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Todos sabemos que la luz se desvía al atravesar cristal, agua u otro material transparente
Así es como funcionan los microscopios, los faros y las gafas.
Quizá también sepas que la luz se desvía porque va más despacio cuando pasa a través del cristal o del agua que cuando
viaja por el aire. Pero, ¿por qué va más despacio? ¿Cómo vuelve a acelerarse cuando sale por el otro extremo?
¡No hay nada que la empuje!
Si piensas que la luz es una onda, es fácil de explicar: las ondas electromagnéticas simplemente
van más despacio por el cristal que por el aire. Los picos de la onda están más juntos,
pero la luz sigue oscilando el mismo número de veces por segundo: su colos sigue siendo el mismo.
Cuando la onda vuelve al aire, su color no varía, pero la distancia entre sus picos aumenta
y recupera la velocidad de la luz. La explicación simplificada es que la energía de una onda
depende de su frecuencia, o color, que no varía. Por eso no necesita ningún empujón
para ganar velocidad al salir del material.
Pero, un momento —dirás: Yo creía que la luz iba a la misma velocidad en cualquier sistema de referencia.
Aún no has explicado cómo es posible que vaya más lenta. Vale, pensemos en la luz como una partícula.
Cuando la luz atraviesa un cristal, va chocando de un lado a otro
con todo tipo de moléculas y electrones. Cuando se mueve, lo hace a la velocidad de la luz,
pero en su camino a través del cristal va interaccionando y chocando con un montón de cosas
por lo que no sigue necesariamente el camino más corto a través del cristal.
Es como si el presidente de Estados Unidos tratase de atravesar una habitación. Si está vacía,
puede hacerlo directamente. Pero, si está llena de gente que quiere estrechar su mano,
aunque vaya de una persona a otra a la máxima "velocidad presidencial",
recorrerá su camino más despacio. No obstante, en cuanto llegue al otro extremo de la habitación,
podrá volver a acelerar.
¡Adelante a toda máquina, señor presidente!