Tip:
Highlight text to annotate it
X
Le debo todo a George Bailey.
Ayúdale, Señor.
José, Jesús y María, ayudad a mi amigo, el Sr. Bailey.
Ayuda a mi hijo George esta noche.
Nunca piensa en sí mismo, Señor. Por eso está en apuros.
George es un buen chico.
Dale un respiro, Señor.
Le quiero, Señor. Cuida de él esta noche.
Por favor, Señor, algo le pasa a papá.
Haz que papá vuelva.
Hola, Joseph. ¿Algún problema?
Me parece que habrá que enviar a alguien abajo.
Un montón de personas están rogando por un tal George Bailey.
George Bailey... Sí, esta noche es crucial para él.
Debemos enviarle a alguien inmediatamente. ¿A quién le toca?
Precisamente por eso he venido a verle, Señor.
Le toca otra vez a ese relojero.
Oh, Clarence... Aún no ha conseguido las alas, ¿no?
Hemos desistido, Señor, tiene el cerebro de un mosquito.
Cierto, pero tiene la fe de un niño: Pura.
Joseph, ve a buscarle.
- ¿Me llamaba, Señor? - Sí, Clarence.
- Un hombre necesita nuestra ayuda. - ¡Estupendo! ¿Está enfermo?
Peor, está desesperado.
A las 10.45 hora terrestre...
ese hombre pensará seriamente en desprenderse del mayor don de Dios.
¡Oh, no, la vida! Sólo hay una hora para vestirnos.
¿Cómo me visto?
Pasarás esa hora conociendo a George Bailey.
Señor, si cumplo esta misión...
¿me darán las alas?
Llevo esperándolas 200 años, Señor, y la gente empieza a murmurar...
- ¿Qué libro llevas ahí? - "Las aventuras de Tom Sawyer".
Clarence, haz un buen trabajo con Bailey y tendrás tus alas.
- ¡Oh, gracias, Señor, gracias! - ¡Pobre George!
- Siéntate. - ¿Que me siente?
Si vas a ayudar a un hombre, necesitas saber algo sobre él, ¿no?
- Sí, por supuesto que... - Abre bien los ojos.
- ¿Ves la ciudad? - ¿Dónde?
- No veo nada. - Olvidaba que aún no tienes las alas.
Bueno, yo te ayudaré. Concéntrate.
- ¿Empiezas a ver algo? - Oh, sí, es increíble...
Si consigues tus alas, podrás verlo por ti mismo.
¡Maravilloso!
Bueno, chicos, ¡allá vamos!
- ¿Quién es ese? - Es tu misión, George Bailey.
- ¿Un niño? - Es él a los doce años, en 1919.
Ocurre algo que deberás recordar más adelante.
¡Vamos, Marty!
Muy bien, Marty.
Muy bien, Sammy.
Y ahora le toca al gato miedoso, mi hermanito Harry Bailey.
¡Yo no tengo miedo!
¡Vamos, Harry!
¡Vamos, Harry!
¡Vamos, Harry!
¡George, ayúdame!
¡Ayúdame!
¡Ya voy!
¡Una cadena!
Aquel día George salvó la vida a su hermano...
pero pilló un resfriado que le infectó el oído izquierdo.
Se quedó sordo de ese oído...
y pasaron semanas antes de que regresara a su trabajo...
en la farmacia del viejo Sr. Gower.
¡El Sr. Potter!
- ¿Quién es? ¿Un rey? - Es Henry F. Potter.
El hombre más rico y mezquino del condado.
Deseo un millón de dólares.
¡Estupendo!
¡Soy yo, Sr. Gower, George Bailey!
- Llegas tarde. - Sí, señor.
Hola, George. Hola, Mary.
- Hola, Violet. - ¿Dos centavos de regaliz?
- Mary estaba antes. - Aún no me he decidido.
- ¿Regaliz? - Sí, por favor.
- Me gusta George. - A ti te gustan todos.
¿Y qué tiene eso de malo?
Aquí tienes.
- ¿Me ayudas a bajar? - ¿Que te ayude a bajar?
¿Te has decidido ya?
Un helado de chocolate.
- ¿Con coco rallado? - No me gusta el coco.
¿Que no? ¿No sabes de dónde los traen?
Mira esto. Los traen de Tahití, las islas Fidji, el mar del Coral...
Una revista nueva. No la había visto nunca.
Pues claro que no. Sólo la recibimos los exploradores.
Soy candidato a miembro de la National Geographic Society.
¿Es éste el oído por el que no oyes?
George Bailey te querré hasta el día en que me muera.
Algún día seré explorador. Ya verás.
Y voy a tener dos harenes, y quizá dos o tres mujeres.
Espera y verás.
- ¡George! ¡George! - ¿Sí, señor?
No te pago para que seas un canario.
No, señor.
