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Buenas tardes.
Difícil para un músico hablar del silencio,
pero es algo que últimamente
me intriga cada vez más,
en parte porque ando en busca de este silencio
como un líquido amniótico del que emerge la música,
porque estoy convencido de que este silencio es fundamental,
porque es ese silencio que probablemente
está en la mente del compositor
cuando la inspiración o la sabiduría
le sugieren la primera nota
o la primera frase musical.
Así que, música y silencio.
Dos elementos.
Yo estoy aquí para tocar música,
y Uds. para permanecer en silencio
y recibir la música.
Pero hoy quiero hacer un recorrido
un poco distinto:
intentar llegar, juntos,
escuchar yo la música,
que Uds. escuchen la música,
escuchar yo el silencio
y que Uds. escuchen el silencio.
-- tocar en medio del desierto,
en la cima de las montañas --
he comprendido que la búsqueda del silencio
pone en evidencia los sonidos,
los revaloriza de algún modo,
y me ha hecho comprender que, quizá, el silencio
es un elemento que ya no se tiene en consideración
para hacer de la música algo tridimensional.
Ahora estamos en la época del 3D,
la música nos pasa siempre por delante como una cinta:
está el tiempo, está el sonido,
pero falta probablemente el elemento
que da profundidad a estos dos elementos fundamentales
-- el sonido y el tiempo -- y ese es el silencio.
Quisiera por eso tratar de alcanzar
una forma de escucha tridimensional.
He aquí la música, partiendo de una melodía del pasado,
Unir el pasado y el futuro es el tema de hoy.
Un preludio de una suite de Bach,
una pieza musical que satura el espacio sonoro,
algo que buscaban todos los compositores,
buscaban hablar continuamente.
Pero en este preludio, en cierto punto
hay un pasaje, una pausa imprevista,
que les hará ver, espero, más allá.
el primer espacio vacío.
(Música)
(Aplausos)
Gracias. El abuelo de todos los violonchelistas,
Pablo Casals -- que también ha descubierto la suite,
y ha devuelto a la vida esta suite de Bach --
he leído, recientemente, que aconsejaba a sus alumnos
no aferrarse al sonido, sino dejarlo llegar
al 'pianissimo', al casi silencio,
porque así, el sonido siguiente
sería más interesante, tendría vida
y por tanto el silencio garantiza que cada sonido
será tenido en cuenta y valorado.
Esto decía.
Por eso, intentemos escuchar
esta zarabanda de Bach, en su suite nº 5,
donde entre una nota y la siguiente
se puede vislumbrar continuamente ese silencio
que hace al sonido tridimensional.
(Música)
(Aplausos)
Está también este compositor de los años 70,
Bernd Alois Zimmermann, que ha usado un sistema
muy interesante, a una segunda de distancia
de altura, de la nota más baja a la más alta,
de la más aguda a la más grave,
esta distancia da el valor a la propia nota.
Así que este es un modo de crear
un espacio tridimensional en torno al sonido.
Esta obra que escribió
poco antes de suicidarse
a golpe de pistola,
está compuesta de cuatro piezas, cuatro elementos,
y esto es parte del aria.
(Música)
(Aplausos)
Y está también, en 1952, John Cage;
John Cage compuso una obra,
"4 minutos y 33 segundos"
que supuso una ruptura,
un antes y un después en la música.
John Cage afirma que el silencio no existe,
el silencio es la aceptación de los sonidos existentes.
Tras permanecer en una cámara anecoica,
en la que no debía haber ningún ruido,
él reconoció dos sonidos,
uno agudo y uno grave.
Le explicaron que uno era el sistema nervioso
y el otro la circulación sanguínea.
Por eso llegó a decir que el silencio no existe.
Escribió esta obra, que dura 4 minutos y 33 segundos,
en tres movimientos, y me gustaría compartila con Uds.
(John Cage - 4'33")
(Aplausos)