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NO HAY CRIMEN IMPUNE
Cuatro palabras conocidas por sus tres iniciales, FBI.
Significan la seguridad interna de una nación.
Detrás de esas puertas, están nuestros guardianes.
Cuentan con la tecnología más perfecta conocida hasta ahora.
Pero más importante que la ciencia es la inteligencia,
la imaginación de cada uno de los agentes del FBI.
Ellos, con su gran conocimiento de la debilidad humana
y su habilidad para sacar provecho de ella,
consiguen que el delincuente se traicione.
Carretera 91, con dirección a California.
¿Lleno el depósito? ¿Aceite?
JOE WALPO, BUSCADO POR EL FBI
¿Operador? Aquí Ben, de la gasolinera.
Llamen al FBI.
Estoy llenando de gasolina el coche de Joe Walpo.
Joe Walpo, anote la matrícula.
Sí, está bien, madre, hasta luego. Adiós, madre.
Estaba llamando a...
Media hora después del asesinato en la gasolinera,
el FBI había avisado a sus 49 centrales,
con instrucciones especiales para una de ellas.
la de Los Ángeles, California.
Creemos que se dirige a Los Ángeles.
Rogamos a su oficina que dé prioridad a este aviso.
La alerta sobre Joe Walpo se convierte en un caso más
en la mesa de Frank Pace, el inspector jefe.
Su tarea consiste en coordinar el trabajo de su departamento.
Analiza el caso con la mayor escrupulosidad.
Después se lo pasa a John Ripley,
el superintendente especializado en crímenes.
La misión de este es supervisar las investigaciones
encomendadas a los agentes de la oficina.
Vince, voy a aclarar el caso con o sin tu ayuda.
- Te lo pregunto por última vez. - Vámonos, llegaremos tarde.
¡Angelino!
Quizá a tus ladrones no les importe que te caigan cinco años.
- Pero tú tienes una esposa. - Sí, ya sé que tengo una esposa.
Está bien, he terminado con él.
- ¿Ha averiguado algo de Angelino? - Nada.
Tiene miedo a chivarse, ¿no? Esto acaba de llegar de Washington.
Voy a ponerme a trabajar. Dile a Margaret que no me espere.
Sí, claro.
Aunque a Stewart se le ha asignado el caso Walpo,
prosigue sus averiguaciones sobre Angelino.
Como todos los agentes del FBI,
Stewart lleva varios casos no relacionados al mismo tiempo.
Trabajando en los dos casos se enteró del historial de Walpo,
de sus atracos, robos y asesinatos.
Mientras repasaba los robos de coches de Angelino,
a 15 Km. de distancia, en una zona residencial,
con una conversación telefónica se iniciaba su tercer caso.
¿Sí?
¿Diga?
- ¿La Sra. Martell? - Sí.
- Tiene una hija llamada Vicki. - ¿Quién es?
No querrá que le ocurra nada malo, ¿verdad?
¿Qué quiere?
Quiero los 10.000$ del seguro que le dejó su marido.
Usted debe estar loco.
Cállese y escuche si desea que la niña siga viva.
Quiero ese dinero.
Ya le indicaré cómo, cuándo y dónde debe llevarlo.
¿Me oye?
Sra. Martell, le daré un consejo.
No hable con nadie de esta llamada o mataré a su hijita.
- Operador, operador. - ¿Mamá?
¿Sí, cielo?
¿Sí?
Estoy bien, sólo ha sido un sueño. Anda, duérmete.
- ¿Y tú no te acuestas? - Enseguida, duérmete ya.
Stewart al habla.
- Acabo de recibir una llamada. - Tranquilícese.
Un hombre me ha dicho...
que mataría a mi hija si no le daba el dinero del seguro.
Dígame su nombre y dirección.
Katherine Martell.
157 Samson.
- ¿Y su teléfono, Sra. Martell? - Es el... 21199.
Me ha dicho que no se lo dijera a nadie.
Ha hecho lo que debía. ¿Dónde puedo verla mañana?
- ¿No va a venir esta noche? - No es aconsejable.
Esta noche no hay por qué preocuparse.
Puede venir a mi oficina. Trabajo en Ohrbach's.
Allí estaré a las 9.
¿Quiere hacerme una lista de las personas a las que conoce?
Se la daré.
Sra. Martell, haremos lo posible por ayudarla.
Gracias, Sr. Stewart.
- ¿La Sra. Martell? - Sí.
Soy Zack Stewart, habló conmigo anoche.
Muchas gracias por haber venido.
- ¿Quiere sentarse? - Gracias.
Estoy asustada.
Lo comprendo, yo también tengo dos hijos.
Esa voz del teléfono, ¿revelaba algo de la persona?
Si era joven o viejo, hombre o mujer.
No... pero sonaba desfigurada, era muy peculiar.
No he hecho más que preguntarme quién era.
Toda la noche me decía "¿quién haría algo así?"
- Usted me habló de un seguro. - Sí, el de mi marido.
Murió en un accidente de tráfico.
- Me dejó 10.000$. - Debe ser alguien que sepa esto.
Algún conocido o un empleado.
- ¿Me ha traído la lista? - Sí.
- ¿Ha incluido a familia y amigos? - No.
Podría ser alguien allegado. Debe incluir a todos.
