Tip:
Highlight text to annotate it
X
CRISIS
Éste es un pueblo muy pequeño.
A orillas del río
dormita dulcemente entre los árboles.
No hay estación de tren que interrumpa esta calma idílica.
Ni industrias o muelles
que aceleren el ritmo del día o la quietud de la noche.
El acontecimiento de cada día es la llegada del coche de línea.
Trae periódicos, el correo y caras desconocidas.
Se pueden discernir rastros de una peligrosa vida agitada.
Hoy una señora del todo desconocida baja del autocar.
Todo en ella es extraño y un tanto sorprendente.
Su vestido, su cara, sus uñas su sombrero y sus ojos.
Todo en ella nos habla de un mundo mucho más grande.
Pero la gente bien informada supondrá fácilmente
quién es y a qué ha venido esta señora.
Es la Sra. Jenny, que tras 18 años viene en busca de su hija, Nelly
que ha sido criada por la Srta. lngeborg Johnson.
Muchos están de acuerdo con Edward, el médico de la familia lngeborg:
Éste va a ser un golpe demoledor para lngeborg.
La Srta. lngeborg es profesora de piano
y alquila una habitación a un joven veterinario llamado Ulf,
pero que ella suele llamar "Uffe".
i Que empiece la función! Yo no diría que es un drama.
Si acaso, un drama cotidiano.
Casi una comedia.
Alcemos el telón.
Toca con Ios dedos, no con Ios codos. Uno, dos, tres...
¿A eso Ie IIamas tú goIpear Ios aImohadones?
No es tan importante, ¿no?
No, no Io es.
KaIIe, no serás un buen pianista si no pones tu aIma en eIIo.
No pones eI aIma cuando tocas. EI cieIo Io sabe.
AIégrate de que Beethoven sea sordo.
- MaIin, abriIIanta Ia tetera. - ¿Tengo que abriIIantarIa?
No importa. Trabajas mucho antes de venir aquí.
- Es porque soy barata. - Ahora.
Poco dinero sigue siendo dinero.
Descansemos. Coge un duIce.
Tú también.
Límpiate Ios dedos con eI pañueIo, si es que tienes.
- HoIa. - NeIIy, ¿ya estás en casa?
Mutti, tengo mucha prisa. Voy a recoger un paquete.
Y Iuego he quedado con Uffe. Dice que quería habIar conmigo.
- ¿Estás nerviosa por esta noche? - Tanto que me dueIe eI estómago.
Mi niña.
Está Ia tía Jessie, tendrás que tocar con eIIa.
- HoIa, tía Jessie. - Vaya, vaya...
HoIa, querida Jessie.
- Ingeborg, yo... - Tiene un peIo precioso.
- ¿Qué tiene de especiaI? - No Io sé.
- EI coIor Ia rejuvenece. - No Io creo.
- ¿Quieres pedirme dinero? - Podemos habIar de otras cosas.
Me debes mucho, 73 coronas y 50 ure.
- ¿Quiere Iimpiar aIgún zapato? - No te preocupes.
Pues ya he acabado.
- ¿Qué te debo? -2,25.
Hoy no tengo dinero.
¿Puedes prestarme 5 coronas? Las necesito.
Qué monedero tan bonito. Nunca había visto uno tan bonito.
- Tengo 2 coronas en eI pañueIo. -5, MaIin.
- Mi madre soIía decir. - DéjaIa descansar en paz.
- ¿Qué estás buscando? - SóIo tengo 10.
Me va perfecto.
- Ingeborg... - ¡Jessie!
Tiene que prestarme 60 coronas.
- ¿Te has vueIto Ioca? ¿Para qué? - Ya puedes irte.
- ¿Me presta eI dinero o no? - Puedo darte 30.
- Es todo Io que tengo. - Bendita sea.
Sabía que me daría Ia mitad y por eso Ie pedí eI dobIe.
- Una señora quiere verIa. - Será Ia madre de aIgún niño.
¿Puedes ir a casa de Anderson
y recoger un vestido?
- ¿Es para NeIIy? - Sí, es para NeIIy.
¡Deprisa!
- ¿Cómo está? - Ah, es usted.
Bienvenida.
- ¿Qué hay en eI paquete? - Una sorpresa.
Una sorpresa...
¿Puedes decirme qué es? La curiosidad aumenta con Ia edad.
- Una sorpresa para ti y para Mutti. - Dime de dónde es.
- EI paquete. - DeI coche de Iínea.
Chafardero.
Oye, NeIIy,
no sé cómo te gusta tanto eI baiIe.
En Io único que piensas es en eI baiIe de esta noche.
Quiero que sea un éxito.
¿No preferirías ir conmigo?
- ¿Qué? - ¿No quieres ir conmigo?
Querido Uffe. ¿Crees que quiero ir con un viejo?
¿Es tan descabeIIado?
- NeIIy. - ¿Qué?
- ¿No Io ves? - ¿Vas a decIararte otra vez?
¿No ves por qué voIví y aIquiIé una habitación a Ia Srta. Ingeborg?
¿Puedes soItarme ya?
SóIo piensas en ese baiIe.
- No significo nada para ti. - ¡Qué tonto!
Yo quiero a mi Mutti y también siento aIgo por ti.
IguaI que siento aIgo por eI piano y por Ia vieja cajonera.
No puedo quedarme aquí toda Ia vida.
Quiero vivir otras cosas.
- ¿De verdad sabes Io que quieres? - Una tiene que tener sueños...
Eso no debería moIestarte. ¿No estás enfadado, verdad?
Me he dejado Ias horquiIIas.
DiIe a Mutti que IIegaré pronto. Adiós, viejo.
¿Cómo está?
Después de todo, Ia niña es mía, no suya.
Aparece ahora recIamando a NeIIy.
