Tip:
Highlight text to annotate it
X
México y Estados Unidos, comparten 3.141 kilómetros de frontera.
La línea que se extiende entre Texas y
California y entre Tamaulipas y Baja California, ha sido históricamente el principal
foco migratorio hacia suelo estadounidense
alrededor de 150.000 personas
cruzan la frontera al año, de acuerdo con los registros de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México,
pero todavía las cifras no recogen la totalidad de las tragedias.
Los migrantes son principalmente mexicanos, salvadoreños y guatemaltecos,
que cruzan México en las condiciones más precarias.
Montan en los trenes que van al norte,
muchos mueren el intento, otros sufren algún tipo de accidente,
desde una fractura hasta una amputación,
y otros, logran llegar a su destino,
cruzando ríos, a pie, o escondidos por las carreteras.
Otros más no dejan rastro.
No existe ninguna cifra que diga cuántos migrantes desaparecen en su intento de llegar a Estados Unidos. Otros más no dejan rastro.
No existe ninguna cifra que diga cuántos migrantes desaparecen en su intento de llegar a Estados Unidos.
Solo se sabe que muchos de ellos caen en manos de las organizaciones criminales
son reclutados como sicarios, son secuestrados para extorsionar a sus familiares o simplemente son asesinados.
La Comisión de Derechos Humanos dice que tan solo en 2010 fueron secuestrados 11.333 migrantes,
el año en el que Los Zetas mataron a 72 de ellos en Tamaulipas,
configurando la mayor masacre de los últimos meses.
El problema está en que los peligros no superan las realidades duras de quienes prefieren entregarse a los riesgos a cambio de una promesa de futuro próspero.
Las paradas de trenes siguen llenas de personas que pasan el tiempo esperando la oportunidad de colgarse, o de pagar un soborno para entrar a bordo.
Al menos de su lado tienen a los hogares de atención a migrantes, ubicados en distintos puntos del país,
que les tienden una mano, les dan alimento y techo mientras continúan con su periplo.
El padre Alejandro Solalinde es célebre por asistirlos en Oaxaca,
pero hace dos semanas tuvo salir de México por amenazas criminales.
Los registros dicen que al menos la mitad de las casi 50.000 muertes que deja la violencia del
crimen organizado desde 2006 se han originado en la zona fronteriza con Estados Unidos.
Esta semana el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU
pidió a Washington cooperar y facilitar las investigaciones,
especialmente las que tienen que ver con el fallecimiento de migrantes en territorio estadounidense
a manos de autoridades migratorias.
Datos no oficiales dicen que en los últimos cinco años las desapariciones pueden superar las 60.000.
Poco importa, la migración sigue y el panorama no aclara.
En los últimos 10 meses ya se cuentan 200 migrantes asesinados.