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El corazón te va a mil.
No queríamos que nos pillaran.
No sabemos de dónde venís.
No sabemos que intenciones tenéis.
Estáis corriendo por las vías.
No sabemos quiénes sois.
El hobo tiene algo que debería
quedar grabado en la historia de América.
TNos preguntábamos,
¿cuál es la historia?
¿Cuál es la historia del hobo?
¿Qué es un hobo?
No es lo que la gente piensa.
Es una vida dura.
¡Se está yendo!
¡Vamos, vamos, vamos!
LA MUERTE DEL HOBO AMERICANO
Esto es Britt, Iowa.
Una ciudad de unos 2.000 habitantes.
En medio de los campos de maíz.
Durante los últimos 112 años,
Britt se conoce por una sola cosa,
un evento anual llamado
la Convención Nacional Hobo.
Hay una jungla de hobos,
un museo y un cementerio.
En 1900, Britt era
una comunidad ganadera
en busca de
trabajadores temporales.
Convencieron a los hobos
para trasladar su reunión anual
de Chicago a Britt.
Esta tradición aún reúne cada año
en Britt a hobos autoproclamados
durante un fin de semana de agosto.
Viajo en tren desde los 8 años,
y desde el 63 es mi vida.
Empecé a viajar con 20 años.
Ahora tengo 62.
Mi sobrino empezó
a llamarme"Wrong Way”
Empecé en 1952.
Usaba el tren para ir a trabajar.
Así sobreviví.
La mayoría de historiadores afirman que
el hobo afloró después de la guerra civil.
Jóvenes de todos lados del país
en busca de empleo.
A principios de siglo,
el hobo se había convertido
en parte de la base de América.
Lo que una vez fue una cultura relevante
y una forma de vida,
hoy parece estar
en vías de extinción.
Queríamos saber qué
queda de la comunidad hobo
y esperábamos encontrarlo en Britt.
Sólo podíamos llegar
de una manera a la convención:
en un tren de carga.
Nuestro viaje empezó en Oakland, California,
con la idea de recorrer
3000 km en cinco días.
Estos son mapas
con las diferentes rutas
de tren de California.
Nos mola el zoom
que muestra los pueblecitos
en los que puedes parar.
Los cambios de tripulación.
Esto es totalmente pre-iPhone.
Ahora con el GPS
sabes dónde estás.
Estos mapas ayudaron mucho
a mucha gente durante muchos años.
Antes de que hubiera
buenas carreteras,
el tren era el medio más rápido
para viajar.
Los primeros hobos se movían
pasándose información entre ellos,
se conocían en las junglas de hobos.
Chris es de Virginia
y pasa la mayor parte de su tiempo
viajando en trenes de carga.
Nuestro amigo Ben vive en San Francisco,
tenía un par de semanas de vacaciones
y decidió venirse con nosotros.
No tenía expectativas para el viaje.
Sabía que sería una aventura,
pero no sabía nada
de los detalles del viaje.
DÍA 1
PATIO DE MANIOBRAS DE OAKLAND
DEMASIADO FEO PARA PROSTITUIRME.
TODO AYUDA.
Nos despertamos con
la esperanza de coger un tren,
pero nos levantamos, nos preparamos
y no había ningún tren.
Pasó el rato, y nos dimos cuenta
de que la información
que recibimos era incorrecta.
Decidimos esperar otro tren,
pero un trabajador nos vio
y llamó a los “toros”.
“Toro” es la palabra
para un policía ferroviario.
Los hobos y los ‘toros’
son como el gato y el ratón.
Antes los ‘toros’ no tenían
problema para matar hobos,
Actualmente es un poco diferente.
¿Cómo pensáis llegar a Iowa ahora?
Creo que este tío
os multará a todos.
Si volvéis por aquí, vais a ir a la cárcel de Oakland.
No queréis acabar en la cárcel de Oakland.
Estáis corriendo por las vías.
No sabemos quiénes sois.
Aquí no hay hobos.
El vagabundo, hobo, ambulante,
se mete en la propiedad privada.
-Entra y salta a trenes.
-Vagabundos.
Me gusta. Viejos tiempos, tío.
Eso era en los viejos tiempos.
-Vagabundos, hobos
-Has visto a alguien...
¿Con una bolsa a la espalda?
Bueno, ya sabéis dónde está la salida,
No volváis.
No volváis.
Parece ser que
hay poca gente saltando a trenes.
El hobo es una pieza de museo.
Es una broma.
Una palabra que ya nadie usa.
No queríamos ir a la cárcel de Oakland,
así que nos dirigimos
a la estación de Amtrak
con el rabo entre las patas.
Nos bajamos en la siguiente
parada: Roseville, California.
Cuando llegamos a Roseville
había un tren a punto de irse.
Venga, por aquí.