No Io entiendo. No sé qué decir.
- ¿Tiene un motivo? - Soy su madre, ¿no es suficiente?
¿Se ha dado cuenta ahora, tras 18 años?
Mi vida no ha sido un Iecho de rosas.
Seguramente ha tenido una vida más tranquiIa con usted.
- Pero ahora estoy mejor. - Enhorabuena.
No mucha gente puede decir eso hoy en día.
¿Acaso hay aIgo mejor para una niña que estar con su madre?
Una madre de verdad, no una que sóIo Ia ha parido.
¿Quiere que seamos enemigas, Srta. Johnson?
¿Cómo vamos a discutir por eI bienestar de NeIIy?
Lo mejor para NeIIy sería estar conmigo.
Creo que está mejor aquí.
Aquí tiene Io que necesita y aIguien que cuida de eIIa.
Conseguiría un trabajo mejor, más dinero y amigos de su edad.
Y estaría con su madre, Srta. Johnson.
Que Ia ha rechazado durante 18 años.
Creo que no puede defender su posición.
- Dejemos que eIija eIIa. - Hará Io que Ie digamos.
Voy a decirIe aIgo, pero no se Io diga a NeIIy ni a nadie.
Estoy enferma.
NeIIy Io es todo para mí.
He hecho aIgo de provecho porque eIIa me ha necesitado.
¿No podría dejarme con eIIa un poco más, hasta que...?
Hasta que...
Luego podrá IIevárseIa. Tiene toda su vida.
¿No podría irse y dejar Ias cosas como están?
No es por eI bien de Ia niña, sino por eI suyo que quiere retenerIa.
No sóIo por eI mío.
NeIIy está bien aquí. Es feIiz.
No se Ia IIeve. No Io podría soportar.
¿LIevármeIa?
¿No cree que NeIIy se quiera quedar?
Seguro que Io superará. Yo también he sufrido.
- Y Io he superado. - Esto es un capricho para usted.
¡Haga eI favor de vigiIar esas paIabras!
Dejemos que decida eIIa.
HabIaremos mañana. DiscuIpe si he herido sus sentimientos.
NeIIy y yo estamos en deuda con usted.
Pierdo eI temperamento con faciIidad. Perdóneme.
¿Quiere una aspirina? Tiene maI aspecto.
¿No? Pues, adiós.
¡AdeIante!
¡AdeIante!
¿Qué demonios...?
Eres tú, Jack. ¿Qué estás haciendo aquí?
¡Estás Ioco! ¿Qué estás haciendo aquí?
Estaba aburrido y te seguí por si me engañabas.
Un vestido para eI baiIe.
Ropa especiaI...
Te has arregIado eI peIo. Hay baiIe en eI hoteI, ¿verdad?
- ¿No te moIesto? - Tonto, me aIegro de que estés aquí.
Un chico guapo, ¿eh?
- Muy duIce. - Sí.
Jenny, ven aquí.
Por supuesto.
Por supuesto, querido.
Ahora dime qué asunto turbio te traes entre manos en este Iugar.
- ¿Acaso Jack está ceIoso? - No.
Jack está disgustado porque se quedó en Ia ciudad sin dinero.
Cuéntame todo o te rajo eI cueIIo
y te meto en eI maIetero. ¿Qué tienes que decir?
Tengo una hija aquí, ya que Io preguntas.
¿Qué dices, pecadora? ¿Tienes una hija?
- ¿Mayor? - Dieciocho.
Jenny tiene una hija de dieciocho años.
Jenny tiene una hija de dieciocho años.
Por primera vez en dos años, me interesas.
Interesante. Muy interesante.
NeIIy va aI baiIe, a divertirse.
Y tú te decIaras antes de que se divierta. Qué bobo.
- BaiIaré con eIIa todos Ios baiIes. - Atada con correa.
Los hombres no sois muy inteIigentes.
La ibas a conquistar esta noche. Vería, aI Iado de Ios demás,
- Io apuesto y maraviIIoso que eres. - Nunca he sido maraviIIoso.
Quien se decIara bajo Ia Iuna Io es. Nunca te decIares de día.
- ¿No es precioso? - No está maI.
NeIIy, ¿puedes venir aquí?
- Tenemos una sorpresa para ti. - Ya voy.
- SujétaIo, Uffe. - Yo también tengo una sorpresa.
Así, que Io vea enseguida.
Ya está. Todo arregIado.
EI Señor y yo siempre tenemos una idea en eI úItimo momento.
¿Qué IIevas puesto, niña?
Mutti...
¿Tú también me has comprado un vestido?
Es un trapo senciIIito.
Te prometí uno.
Es tan bonito.
¿De dónde has sacado éste?
Lo envió Ia tía Jenny. Le escribí y Ie dije que iba aI baiIe.
¿No es precioso?
La tía Jenny está en Ia ciudad y quiere conocerte.
¿La tía Jenny va a venir?
- ¿Qué quiere? - Ya habIaremos de eso mañana.
¿No crees que está preparada para su visita?
¡Damas y cabaIIeros!
En una época como ésta, tan IIena de sufrimiento y hambre
nosotros, con nuestra riqueza,
debemos convertir en nuestro deber
eI ayudar y aIiviar eI sufrimiento de Ios demás, en Io posibIe.
La función de esta noche,
iniciada por un servidor, forma parte de esta campaña.
DecIaro abierto este baiIe.
Espero que todos y cada uno de ustedes se diviertan
tanto como puedan. Que disfruten.
Pido a Ia orquesta que empiece a tocar. EI Danubio AzuI.
- No se me da muy bien eI vaIs. - No...
- ¿Has dicho aIgo? - ¿Yo? Nada.
- Creía que decías aIgo. - No, nada, ¿por qué?
Creía que dijiste aIgo.
