creo que es lo mejor.
Mejor que irse arrastrando hasta el final.
Lo que me preocupa de Dignitas es
es que es una especie de callejón sin salida.
Entras de pie y sales en una urna.
Sí.
No suena bien, no.
Tiene algo de mal gusto.
Me suena a maquinaria.
Sí.
Y eso está muy cerca de decir la palabra "nazi".
No encaja con Dignitas.
Y como son...
¿Cómo decirlo?
Hablan alemán y suenan muy... teutones.
Ha llegado el momento de la visita turística.
¿A qué se dedicaban?
Conservas.
Conservas Smedley.
Frutas, verduras, guisantes.
¿Conservas Smedley? -Sí.
Los guisantes Smedley.
Los mismos. -Ah.
He comido una barbaridad de guisantes Smedley.
Es el coche de mi marido.
Le hicieron un modelo.
Cuando le conocí, ya lo conducía.
Tenía aviones en mi pueblo.
Como mi padre también tenía, ya teníamos tema de conversación.
Me preguntó si quería conducirlo y le dije que me haría ilusión.
Ese coche no era para conducir, era para lucir y ya.
Era un coche para ligar
y yo diría que le fue muy bien.
Andas por la casa
y hay brillos por todas partes.
Maravillas colecccionadas con los años.
Una vinoteca por la que mataría.
Y te viene a la cabeza
que tienen de todo.
Apóyate en mí y luego...
Ves a Peter y piensas
"Tiene sus achaques,
pero con tanto dinero,
¿por qué va a pensar en la muerte asistida?"
Deja que te ayude.
Dan buenas raciones.
Sí, me caí por el suelo hace unas semanas.
Y no podía levantarme del suelo.
Busco ese momento en que
ya no puedo arriesgarme a dejarlo para después.
Eso es lo que hace que deba tomar una decisión.
Se lo están tomando los dos con mucha calma.
Si nos ponemos sentimentales, entonces nos desmoronamos.
Nos esforzamos por dar buena imagen.
No creo que seamos tan fuertes, somos muy vulnerables por dentro.
Si vamos allí y Peter dice que no quiere continuar,
no pasa nada, volvemos a casa.
No tengo problema con que esté sentado para darle la mano.
Prefiero estar de pie, si puedo.
Toma, el bastón.
Gracias.
Y ahora si pudiera girarme,
ya sería maravilloso.
Terry, ha sido un placer conocerle.
Ha sido una lección para mí.
Lo mismo le digo, señora. -Encantada.
Un beso. -¿Como los franceses?
Podemos seguir, Europa es grande.
Me pareció que Peter quería irse ahora,
quizá demasiado temprano,
solo para proteger a su mujer.
La ley que trata la muerte asistida
no es tan clara como debería.
Si ayudas a alguien a suicidarse,
pueden procesarte.
Si lo haces por amor o compasión, lo tendrán en cuenta.
Y sin embargo, es ilegal.
En la Europa continental es distinto.
En Bélgica, la muerte asistida es legal desde 2002.
Hoy voy a ver a la viuda de
Hugo Claus,
un autor muy famoso en Bélgica.
Eligió la muerte asistida.
Tenía Alzheimer.
Hola, ¿Veerla? -Encantada.
Pase. -Muchas gracias.
Llegó el momento en que mi marido
se dio cuenta de que algo fallaba.
Al principio intentó ocultarlo.
Yo lo veía, pero hacía como si no...
Empiezas a buscar justificaciones.
Sí, es así.
Dices "cualquiera puede perder las llaves del coche".
Pero resulta que no todo el mundo pierde el coche.
¿Cómo se dio cuenta de que había algo que fallaba?
Empezó a mezclar palabras.
Y, como se ganaba la vida con las palabras,
eso era algo que le aterraba.
Recuerdo que me dijo: "Si tengo Alzheimer,
no quiero llegar al triste final,
acabaré con mi vida".
Pero quería escribir otro libro.
Me dijo: "Cuando acabe el libro,
tomaré la decisión y moriré, pero antes debo acabar el libro".