Mierda, casi nos ven.
¡Escondeos!
Mal hecho.
Un conductor nos vio y nos hizo bajar
8 km fuera de la ciudad.
Nos acaban de echar de este tren.
Es la segunda vez hoy.
Teníamos la moral por el suelo.
Chris decidió ir a Denver solo.
Nos subimos en un bus
con destino Reno.
DÍA 2
RENO, NEVADA
Estamos en Reno,
más contentos con nuestra situación,
esperando que venga un tren
en las próximas horas.
Evitar a los toros y a los trabajadores
es una preocupación,
y encontrar un ***ón adecuado es otra.
Algunos de los vagones
tienen un rinconcito
en el que te puedes meter,
pero no veíamos ninguno.
La locomotora al final del tren,
era la mejor opción,
pero es complicado.
Los trabajadores revisan los vagones.
Por suerte, el tren se puso en marcha
y por fin nos fuimos.
Estamos adentro, estilo Amtrak.
Con sillas cómodas.
Estamos en medio de la nada.
Durante los primeros 200 km
no había carreteras ni autopistas.
Solo desierto.
Hasta donde llega la vista.
Es precioso, es genial relajarse
y ver cómo era antes.
Grandes extensiones de naturaleza.
DÍA 3
ELKO, NEVADA
Tío, están justo aquí..
No nos podemos quedar aquí.
Tenemos que salir.
En serio, vamos.
Ya.
La gente piensa
que la vida del hobo es genial,
que es puro espíritu viajero.
Pero es una vida peligrosa.
A veces duele
cuando todo va mal.
Estás ahí, rodeado de ‘toros’.
Ha sido como estar en
una misión de combate.
¿Crees que tendremos suficiente agua?
Viajamos de noche.
Vimos un tren de cereales,
era la única manera de salir de Elko.
¿Es ese?
Se está yendo, se está yendo.
Ben, cógeme.
Vale, estoy bien.
Viajar en un ***ón abierto,
con luna llena
y viendo el...
Es un juego que te la pone dura,
te lo aseguro.
Empiezas y se queda contigo
para siempre.
Te quieres seguir moviendo.
Vemos la vida de otra manera.
Libertad total, absoluta,
cada día de mi vida.
Dudo que haya mejor manera
de ver el mundo,
que desde un tren de carga.
Especialmente nuestro país.
Cruzamos el Great Salt Lake.
El aire fresco
y el olor a sulfuro salía del agua.
Era el trecho de naturaleza pura
más grande que habíamos visto jamás.
El tren te hace ir despacio
y asimilarlo todo.
Toda la frustración y la ansiedad
de la vida moderna desaparece.
En las vías, si no te pillan,
no hay nadie que te diga
qué hacer, cuándo dormir, qué comer.
Estás 100% solo.
Estábamos genial en el tren,
pero nos quedábamos sin agua.
Después de casi 24 horas,
teníamos hambre,
estábamos cansados,
sucios y deshidratados.
El tren ha parado en Green River, Wyoming.
Es una pequeña ciudad ferroviaria,
en el sur en Green River, Wyoming.
Dimos una vuelta por la ciudad,
a ver qué rollo tenía.
Cuando entras a una comunidad,
tienes que adaptarte a ellos,
y tienes que vivir
con las reglas de ese pueblo,
pero si estás solo,
no tienes ninguna norma.
Hemos cruzado el puente
donde estamos sentados ahora,
hay unos 40º, calor seco.
Nos acabamos de bañar.
Después de cuatro o cinco días
sin ducharnos sienta genial.
Ahora me voy a meter.
Hemos tenido días duros.
No hemos dormido mucho.
Un par de horas aquí,
un par de horas allí.
Intentando saltar a trenes,
a veces con éxito,
otras veces no.
Nos estamos moviendo siempre,
intentando llegar
a nuestro destino, Britt.
No llegaban trenes que fueran al este.
Se puso el sol y disfrutamos
de la soledad del paisaje de Wyoming
Hasta ahora no hemos visto
a otros hobos en los trenes.
A principios de siglo,
había casi un millón en las vías.
Después de la Gran Depresión,
los números se doblaron.
Los hobos tenían un sindicato.
Había más de 60 universidades
de hobos en todo el país.
Los vagones estaban llenos.
Pero algo ocurrió a mitades de siglo,
quizá fue la prosperidad del país.
Antes había millones de viajeros,
hoy habrá unos dos mil.
Desde mi experiencia,
he visto poca gente en las vías.
DÍA 4
GREEN RIVER, WYOMING
La mañana siguiente decidimos
probar con la estación de Green River.
¿Qué tal?
-Bien. ¿Estáis sacando fotos?
- Sí, fans de las vías.
¿Ah sí?
No deberíais estar aquí.
Estamos haciendo autostop.