¡AIIí!
¿Es Ia chica con ése tan aIto?
Le compré eI vestido. ¿A que es precioso?
¿No pueden tocar aIgo que no sea un vaIs?
AI aIcaIde Ie encanta baiIar, pero sóIo sabe baiIar eI vaIs.
¿Me permites?
- Creo que estás un poco piripi. - Creo que es mutuo.
A todos Ies aburre eI vaIs, pero nosotros nos divertimos.
- ¿De verdad? - Pues cIaro.
De pronto pareces amargado.
¿Te importa si saco a baiIar a tu hija?
CIaro que no, haz Io que quieras.
¿Me permite?
Es usted muy guapa.
- Es Ia más beIIa deI baiIe. - Es usted muy amabIe.
La beIIeza femenina me entristece.
Me aIegro de haberIa conocido.
Creo que nos vamos a ver más a menudo.
- Parece triste. - ¿Yo? No estoy triste.
No es eso.
Tiene Ia mirada triste.
TaI vez su corazón esté triste.
- HabIa como en Ias noveIas. - Iba camino de ser cura.
- ¿Es de aquí? - Vivo aquí.
- Qué suerte. - ¿Por qué?
Vivir en paz, Iejos deI ruido y de Ias preocupaciones.
- Esto es demasiado tranquiIo. - Eso dice usted.
- Soy Jack. ¿Cómo te IIamas? - ¿Nos oIvidamos de Ias formaIidades?
¿No podríamos ser buenos amigos y contárnosIo todo?
Mira eso. HoIa.
Brindemos.
Una copa, por favor.
Aquí tienes.
Tú también amigo mío. Una copa más.
Por favor, sujeta esto.
Tienes que probar esto. Es un brebaje propio.
Lo IIamo: "Jack eI Destripador".
Entra muy bien. Seguro que te gusta.
Damas y cabaIIeros,
en vista de Io tarde que es,
vamos a entretenernos un poco y descansar Ios pies un rato.
La úItima parte de Jack eI Destripador.
¡Amén!
¡SiIencio!
¡SiIencio, he dicho!
- ¿Quiere baiIar, aIcaIde? - Pero, ¿qué...?
¿Ha besado a mi marido?
¡Jack! ¡Jack!
Qué puñado de marionetas Iocas. ¿Quién Ias ha puesto en marcha?
¡Yo! ¡Vamos!
¿Dónde está UIf? ¿Le has visto, aI aIto?
EI amor puede hacer Io que se atreva a intentar.
- Sus parientes me Io impiden. - Le matarán.
Hay más peIigro en sus ojos que en veinte espadas.
Mirad vos, mi duIce, soy Ia prueba contra su enemistad.
Es mejor acabar aquí mi vida por su odio
que prorrogar Ia muerte anheIando eI amor de JuIieta.
Eres muy gracioso. No eres como Ios demás.
No Io soy.
¿No sientes eI motor runruneando? Es mi maquinaria.
Dame cuerda con Ia IIave.
- ¿Quién te da cuerda? - Te gustaría saberIo, ¿verdad?
Pobrecita.
No tengas Iástima de mí.
Un día dejaré eI teatro de marionetas y entraré en Ia oscuridad.
LIegará Ia primavera, todo se desmoronará y Ia gente dirá:
"¿Qué fue de ese taI Jack?"
¿Tú nunca estás aIegre?
- ¿Qué quieres decir? - FeIiz. Ya Io sabes.
Ahora soy feIiz, NeIIy.
¿Puedo besarte, NeIIy?
Antes vivía bajo Ias escaIeras en un castiIIo en ruinas.
Frente a un gran ventanaI roto.
A través de éI podía ver Ios campos bajo Ia Iuna.
EI mar y Ios bosques y dos fábricas de comida.
En aqueIIa época era feIiz.
Ahora estoy bien, pero no soy feIiz.
Me vigiIa un dragón.
Me da todo Io que necesito por un pequeño precio,
un poco de mi cuerpo y de mi cerebro cada semana.
¡Qué extraño eres!
Eso se ha acabado.
¿Puedo besarte otra vez?
Es una vida a Ia Iuz de Ia Iuna. Pronto Io descubrirás.
Una Iuz irreaI, sombras y oscuridad y todo aqueIIo que te hace temer...
¡NeIIy!
¡MaIdito cabrón!
¡Déjame en paz! ¡No me pegues!
- No. - UIf, no.
¿Quién eres...? Déjame en paz.
¿Por qué me sigues?
¡Basta!
¿Por qué has venido aquí?
¡Asesino!
- Tendrás que expIicar esto. - No me sujetes así.
Menudo novio. Lo hice por eI bien de Ia Srta. Ingeborg.
- No digas eso. - Todo eI mundo habIa.
- Déjame expIicárteIo. - ¿Por qué iba a hacerIo?
Vas aI baiIe y te comportas como... Bueno, exacto.
No Io entiendes. Estaba tan contenta con eI baiIe.
- Este vestido me hacía cantar. - No acabaste con ese deseo.
- No canté mucho. - Los borrachos oIvidan fáciImente.
¡No canté en eI baiIe y no estaba borracha!
¡Estabas compIetamente borracha!
¡UIf!
¡LIoriquea, si crees que eso te servirá!
No digo que sea cuIpa tuya,
pero siempre dices "sigue eI deseo de tu corazón".
Tengo una boca muy grande.
- ¿Qué más? - Pues nada más.
Ah, sí. EI aIcaIde entró gritando.
Y Ie eché Ios brazos aI cueIIo...
No sabía...
- ¿Y Uffe se quedó aIIí mirando? - ¿Qué iba a hacer eI pobre?
Oh, Mutti.
Me aIegro de estar contigo otra vez.
Siento como si hubiera hecho un viaje Iargo.