¿No han llegado aún los materiales que encargué?
Recuerde su promesa.
Henry, los tendrá mañana.
- Hace dos días me dijo lo mismo. - Por favor, estoy ocupada.
Disculpe.
Es horrible lo que me está pasando.
Cada vez que suena el teléfono, tengo un sobresalto.
- Nunca sé cuándo volverá a llamar. - Es un extorsionador.
La asusta para conseguir lo que quiere.
Pero no lo consentiremos.
Ya lo sé, se sentó en su cama y estuvo mirando a la niña.
Yo hice lo mismo cuando mi hijo tuvo la escarlatina.
- Estaré bien. - Claro que sí.
Hemos tomado la precaución de vigilar su casa.
Sin entorpecer la vida del vecindario,
el agente Stewart identificaba
a todos los que entraban o salían del apartamento de Kate Martell.
La Sra. Martell le dio permiso para interceptar todas las llamadas
y así poder grabar la próxima llamada del chantajista.
Mientras tanto, atendía sus otros dos casos.
"A todos los agentes:
Las pruebas de armas de fuego serán el 30 de septiembre".
Ripley al habla.
Quiero hablar con el sargento Stewart.
Ahora no está, ¿puedo ayudarla?
No, quería hablar con él en persona. Se trata de uno de sus casos.
- Volverá, ¿quiere que la llame? - No.
No puedo ir a su despacho, ¿podría él venir aquí?
¿Cómo se llama usted? Su nombre, por favor.
Brenda Ralles. ¿Podría ser a las 11 de esta noche?
¿No puede recibirle antes? Brenda Ralles.
No, no puedo antes de las 11.
Entonces estaré sola.
- ¿Cuál es su dirección? - 1210 North Drexel.
1210 North Drexel. Allí nos veremos esta noche.
- ¿Qué hay, Zack? - Hola.
- Son las 10:55. - Está bien, adelante.
¿La Srta. Brenda Ralles?
- Soy el agente Ripley, y él es... - ¡No, por favor, váyanse!
Estamos citados aquí con Brenda Ralles.
- ¿Puedo pasar? - ¡No, déjeme en paz!
¿Qué ha ocurrido?
Soy del FBI. Que no entre nadie en el callejón.
Bien, señor.
¿Quién estaba con usted hace unos minutos?
Póngame con la policía, es urgente. ¿Quién era, Srta. Ralles?
Aquí Ripley, del FBI.
Han asesinado a un agente cerca de North Drexel.
El asesinato del agente Stewart le correspondió a la policía.
Brenda Ralles fue conducida a la comisaría,
donde el teniente Kuppol no logró quitarle
el miedo infundido por el asesino.
Vamos, Srta. Ralles.
¿Cuánto tiempo cree que va a durar nuestra paciencia?
Deberíamos mandarla a casa para que duerma.
Pensará que hemos acabado con ella, pero la vigilaremos.
Frank, llevaremos el caso como si hubiera sido de los nuestros.
Está bien, Jake.
Y esta noche quería dedicarla a sus hijos.
- Rip. - ¿Sí, señor?
Esa chica...
dijo algo sobre un caso de Zack, ¿pero cuál de ellos?
Está el de Walpo, el de Martell, y el de...
Angelino.
Uno está relacionado con la muerte de Zack.
Cuanto antes se aclaren, antes descubriremos al asesino.
Queda usted encargado de ellos.
Por esta noche, nada más.
El agente Ripley estudió los casos de Zack Stewart.
Uno de ellos le llevaría hasta su asesino.
Empezó por el caso de Joe Walpo,
en el que Stewart había interrogado a su novia,
Connie Anderson.
- FBI. - Está bien, pasen.
- El pan está ahí, sírvanse. - Gracias.
Tendrán ustedes algún nombre.
Yo soy Ripley y él es el Sr. Barker.
- ¿Es por Joe Walpo? - Exacto.
¿Por qué no preguntan al que estuvo ayer aquí?
Le asesinaron anoche.
Oh, qué lástima.
¿Les importa que me vista?
No me gusta que me miren antes de comer.
La expresión de los ojos.
¿Los han visto ya?
¿Quién mató a su amigo?
Creíamos que usted nos ayudaría a averiguarlo.
¿Ayudarles? Qué buen humor tiene.
¿A qué hora le mataron?
- A las 11 de la noche. - Me he salvado.
Estaba en el estadio animando a Gonzá***.
Le dejaron KO en el último asalto.
Ocupé el asiento de los miércoles.
Fila 10 de tribuna. Me vio allí todo el mundo.
Así que no pueden acusarme.
Una vez aclarada esta cuestión, pregunten algo más informal.
- Sí, hablemos de Walpo. - ¡Debían haber telefoneado antes!
He sido buena y les he dejado pasar.
Ya le dije al de ayer que de Joe Walpo sólo sé su nombre.
¡Lárguense! No quiero perder más el tiempo.
Walpo dio su nombre para llamarla en caso de enfermedad.
¿Y qué?
- Él le hace regalos. - Está bien.
- Quizá usted... lo entienda. - Pruébeme.
Dice usted que me hacía regalos.
Y yo sabía su procedencia, pero no me negué a aceptarlos.
- ¿Sabe por qué? - ¿Por qué?
Érase una chica que dormía en un colchón de paja.