Si estás trabajando en un libro, tienes que seguir adelante.
Pero no pudo acabar el libro. Ya no era capaz.
¿Estaba con él cuando murió?
Sí. Fuimos al hospital y
recuerdo que llevé una botella de champán del bueno.
Y también unos cigarrillos.
No se puede fumar, claro,
pero pensé que igual quería fumarse el último cigarro.
Se acabó el cigarro, nos quedamos callados y
me dijo: "ahora quiero tumbarme".
Me puse a su lado y
le cogí de la mano y
le canté una canción y
empezó a cantar conmigo.
Murió cantando.
Sí.
A menudo pienso en ese momento y
me entristece, claro.
Pero me alegro de haber estado junto a mi marido.
Es terrible, porque le echo de menos.
Fue algo muy intenso y lleno de cariño.
No puedo entender cómo puede haber gente que esté en contra.
Muchas gracias, señora, un beso.
Que tenga...
suerte. -¿Suerte?
Gracias.
Creo que me va a hacer mucha falta.
No la olvidaré. -Ni yo a usted.
Gracias.
Qué señora más increíble.
No sabría decir si me ha venido bien hablar con ella.
Mi mujer no se opondría a mi decisión final.
Prefiero...
Sí, creo que será mejor que no diga nada más.
A mi mujer no le hace gracia la muerte asistida
y prefiere no hablar de ello en público.
Al igual que yo, es práctica.
Como a mí, hay cosas sobre la muerte asistida que
no le convencen.
Creo que mi mujer preferiría cuidarme
hasta que la enfermedad acabe conmigo.
Para muchos, una alternativa a la muerte asistida es
ir a morir a un hospicio.
Fui a hablar con un hombre que, al igual que Peter,
tiene una dolencia neuronal motora.
Pero que, al contrario que Peter,
ha decidido acabar sus días en un hospicio.
Hola, Mick. -Hola, ¿cómo va?
Eres taxista, ¿no? -Sí.
Eras taxista.
Ahora solo de cabeza.
No puedo dejarlo. -¿Todavía se conoce Londres?
Claro. ¿Dónde quieres ir?
Al Atheneum Club, por favor.
Woolwich Road.
Greenwich.
Jamaica Road.
South Bridge.
Victoria Embankment.
A la izquierda, el Atheneum. -Perfecto.
28 con cincuenta.
Bueno...
¿Tiene buenos recuerdos?
Sí, muchísimos.
Yo no.
Están desapareciendo bastante rápido.
A veces pienso:
No estoy tan mal ahora mismo.
Te veo bien, como a mí.
El mejor cumplido que te pueden decir es
cuando alguien te dice:
"¿Llevas 7 años y medio con esa dolencia?
Pues no estás tan mal".
Creo en el suicidio asistido.
Creo que tendría que ser legal.
Si tanto tú como tu familia creéis que es lo correcto,
deberían dejarte hacerlo.
Pero les diría...
Lo consideré en su día,
antes de venir al hospicio.
Y entonces
vi el lado positivo.
Y pensé, voy a lanzar los dados.
Tuve suerte. Y aquí estoy en el hospicio.
Esa fue mi salvación.
El hospicio vino al rescate.
Tenía que hacer algo.
Pensé, a ver qué tal.
A ver qué saco de todo esto.
¿Cuándo ha llegado el fin? No lo sabemos.
¿Cuándo dirías que estás cerca del fin?
No ser capaz de dictar.
Dejar de ser un escritor.
Ah, sí.
No ser capaz de comunicarme.
Cuando alguien decide que se quiere ir,
deberían dejarle irse en paz.
¿Cree que no se muere en paz en los hospicios?
No me gustaría cargar a mi mujer...
¿Y si su mujer quiere cuidar de usted?
Dice que quiere, pero...
¿Y no le cree?
No, no.
Dice que quiere. Sé que quiere.
Pero creo que sé más del Alzheimer
y lo que ello implica que mi mujer.
Se me ocurre que la similitud entre Mick
y Peter es que ambos han tomado una decisión, y eso es importante.