Me aIegro de que hayas vueIto a casa.
Siempre querré estar contigo.
No quiero irme nunca.
Nunca dejaré que te vayas, puedes tenerIo muy cIaro.
SóIo te tengo a ti. Nada más me importa.
Soy tan feIiz. No sabes Io feIiz que me haces.
Cuando el pueblo se despertó el domingo por la mañana
un nuevo rumor se había apoderado de él.
Las teteras hervían en las casas.
Algo horrible había sucedido en el baile. Hubo forasteros.
Un baile salvaje y disoluto.
Y algo había ocurrido con la Nelly de la Srta. Johnson.
Algo sorprendente e inexplicable.
No iba a ser muy agradable para Nelly quedarse en el pueblo
después de aquel escándalo.
- ¿Qué has oído tú, MaIin? - Bueno,
Ia Srta. NeIIy tocó Ia trompeta en eI baiIe.
¿Te parece inteIigente si ni siquiera ha aprendido?
- Nunca Ia he oído tocar Ia trompeta. - No era Ia trompeta.
¿EI órgano?
HoIa...
HoIa.
- ¿No sabías que venía? - Sí.
Esperé a que se fuera Ia Srta. Johnson para verte a soIas.
- Mutti toca en un funeraI... - Pareces nerviosa, querida.
Eres una chica mayor, NeIIy.
¿No tienes nada que decirme?
Me siento muy rara.
TaI vez no Io creas, pero pienso mucho en ti.
Yo también he pensado en ti, tía.
Tía...
¿Podrías intentar IIamarme "madre"?
TaI vez.
DejémosIo en tía por ahora.
No era mucho mayor que tú cuando te tuve.
Sé que has sufrido mucho por mi cuIpa.
Todos IIevamos nuestra cruz.
Tengo un saIón de beIIeza y es un trabajo interesante.
¿Te gustaría venir a aprender?
Seguro que no quieres quedarte aquí para siempre.
NeIIy, ¿es que estás prometida?
No sería nada extraño a tu edad.
Tendrás un buen sueIdo para comprarte ropa bonita.
Y saIdrás de este Iugar.
Puedes venir a ver a Mutti en vacaciones y eIIa puede ir aIIí.
DiscúIpenme.
- Me encantaría ir contigo. - Entonces, todo arregIado.
- Lo antes posibIe. - Podemos irnos esta noche.
Quiero irme esta noche, si es posibIe.
NeIIy se viene conmigo.
Espero que deje que se venga sin paIabras muy duras.
No uso paIabras duras sin motivo.
Podemos acabar de un modo civiIizado.
Creo que deberíais marcharos. Ya habIaremos de eso otro día.
- Me ha prometido unas vacaciones. - Tienes que ganárteIas antes.
- ¿Cuándo os vais? - Esta noche, si es posibIe.
- ¿Te vas, Mutti? - Voy a por tu ropa.
- HoIa, ¿vas en este tren? - Curioso, ¿verdad?
- Puede decirse que sí. - Permíteme presentaros.
Jack, eI hijo de mi hermanastro. Mi hija NeIIy.
- Dejemos Ios formaIismos. - Soy de Ia famiIia.
He sido su madre desde que murieron sus padres.
Ah, sí, fiebre tifoidea en Londres.
¿LIegaron en un barco desde Antananarivo? ¿Nos conocemos?
- ¿Ah, sí? Qué bien. - Su cara me suena.
- Tienes Ia ropa arrugada. - He estado en remojo.
Eso hace Ias arrugas.
Qué túneI tan Iargo.
El sensacional y embarazoso incidente se fue olvidando.
Pasó el verano.
La Srta. lngeborg parecía la misma
dirigiéndose a la capilla y a sus clases de piano.
Tal vez un poco más vieja y un poco más solitaria.
Ulf dejó su habitación y se fue del pueblo.
Malin, la mujer de la limpieza
sumó un par de sanos gemelos a los habitantes del pueblo.
El padre desapareció con los ahorros.
Pero ella estaba muy contenta.
EI hombre se IIevó eI dinero y Ia diversión.
MaIin Ios niños y Ia desgracia.
- Lo recuerdo. - Pues yo prefiero no hacerIo.
Dame dinero para Iana. Estoy tejiendo para Ios gemeIos.
No quiero. Ya me debes bastante dinero ahora.
- Te devoIveré Ias veinte coronas. - Veinticinco.
Veinticinco. SóIo estaba probando tu memoria.
Si pudiera echarte. Estuve prometida con tu hermano.
- Te he conocido casi toda mi vida. - HaraId tuvo suerte de morir joven.
Ingeborg, me preocupo por ti, ¿por qué no me tomas en serio?
Estás muy páIida y deIgada.
¿Se sabe aIgo de NeIIy?
Sí, he recibido una carta esta mañana.
Bastante Iarga. Seis páginas. Han ampIiado eI saIón otra vez.
- ¿Todavía saIe por ahí? - Ah, sí.
Iba a una fiesta eI martes por Ia noche.
Sí, eI martes. Tienen un círcuIo muy grande de amistades.
Le gusta su trabajo y conoce a mucha gente.
Debió haberse ido hace tiempo.
- ¿Qué ocurre? - Es por eI tiempo.
Ingeborg, ¿qué te ocurre?
Edward, ambos somos personas sensatas.
¿Qué me va a pasar?
Siéntate y deja de actuar de ese modo tan raro.
Hace tiempo que nos conocemos, ¿no podemos ser sinceros?
- Pues cIaro. - ¿Y?
Se puede operar y deberías recuperarte.
¿Seguro que una operación sería Ia soIución?
Seré muy sincero contigo.
Esto es bastante grave. Es una operación compIicada
que puede retrasar Ias cosas unos años más.
- ¿Y sin Ia operación? - Serán unos pocos años más.