Un día Joe Walpo la mira, y ella se enamora.
Cree que durará siempre, y que es la solución a sus problemas.
Y luego... me llevé una gran decepción.
Llámenos cuando sepa el paradero de Joe.
Claro.
- Gracias. - ¿Por qué?
Ah... otra pregunta, Srta. Anderson.
¿Sí?
- ¿Quién es Brenda Ralles? - Nunca veo concursos.
- ¿No la conoce? - No.
El segundo caso de Stewart giraba alrededor de Vince Angelino,
un hombre que prefirió ir a la cárcel federal
antes que delatar a su banda de ladrones de coches.
- ¿Pizza? - Lasaña.
Stewart había intentado hacer hablar a Angelino
utilizando a su esposa Julie.
- ¿La Sra. Angelino? - Sí.
Somos del FBI, queremos hablar con usted.
Pasen.
- Me llamo Barker y él es Ripley. - Encantada.
- ¿Quieren pasar? - Gracias.
Uno de nuestros agentes habló ayer con usted.
Sí, el Sr. Stewart, pero siéntense.
Lo asesinaron anoche.
¿Asesinado? No habrá sido mi esposo.
Aún no lo sabemos.
Por eso hemos venido.
Relátenos la conversación que tuvo con Stewart.
Era tan comprensivo. Lo lamento de veras.
- ¿Tenía familia? - Esposa y dos chicos.
Pobre mujer. Les diré lo que le dije a él.
Mi marido no robó el coche.
Usted debió decirle algo más que eso.
He repasado los hechos una y otra vez,
en busca de algo que demuestre su inocencia.
Durante la noche del suceso,
Vince estaba nervioso, preocupado.
Tenía muchas deudas y estaba sin trabajo.
Creía que dormiría mejor si salía a tomar el aire.
Dio un paseo hasta la tienda y... no le interesarán estos detalles.
Se equivoca, cualquier detalle puede ser útil.
Poco después, la señora Talini llamó a la puerta.
Ella tiene teléfono. Vince le dio un recado para mí.
Había encontrado a un hombre en la tienda
que le ofreció 50$ por llevar un coche hasta Las Vegas.
¿Cómo se llamaba?
El Sr. Stewart también lo preguntó,
si me había contado algo sobre él, su apariencia o su nombre.
Yo le respondí que no.
Vince no lo conocía antes de su llamada.
Cuando habló con Stewart,
¿le dijo algo que pudiera significar sospecha de quién era ese tipo?
No, no recuerdo absolutamente nada. Pero rezo para que lo descubran.
Cuando lo encuentren, se probará la inocencia de Vince.
Qué torpe soy.
Debe darle el sol en los ojos.
Lo siento, ha sido una inconsideración.
¿Cuánto hace que está ciega?
Desde los 14 años.
Le será difícil arreglarse sola.
No, lo cruel es esta larga espera por Vince.
Gracias por su colaboración.
¿Conoce a una mujer llamada Brenda Ralles?
¿Brenda Ralles? No, estoy segura de que no.
Gracias, adiós.
- Sr. Ripley. - ¿Sí?
Tenga cuidado.
Si atacaron al Sr. Stewart por venir a interrogarme,
usted podría estar en peligro.
Gracias, Sra. Angelino, tendré cuidado.
Adiós.
El tercer caso de Stewart giraba en torno a un chantajista.
Sra. Martell.
- ¿Es usted el Sr. Ripley? - Eso es.
Me impresionó la noticia de la muerte del Sr. Stewart.
- No creerá que ha sido... - Aún no lo sabemos.
Espero que la comida esté buena.
- Cálmese y disfrute del menú. - Gracias.
En la lista que le pidió Stewart ¿no olvidó incluir a nadie?
No, creo que no, yo...
- ¿Viene alguien? - Sí, y querrá unirse a nosotros.
No importa, relájese.
- ¡Kate! Qué pequeño es el mundo. - Hola, Dave.
- No quería interrumpirles. - Descuide.
- Me llamo Ripley. - Dave Millson.
Estábamos charlando sobre mis nuevos modelos.
Puede quedarse si no es un competidor.
¿Yo? Si yo no distingo un dobladillo de un cinturete,
sea lo que sea eso.
- Dave es amigo de la familia. - Sí.
Sí, el buenazo de Dave, amigo de la familia.
Bueno, no les entretengo.
- Que tenga buenas ventas. - Muchas gracias.
- Adiós, Kate. - Hasta luego, Dave.
Dave Millson, corredor de fincas, soltero, amigo de su esposo.
Se ha memorizado la lista.
¿Conoce usted a una mujer llamada Brenda Ralles?
¿Brenda Ralles?
No, creo que no.
¡No, no lo he dicho! Nos veremos en media hora.
Tres casos, un asesinato.
El agente Ripley no conseguía ligar a Brenda Ralles
con uno de los casos bajo su jurisdicción.
La mujer, la pieza central del asesinato,
seguía aún bajo la vigilancia de la policía.
- Éste es el nuevo modelo. - Quisiera probármelo.
- Los probadores están ahí. - Ya lo sé.
- ¿Le ayudo, señor? - Sí, déme una de esas cosas.
- ¿Qué talla usa su mujer? - No es para mi mujer.
- ¿No? - ¿Tiene otra salida ese probador?
