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(Conductor: J. Sasturain) Hay muchos tipos de humor: el humor blanco, el humor ***,
humor chancho, humor mudo, humor tonto, humor político,
humor absurdo...
Todos los tipos que se quieran derivar de sus mezclas
en diferente proporción.
El aporte de Clemente,
el personaje creado por Caloi y que motiva nuestro viaje de hoy,
es el humor atorrante,
una categoría no muy ortodoxa,
¿pero quién dijo que debería serlo?
[Música de presentación]
(J. Sasturain) Toda mi vida quise tener un perro.
Pero los perros de hoy en día son unos sedentarios burgueses;
ninguno quiso arreglar viaje conmigo.
Sin embargo, tengo un acompañante fiel que hace de perro mío.
Se llama Clemente.
Clemente, ¡ladrales a los lectores!
[Cacareo de gallinas]
Lo bocharon en el ingreso del curso para perros.
El famoso Clemente no nació famoso.
Ni siquiera era el titular de la tira.
Nació como personaje secundario de una historieta
que se llamaba Bartolo por el nombre del protagonista:
el conductor de un tranvía muy extraño, de la línea 2,
que tenía un solo riel y a veces levantaba vuelo.
Este Bartolo era un porteño arquetípico y nostálgico
que hablaba de los baches y de los temas de Buenos Aires.
Estaba acompañado por una extrañísima mascota,
una especie de pajarito a rayas que no se sabía exactamente qué era,
si era un animal o un ser imaginario,
pero tampoco era un gnomo, tampoco era un dragón.
¿Qué era? Era un clemente.
Una especie de uno.
Mientras Bartolo aportaba la realidad,
los temas cotidianos, lo que pasaba todos los días,
Clemente era la variante loca, la imaginación pura.
[Música suave: jazz]
(J. Sasturain) Carlos Loiseau es el verdadero nombre de Caloi,
el padre de Clemente.
Caloi comenzó dibujando en Tía Vicenta a los 18 años.
Siguió en la revista Análisis, y en 1968,
respondió a un aviso clasificado que pedía un dibujante,
sin saber para qué.
La convocatoria resultó ser para el diario Clarín,
donde comenzó a publicar en la revista dominical.
En 1973, le pidieron una tira para la contratapa.
Así surgió Bartolo,
que con el tiempo se transformaría en Clemente,
un ícono popular porteño.
Yo soy de la generación de humoristas post Quino.
De manera que Mafalda, que brillaba además en esa época,
se publicaba en ese momento, era el ejemplo a seguir.
¿Y Quino qué hace? Logra la variedad con un montón de personajes,
pero queda en cana cada uno de su personalidad también.
Es decir, Mafalda es la contestataria.
Susanita, la señora gorda;
Manolito, el interesado en los negocios, etcétera.
Y yo, con este antecedente, dije: "Yo voy hacer una cosa que no--
Para no estresarme, sino que tenga que ver más con algún gesto,
algún ademán casi inconsciente mío,
y que tenga, por sobre todas las cosas, mucho absurdo;
que no tenga que responder a una conducta prefijada,
no va a ser ni un perro ni un gato;
que no se espere ninguna conducta esperable".
¿Cuándo empieza a salir la tira? ¿En marzo del 73?
Empieza en el 73.
Y esa era una época de grandes movilizaciones sociales,
-políticas, culturales. Estaba-- -El primer regreso en el 72,
unos meses antes de que empiece Clemente,
luego las elecciones del 73, Cámpora-Solano...
Estaba todo el país muy movilizado socialmente, políticamente...,
sobre todo la juventud.
Yo en ese entonces tenía veintipico de años.
-Por eso te digo. -Entonces ahí es donde Clemente
se hace un poco más terrenal,
empieza a vivir el día a día, deja de volar tanto,
y se nutre de esos elementos que estaban expresados en la calle,
que son un reencuentro, en mi caso,
con los mismos que yo había tenido en mi infancia.