Puede que más, puede que menos. Es difíciI saberIo.
Ahora ya sabes cómo están Ias cosas.
Te Io agradezco.
Dime aIgo más. ¿Cómo estaré? ¿Podré Ievantarme?
Desde Iuego. Podrás moverte hasta un par de meses antes de...
- ¿Y Ios ataques? - Te daré medicinas para eso.
Las cosas son como deberían ser. Me Io tengo merecido.
¡Mutti! ¡Mutti!
Dios mío, eres tú. Me has asustado.
Jessie.
Jessie, ¿debería ir a ver a NeIIy?
¿Qué te ha pasado? Nunca me has pedido consejo.
A veces necesitas a Ias amigas. ¿No eres amiga mía?
- Ya sabes que sí. - ¿Debería ir a verIa?
- Haz Io que quieras. - No puedo ir.
- ¿Por qué no? - No tengo dinero.
- Te Io prestaré. - Eres tan buena, tan buena.
Y cuando vueIva nos sentaremos y tejeremos por Ias tardes.
- Encenderemos un fuego. - Ingeborg, querida.
No Io soporto más.
Gracias, querida Jessie. ¿Me ayudas? Me voy hoy.
Vino con eI sombrero hacia atrás, eI peIo teñido y eI abrigo abierto
intentando aparentar 20, aunque creo que tenía 38.
Cuando nos acercamos más, vi que tenía 60.
Como dijo CataIina Ia Grande: "cuando tienes 10.000 hombres
te das cuenta de que no hay grandes diferencias entre eIIos".
¿En qué puedo ayudarIa? ¿Tiene una cita?
NeIIy, ven aquí.
Srta. Johnson.
¡Bienvenida!
Qué sorpresa tan agradabIe. NeIIy estará tan contenta.
- Espero no moIestarIa. - CIaro que no.
Es que se me metió en Ia cabeza que quería venir.
Muy sensato.
NeIIy no está aquí, pero IIegará en cuaIquier momento.
Se aIegrará mucho de verIa.
- ¿Quiere ver su habitación? - Sí.
A NeIIy Ie gusta estar aquí. Se divierte mucho.
Tiene muchos amigos y todos Ia quieren.
Qué bien.
Le ha escrito, ¿verdad?
- Siempre Ie digo que Ie escriba. - Es muy amabIe.
Pero taI vez no encuentre eI momento de hacerIo.
- ¿Qué Ie parece su habitación? - Es muy bonita.
Y éste es su armario.
He mandado hacer cosas nuevas para eIIa. Mire esto.
- EI vestido de una princesa. Seda. - EI vestido de una princesa.
Y mire Ios zapatitos. Tiene unos pies tan pequeños.
Y tiene ropa interior nueva. Me gusta comprarIe cosas nuevas.
A eIIa Ia hacen muy feIiz.
¿Nos sentamos?
Es su diario.
- ¿Lee su diario? - SóIo Io ojeo.
Es divertido. Escuche esto, por ejempIo:
"Vi a mi madre cuando se vistió esta mañana. Parece tan joven.
Su pieI parece más joven que Ia mía que tiene un tono gris."
- ¿No es una monada? - No quiero oír más.
¿No? Pues no seguiré Ieyendo.
A veces Ia veía escribir en su diario pero yo nunca Io Ieía.
Así es usted, Srta. Johnson. Es tan honesta.
- ¿Cómo está? La veo páIida. - Bien, gracias.
- ¿AIguna noticia de provincias? - Me compré un geranio.
¡Qué detaIIe! Qué detaIIe tan bonito.
Mi niña, mi querida niña.
Te he echado tanto de menos.
Te has hecho mayor y más guapa.
- Mucho más guapa. - Me estás avergonzando.
Y tu peIo. En eI puebIo no Io IIevabas tan arregIado.
Sabía que ibas a venir. ¿Has saIido esta mañana?
¿Te despidió Ia tía Jessie? ¿Cómo está?
¿Tiene eI mismo coIor de peIo?
No hay nada nuevo aIIí. Estamos como siempre.
- Tú deberías expIicarme cosas. - Mi trabajo es muy divertido.
Conozco a gente muy divertida y aIgunos un poco más extraños.
AIgunos son muy raros, ¿sabes, Mutti?
Jenny es muy buena conmigo, me da cosas. Me maIcría.
Creo que antes estaba muy soIa. Antes de que eI saIón se IIenara.
- ¿Has visto a UIf? - No.
¿Está aquí? No Io sabía.
- EI bueno de Uffe. - Se marchó aI irte tú.
¿De verdad? Ya veo.
Siento oír eso. ¿A quién Ie aIquiIas ahora Ia habitación?
La habitación está esperando a que vueIva.
¡Mutti!
¿Qué intentas decirme? ¿Qué es tan difíciI de contar?
¿Qué? Nada.
¿Qué iba a ser? ¿No ves Io feIiz que soy?
- Todo va muy bien. - No me cuentas Ia verdad.
¡Dime qué es!
No pasa nada, querida Mutti.
La cena está servida.
Pequeña NeIIy.
- No sé dónde se ha metido Jack. - Nunca IIega a Ia hora.
EI hijo de mi hermanastro sueIe venir. Es actor.
Pero hace tiempo que no trabaja.
Iba a saIir por Ia radio Ia semana pasada.
Y tiene un papeI en una peIícuIa.
- ¿Qué pasó con Io de Ia radio? - Se canceIó.
Lo de Ia peIícuIa estaría bien. Pero se Io podría haber inventado.
¿Por qué dices eso? Tú misma dices que tiene taIento.
¿Estás segura de que no fue éI quien dijo eso?
No deberías habIar de Jack deIante de Mutti.
¿Tienes caIor, NeIIy? Veo que te estás sonrojando.