Sí, unas escaleras traseras.
Un sitio ideal para perder a una mujer.
¿Se ha probado usted una faja? Podría llevar una.
- Jake, la perdí en el probador. - De pronto se sintió tímido.
- Ya hablaremos luego. - Sí, señor.
- Lo siento, es un buen hombre. - De los mejores.
Póngame con Harrison.
- Si necesita un... - Déjalo.
- ¿Cuántos están en el caso Ralles? - Seis unidades.
No son suficientes, ¿es que están de adorno?
Quiero todos los puntos bien vigilados.
Ya voy, un momento.
- Yo lo cojo. - ¿Diga?
¡Mamá!
¿Quién?
- Se ha equivocado. - ¡Mami!
¿Sí, cielo?
Mira.
- ¿Qué es? - Es un retrato tuyo.
- Se parece mucho. - Aún no lo he terminado.
¿Aún no? Termínalo mientras preparo la cena.
Tío Max, te he dicho que llames.
Cualquiera diría que no soy un miembro de la familia.
- ¿Qué ocurre ahora? - Es esa ama de llaves.
- ¿Qué le pasa? - Deberías despedirla.
Antes Vicki y yo nos arreglábamos bien.
Vicki es una niña y necesita una mujer que la cuide.
Cuando no estás aquí, me trata como a un...
Max, trabajo todo el día y necesito a la Sra. Downes.
- Bonito modo de tirar el dinero. - Mejor que apostar en las carreras.
¿Te molesta? A Bill no le hubiera molestado.
No me pongas la cena, sé cuándo estorbo.
¡Sra. Downes!
¡Sra. Downes!
Si tío Max se empeña en sacar a Vicki de paseo,
sea adonde sea, no la deje ir.
- ¿Entendido? - Entendido.
Y entonces la princesita vivió feliz para siempre.
Ahora duérmete, nos veremos en el desayuno.
Buenas noches.
- ¿Quién es? - Dave.
¿He llegado pronto? Date prisa y vístete.
Hoy te llevaré adonde quieras.
A Coconut Road, al balneario, al Ocean Park,
o podemos quedarnos aquí tomando unas palomitas.
Perdóname, había olvidado por completo nuestra cita.
Ha sido un día terrible, estoy deprimida.
Razón de más para levantarte el ánimo.
Dave, yo no sería una compañía agradable.
No debes ocuparte de nada, yo haré las palomitas.
Soy un magnífico cocinero.
- Déjalo para otro día. - Soy un gran animador.
- Por favor, Dave. - Está bien.
Pero voy a darte una noticia antes de irme.
He vendido la casa de Brentwood, el mejor negocio de mi vida.
- Está bien, Dave. - ¿No me das la enhorabuena?
Preferiría que me pegaras.
Todo antes de que me mires así.
La Sra. Downes lo recogerá.
- Estás enfadada. - No, si te vas ahora mismo.
- Eres muy dura conmigo. - Digámoslo, y todo queda perdonado.
Qué ironía, Kate.
Me dejas plantado y encima debo pedirte perdón.
- ¡Dave! - Buenas noches, Kate.
Hola, Alex, pase.
- ¿Ocurre algo? - No, no, es que me ha sorprendido.
Martha te devuelve el azúcar que te pidió.
- Gracias, no necesitaba molestarle. - Te ocurre algo, ¿verdad?
- He tenido otra disputa con Max. - Comprendo.
Sé que él nos ayudó a casarnos y pagó los muebles.
- Él se encarga de recordártelo. - Me sublevan sus quejas.
Tiene salud y dinero para jugárselo en las carreras.
Que se busque otro sitio.
- No lo sé, tal vez tenga razón. - ¿Lo ves?
Resuelvo todos los problemas menos los míos propios.
Bueno, voy para casa. Martha tiene otra de sus crisis.
Esta es peor. Quiere que pida un aumento.
Qué ilusa, un contable a mi edad no puede pedir mucho.
Es verdad, Alex.
Bueno, adiós, Kate. A propósito, hay unas acciones...
Gracias, pero seguiré con mi cuenta del banco.
Es lo más seguro.
- Buenas noches, Kate. - Buenas noches, Alex.
Esto es todo lo que tenía.
No encontramos ni una fotografía, ni una carta, nada.
- Ya hemos terminado con usted. - Esperaba a los periodistas.
- Quizá quieran fotografiarme. - La redacción está a dos manzanas.
Tuve una sensación horrible al ver el cadáver.
En una ocasión, mis órganos internos subieron 5 cm.
Mi estómago presionó contra el hígado,
que empujó a la vesícula entre el hígado y los pulmones.
- Además, sufro del corazón. - ¿Diga?
Merezco una fotografía, yo he descubierto a esa chica.
- Tiene razón. - Gracias.
Deberían ver mi radiografía, el doctor explica cómo estoy vivo.
Sí.
La bala que alcanzó a Brenda Ralles fue disparada con una Magnum 357,
la misma que mató a Zack.
Tres casos, dos asesinatos.
Y el único relacionado con esos casos era Walpo.
La Srta. Anderson fue vigilada atentamente.
Hasta seguían lo que hacía dentro de su apartamento.
Cada movimiento podía tener la mayor importancia.
Separaban y recogían su papelera todos los días.
El FBI quería ese papel de regalo.