[Música: jazz]
(J. Sasturain) La tira de Bartolo apareció por primera vez
en la contratapa de Clarín el 7 de marzo de 1973,
cuando el diario decidió comenzar a nacionalizar su página de humor.
Es que, hasta entonces, las risas en los periódicos nacionales
las traían personajes de los viejos sindicatos estadounidenses,
Blondie, Colita y Mutt y Jeff,
por nombrar solamente algunas de esas historietas.
Con la suya, Caloi fue un adelantado en ese viaje,
al que luego se sumarían otros humoristas que venían
de la revista cordobesa Hortensia, como Roberto Fontanarrosa,
Cristóbal Reynoso, más conocido como Crist,
y Aldo Rivero, que publicaban chistes unitarios.
Después se sumaron Dobal, Alberto Bróccoli,
que aportó la tira del Mago Fafa,
y Tabaré, que junto a Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya
realizaba Diógenes y el linyera.
Por su parte, Carlos Trillo y Horacio Altuna
idearon al inolvidable El "Loco" Chávez,
aquella comedia de situaciones devenida en historieta
que tenía como protagonistas
a un periodista canchero y a su infartante novia, Pampita.
El 2 de enero de 1980,
con la llegada de Viuti y su historieta Teodoro y Cía.,
las tiras extranjeras finalmente claudicaron.
Mutt y Jeff fue la última en abandonar la escena.
Mejor dicho, el diario,
que por entonces era un divulgador de las ideas desarrollistas.
Desde el momento en que se nacionalizó
la contratapa de historietas,
muchos lectores comenzaron a leer el Clarín de atrás para adelante.
La cuestión es que el crecimiento del protagonismo
de este personaje secundario, de este pajarraco,
provoca cambios estructurales en la tira.
El primero es la modificación del título.
Clemente es tan importante que a partir de enero de 1976,
a menos de tres años del comienzo de la tira,
incorpora su propio nombre:
se empieza a llamar Clemente y Bartolo,
y luego se llamará Clemente solo.
Claro, este cambio
es el resultado de una paulatina y lenta metamorfosis
tanto en la apariencia del personaje, lo gráfico,
como en lo conceptual.
En principio, Clemente cambia y deja de ser un pajarraco
para ser algo indefinido.
Un Clemente.
La relación entre cabeza y cuerpo se modifica,
siendo la cabeza mucho más grande,
aumenta el tamaño de las patas,
el pico se redondea, deja de ser un pajarraco
y empieza a tener una gestualidad puramente humana.
Además, básicamente, habla.
Todo un universo nuevo de temas
se incorpora con el protagonismo de Clemente.
Y hay algo más: el protagonismo de Clemente
va a determinar que las riendas del juego dentro de la tira
sean las que imponga el personaje.
Así va a aparecer duplicado en distintas variantes,
y además va a tener una relación con el lector y con su entorno
absolutamente distinta, jugando con las reglas gráficas,
jugando con las reglas de la historieta
y las formas de la figuración.
Yo creo que una de las cosas determinantes es que ponen--
Que tienen en común la presencia de los medios de comunicación.
-Claro. -Que aparecen...
como en complicidad con el lector;
hay otros grados de complicidad con los lectores.
-Tus cosas también. -Una de las cosas que hicimos,
–Bróccoli también trabajaba mucho en ese sentido–,
era hablarle al lector.
Es decir, el personaje, en lugar de estar de perfil
en nuestras tiras,
apunta a la cámara, le habla al tipo, al que está leyendo.
Se reconoce incluso a veces como personaje de historieta,
cosa que antes no pasaba.
Entonces las tiras –todavía– empiezan con: "¿Vio que tal cosa?"
Y se hizo muy periodístico además.
Entonces la fuente de inspiración permanente empieza a ser la noticia,
la noticia del día, que puede ser deportiva, cultural,
económica, política.