Todos deberían poder decidir.
Y es trágico que
algunos no hayan podido elegir en absoluto.
En Gran Bretaña, si quieres morir sin estar al cuidado de otros,
tu única opción
es el suicido de tú te lo guisas y tú te lo comes de toda la vida.
Cuando era periodista, me encontré el suicido una y otra vez.
No se lo puedo recomendar a nadie,
después de ver el resultado de bastantes suicidios.
Fui a hablar con un hombre que se enfrentó con sus demonios interiores,
algo esperable cuando sufres de una enfermedad incurable y muy dolorosa.
En su caso, esclerosis múltiple (EM).
Hola. -Hola.
Andrew, supongo.
Terry, cómo está.
Bien, ¿y usted?
No pasa todos los días, esto de que Terry Pratchett entre en tu casa.
¿Qué edad tiene?
42.
¿Desde cuándo tiene...? ¿EM? -Sí, EM.
Empezó...
en los noventa con alguna pista.
Pero me diagnosticaron en 2003.
Por la mañana, más que levantarme me caigo de la cama.
En un día malo, me toca arrastrarme de una habitación a otra.
Ahora, lo único que me queda es empeorar.
Es como ir por
un callejón que cada vez es
más estrecho. Y sin puertas.
Cada vez hay menos espacio.
Ni puedo ni quiero vivir como hasta ahora.
¿Has considerado otras opciones?
He intentado... soy casi invulnerable.
Has intentado matarte.
Sí.
¿Cuántas veces?
Dos.
¿Cómo?
Vale. Una vez...
Me tomé de golpe tres... no, cuatro meses de comprimidos de morfina.
Eso debería haber matado hasta a un elefante.
Pero yo solo conseguí quedarme KO cinco días.
Cuando abrí los ojos,
lo primero que se me pasó por la cabeza fue
¿Pero qué...
Una frustación terrible.
Al final tendré que hacer que alguien pague a otro para que lo haga por mí.
Y que lo haga bien.
Me gustaría tener
una muerte
cómoda,
más o menos
indolora.
Y mi opinión es
¿y por qué no?
¿Lo harás algún día?
Sí.
Ya tengo una cita...
¿El día específico? -Sí, el día.
Sí.
¿Cuándo vas a Dignitas?
El vuelo es el domingo.
Voy ahí dentro y...
¡Diablos!
Estoy en shock.
Acabo de conocer a Andrew.
Es una persona muy simpática.
No puede llegar un desconocido y decirte: "no, no puedes".
Decirte: "¿has pensado en otras opciones?" y tal.
En cierto punto debes decir:
"es su decisión, SU decisión".
No es que otros deban tomar la misma decisión,
pero es la decisión que quieren tomar.
Dos días después, descubro que la pareja que acabo de conocer,
Peter y Christine,
también tienen vuelos a Suiza.
La misma semana que Andrew.
Decido seguirles,
para aprender más sobre la muerte asistida.
Esto era en diciembre, unas semanas antes de navidades.
El coche está fuera, estamos listos para irnos
y siento que esto es muy raro.
Es muy raro tener que ir lejos a morir.
Algo no encaja.
Es buena gente, van a Suiza a morir y
es algo horrible. No puede ser.
Desde que comenzamos esta odisea,
me he estado
despertando a eso de las siete de la mañana.
Con la cabeza llena de ideas.
Y espero obtener respuestas.
"Dignitas la fundó en 1998 Ludwig A. Minelli,
un abogado suizo", no lo sabía.
¿Cómo decían? Era un término...
"21 % de los que reciben muerte asistida en Dignitas
no sufren dolencias terminales o progresivas, sino un cansancio vital".
¿Qué haces con alguien que quiere morir contra viento y marea?
Si parecen no tener problemas físicos.
¿De quién es tu vida?
Suiza es el único país del mundo donde
pueden ir extranjeros a que les ayuden a morir.
Señor Ludwig.
Encantado, Terry.
Vayamos a la oficina.
Por unos 11 000 euros,
esta organización sin ánimo de lucro
se encargará de todo para que puedas acabar con tu vida.