Lo enviaron a Washington.
Allí los técnicos lo analizaron.
Y sólo encontraron la huella dactilar de Joe Walpo.
Otra pista se escondía en la marca del papel.
El FBI tenía archivadas 17.000 marcas de papel,
y cada una procedía de distinto fabricante.
El papel de regalo era de la compañía North Cu,
una fábrica dedicada a hacer papeles de regalo.
En esa fábrica, un agente interrogó al director.
Este papel fue enrollado entre el 1 y el 12 de septiembre.
- ¿Cómo lo sabe? - Por la marca de agua.
¿Puede decirme a quién vendieron este rollo?
Desde luego, perdone.
La búsqueda de Joe Walpo por análisis científico
no era más que uno de los métodos del FBI.
Al mismo tiempo, los agentes Ripley y Barker
intentaron localizarle a través de otros métodos,
gracias a su conocimiento de las emociones y debilidades humanas.
Vaya, ustedes de nuevo.
Ya me creía abandonada.
Estoy sola otra vez, tanto como usted.
- ¿Una copita? - No, gracias.
- Pónganse cómodos. - Gracias.
Ahorremos tiempo.
- No sé nada nuevo de Joe Walpo. - Nadie lo ha dudado.
- Por eso venimos a disculparnos. - ¿Cómo dice?
Teníamos la teoría de que aún era novia de Walpo.
Fue un error, basado en dos cosas. Usted no sale con otro hombre.
¿Quién le ha dicho eso?
Suponemos que por miedo a que Walpo se entere.
Se equivoca, salgo con muchos.
- Y él aún le envía regalos. - ¿Por qué no?
- No se olvida de una vieja amiga. - Una vieja amiga, claro.
Es cierto que no la olvida.
¿Qué está haciendo?
Es curioso cómo cambia el gusto de un hombre.
Hay una chica a la que interrogaron en Denver.
¿Y qué quiere que haga, entrar en cólera?
No, pero le interesarán las actividades de Joe.
Eche una ojeada.
Es una animadora.
Tiene gracia.
Creía que a Joe le gustaban las rubias.
Póngala en su pared, no es mi tipo.
Bueno.
¿Quiere oír algo interesante?
Esta es una entrevista con Barbara Karmichael,
grabada en Denver, Colorado.
¿Le molesta?
Será divertido.
- Muchas gracias por haber venido. - De nada.
- ¿Su nombre y dirección? - Barbara Karmichael, Oeste 112.
- ¿Vive sola ahí? - Sí, desde la universidad.
Esta es la fotografía de Joe Walpo.
- ¿Le reconoce usted? - Desde luego.
Yo le conocí con el nombre de Joe Allen.
Luego descubrí quién era en realidad.
- ¿Cómo le conoció? - En un cabaret, nos hicimos amigos.
- ¿Cuánto duró? - Dos o tres meses.
¿Durante ese tiempo fue invitado suyo?
Puede llamarlo así.
¡Córtelo! ¡Ya me ha oído, córtelo!
Ojalá se mueran los dos.
¡Córtelo!
¿Cuándo le vio por última vez?
Sí, Connie.
¿Cuándo vio a Walpo por última vez?
¿Cuándo fue la última vez que vio a un hombre?
Váyanse, alimañas.
¡Fuera de aquí!
Aquí Perry, informe a Ripley.
El objetivo se dirige al centro urbano.
METRO
- Sí, está muy bien hecho. - Déjeme hacer una demostración.
- No sabía que estabas ocupado. - Sr. Hogarth, le presento a Barker.
- Es un honor conocerle. - - El Sr. Hogarth ha inventado esto.
Es como un contador de aire, pero descubre espías.
Cuando encuentra uno, se enciende esta luz.
Sí, incluso gente de la que nunca sospeché.
Mi suegra, mi vecino, el hombre de los impuestos.
Esta luz los descubre a todos.
Sí, muy interesante. Al habla Ripley.
La hemos seguido hasta el metro y ha tomado el número tres.
Nos veremos en el camino.
Sr. Hogarth, llévelo a la oficina de patentes.
Allí le informarán. Creo que es magnífico.
La estamos siguiendo, está atravesando el norte.
Espéranos en la calle Cove, os relevaremos allí.
Fin del trayecto.
Una carretera aislada en los suburbios más alejados.
¡Joe, soy Connie!
¡Soy Connie, Joe!
- ¿Qué haces aquí? - Tenía que verte.
Te dije que te avisaría cuando pudieras venir.
No me ha seguido nadie.
No podía esperar más.
- ¿No te alegras de verme? - Luego te lo diré.
Joe, ¿te acuerdas de mí, Connie?
- Ha sido una estupidez venir. - Lo sé... pero hacía tanto tiempo.
¿Qué es eso?
¡Joe!
¡Suélteme, suélteme!
Somos el FBI, Walpo.
Salga con las manos arriba.
¡Joe!
Joe...
No me toque.
Así terminó el caso de Joe Walpo.
Su carrera comprendía una serie de crímenes.
Pero en la noche del asesinato de Stewart,
Walpo estaba en Las Vegas.
La pista quedaba reducida a Vince Angelino y Kate Martell.
- ¿Diga? - Hola, Sra. Martell.
- ¿Esperaba mi llamada? - ¿Qué quiere que haga?