Y además se da también,
como corresponde en todos estos análisis que se pueden hacer,
el correlato con la situación.
¿Qué pasaba?
Que a partir del 76, que viene el golpe de Estado,
se acaba la libertad de expresión.
Yo, en lo personal, lo aproveché para desarrollar la vida interna
de los personajes. Ahí aparece Mimí,
aparece Jacinto –el hijo de Clemente–,
aparece la Mulatona, aparecen otros personajes que directamente
nunca volví a convocar,
de esos que eran personajes de uno o dos días o de una semana.
Hasta llegó a aparecer un explicador de historietas.
Sí, me acuerdo.
Que se llamaba El santo de la historieta.
San Turain se llamaba.
[Risas]
(Sasturain) Que les enseñaba a los personajes
cómo tenían que hacer las onomatopeyas...
Me acuerdo de todo eso, sí. Me acuerdo de la gastada.
[Risas]
No era una gastada, era un homenaje.
Amorosa gastada, muy linda.
[Música suave: jazz]
Caloi le presta tanta atención
al aspecto verbal del humor de su personaje
como al aspecto gráfico.
En este sentido, aunque el personaje es muy simple como dibujito,
la escenografía prácticamente no existe,
hay algunas variantes notables:
por ejemplo, hay tiras donde sobrecarga multitud de elementos,
agregándole, digamos, adjetivos gráficos al personaje.
Así aparece un Clemente con manos, así aparece un Clemente con alas,
así aparece un Clemente, o uno de la raza de los Clemente,
con un largo cuello de jirafa.
Por otro lado, están las parodias, es decir,
aquellas tiras en las cuales hay referencia
a un estilo pictórico determinado o a un autor.
Y en tercer lugar, está el universo de la síntesis, de la alusión,
en la cual el dibujo y el personaje están apenas insinuados
a través de rayitas y detalles.
Todo eso significa que hay un gran trabajo por parte del autor
de crear un ámbito de complicidad con sus lectores,
que pueden acompañarlo en esas variables
sin perder nunca el hilo del humor.
En la tira se trabajó mucho sobre los elementos mismos de la tira,
es decir, sobre las reglas del juego de la historieta,
sobre las condiciones materiales mismas de la creación...
-Alternativamente-- -En ese momento no se podía hablar
[Risas] de política ni de nada.
Pero, bueno, además me encantan esos elementos. Inclusive...
(Sasturain) Eso lo hiciste durante un tiempo pero de forma muy persistente,
-muy jugada, muy linda, ¿no? -Sí, sí.
Siempre me encantaron los elementos gráficos.
Son, digamos, el pan de uno, ¿no?
Y hasta algunos como...
este berretín de Clemente por las aceitunas era en realidad--
Respondía al juego gráf-- Viste que las aceitunas son medio inasibles;
cuando las quieres pinchar con el escarbadientes, saltan.
Entonces saltaban de un cuadrito a otro,
me permitían todo un desarrollo gráfico...
interesante para mí.
Y a la vez, después, describía a este personaje absurdo
como teniendo un berretín, que eran las aceitunas.
Todo el mundo tiene algún berretín culinario.
[Música: jazz]
[Música: jazz]
(J. Sasturain) El polifacético Alejandro Dolina
ha escrito algunos libros memorables:
Crónicas del Ángel gris, el Bar del infierno,
El libro del fantasma, innumerables cuentos,
artículos periodísticos y guiones.
Conductor televisivo y radial,
sus ciclos La venganza será terrible y Demasiado tarde para lágrimas
son ejemplares.
Escribió los guiones de Clemente cuando la tira pasó a la televisión
transformada en cortos protagonizados por marionetas.
Y por si esto fuera poco,
un personaje de la historieta nació inspirado en él,
el filósofo Alexis Dolínades.
Eso empezó con el Campeonato Mundial del 82,
creo, hace mucho.