Esto incluye la cremación o el transporte del cadáver a casa.
En estos 12 años, han ayudado a morir a más de 1100 personas.
Hasta en Suiza Minelli es un personaje controvertido.
Antes de empezar con el negocio este del Hades,
¿a qué se dedicaba?
Me familiaricé con la Convención europea de derechos humanos.
Esto me ha cambiado la vida.
El artículo 8 habla del derecho a la autodeterminación.
Se refiere al derecho humano a la muerte.
El derecho humano a la muerte.
Incluso sin una dolencia terminal o progresiva,
aunque sea solo un cansancio vital.
Sí, tienes derecho a la autodeterminación.
También debe incluir el derecho a tomar una decisión
sobre el final de uno mismo.
Aquí están los archivos de los socios.
Los archivadores blancos
son de los socios que siguen vivos.
Un 70 % o así
no vuelve a llamar después de conseguir la luz verde preliminar.
Saber que puedes
a menudo te evita hacerlo.
Sí.
Saber que puedes hacerlo te da fuerza.
El señor Minelli me llevó en coche a 20 minutos de Zúrich,
a la casa donde uno va a morir.
Los Alpes.
Y nieve recién caída.
Para muchos es el último viaje.
Tengo muchos tés buenos.
Como es inglés,
seguro que quiere té.
Tenemos 50 tés distintos en casa.
Por lo tanto, soy teólogo.
No tenemos más teología.
A los suizos pueden ayudarles a morir en casa.
Esto es.
Pero los extranjeros
debemos acabar con nuestra vida en esta casita azul.
¿Una taza de té?
Sí, muchas gracias.
Bueno, esta es una de las dos habitaciones
donde tiene lugar el proceso.
En la cama o
en el sillón.
Y aquí está la otra habitación.
Si viene, le recibirán dos acompañantes de Dignitas.
No son doctores, pero le guiarán en el proceso.
A veces resulta que
coinciden dos familias aquí.
Y por eso tenemos dos habitaciones.
¿Se encuentran las dos familias?
Normalmente no.
Porque no acaban a la vez.
La persona que quiere morir
debe realizar el último acto de su vida.
Deben completarlo ellos.
Siempre que no cambie de opinión,
el último tramo de su vida
acabará al fin.
Y este es el jardín.
Es un sitio muy tranquilo.
Tanto como puede serlo una zona industrial.
Sí, es por una decisión del Tribunal federal suizo.
Solo podemos estar en una zona industrial.
No en zona residencial.
Creo que sé por qué.
"No te quiero como vecino".
No hay nada especial o raro.
En la fábrica de al lado siguen trabajando.
Entran a la casa y salen muertos.
Que Minelli crea que todos tenemos
un claro derecho a la muerte asistida
me preocupa como el inglés que soy.
No me gustaría vivir en un mundo
donde cualquiera puede morir
en cualquier momento,
cuando le venga en gana.
Igual hay mejores formas de hacerlo.
Por la noche fui a ver a Peter
y a su mujer Christine, que acababan de llegar a Zúrich.
Llama a la puerta.
¿Hay un timbre o...?
Peter iba a ser evaluado por una doctora
contratada por Dignitas.
Hola. -Hola, buenas noches.
¿Puede volver a levantarse?
Apóyese bien.
Tengo que encontrar el punto exacto.
Cuidado.
El suelo resbala.
La doctora se aseguraba de que Peter tenía plenas facultades mentales
y que entendía el proceso de beber el veneno que le mataría.
¿Se ha sentido deprimido
desde que empezó la enfermedad?
No, no soy una persona depresiva.
He...
He tenido sentimientos encontrados, sí.
No lo llamaría depresión.
Deberá beber dos cosas distintas. -Sí, sí, lo sé.
Creo que
lo primero es para aguantar lo segundo en el estómago
porque no sabe bien. -Sí, sabe fatal.
Y el estómago
lo rechazará de inmediato.
Como si supiera que no es bueno para la salud.
Sí, lo sé, lo entiendo.