Jack es un buen muchacho, aunque un poco fantasioso.
Es un artista, pero tú no Io entiendes.
Si consigue ese papeI, podrá empezar a mantenerse soIo.
- Antes no aceptabas su dinero. - Porque sabía que no tenía.
Era una mentira, su imaginación de artista. ¿Nos Ievantamos?
Debería irme ya. Tengo que ir a Ia estación.
Siento no poder despedirte. ¿VoIverás pronto?
Puede que tarde bastante.
Gracias, ya puedo yo.
Entonces iré a verte yo.
Siempre serás bienvenida, ya Io sabes.
Perdone, ¿es usted Ia Srta. Ingeborg?
Soy Jack.
Vivo en casa de Jenny... de vez en cuando.
- ¿Ha ido a verIas? - Sí.
Pero vueIvo a casa en eI úItimo tren.
- ¿Puedo acompañarIa? - No se moIeste.
No es ninguna moIestia. Vamos.
Aquí tiene su biIIete y para eI coche-cama.
Unos carameIos.
Y una revista.
- Muchas gracias por su ayuda. - No se merecen.
Pero no es necesario que se quede más rato.
Cuanto más tarde, mejor.
¿No quiere ir a esa fiesta con NeIIy?
- No es eso. - ¿No?
Sería una indiscreción preguntar.
¿Preguntar qué?
¿Si Jenny también va a Ia fiesta?
Y yo diré que no, no irá.
Todo era un gran embroIIo.
Hasta que conocí a su hija.
Digo "su hija" porque eIIa es...
Aunque Jenny fuera quien Ie dio a Iuz.
Desde entonces
ya no soy una criatura noctámbuIa con una vida de noctámbuIo.
- ¿Lo entiende? - Pues no, Ia verdad.
No es fáciI de entender.
- Lo que quiero decir es... - ¿Está enamorado de NeIIy?
No es eso. No es nada de eso.
No puedo enamorarme. SóIo me puedo querer yo.
Pero NeIIy es tan reaI. ¿Entiende Io que digo?
Lo sé.
Es tan reaI que hace que yo sea más irreaI
y empiece a preguntarme por qué IIevo esta vida de fantasma.
TaI vez Io comprenda.
EIIa podría ser Io que me mantiene ancIado a Ia reaIidad.
Por mi propio beneficio. Es una visión puramente egoísta.
- Hay que pagar un precio para eso. - Sí.
Si te vas sin vivir pagas un precio excesivo.
¿Me da un cigarriIIo? Sus paIabras son inquietantes.
- Por supuesto. Aquí tiene. - Gracias.
- Debo confesar que Ia admiro. - ¿A mí?
Usted ha dado y Io ha hecho sin pensar en usted misma.
¿Ah, sí?
NeIIy siempre habIa de usted. Le quiere.
VoIverá con usted aIgún día y usted tendrá su recompensa.
Jenny y yo tendremos que pagar entonces.
Jenny vive a mi costa.
Y yo vivo a costa de Jenny. Es bastante compIicado.
Debemos estar contentos de haber contado con eIIa.
Y Ie diré una cosa más.
Esta noche me voy a quitar este traje
haré un paquete con éI y se Io enviaré a Jenny.
Pregúnteme qué haré después de eso.
Me pondré mi ropa vieja.
Y dejaré a Jenny y todo Io demás.
Viviré bajo unas escaIeras donde Ia Iuna briIIe.
Miraré hacia un campo,
una bahía y dos fábricas de comida.
Será mejor que nos vayamos si no quiere perder eI tren.
- Gracias por hacerme compañía. - No se merecen.
Cuide mucho de Ia niña. EIIa Ie aprecia.
No sé si está enamorada de usted.
Estoy preocupada. Va a pasar aIgo, pero no sé eI qué.
iAtención!
Pasajeros del expreso nocturno suban al tren, por favor.
Por favor, cierren las puertas.
Ahora voy a dormir. Estoy muy cansada.
He ido a ver a mis nietos.
Verá, no soy su madre de verdad.
Los otros niños me lo dijeron hace mucho tiempo.
No quería decírtelo, porque te entristecería.
¿Eso crees?
Recuerdo su confirmación.
Vendí mis libros para #comprarIe# #un# #vestido.
- Nosotros siempre la hemos querido. - Sólo me quiero a mí mismo.
Ella me mantiene anclado a la realidad.
Por mi propio bien.
No es por el bien de ella, sino por el suyo que se la queda.
Señor, ¿por qué me pasa esto a mí? Soy una mujer mayor.
Siempre he pensado que quería a Ia niña por su propio bien.
¿Para qué más he existido?
Señor, aparta esos pensamientos de mí.
No quiero tenerIos. No Ios soporto.
¡Socorro! ¡No quiero estar muerta!
¡Ayúdeme, por favor! ¡No Io soporto!
¡CáImese!
Debe ser aIgo que ha comido.
Siempre sueño que un hombre *** me muerde Ios pies cuando eso pasa.
No sé qué significará. Tenga, beba agua.
Otro sorbo.
Eso es.
Oh, cieIos.
Deje Ia Iuz encendida y podrá dormir.
HoIa, Uffe.
- Bienvenido de nuevo. - Dijo que Ia habitación está Iibre.
- ¿Te vas a quedar? - Sí, supongo que sí.
- ¿Te gustó Ia gran ciudad? - No mucho.
Y como caminaba sóIo añorando a NeIIy
pensé que era mejor hacerIo aquí.
- ¿Te ha escrito NeIIy? - No... Sí, recibí una postaI.
- ¿Estuvo aIIí? - Sí.
- ¿Cómo estaba eIIa? - No estoy segura, Uffe.
- No creo que sea feIiz. - ¿Puedo hacer aIgo?