Y la idea era, naturalmente, hacer unos micros de televisión
con intervenciones del personaje
–ya convertido en un ser de tres dimensiones,
en una especie de marioneta–,
haciendo consideraciones acerca del Mundial.
Y Caloi nos llamó a Jorge Palacio –Faruk– y a mí.
Y empezamos a juntarnos para hacer algo televisivo.
Es decir...,
no sabíamos cómo hacerlo, esa es la verdad.
Y entonces resolvimos seguir ciertas pautas
que el personaje daba.
El personaje tiene un lenguaje de entrecasa
que aplica con mucha felicidad a cuestiones complejas.
Hace comentarios políticos complejos con un lenguaje de cocina.
Y nosotros usamos más o menos lo mismo para el Mundial.
Y aparte aprovechamos la presencia de cantitos de tribuna
para incorporar la música
e incorporar toda una estructura de rimas populares y de cuyanitos
y de cosas carnavalescas
que tienen una larga historia en el Río de la Plata.
Y nosotros no hicimos más que recordar
las que cantábamos de chicos,
o las que parecían escandalizar a nuestras tías.
(Coro cantando) Si parlamo' de Clemente, borobom bo-bom bo-bom,
es criollo hasta los dientes, borobom bo-bom bo-bom.
No tenemo' ni un solo mango, pero siempre nos queda el tango,
boro bo-bom bom-bom boro bo-bom bom-bom...
[Música suave]
Sin duda que uno de los momentos de mayor popularidad de Clemente
fue el Mundial 78.
Época nefasta, dictadura militar,
represión clandestina de Estado, desapariciones, torturas.
En ese contexto del Mundial, Clemente incitaba a tirar papelitos
cada vez que salía la Selección a la cancha.
Y en eso se contraponía la prédica de José María Muñoz,
el Relator de América,
que en cierta medida encarnaba el buen sentido de la dictadura,
dar una imagen de corrección ante el mundo.
Bien, fue un combate desigual
entre un simple dibujito de historieta
y un personaje de carne y hueso que tenía todo el peso de su voz
y de su predicamento.
Venció Clemente, tanto es así, que en el momento del festejo,
en el último partido,
en el tablero de River aparece Clemente
y "Argentina campión", con "i",
y no el nefasto gauchito oficial.
La gente gritaba: "Muñoz, Muñoz, Clemente te cagó".
Pero, claro, esta campaña, en realidad,
estamos hablando del año 77, es decir, un año después del golpe,
venía enganchada con una que estaba haciendo
el gobierno militar.
En esa campaña, por todos los medios,
radio, televisión, gráfica,
decía que nos recomendaban a los argentinos, a los hinchas,
ya no tirar papelitos, –esto era de Muñoz–, no empujar a los tipos,
a los extranjeros que iban a venir a ver el Mundial,
les recomendaban a los tacheros, a los taxistas,
que no los llevaran a dar vueltas, a pasearlos, para cobrarles de más.
-Es decir, que nos portáramos bien. -Que nos portáramos bien.
Que diéramos una imagen correcta del país.
Agregado a esto,
Muñoz decía que íbamos a dar la imagen de un país sucio.
-Él veía la suciedad en eso. -Como si dependiera de los papeles,
mientras los otros cometían los crímenes que cometían.
Y ahí vino el código con los lectores,
porque se tiraron más papelitos que nunca.
Es más, había vallas...
que había que atravesar para llegar al estadio,
para ver los partidos, donde la cana le retiraba los diarios a la gente,
que después picaba adentro.
Entonces hubo hasta contrabando de papelitos,
para poder decir presente, nada más. Con esa inocencia.
Nada más que eso.
Cuando Argentina fue a jugar la serie en Rosario,
que la cancha de Rosario Central no tenía la pista que tenía River,
-la pista atlética, los papelitos-- -Eran rollitos más apretaditos.
Caían ahí, realmente estaba nevado el campo,
no se veían las áreas, nada.