Suelen pasar unos 10 o 15 minutos.
La muerte se produce porque no le llega el oxígeno.
Suena bien, es una liberación maravillosa.
Sí.
Debe beberlo rápido y de un trago.
No pare de beber.
Si para de beber y deja el vaso,
se dormirá en lugar de morir.
Debe beberlo todo.
De un trago. -De un trago.
A ver, dos vasos.
Se lo mostraré. Fíjese.
Intente mantener la boca cerrada.
Ahora usted.
Perfecto, perfecto. No tendrá ningún problema.
Quiero que se lo piense bien.
Hasta mañana.
Tómese su tiempo.
Siempre puede decir que no. -Lo entiendo.
El otro hombre que conocí en Inglaterra, Andrew,
ya había completado las dos evaluaciones médicas.
Y le habían dado la luz verde.
Al día siguiente moriría.
Llegó la hora de despedirse de Andew.
Vale.
Voy a prepararme.
¿Estás listo? ¿Para ver a Andrew?
Sí, totalmente listo para verle.
Vale, vamos.
Vamos a despedirnos.
Se va ahora
porque es una buena forma de irse.
No quiere esperar más.
No debería morir ahora.
No debería estar forzado a morir ahora.
Es por el momento. Se va a morir justo antes de navidades.
Es un mal momento.
Es su decisión.
Y creo que es mala decisión, por los que deja atrás.
No es por morir, sino por no tener en cuenta a los que deja atrás.
A ver qué dice sobre eso.
Vale, pues ya se lo preguntas tú.
Hola.
Terry, ¿cómo está?
Bien, ¿y usted?
Un día largo.
Un día habrá protocolos para momentos como este.
Habrá una tarjeta con un mensaje perfecto.
Enhorabuena por tu próxima
muerte.
Lo más irónico es que en los últimos dos días
me he enamorado perdidamente de Zúrich.
Sabes que es hora de irte,
pero ves las montañas y todo tan bonito y piensas:
"¿tengo que irme?"
Aquí estamos usted, Terry y yo
y dice que le gusta Zúrich.
Pues vamos a ver cosas mañana, vamos a hacer turismo.
Todavía le queda tanta vida. ¿Por qué tiene que ser ahora?
He empeorado muy rápidamente
y tengo miedo de no poder...
O lo hago pronto o no podré hacerlo en absoluto.
Ya me ha costado bastante poder llegar hasta aquí.
Tengo suerte de que me acompañen mis padres.
Creía que no lo harían, que no podrían...
No se lo puedo pedir a nadie más, sería algo horrible.
Sería un favor demasiado grande: "¿Te importaría ayudarme a que me mate?".
Es la fecha límite, ¿es eso? -Sí.
Pero se va a ir, lo tiene claro. -Sí.
La suerte está echada.
¿Qué puedo decir?
Andrew me dijo que a su madre
no le hace mucha gracia este viaje a Suiza.
Me sorprendió poder hablar con ella.
¿Por qué hemos venido? Para apoyarle.
A una madre esto puede afectarle mucho.
La semana que viene, se moriría de pena al ver los pasaportes.
Daría lo que fuera porque no lo haga.
Pero sería algo muy egoísta y yo le quiero mucho.
No pienso como Andrew.
Siempre pienso que mañana será otro día.
Es muy estresante y doloroso
tener que ir a otro país, lejos de casa.
Cuando mañana vuelva a casa sin mi hijo,
cuando un día me lleguen las cenizas...
Hay que ser fuerte.
No podemos pensar que estará ahí en la cama solo,
porque sabemos cómo de mal puede ponerse.
***é mucho en darme cuenta de que la calidad de vida que tiene ahora
no es aceptable.
No importa qué piense la gente.
Es su decisión y creo que es su derecho.
Ha conseguido más con esas palabras que yo en mucho más tiempo.
Estas palabras son lo que siento aquí.
Exacto, porque es lo que siente.
Es lo que siento.
Lo que siento.
Estaré muy sola sin él y le echaremos mucho de menos.
Nosotros también.