Prepare el dinero en billetes no mayores de 20.
- Llévelo al cementerio de Hillview. - ¿Al cementerio?
Tendrá que estar ahí a las 12.
Deje el coche a 100 metros de la entrada.
- Estaré vigilándola. - Sí.
Entre en el cementerio
y siga el camino de la derecha, el que lleva al mausoleo de William.
Espere allí cinco minutos y vuelva a su coche.
¿Dónde debo dejar el dinero?
Ya le informaré, y escuche, lleve a la niña.
No.
Déjela en el coche mientras espera en el mausoleo.
No puedo hacer eso.
No le pasará nada si usted se porta bien.
¿Tiene miedo de los cementerios?
Pues lo tendrá si llama a la policía.
No sé cómo pretende que haga eso.
Dejar a una niña sola en un coche a medianoche.
No puedo hacerlo, ninguna madre podría.
- Dígame una cosa. - ¿Qué?
¿Hacen estas cosas en la sección de ropa para niños?
Sí.
¿Por qué no pide uno y lo envuelve en una manta?
Puede que me vea al salir de mi apartamento.
Es posible. Llevará un bulto en la oscuridad.
- Temo que me falte valor. - Le apuesto otra comida a que no.
No contestes.
¿Diga? ¿Diga?
¿Diga?
- ¿Comunica? - No, está bien.
Recuerde, no responda al teléfono ni abra la puerta a nadie
¿Y qué pasa con el viejo? Tiene llave.
- Volveré antes que tío Max. - Váyase tranquila y diviértase.
- Confíe en mí, ¿qué es eso? - Sea buena y no haga preguntas.
Y cierre la puerta con el cerrojo.
Kate, ¿adónde vas a estas horas de la noche?
Volveré enseguida.
- ¿Necesitas ayuda? - No, gracias, puedo sola.
Ya han pasado los cinco minutos. Debe volver al coche.
Cógelo tú.
Perdone, ¿puede decirme dónde queda el bulevar Logon?
No, no puedo.
- Quizá sepa dónde está el bulevar. - No, no lo sé.
Es una hora muy peligrosa para que una mujer bonita ande sola.
- ¿Desea que la lleve a algún sitio? - Estoy esperando a un amigo.
- Tal vez yo sea ese amigo. - ¿Usted?
Sí, ¿qué tal si nos vamos a tomar unas copas por ahí?
Sólo bromeaba, no pretendía ofenderla.
Todo está bien, Sra. Martell.
Ese hombre no ha venido. No ha venido.
No iba a venir.
Es la fórmula que emplean los chantajistas.
Vamos, la llevaré de vuelta a casa.
- ¿La Sra. Angelino? - Sí.
Traigo un recado para usted. Soy amigo de su esposo.
¿Amigo de Vince? Por favor, pase.
- Pase. - Usted primero.
- ¿Tiene noticias de Vince? - Está bien, me escribió ayer.
- ¿Qué recado tiene para mí? - ¿Puedo leer esa carta?
- La tiene la Sra. Talini. - No hace falta, dígame qué decía.
Lo de siempre, que está bien, que trabaja en...
- Sí, ¿sólo decía eso? - Usted dijo que traía un recado.
¿Quién es, qué es lo que quiere? ¿Por qué ha cerrado con llave?
Las cartas que le escribe usted no me hacen ningún bien.
Empieza a pensar demasiado.
Y si lo hace, le clavaré un cuchillo en la espalda.
- Levánteme, por favor, siento que... - ¿Qué le pasa?
- ¿Qué está haciendo? - Perdone, soy ciega.
- Ni una palabra. - Julie, ¿estás en casa?
Volviendo a las cartas, no me gusta lo que escribe.
Le escribiré lo que quiera.
No me importa la ceguera, debe hacer lo que yo le diga.
¡No!
Se lo advierto.
Escuche, o deja de escribir a Vince,
o la próxima vez lo pagará caro.
¿Podría describirnos a ese hombre?
Era alto, más de 1,80. Pesaría unos 88 kilos.
¿Cómo lo sabe?
Calculo la estatura por la distancia que me separaba de su voz.
Y el ruido del suelo de la entrada. Si pesa más de 70 kilos, cruje.
- 81. - Se ha equivocado sólo por dos.
- ¿Podría determinar su edad? - Unos 35.
¿Algo más?
Sí, tenía una cicatriz en la mejilla derecha,
el pelo muy grasiento y muy corto.
Llevaba una chaqueta deportiva que le habrá costado mucho.
Eso también lo sé por el olor y el tacto.
- Otra cosa, creo que es boxeador. - ¿Por qué lo dice?
Tenía la oreja izquierda como...
- De coliflor. - Sí.
Es suficiente, gracias.
Deberíamos darle un puesto en nuestra oficina.
- ¿Pasará la noche con la Sra. Talini? - Si lo cree necesario.
- Pero no se asuste, no tengo miedo. - Adiós.
Tiene unos 35 años, 88 kilos, 1,80 de estatura, el pelo corto,
cicatriz en la mejilla, la oreja izquierda partida.
¿Se entrena aquí?
- No le conozco. - Ni yo tampoco.
Usa ropa de fantasía, una chaqueta deportiva.
- Y tiene el pelo corto. - Lo siento, no tengo ni idea.