Entonces por el audio,
que correspondía al EAM 78, o sea, a los milicos, decían:
"No tiren más papelitos porque Argentina corre el riesgo
[Risas] de perder los puntos".
Simultáneamente, en el tablero aparecía Clemente diciendo:
[Risas] "Tiren papelitos, muchachos".
Hicieron algunas otras audacias,
como cuando en el último partido con Holanda, cuando salió Argentina,
salió Clemente diciendo "Argentina campión", con "i".
[Canción] ¡Miren, miren qué locura,
miren, miren qué emoción!
¡Tiren, tiren papelitos, vamos, Argentina,
que sos el campeón!
[Música suave: jazz]
(J. Sasturain) Alejandro Apo es un periodista deportivo argentino
con una trayectoria de más de 35 años.
Llevaba cuatro años de labor profesional
cuando Clemente se peleaba con Muñoz desde la contratapa de Clarín.
Escribió obras de teatro,
y condujo varios programas radiales donde mezcló –y mezcla–
la literatura, la música y el fútbol.
Uno de ellos, Todo por afecto, se emite actualmente
por Radio Nacional.
Clemente era un tirador oficial
y representante de todos nosotros, de los papelitos,
y la dictadura y Muñoz representando esas ideas
de "no, no, acá nada que ver con los papelitos".
Y recuerdo esa influencia que tenía el personaje de Clemente, sin manos,
que era una presencia, como..., como...
No me animo a decir amenazante,
pero era una contestación a una política que justamente
quería uniformar la idea, decir que todos éramos buenos,
que no había gente que hacía nada,
que había que tapar una cantidad de cosas
que después descubrimos que estaban llenas de horror.
Y me parece que ahí, el personaje, desde el humor, desde el talento,
desde la cultura popular, desde, de alguna manera, la resistencia,
generaba esas preguntas
en las personas que no veían claramente
qué estaba pasando detrás del escenario del Mundial.
Un personaje como el que creó Caloi
y un contrapersonaje de la vida real, que era Muñoz,
que avalaba esas prácticas antidemocráticas,
era una discusión donde se podía,
con el humor y el talento del dibujo,
del armado de la situación,
se podían decir algunas cosas.
La línea editorial del diario, como la inmensa mayoría
de la prensa argentina,
consideraba que la realización del Mundial de fútbol
significaba para la Argentina
una prueba de que el país vivía en absoluta normalidad.
Más precisamente, en un texto del 20 de noviembre de 1977,
se decía que la realización del Mundial de fútbol
era un auténtico triunfo sobre la subversión,
en tanto y en cuanto esta había intentado, de todas maneras,
impedir su realización.
En ese sentido, Clemente y el trabajo de Caloi
en la relación con la gente significó una propuesta alternativa.
Claro, por otro lado, hay quien lee esa presencia activa del personaje
en el Mundial, aunque sea desde una posición relativa,
como una forma de avalarlo.
Es una larga discusión. Pero creemos, eso sí,
que Clemente encarnó el Mundial de la gente.
En otros momentos, el creador y su personaje
tuvieron problemas con la censura y con la autocensura
en épocas de la dictadura.
De la temática pasaste por todos los temas,
y desde hace muchos años que trabajás con la temática
del día. ¿Tuviste muchos problemas de censura?
Sí. Me acuerdo...
La peor etapa fue la época de la dictadura militar
que empezó en el 76, porque esa fue muy dura,
realmente no se podía hacer humor de nada.
Yo me acuerdo que a veces llevaba tiras y decía...
Había un personaje, Joaquín, que me decía--
Morales Solá, que en esa época era uno de los secretarios de...
-Decía: "No va, no va". -Era el encargado de leer las tiras.
"No va", me decía. "Bueno, le modifico algo...".
-"¡No va!", me decía. -A la flauta.
[Música: free jazz]
(Coro cantando) Llegan los cantitos y el humor.