Nos vemos al otro lado.
Claro. Cuídese.
Hoy morirá un joven.
Y hemos pensado que tomaríamos una copa.
Por esta razón.
Anoche me dio
una lista de sus discos favoritos.
Uno de ellos lo escucharía
mientras fallecía.
*** es buena elección.
Andrew ya ha salido y supongo
que se habrá ido ya.
Dios.
Por Andrew.
Ojalá estuvieras en Inglaterra.
Volvimos para presenciar la segunda y última evaluación de Peter,
para ver si la doctora le dejaría morir.
Hola, señor Smedley.
Siento llegar tarde.
Cuando veo gente con estas dolencias,
para mí es muy difícil decidir
si es momento de que se vayan.
Si digo que no,
debe volver a casa, no puede morir.
Sí, entiendo.
Entiendo lo que dice y...
Pero solo usted puede decidir cuándo es el momento.
¿Seguro que quiere hacerlo?
Sí, no tengo ninguna duda.
¿Ha reflexionado solo o ha hablado con su mujer?
No, he llegado solo a esta conclusión.
Si me escuchara, se quedaría en casa para navidades.
Es increíble, pero es más fácil para el que se va
que para los que se quedan atrás.
No quiero que se vaya
Siento que para mí será muy duro,
pero creo que para ti será un gran alivio.
¿Quiere que espere? -Sí.
Sí, así es.
Peter ha sido mi media naranja durante más de 40 años
y esto me supondrá un dolor terrible.
Sí.
Parece que Peter ha tomado una decisión.
Pero yo no tengo claro cuáles son mis opciones.
El Alzheimer me complica las cosas.
Decidí preguntar a la doctora
si un día podría ayudarme a mí.
El Alzheimer no es doloroso.
O al menos así lo describen, pero...
No es doloroso para el cuerpo, pero es muy doloroso para la mente.
El problema con el Alzheimer es que
te sientes más o menos bien hasta
cierto punto y luego todo cambia...
Si espera demasiado,
ya no está en pleno uso de tus facultades mentales,
de poder decidir por usted mismo.
Ya se lo digo, ahora tengo la mente de acero.
Con el Alzheimer hay momentos buenos
y momentos muy complicados.
Sí, sí, lo entiendo, pero...
Si alguien me dice:
"¿Y si ya no estás en condiciones de tomar una decisión?"
"Aun así, me gustaría tomar
el vaso con el veneno".
Pero no podría tomarlo él solo, ¿no?
No, se lo tendrían que dar.
Habría que inyectarlo.
¿Cree que ningún doctor lo haría? -Yo no lo haría.
Yo le doy el veneno a la persona.
Y él lo coge y decide si lo quiere tomar o no.
Es distinto inyectarlo y
que no pueda decir si lo quiere.
Creo que no sería capaz de hacerlo.
El problema del Alzheimer es que,
para cuando estés preparado
para solicitar la muerte asistida,
igual ya no puedes ni hablar.
Por lo tanto, el paciente de Alzheimer
debe elegir morir
antes de lo necesario.
Me doy cuenta de que mi situación se parece mucho a la de Peter.
Pregunté a Peter y a Christine si podía ir con ellos el día siguiente.
y aceptaron.
Creo que voy a ver morir a un hombre.
Según sus deseos.
Buenos días, Terry.
¿Me das la bolsa?
Es un buen sitio, con buena gente.
Pero esto tiene poco que ver con la medicina.
Un día de invierno suizo.
Es muy bonito todo.
¿Puede? -Sí, voy bien.
Cuidado con la entrada.
Gracias.
¿Quieres té o café?
Sí, café.
No le importe si le pregunto varias veces.
¿Seguro que quiere morir hoy?
Sí, totalmente seguro.
Sí.
Es increíble tanta tanquilidad.
Es como si hubieran venido a tomar el té.
No creo tener mucha elección
tal y como están las cosas, la verdad.
Desafortunadamente, hay papeles que firmar.
Claro, lo entiendo.
¿Quieres una copia? -Gracias.
Lamento todo esto, pero es necesario.