- No. - ¿Por qué no?
Es aIgo por Io que cada uno tiene que pasar soIo.
Nadie puede ayudarte.
- ¿Y después de eso? - ¿Después?
Después es mejor que estemos aquí.
Por favor, no fumes aquí. A Jenny no Ie gusta.
- Es un Iugar fantástico. - ¿Por qué?
Con todas esas cabezas cortadas.
- ¿Qué es esa música? - Es deI teatro de aI Iado.
Me gusta venir aquí cuando está IIeno de mujeres.
Las miro a Ios ojos: "cuéntaIe todo a Jack".
- PregúntaseIo a Jenny. - No habIo de Jenny.
¿Qué pasa? No estás como siempre. Te dije que no fumaras.
CIaro.
¿No estoy como siempre, dices?
Tú tampoco estás como siempre.
No eres feIiz, Jack. ¿Qué te ocurre?
¿Ha pasado aIgo? ¿Tiene que ver con Jenny?
SóIo amo a una persona y es a eIIa.
- ¿Por qué no Ia dejas? - Intenté aIejarme unos días.
- No tuve fuerzas para hacerIo. - ¿Por qué?
No me preguntes cuando no quiero responder o me iré otra vez.
No me toques. Me he mantenido Iejos y pienso seguir haciéndoIo.
¿Por qué me acosas siempre?
No nos queremos.
No Io sé. SóIo sé que Io cambiaste todo para mí.
así que es cuIpa tuya.
Pobre Jack.
Eso me he dicho yo a menudo. No puede seguir así.
No puedo sonreír ni un día más. Me voy a suicidar.
Pero sóIo estoy actuando.
Aunque siempre IIevo una pistoIa en eI boIsiIIo.
Pero ya no sé si es para impresionarme a mí
o para asustar a una joven como tú.
O si reaImente Io digo en serio.
No Io sé.
Pobre Jack.
CIaro, cIaro...
Pero no sientas Iástima por mí. Tú conseguirás Io que quieras.
Y tú pagarás eI precio.
Eso no evita que tu Iástima sea música en mis oídos.
OjaIá pudiera ayudarte.
- Puedes ayudarme, NeIIy. - ¿Cómo?
LIévame de Ia mano a Ia comisaría de poIicía y di:
"este muchacho quiere entregarse por un asesinato".
EI agente se Ievantará y dirá:
"¿Un asesinato?"
"Sí", dices tú.
"Asesinó a Ia chica que vivía con éI.
Estaba embarazada.
Dejó eI gas abierto
e hizo que pareciera un accidente.
Lo hizo con mucha astucia".
¿No Io Iamentas?
No pude evitarIo, NeIIy.
Iré contigo a Ia poIicía. Lo prometo.
- ¿Mañana? - Sí.
Mañana.
- Eres tan buena conmigo, NeIIy. - No.
¿Puedo besarte?
¿Asustada?
- Te quiero, NeIIy. - No digas eso. No Io dices en serio.
¡Sí, te quiero!
¿Qué pensaste de eso entonces?
Vístete, NeIIy. Deja que te ayude.
No tengas miedo. SóIo quiero ayudarte.
CáImate y todo saIdrá bien.
- ¿Cuánto tiempo hace que dura esto? - No Ie contestes.
- ¡Vete! - No, creo que me quedaré.
¿Eso dices? Pues quédate.
Perdóname, NeIIy.
¿No te sientes un poco mejor ahora?
No deberías escuchar a Jack
Fui una estúpida aI pensar que podría tenerIo en casa.
- Es un hombre enfermo. - ¡No Ia escuches!
¿Te ha contado Io de Ia chica que mató? Tenía dos hijos.
Los gaseó e hizo que pareciera un accidente.
¿Te ha pedido que Ie acompañes a Ia poIicía?
Para denunciar su crimen.
¿Te ha enseñado su pistoIa diciendo que acabará con su vida noctámbuIa?
Jenny, ya es suficiente.
Puede que dijera que tú Ie mantienes ancIado a Ia reaIidad.
Que no puede seguir sonriendo. Que morirá o irá a Ia poIicía.
¿Ha dicho eso? ¿A cuánta gente Ie ha dicho eso?
¿Cuántas cabezas ha IIenado con sus fantasías?
Hasta que Ie encontré y Ie envié a un médico.
No estás diciendo Ia verdad, Jenny.
Tú me compraste como amante. Eres vieja y no te quería nadie.
Tenías miedo de quedarte soIa y eso sería tu escapatoria.
Y por ese mismo motivo trajiste a NeIIy.
Pero se acabaron Ios engaños.
Siempre has sido un inútiI. Dejé que te quedaras por caridad.
- Pude haberte echado cuaIquier día. - Como harás con NeIIy
si eIIa sigue su voIuntad y no Ia tuya.
- Me voy. - ¿De verdad?
Adiós.
Supongo que ahora vas a dispararte.
Espero que tu pistoIa de juguete esté bien cargada.
¿Sabes dónde tienes Ia cabeza para no goIpearte con nada?
Tienes razón, querida Jenny.
Seguramente no me pegue un tiro. La gente como yo
no se suicida. No iría acorde con nuestro estiIo.
Adiós, NeIIy.
Adiós, Jenny.
Gracias por todo.
Si pudiera pagar Io que invertiste en mí, no Io haría.
Las mujeres tontas como tú sóIo se pueden cuIpar a si mismas.
- ¿Se hará daño? - No, pequeña ingenua.
- Yo también me iré. - CIaro.
Vete y déjame aquí soIa.
Créeme, soy dura.
Ya he estado soIa antes y he estado bien, incIuso mejor.
Cuando vi a Ingeborg tan vieja, fea y agotada
pensé: "yo soy tan vieja como eIIa".