Bueno.
Esto es propiedad privada,
no podéis estar aquí.
Lo siento, tío.
Es muy probable
que la poli esté de camino.
¿De verdad?
Sí, os quería avisar.
No os acerquéis a las vías,
porque pasan muchos trenes.
Tened cuidado.
Gracias.
Después de que la policía nos intentara echar,
volvimos a nuestro
lugar original, bajo el puente.
Podríamos subir a ese, pero nos verán.
Ya no se puede saltar a un tren.
Es muy peligroso.
Las locomotoras de vapor iban poco a poco,
pero ahora,
en dos minutos ya van volando.
-¿Nos han visto?
- Creo que no.
El tren se paró en medio del patio.
No sabíamos por qué.
¿Por qué coño nos paramos?
Pasó una hora,
nos pareció una eternidad.
Cada tren es cuestión de suerte.
Una experiencia única e impredecible.
Quizá por eso lo hacemos.
Es una apuesta, renuncias al control
y te entregas
completamente al destino y al azar.
Ha sido muy estresante.
Es uno de los más rápidos
a los que he saltado.
Tienes que correr de lado y tirarte.
Los hemos conseguido.
Estoy muy contento.
El tren de Green River
tenía 3 vagones,
parecía que iba a atravesar Wyoming.
Pero iba a 50 km/h.
Teníamos que cambiar de plan.
Llegamos a Laramie, Wyoming,
el viernes por la mañana.
Aún nos quedaban 1.300 km
para llegar a Britt.
Íbamos con retraso y la convención ya había empezado.
Nos bajamos en Laramie, Wyoming,
porque el tren iba muy lento.
Un ***ón es demasiado caro,
el Grey Hound tardaría dos días.
Así que alquilamos esta camioneta.
Doce horas de viaje,
a toda hostia hasta Britt.
Para no romper con la tónica
de nuestro viaje,
recogimos a todos
los que hacían dedo.
¿Qué tal tíos?
Soy Joe Young.
Llevo en la carretera 4 ó 5 años.
Me muevo en bicicleta.
Este es Alex, de Colorado.
No tardamos mucho
en llenar la camioneta.
Después de seis largos días,
llegamos a Britt.
Estábamos listos para festejar con cientos de hobos
e intercambiar historias
sobre nuestros viajes en las vías.
¡Hobo-cidades!
Pero nos encontramos
muchas familias y a muchos turistas.
A gente del pueblo,
tractores, coches raros,
flotadores caseros,
pero a ningún hobo.
¡Todos a bordo!
La convención de hobos
se había convertido en una feria popular.
Ya no era la fiesta loca
de borracheras
que traía a 1.800 hobos en los años 40.
Servimos cocido Mulligan.
Los hobos lo comían con carne.
El nuestro tiene cerdo,
condimento de ternera y cerdo.
Verduras, cebada, arroz y agua.
Cada año durante los últimos 112 años,
los hobos elegían un rey y una reina.
Este año la reina es Angel.
Nuestro nuevo rey es Minnesota Jim.
Es un momento importante.
Especialmente porque casi todos
son muy mayores.
La jungla de hobos en Britt
es un parque bien cuidado en las afueras.
Antes era un lugar salvaje.
Ya no es lo mismo.
Ahora traen a la familia.
Es algo histórico, educativo.
En esos tiempos,
no había niños en el campamento.
La gente dormía por ahí,
entre las vías y en el campo.
Era como una jungla.
Ahora hay un montón de normas.
No hay alcohol,
ni drogas, ni perros sueltos.
Se ha convertido en el tipo de lugar
del que los hobos huían.
La mayoría de hobos
que conocimos ya no saltan a trenes.
La vida itinerante pasa factura.
El hobo moderno,
creo que está llegando al punto
en que tiene que juntarse,
y perpetuar la historia.
La convención se ha convertido
en la sombra de lo que fue.
La ciudad lo ha convertido
en una broma.
Todavía hay gente joven
viajando en tren,
pero los que se definen como hobos
y viajan para buscar trabajo,
son una especie en extinción.
Sigue ahí.
Aunque ya no viaje en tren,
aún sigue ahí.
Todavía quiero viajar.
En las vías nos frenamos un poco
y vivimos la aventura
que una vez fue un modo de vida
para mucha gente.
Las vías siguen ahí,
reliquias del paisaje.
Puntos de entrada
a un mundo escondido.
Sentimos mucha nostalgia
por un tiempo pasado
y tristeza por el hobo americano,
que está desapareciendo de las vías.
Me queda un último viaje.
El viaje hacía el oeste.
TREN AL OESTE:
EL ÚLTIMO VIAJE DEL HOBO
Por los momentos de alegría,
por el amor,
por los momentos de decepción,
por todo.
El hobo está agradecido a las vías.