No pasa nada, lo entiendo.
Lo entiendo, tiene sentido. -Muy bien.
¿Crees que
debería tomarme el primer...
No me preguntes, cariño. Es tu decisión.
Sí, sí, lo entiendo, pero...
Ya estoy preparado para empezar.
Cuando estés listo. -Sí.
Sí.
Voy a preparar los medicamentos. -Muy bien.
Gracias.
Gracias.
Son para el estómago, sí.
Vale.
Vale, ¿el sabor bien?
Sí, no sabe mal.
¿Quiere un té o un café?
No, ya voy servido, gracias.
Qué hombre.
Pues ha sido bastante inocuo.
Solo era el protector de estómago.
Sí, lo siguiente es...
la que te deja muerto.
Sí.
Dime cuáles quieres.
Da igual uno que otro.
Praliné.
El azul suele ser bueno.
¿Este de aquí?
No, esos dos.
¿El praliné no?
¿Cuánto llevamos aquí?
¿Son y cuarto ya?
Un poco más. Son y veinticinco.
A veces el tiempo pasa distinto según como esté cada uno.
No es que tenga prisa, pero...
Solo quería saber cuánto llevamos aquí.
Y el pie ahí...
Mejor.
Gracias.
¿Me aparto?
No.
Siéntese.
No tiene por qué apartarse.
Bueno, si quiere apartarse...
No quiero que parezca que estoy asistiendo.
No creo que parezca eso.
Peter Laurence Smedley,
¿está seguro de que quiere beber este medicamento
con el que
se dormirá
y morirá?
Sí, estoy seguro. Es lo que quiero.
Le doy el medicamento.
¿Está seguro? -Estoy seguro.
Ahora puede comer el chocolate.
Qué sabor...
¿Peor que el de pasas?
Sí.
Bueno... Sí.
Pues ha ido muy...
Gracias por ocuparse de mí.
No es nada.
Quiero dar las gracias
a todos los demás. Buen trabajo.
Terry. -Adiós.
Muchas gracias. Ha sido un honor.
Mi mujer dice que me duermo cuando me acaricia las manos.
Sé fuerte, cariño. -Estoy bien.
Relájese.
Sí.
Agua.
No, ahora no puedes.
Quiero agua.
Ahora está en un sueño muy profundo.
Sin dolor.
Ronca, es un sueño muy profundo.
Pierde la consciencia,
la respiración se corta
y luego el corazón.
¿Está bien, Terry? -Estoy bien.
Bueno, según como definamos "bien".
Es lo que quería.
Estaba preparado para irse. -Sí.
Ya puedes llorar.
Sácalo todo, eso es bueno.
Lo que dejes dentro...
No sabía que podía hacer eso.
Difícil de creer que he visto la muerte.
Sí, estoy bien.
Su mujer sale corriendo a organizarlo todo,
y lo entiendo perfectamente.
Me gustaría decirle que
he quedado impresionado de cómo se hace esto.
Ha sido maravilloso.
Gracias.
Su mujer me llena de orgullo de ser inglés.
Ha sido algo bonito.
Hemos visto a un hombre morir en paz
en los brazos de su mujer,
casi en silencio.
Tanto que no se puede estar seguro de cuándo ha muerto.
Si pensamos en todas las formas
en que una persona puede morir y en qué circunstancias,
Supongo que, como dicen por ahí, algo es algo.
En este momento y lugar,
la nieve tiene algo bueno.
Sí.
Es una nieve como debe ser.
He estado ante el hombre
más valiente que conozco.
No sé si sería capaz.
No sé si me temblaría la mano.
Pero tampoco sé qué haría si estuviera ahí.
Quiero seguir viviendo tanto tiempo como sea posible
hasta que la muerte asistida se haga realidad en el Reino Unido.
Si me muero...
¿Cómo que "si me muero"?
Cuando muera, nadie se salva,
me gustaría morir al sol.
Supongo que a veces brilla el sol en Suiza.
Traducción y subtítulos de Jordi Balcells balcells.tr@gmail.com
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