"Lamentamos comunicarle que su hijo...
ha fallecido de gripe esta mañana."
Sr. Gower, ¿necesita algo, lo que sea?
¿No hay nada que yo pueda hacer?
- Yo las recogeré, señor. - Lleva estas cápsulas a la Sra. Blain.
- Las está esperando. - Sí, señor.
Son para la difteria, ¿verdad?
¿Las cargo en cuenta?
Sí, George.
- Sr. Gower, creo que... - ¡Oh, lárgate ya!
Sí, señor.
"PREGUNTA A PAPÁ. ÉL LO SABE."
HERMANOS BAILEY. COOPERATIVA DE CONSTRUCCIONES Y PRÉSTAMOS.
Alto ahí, Capitán Cook, ¿adónde vas?
- Tengo que ver a papá, Tío Billy. - Ahora no, George.
Está cayendo un chubasco que amenaza convertirse en tormenta.
- Tío Billy, teléfono... - ¿Quién es?
- El inspector del banco. - ¡El inspector del banco!
Tenía que llamarle ayer. Pásamela aquí.
- No lloriqueo, Sr. Potter. - Me suplica, que es peor.
Sólo le pido 30 días más. Un momento, hijo.
Sólo treinta días. Conseguiré esos 5.000 como sea.
- ¡Empuja, empuja! - Papá...
¿Ha Ud. presionado a esa gente para que paguen sus hipotecas?
Son malos tiempos, muchos de ellos no tienen trabajo.
- Desáhucielas. - No puedo, son familias con hijos.
- No son mis hijos. - Son hijos de alguien, Sr. Potter.
¿Dirige un negocio o una casa de caridad? No con mi dinero.
Sr. Potter, ¿por qué tiene el corazón tan duro?
No tiene familia, ni hijos, no podría gastar todo el dinero que tiene.
Y supongo que debería dárselo a tristes fracasados...
como Ud. Y el idiota de su hermano para que lo gastaran por mí.
¡Mi padre no es un fracasado!
¡Eres el hombre más grande de la ciudad!
¡Más grande que él! ¡Más grande que todos!
- Un ejemplo de los Bailey. - No dejes que te diga eso, papá.
Está bien, hijo. Gracias. Hablaré contigo esta noche.
¿Qué?
Mi ayudante debía llevárselas hace una hora.
Llegará en cinco minutos.
¿Y las cápsulas de la Sra. Blain?
Yo...
- ¿No me has oído? - Sí, señor.
¿A qué estás jugando?
¿Por qué no las entregaste inmediatamente?
- Sus hijos están enfermos. - Me hace daño en el oído malo.
¡Vago, gandul!
Sr. Gower, no sabe lo que hace.
Se equivocó de cápsulas. Sé que no está furioso conmigo.
Está triste por el telegrama. Puso algo malo en esas cápsulas.
No es culpa suya, Sr. Gower.
Mire y verá lo que hizo.
Vi la botella de donde sacó los polvos. Le digo que es veneno.
Sé que se siente mal.
No me pegue en el oído otra vez. No me pegue en el oído.
Sr. Gower, no se lo diré a nadie.
Sé cómo se siente. No lo diré. Que me muera si lo hago.
Maletín de viaje. Cuero inglés. Cierre de seguridad.
- Incluye cepillos, peines... - No, no, no, no...
Mira, Joe. Mira. Quiero uno grande.
- ¿Por qué lo ha detenido? - Quiero que mires bien esa cara.
- ¿Quién es? - George Bailey.
¿El niño a quien el farmacéutico golpeó en el oído?
El mismo.
Es una cara buena. Me gusta. Me gusta George Bailey.
Dígame, ¿contó a alguien lo de las cápsulas?
- A nadie. - ¿Se casó con la niña?
- ¿Se hizo explorador? - Bueno, espera y verás.
No quiero un maletín para una noche. Lo quiero para mil y una noches.
Con mucho espacio para etiquetas...
de Italia, Bagdad, Samarkanda. Algo enorme, casi como...
¿Una alfombra voladora? No querrás este trasto de segunda mano.
Ahora me entiendes. Podría utilizarla como lancha si el barco se hundiera.
- ¿Cuánto cuesta? - Nada.
Éste es mi oído malo, Joe. Me pareció oír "nada".
Exactamente.
- ¿Qué hace mi nombre grabado ahí? - Un pequeño regalo del viejo Gower.
- La escogió él mismo. - ¿De verdad?
Vaya, mi antiguo jefe. Qué amable.
- ¿En qué barco te vas? - En un barco de ganado.
- ¡Un barco de ganado! - Me gustan las vacas.
Hola, Sr. Gower.
Muchísimas gracias por la maleta. Es exactamente lo que quería.
- Olvídalo. - Es todo un detalle.
Deseo un millón de dólares.
Alto ahí, Capitán Cook.