Llegó Clemente.
Largue todo y venga volando, ya está retumbando su televisor.
Otro gran pico de popularidad de Clemente,
fue cuando desembarcó el personaje en la televisión.
El motivo fue otra vez futbolero.
En las vísperas del Mundial de 1982 en España,
se pusieron en el aire micros de dos a tres minutos
en los cuales hinchadas de clementes alentaban a sus países respectivos
con jingles humorísticos.
Luego, esos cantos, con las letras modificadas,
fueron a parar a las tribunas argentinas
y también a los actos de protesta.
Ahora bien, el paso de Clemente a la televisión fue muy novedoso.
¿Por qué? Porque no fue como en el caso de Mafalda,
que las tiritas, en Cuba, fueron animadas,
y era la misma historieta puesta en pantalla.
Eran muñecos, eran títeres, lo cual era una innovación tecnológica
muy grande para su época.
(Coro cantando) ¡Un cacho de cultura, lará lará lalá!
¡Un cacho de cultura, lará lará lalá!
[Música suave: jazz]
(J. Sasturain) Pedro Domingo Suero, alias Pelusa Suero,
nació en Buenos Aires el 11 de agosto de 1938.
Su garganta versátil le dio voz a personajes entrañables
de la producción de dibujos animados de García Ferré,
como Larguirucho, el Profesor Neurus, Pucho,
el Comisario de Hijitus, Goldsilver y Serrucho, entre muchos otros.
La voz canyengue que tomó Clemente
cuando la creación de Caloi pasó a la televisión
también pertenece a la voz de Pelusa Suero.
Bueno, en principio, Clemente había tenido un éxito tremendo
en 1978, Mundial de fútbol.
Por lo tanto, Caloi, Carlos Loiseau,
decidió ponerlo en la televisión.
Había que agregarle voz.
No nos conocíamos, supongo que por recomendación él llegó a mí.
Empezamos a hacer pruebas. Me dijo: "Bueno, lo que quiero es...
a ver si podés encontrar la voz de Clemente...".
No la podíamos encontrar. Claro, lo que era muy difícil
era imaginarnos
cuál era el común denominador de la imaginación de la gente.
Porque hay un fenómeno: cuando vos leés un personaje,
o leés una novela, o leés alguna cosa,
le estás asignando una voz interior, una voz imaginaria tuya
a cada personaje.
Y entonces llegamos a la conclusión
(Con voz ronca) de que Clemente es un personaje que no tiene cuerdas vocales
porque las perdió gritando los goles de la Selección.
Como los diarieros, ¿viste? Esa es la cosa.
(Clemente) Y ahora, para todos ustedes, otra hinchada muy brava.
(Cantando) Borom bom-bom, borom bom-bom, yo soy el hincha de Camerún.
Borom bom-bom, borom bom-bom, yo soy el hincha de Camerún.
[Aplausos]
(J. Sasturain) Clemente acompaña a los lectores de Clarín todos los días
desde hace treinta y siete años.
En todo ese tiempo, transitó por las calles adoquinadas,
el barrio, los cafés, el tango, el psicoanálisis,
y también ejerció la crítica política.
Fue un zaparrastroso durante las varias crisis que atravesó,
y un fanático futbolero en los Mundiales que vivió.
A lo largo de todo ese tiempo,
Clemente se convirtió en un sorprendente caso
de empatía e identificación popular.
Al principio, decíamos que era el portavoz del humor atorrante,
que es aquel donde el chiste es un fin en sí mismo.
Reírse es bueno, es sano y es suficiente.
Por otro lado, el ejercicio de la atorrantería
tiene que ver con la amistad.
[Campanadas] Los atorrantes tienen amigos,
del mismo modo que los delincuentes tienen cómplices,
y los solemnes, discípulos y maestros.
El humor atorrante apela a la posibilidad
de divertirse juntos,
de compartir la risa.
[Música de cierre]