Tip:
Highlight text to annotate it
X
Letreros en céspedes brotan por doquier.
Anuncios en radio y televisión durante todo el día.
El teléfono suena. Es una llamada automatizada del presidente, o de su oponente,
pidiéndote dinero y tu voto.
Y mientras estás en ello, miras sus videos en YouTube o los calificas en Facebook.
Época de elecciones. Todos conocemos la apariencia y el ambiente de las campañas modernas.
Pero, ¿cómo eran en los primeros días de la República, cuando,
George Washington se postuló?
Bueno, de hecho, nunca lo hizo.
Cuando Washington se convirtió el primer presidente en 1789,
no habían partidos políticos, ni convenciones, ni primarias,
ni campañas, ni temporada de elecciones.
Realmente no había candidatos.
Hasta el año fue raro,
porque en 1789 tuvieron lugar las únicas elecciones presidenciales celebradas en un año impar.
Una vez que los redactores crearon la constitución y la presidencia hace 225 años,
el país se dedicó al asunto de elegir a su primer ejecutivo.
Coincidiendo con Ben Franklin, mucha gente pensó que "El primer hombre al mando será uno bueno,"
y con esto, Franklin quiso decir George Washington.
Washington, el héroe más grande de la Revolución, presidió la convención que creó la constitución,
con escasas intervenciones. Nunca discutió el trabajo del presidente,
o sólo si lo deseaba. Y cuando la elección del primer presidente se llevó a cabo,
fue como coser un edredón con muchas manos.
Bajo la nueva constitución, cada estado tenía un número de electores,
que emitía un voto con dos nombres.
La persona con más votos sería el presidente,
el segundo sería el vicepresidente.
Ah, ¿pero quién escogía a los electores? Eso quedaba en manos de los estados.
Seis dejaban que la gente decidiera, o al menos más de 21 hombres blancos con bienes.
En Nueva Jersey, algunas mujeres votaban, un derecho que después les retiraron.
Pero en otros estados, la legislatura escogía a los electores.
En esa era, muchos pensaban que la democracia era un paso para alejarse de la regla de la turba
y una decisión así de importante debía dejarse a los más sabios.
Estos electores entonces votarían por el presidente.
Lo que tenían que hacer todos los estados era emitir su voto a tiempo.
Pero hubo fallas.
Solo 10 de los 13 estados votaron.
Rhode Island y Carolina del Norte no habían ratificado la constitución y no podían votar.
Nueva York se pasó de la fecha límite para nombrar sus electores y tampoco lo contaron.
Cuando se hizo el recuento de votos, fue unánime.
George Washington ganó fácilmente. John Adams quedó lejísimos en segundo para ser vicepresidente.
Al enterarse de su victoria, George Washington no estaba sorprendido.
En Mount Vernon, sus maletas ya estaban listas.
Se mudó a Nueva York, la capital temporal de la nación
y tenía que averiguar exactamente que se supone que hace un presidente.
Desde la 1ª elección, democracia y elecciones estadounidenses han avanzado mucho.
La constitución ha ido cambiado para que más gente pueda votar:
hombres negros, mujeres, nativos y jóvenes de 18 incluidos.
Lograr extender ese derecho básico a todas esa gente ha sido una lucha larga y dura.
Por eso, cuando creas que ya no aguantas más esos letreros de césped,
y anuncios de la tele, recuerda:
el derecho al voto no siempre fue para todos,
y ese es un pedazo de historia que vale la pena conocer.