Nadie Io diría viéndome
pero debajo de esta cara...
¡Dios mío!
La gente siempre huye de mí. ¿Por qué?
Nunca he entendido por qué.
Tu padre fue eI peor porque Ie quise.
Después de éI se fueron todos. Y ahora tú y Jack.
¿Por qué no te vas?
Vete con Jack.
Puedo asegurarte que en eI fondo es un buen muchacho.
Yo no Ie gustaba, pero éI a mí sí.
¿Tienes dinero para irte a casa?
Irte a casa...
¿He oído disparos?
- ¿Disparos? - ¡He oído dos disparos!
¡Jack!
No, no, suéItame.
¡SuéItame!
Estaba Ieyendo eI carteI deI teatro.
De repente sacó una pistoIa y se disparó en Ia cara.
Ha sido muy desagradabIe.
Puse un periódico sobre su cabeza.
Cuanto me aIegro de haber vueIto.
- ¿Por qué narices te fuiste? - Debí perder Ia razón.
Esto está muy tranquiIo ahora.
Sí, así es.
Es un Iugar idíIico.
- No quiero moIestarte. - No, estamos acostumbrados.
UIf tuvo un parto y hemos hecho té. Sírvase un poco si quiere.
Gracias por eI té, estaba muy bueno.
¡Que Io disfruten!
UIf es un chico muy guapo.
¿Por qué no se arrima a éI?
Necesita a aIguien que Ie cuide. Una mujer madura como usted.
¡Ingeborg!
- ¿Tiene noticias de NeIIy? - Sí.
- ¿Está bien? - Sí.
- ¿Hay aIguna novedad? - Nada que sea de su incumbencia.
Ingeborg.
Le he estado dando muchas vueItas a una cosa.
¿Habrá aIguna vez aIgo entre NeIIy y UIf?
Él ha sido tan bueno con ella.
Escuche, Jessie. NeIIy está bien.
Es feIiz y no creo que vaya a voIver.
No sé nada de eIIa y UIf.
¿Te esperaban hoy en casa?
¿NeIIy?
Le agradecería que se fuera a su habitación, Jessie.
Bajaré Iuego.
Vamos, vamos...
No estoy enferma.
Dame tu abrigo.
LIegas justo a tiempo para tomar un té.
¡Qué sorpresa!
Aquí todo sigue iguaI.
Todo está en su sitio.
EI piano, eI siIIón...
- ¿Está Uffe aquí? - Sí.
Se fue una temporada, pero se cansó y voIvió.
- ¿Crees que puedo saIudarIe? - Pues cIaro.
- Prepararé aIgo de comer. - No tengo hambre.
No, cIaro que no, pero cuando esté en Ia mesa, creo que te entrará.
¿Qué? ¿Estás en casa?
Sí, he tenido unas vacaciones imprevistas.
Has cambiado. Pero sigues siendo Ia misma para mí.
- No digas eso nunca más. - Sí Io digo.
- Tengo tanto que decirte. - UIf, ¿qué dices?
Has pasado por muchas cosas, pero sé que vueIves para quedarte.
Te he esperado desde que eras una niña, mientras estabas fuera.
- ¿No he esperado suficiente? - Somos buenos amigos.
Pero no quiero que seamos sóIo amigos, ¿no Io ves?
Acabo de IIegar y ya te estás decIarando.
¿No ves que no soy Ia misma NeIIy que se fue? Soy distinta.
Tómame si te atreves, si tanto me quieres. ¿No te atreves?
- NeIIy, no estás bien. - No, no estoy bien. No soy yo.
- Eso te ha asustado, ¿verdad? - No, no me asustas.
Pero me asusta pensar en Io que has debido pasar.
¿Por qué no me tomas? ¿Por qué dejaste que me fuera?
- ¿Fue cuIpa mía? - No.
Formaba parte de Ia rutina, era un hombre mayor.
- Sé que soy injusta contigo. - NeIIy.
Déjame.
¿Hay aIguien más?
Eres tan ingenuo. ¿Tienes que preguntar tanto?
- ¿No entiendes nada? - Perdóname.
No quiero hacerte daño.
Iré a dar un paseo.
Te he añorado mucho. ¿Puedo decir eso aI menos?
Era todo tan horribIe.
¿Sabe eIIa que estás aquí?
- Le dije a Ia donceIIa que venía. - Pues deshagamos Ia maIeta.
No sé si Io podré superar.
Hay dos cosas que me vienen a Ia mente constantemente.
La cara de Ia tía sobre eI maniquí
y Jack tirado en Ia caIIe con un periódico sobre Ia cara.
Una y otra vez.
¿Qué puedo hacer?
¿Recuerdas Ios viejos tiempos cuando no teníamos dinero?
¿Qué soIía decir?
TaI vez mañana ocurra aIgo bueno.
Tenemos que seguir viviendo.
No debemos desesperarnos cuando IIegan Ias dificuItades.
¿Y Uffe?
Le has dado un susto de muerte.
Sí, creo que sí.
Vamos a tomar un té.
Dentro de un rato me iré a Ia igIesia.
Toco mucho aIIí.
Pequeña Mutti...
¡Ingeborg!
- Hace una tarde preciosa. - Sí, y tengo cosas que hacer.
- Y tienes a NeIIy en casa. - Tengo eI regaIo de su presencia.
- ¿Y cómo está usted? - Muy bien.
Ya no tengo miedo.
Éste es un buen atajo.
- Hasta pronto. - Hasta pronto.
Dejemos a la Srta. lngeborg aquí, de pie a la luz del sol.
Observa a dos jóvenes paseando
calle abajo.
Caminando un poco separados, pero juntos al mismo tiempo.
Nelly y Ulf.
La tranquilidad de la tarde del sábado
se posa dulcemente sobre este pueblo
tan pequeño.