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Cada segundo,
escapan del sol un millón de toneladas de materia
a una velocidad de un millón y medio de kilómetros por hora,
¡y están en curso de colisión
contra la Tierra!
Pero no se preocupen,
esta no es la apertura de una nueva película de Michael Bay.
Este es "El viaje de las luces polares".
Las luces del norte y del sur,
también conocidas como aurora boreal
y aurora austral, respectivamente,
ocurren cuando las partículas de alta energía del sol
chocan con los átomos neutros de la atmósfera.
La energía surgida de este choque
produce un espectáculo de luz
que ha maravillado a la humanidad durante siglos.
Pero el viaje de las partículas no es tan simple
como salir del sol y llegar a la Tierra.
Como cualquier viaje de larga distancia,
hay un gran desvío
y nadie pide instrucciones.
Sigamos este viaje intergaláctico
haciendo hincapié en 3 puntos principales del viaje:
dejar el sol,
hacer una parada en boxes en los campos magnéticos de la Tierra,
y llegar a la atmósfera por encima de nuestras cabezas.
Los protones y electrones que crean las auroras boreales
escapan de la corona solar.
La corona es la capa más externa
de la atmósfera solar
y es una de las zonas más calientes.
Su intenso calor hace que los átomos
de hidrógeno y helio del sol vibren
y sacudan protones y electrones
como si se desprendieran de capas en un día caluroso y soleado.
Impacientes y ya tras el volante,
estos protones y electrones libres se mueven demasiado rápido
como para ser contenidos por la gravedad solar
y se agrupan en forma de plasma,
un gas cargado eléctricamente.
Se alejan del sol
como un vendaval constante de plasma,
conocido como viento solar.
Sin embargo, la Tierra impide que el viento solar
ingrese directamente al planeta
creando un desvío:
la magnetósfera.
La magnetósfera está formada
por las corrientes magnéticas de la Tierra
y protege a nuestro planeta de los vientos solares,
desviando las partículas alrededor de la Tierra.
La oportunidad de continuar el viaje
atravesando la atmósfera
ocurre cuando la magnetósfera se ve abrumada
por una nueva ola de viajeros.
Este evento es la eyección de masa coronal
y se produce cuando el sol dispara
una enorme bola de plasma al viento solar.
Cuando una de esas eyecciones de masa coronal
choca contra la Tierra,
sobrepasa a la magnetósfera
y crea una tormenta magnética.
La fuerte tormenta impacta la magnetósfera
hasta que de repente ésta devuelve el golpe
y cual banda elástica muy estirada,
arroja algunas de las partículas desviadas hacia la Tierra.
La banda de retracción del campo magnético
las arrastra a los óvalos de la aurora,
que son los lugares donde
ocurren las luces del norte y del sur.
Después de viajar 150 millones de kilómetros por la galaxia,
las partículas del sol finalmente producen
su deslumbrante espectáculo de luces con la ayuda de algunos amigos.
A unos 20 km a 320 km sobre la superficie,
los electrones y los protones se encuentran
con átomos de oxígeno y nitrógeno,
y seguro que están contentos de encontrarse unos con otros.
Las partículas solares saludan a los átomos,
dándoles su energía
a los átomos neutros de oxígeno y nitrógeno de la Tierra.
Cuando los átomos de la atmósfera
entran en contacto con las partículas,
se excitan y emiten fotones.
Los fotones son pequeñas ráfagas de energía
en forma de luz.
Los colores que aparecen en el cielo
dependen de la longitud de onda del fotón del átomo.
Los átomos de oxígeno excitados son responsables
de los colores verde y rojo,
mientras que los átomos de nitrógeno excitados producen
tonos azules y rojos profundos.
El conjunto de estas interacciones
crea las luces del norte y del sur.
Las luces polares se ven mejor en las noches claras,
en las regiones cercanas a los polos magnéticos norte y sur.
La noche es ideal
porque la aurora es mucho más débil que la luz solar
y no se puede ver durante el día.
Recuerden mirar hacia el cielo
y leer los patrones de energía solar,
sobre todo las manchas y las llamaradas solares,
pues serán buenas guías
para predecir las auroras.