Pesa más de 80 kilos, mide 1,80 de estatura.
Cicatriz en la mejilla derecha y oreja izquierda de coliflor.
Sí, le conozco. Peleaba hace un par de años.
- No quería entrenar y lo eché. - ¿Cómo se llama?
- ¿Ofrecen recompensa? - No.
Malo, no hay nada que estimule más que el dinero.
- Gracias, pero ¿cómo se llama? - Era una broma.
Su nombre es Matty Pavelich y vivía en el 1701 de la calle Palm.
Gracias.
Conozco mis derechos, no pueden detenerme sin razón.
¿No le dieron 50$ por conducir un coche robado?
Ya le he dicho que no. ¿Quién es ese Angelino?
Yo no tengo nada que ver con coches robados.
Mi abogado les denunciará por detención indebida.
No le hemos detenido, Sr. Pavelich. Queríamos interrogarle.
Ya han preguntado bastante y no sé nada, así que...
¿Sabe para qué le hemos traído aquí?
No.
Habla alto, no hay nada que temer.
Mire a ese hombre y díganos quién es.
Acérquese para verle mejor. No tenga miedo.
No le he visto en mi vida.
¿Han quedado ya satisfechos? Déjenme salir.
Este chico no me conoce y yo a él tampoco.
Le pagó por conducir un coche robado.
Es de la banda que pasa coches al otro lado de la frontera.
- Usted lo sabía, ¿no? - No, nunca le había visto antes.
- Bueno, lleváoslo. - Vamos.
No hay acusación contra mí, ¿puedo irme?
La policía desea saber por qué golpeó a una mujer.
- Está loco, ¿a qué mujer? - Resultó gravemente herida.
Tiene fractura de clavícula, lesión en el brazo y más contusiones.
Jake no tolera estas cosas.
Usted está atrapado. Ella le ha identificado.
No puede, pero si es...
Ciega.
¿Qué?
Sí, es ciega.
¿Qué le ha hecho a mi mujer?
¿Qué le ha hecho? ¡Voy a matarle!
¡Voy a matarle, canalla! ¡Voy a matarle!
¡Basta!
¡Vamos, cálmese!
Angelino.
¿Quiere hacer otra declaración?
Ya lo creo.
- ¡Ahora mismo! - Bueno, ya está, llévatelo.
Vamos, Vince.
Ese no sabe de lo que habla.
Esto es una trampa, ustedes no me asustan.
Volvamos a usted, Pavelich. ¿Dónde estuvo la noche del jueves?
¿El jueves?
¿Cómo que la noche del jueves? Ustedes no me asustan.
- ¿Dónde estuvo la noche del jueves? - No sé de qué me habla.
Un policía fue asesinado esa noche.
- ¿Dónde estuvo el jueves? - Yo no he matado a nadie.
El jueves no estaba en California. ¡Estaba en Arizona, se lo juro!
¡Estaba trabajando en Arizona!
- ¡Tengo cinco testigos! - Siéntese.
Oiga.
¿Aún tengo que volver?
Hablaremos de eso después de su declaración.
Entre.
Julie.
Telegrafiaré a Washington. Muchas gracias.
La policía de Phoenix confirma las palabras de Pavelich.
Es el jefe de la banda.
- Le felicito, Ripley. - Gracias.
La presencia de Pavelich en Phoenix, Arizona,
la noche del asesinato de Stewart quedó confirmada.
Sólo restaba una posibilidad, el caso Martell.
El asesino y el chantajista tenían que ser la misma persona.
El agente Ripley volvió sobre los datos conocidos.
Estas son las personas que mejor conocen a la Sra. Martell.
La primera, Max Charles Martell, tío de su difunto esposo.
Vigilante nocturno.
En 1937 fue despedido por juego ilícito.
En 1938 fue detenido
por intento de fraude contra la señora Belle Oblock.
Conducta: irregular.
Alex Shurk, contable y vecino de la víctima.
Gana 86$ a la semana.
Sus únicos bienes son el coche y los muebles.
El banco local le considera un buen cumplidor.
Conducta: irregular.
Dave Millson, corredor de fincas,
amigo de la víctima y de su difunto esposo.
Vive por encima de lo que puede permitirse.
A menudo se le ve acompañado de mujeres de dudosa reputación.
Conducta: irregular.
Louis Callow, cartero.
Casado hace 18 años. Tiene tres hijos.
Conducta: muy buena.
- Muchas gracias. - De nada.
- Es preciosa, ¿quién la envía? - El Sr. Ripley.
¿Le recuerdas? Os presenté en la cafetería.
¿A quién intenta impresionar?
Voy a traerle a la niña una muñeca enorme.
- ¿Dónde puedo esconder esto? - En casa de los Shurk.
No quiero molestar a Alex. Amaba su trabajo.
Yo me la llevaré y la traeré mañana a la fiesta.
Gracias, Dave.
Oye.
Eres muy bueno cuando quieres serlo.
Debe haberse divertido mirando por la cerradura.
Bueno, adiós. Vendré temprano mañana para ayudar.
- ¿No quieres quedarte a cenar? - No, muchas gracias.
- Adiós, Dave. - Hasta mañana.
No comprendo cómo soportas a ese tipo.
Eso no es de tu incumbencia.
