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El coco es otro elemento importante en la base alimenticia de las islas,
y uno de sus principales recursos económicos.
Desde que a principios del siglo XX, se descubrió que el aceite de copra
abarataba mucho el proceso de fabricación del acero
estas islas se convirtieron en lugares primordiales para las industrias europeas.
Este fue uno de los motivos que aceleró la colonización de la zona.
Para obtener el aceite secan la copra ó medula de coco en estos hornos.
Luego la muelen y la prensan.
Exprimiendo la pulpa del coco también obtienen la leche de gran valor nutririvo.
La usan como bebida y para cocer la mandioca envuelta en hojas de platanera.
El cocotero es uno de los árboles más valiosos para los habitantes de Papua.
Prácticamente lo aprovechan entero.
Con la primera corteza de los cocos hacen cuerdas y tejidos,
y con la segunda, más dura, fabrican todo tipo de utensilios.
Después de extraído el aceite, con los restos de copra alimentan al ganado.
El jugo de las flores cocido lo emplean para extraer azúcar.
También comen los brotes jóvenes de los tallos, de gran poder energético.
De la corteza del tronco se obtiene resina y con las hojas confeccionan cestos, sombreros y los tejados de las casas.
Por ultimo la madera la utilizan para fabricar muebles, remos y para la construcción.
Otra planta de máxima utilidad en estas latitudes es la platanera.
Aparte de los plátanos, que suelen acompañar todas sus comidas,
sus hojas les sirven para envolver los alimentos y cocerlos o fermentarlos.
Secadas al sol, confeccionan faldas y atuendos con ellas.
También les sirven de mantel e incluso de paraguas.
Los constructores de canoas son muy importantes en estas comunidades.
Están situados en la misma escala social que los talladores de las casas de ñame.
Un hombre puede no tener casa, pero si no tiene embarcación
prácticamente no existe para la comunidad.
Hasta los más ancianos, aunque ya no puedan navegar,
guardan sus canoas carcomidas al lado de sus casas.
En ellas viajaran sus almas cuando mueran.
Es un símbolo vital que les une místicamente al mar y les mantiene atados al mundo de los vivos.
Cuando mueren, sus canoas son abandonadas lejos de la playa,
para que las corrientes se las lleven mar adentro,
donde viven las sirenas que acompañaran a su espíritu en el ultimo viaje hasta la morada de sus dioses.
Creen que sus embarcaciones quedan impregnadas con todos sus actos y hazañas de esta vida.
Son el resumen de lo que han sido y lo que han hecho.
Cuando las canoas llegan al puerto del más allá,
los dioses pueden leer en ellas y decidir el destino final de sus almas.