Tip:
Highlight text to annotate it
X
No debería estar aquí hoy, pero estoy.
Porque alguien dijo que sí a ser un donador de órganos.
Fue hace cuatro años que me diagnosticaron con cáncer.
Y para curarme necesitaba un transplante.
Un transplante de cinco órganos
del estómago, el hígado, el páncreas y el intestino delgado.
Me pusieron en lista de espera para esto.
Una lista de espera que describiría
como una pesadilla viviente. Fue simplemente horrible.
Porque todos los días te pones peor y peor
y todo lo que puedes hacer es esperar.
Tuve tantos pensamientos sobre la vida y la muerte y sentía...
sentía miedo y sentía frustración.
Porque no había nada que yo pudiera hacer
y también tenía esperanza.
Una cosa que pensé mucho fue
que de repente iba a recibir
pero yo misma no había expresado mi voluntad de ser donante de órganos.
Me pareció tan mal y me sentí realmente avergonzada por ello.
Pero hasta entonces no me había confrontado con el tema
y ahora sé lo importante que es.
Hay que manifestar la voluntad.
Por favor, piensen en esto:
Si recibieran un órgano y lo aceptaran
para poder vivir, ¿no deberían también dar?
Y así un día, recibí la llamada.
Fue una llamada muy rara.
Recuerdo... recuerdo estar ahí parada en el teléfono
y dije: "¿Es una broma, no?"
Y ella dijo: "¡No!" Con una voz muy sosegada me dijo:
"Tus órganos están aquí".
Y mi primer pensamiento fue: ¿dónde puedo ir a recogerlos?
(Risas)
Después de mi operación tuve un montón de complicaciones.
Todos los días los médicos intentaban salvar mi vida
y estuve en la unidad de cuidados intensivos durante cuatro meses.
Esa época fue muy dura para mí, pero también para mi familia.
Un día mi padre estaba conmigo y me dijo,
"¿Qué quieres hacer hoy? ¿Qué podemos hacer por ti?"
Y yo tan sólo pensé, "Quiero salir afuera".
Seguía en cuidados intensivos, en cama
sin poder moverme, sin poder hacer nada.
Me dije, "Quiero ir afuera y quiero tumbarme en el pasto".
"Sólo quiero sentir el pasto".
Esto era bastante fuerte teniendo en cuenta mi estado, las infecciones y todo eso.
Pero un par de horas después,
tras rogarles, "¡Por favor, ayúdenme!",
las enfermeras y mi padre me llevaron afuera
y me recostaron sobre el pasto.
Y cuando me tumbé allí
toqué el pasto y recuerdo mirar al sol
y sentir que, "La vida es tan bella. Quiero vivir
y quiero vivirla". Y supe que dependía de mí.
Y un par de semanas después de eso
me trasladaron a otro departamento.
Y esa fue también la primera vez que escuché
sobre estos juegos, que se llaman los Juegos Mundiales para Trasplantados.
Son actividades de deporte para atletas que han tenido algún trasplante.
Y tendría lugar en dos años a partir de ese momento
aquí en Suecia, en Gotemburgo.
Y pensé, "Guau, si tan sólo pudiera lograr estar en el
público y ya saben, intentarlo".
Estaba en una silla de ruedas en aquel momento.
Pero después vino la rehabilitación. Entrené muy muy duro y empecé
a imaginar que, "Bueno, quizás puedas competir
en cinco eventos diferentes por cada unos de tus cinco órganos,
¿no sería eso algo grande?"
(Risas)
Así que entrené y entrené y entonces
el verano pasado en la ceremonia de apertura
sostuve el código de conducta.
Tuve el honor de hacerlo frente
a más de 1500 personas.
Estábamos allí juntos y el ambiente era grandioso.
Estábamos felices. Estábamos sanos.
Íbamos a competir los unos contra los otros.
Hubo un momento, un minuto que recuerdo
en la ceremonia de apertura: fue cuando todos nos levantamos.
Nos levantamos y honramos durante un minuto a nuestros donadores.
Aquellos que no estaban allí con nosotros
y también a aquellos que habían muerto en las listas de espera.
Y aunque, fuésemos competidores
compitiendo los unos contra los otros,
ya podíamos considerarnos ganadores. Habíamos ganado el regalo de la vida.
En los juegos también conocí a mi amigo y ahora colega Peter Carstedt.
Hemos empezado una organización que se llama MOD de
More Organ Donation (Más Donadores de Órganos).
Aquí en Suecia, las listas de espera se vuelven cada vez más y más largas.
Y al mismo tiempo, los donantes de órganos son cada vez menos.
Tenemos que aumentar nuestra conciencia y estamos convencidos
que hay mucho más que podemos hacer.
Sólo el 15% de nosotros en Suecia estamos suscritos
en el registro de donantes. Y esto aunque seamos aptos
para ser donantes.
Queremos ponerlo más fácil para expresar la voluntad y tomar acción activa.
Así que hemos desarrollado una tarjeta digital de donante
que puedes descargar en tu smartphone y con sólo un clic
puedes expresar tu deseo y también lo puedes compartir.
Puedes compartirlo vía SMS, puedes enviarlo por email
puedes tuitearlo e incluso puedes compartirlo en Facebook.
En cierta forma hace que los demás también hagan lo mismo.
Entre otras cosas que estamos haciendo
también tenemos un colegio donde enseñamos y educamos
a los jóvenes sobre este tema.
¿Saben que un donador puede salvar hasta ocho vidas?
Empecé esta charla diciendo
que no debería estar aquí hoy.
Y hay mucha gente a la que
me gustaría agradecer por estar aquí.
Y este es mi modo.
Mi primera medalla de oro
que gané en los Juegos Mundiales de Trasplantados en 2011.
Quiero dársela a la familia de mi donador.
No te lo puedo agradecer lo suficiente. Pienso en ti, y de vez en cuando
también pongo una vela por ti.
La segunda medalla de oro se la quiero dar a mi familia.
Son todo para mí.
Y la tercera medalla de oro que gané
va para el personal del Hospital Universitario Sahlgrenska.
Gracias por dedicar su vida a salvar a los demás.
La cuarta medalla de oro.
Es una dedicación a todos los que están ahí fuera esperando.
En Suecia hay más de 800 personas
que están en esta situación.
Sé lo duro que es y mis pensamientos están con ustedes.
Para terminar, la última medalla de oro
es para alguien que fue
más allá de los límites
y regresó a la vida. Y esa soy yo. Porque me la merezco.
Gracias.
(Aplausos)