- Él quiere el seguro de Bill. - Mira quién habla.
- Yo sólo... - Escucha.
Deja de entrar en mi dormitorio,
de molestar a la Sra. Downes
y de husmear en mi vida privada.
Si vuelves a hacerlo, te echo para siempre.
Lo digo totalmente en serio.
Debí decirlo hace mucho tiempo. ¡Déjame en paz!
Aquí tiene.
- Mamá, mira. - Gracias, Rip.
Cuánto me alegro de que pase este día con nosotras.
¿Ves todas esas palomas? Yo veo muchas, tráeme una.
- Necesitaba compañía. - Igual que yo.
Es curioso.
No comprendo a las personas que descansan en sus casas.
Yo prefiero trabajar las 24 horas del día.
No me gusta descansar.
En cambio, yo estoy deseando descansar.
Ahora estoy en continuo sobresalto.
Ni siquiera sé si debo celebrar el cumpleaños de Vicki.
Debe hacerlo, eso facilitará nuestra tarea.
Claro.
- Mira. - Las velas.
¡Silencio todo el mundo! La niña debe apagar todas las velas.
- Tienes que pedir un deseo. - Algo muy bueno.
- ¿Ya has pensado? - Vamos, sóplalas.
- Apágalas tú. - No, es tu cumpleaños.
Debes hacerlo tú, echa un buen soplido.
Uno, dos, tres, ¡bien!
Se tomaron las huellas dactilares de los invitados a la fiesta,
para enviarlas a Washington.
La conversación de los invitados también fue grabada
y enviada a un especialista para compararla con las expresiones
empleadas por el chantajista en sus llamadas.
Como saben, la ciencia de la semántica
determina con precisión la identidad de un sujeto en un grupo,
separando las palabras empleadas por cada individuo de ese grupo
y comparando los resultados.
Acabo de terminar mi trabajo sobre la fiesta de cumpleaños.
Vamos a comparar las palabras y expresiones
que emplearon los invitados A, B, C, D y E.
- Al habla la Sra. Martell. - ¿Ha hablado con el FBI?
- ¿Me oye? - Sí.
Lo sé todo.
El lunes la niña fue al parque con la vieja.
El martes, al dentista.
El miércoles fue con la vieja al mercado.
Y el domingo estuvo en el parque, ¿recuerda la pelota de goma?
Entonces pude matarla.
- ¿No me cree? - Sí.
bien, anote esto. Y esta vez no recurra al FBI.
Si de verdad quiere a su hija, coja todo en billetes de 10 y 20.
Suba un kilómetro hacia el Paseo de Toronto.
Esté allí a las dos, ¿entendido? A las dos en el Paseo de Toronto.
Deje el coche en el sitio.
Verá un montón de piedras. Mire debajo de ellas.
- ¿Entendido? - Sí.
Y no lo olvide, la boca cerrada.
- Sra. Downes. - ¿Qué le pasa?
- ¿Vicki está dormida? - Sí.
- Debo hablar con usted. - ¿Pero qué le ocurre?
Alguien me extorsiona con matar a la niña.
- ¿Quién es? - No lo sé.
Ha llamado hace media hora y quiere que coja el dinero
y que lo lleve hasta el Paseo de Toronto.
Analicemos las frases empleadas por los invitados A, B, C, D y E
y comparémoslas con las expresiones utilizadas por el chantajista.
Un momento, profesor. Al habla Pace.
Sí, Sr. Kuppol, muchísimas gracias.
Rip, era el cajero del banco.
- Kate Martell ha sacado el dinero. - Vamos, discúlpenos, profesor.
- ¿Adónde ha ido? - Fuera.
- Sí, ¿pero adónde? - No lo ha dicho.
Es lógica su fidelidad, pero su vida puede estar en peligro.
- Oh, no. - Cada minuto cuenta.
Dijo que a un kilómetro del Paseo de Toronto.
Toronto Drive, vamos.
La similitud de expresión entre el chantajista y el invitado A
nos hace pensar que el invitado A es el chantajista.
De Washington.
Huella número tres de la fiesta idéntica a la de Thomas Gibson,
acusado de chantaje en Cleveland en 1946.
Con el alias de Joe Connor, chantajeó a una mujer en Filadelfia.
Como Fred Thompson, extorsionó a otra en 1950.
La huella número tres pertenece al invitado A, profesor.
La víctima va al Paseo de Toronto, la estamos siguiendo.
PONGA EL DINERO DEBAJO DE LA LETRA W
¿Ha visto un descapotable conducido por una mujer?
Sí, se ha detenido aquí hace un momento.
¿Adónde ha ido?
- ¿Ve ese anuncio? - Gracias, vamos.
¡Dave!
Exacto, el buenazo amigo de la familia.
Sólo que jamás conocí a tu marido.
Lo primero que supe es que te había dejado 10.000$.
Me lo has hecho pasar mal, Kate.
Hasta tuve que matar a Brenda Ralles y a uno del FBI por este dinero.
No.
No.
¡No se lo diré a nadie, te lo prometo!
¡Suéltame, Dave, no se lo diré a nadie!
¡Dave, no!
Él la llevará a su casa.
- Rip, no sé qué decirle. - No diga nada, tome.
Gracias.
Vamos, Rip.
A veces conoces a personas encantadoras.
FIN