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Este programa es presentado a ustedes por la Universidad de Stanford.
Por favor visítenos en stanford.edu.
Buen, gracias a usted, Presidente Henessy,
y a los miembros del consejo y al profesorado,
a todos los padres de familia y abuelos,
a ustedes graduados de Stanford.
Gracias por permitirme compartir este MARAVILLOSO día con ustedes.
Tengo que empezar contándoles un secretito.
El secreto es que, Kirby Bumpus,
de la generación 08 de Stanford, es mi ahijada.
Así que me dio mucho gusto cuando el Presidente Hennessy
me pidió ser su interlocutora en su Ceremonia de Graduación,
ya que está es la primera vez que se me permite
la entrada al campus, desde que Kirby está aquí.
Verán, Kirby es una chica muy inteligente.
Le gusta que la gente la conozca por lo que es, eso dice.
No en términos de a quién conoce.
Así que no quiere que la gente que conoce por primera vez
sepa que, ella me conoce a mí y yo a ella.
Cuando vino a Stanford a la
sesión de orientación de nuevos estudiantes con su madre,
supe que todos fueron muy atentos y amables al recibirlas y
que alguien se acercó a Kirby y le dijo,
"¡Cielos, es Gayle King!"
Mucha gente conoce a Gayle King como mi mejor amiga de toda la vida.
Después alguien se acerca a Kirby y le dice,
"cielos, ¿es Gayle King?"
Y Kirby dice, "Aha. Es mi madre."
Y la otra persona contesta,
"Cielos, ¿eso quiere que tu conoces a Oprah Winfrey?"
Y Kirby dice, "Más o menos". Yo digo, "¿Más o menos? ¿Que me conoces más o menos?"
Bueno, tengo pruebas fotográficas.
Tengo fotos que les puedo enviar por correo a todos ustedes,
de Kirby jugando al caballo conmigo en cuatro patas.
Conozco más que "más o menos" a Kirby Bumpus.
Estoy tan contenta de estar aquí; contenta porque por fín,
después de cuatro años, voy a conocer su habitación.
No me gustaría estar en ningún otro lugar,
pues estoy muy orgullosa de Kirby, quien se gradúa hoy con dos licenciaturas,
una en biología humana y otra en psicología.
¡Te amo Kirby Bombón! Así de bien la conozco.
Le puedo decir Bombón.
Estoy tan orgullosa de su madre y de su padre,
quienes la ayudaron a lo largo de este tiempo y de su hermano, Will.
En realidad no tengo nada que ver con su graduación de Stanford,
pero cada vez que alguien me preguntaba en las últimas
dos semanas, que estaba yo haciendo, yo contestaba
"Preparándome para ir a Stanford."
Me encanta decir "Stanford".
La verdad es que,
yo sé que nunca hubiera obtenido mi título universitario,
ya que yo no fui a Stanford.
Yo fui a la Universidad del Estado de Tennessee.
Pero tampoco hubiera obtenido mi título,
pues se supone que yo me tenía que graduar en 1975,
pero me faltaba un crédito.
Y pensé, yo creo que me voy a olvidar de él,
pues, ¿saben? de todas maneras no iba a desfilar con mi grupo.
Porque para entonces, yo ya estaba en televisión.
Estoy en televisión desde que tengo 19 años y era estudiante de bachillerato.
Lo admito, yo era la única presentadora de televisión que
tenía que llegar a casa a las 11 de la noche y estaba en el noticiero de las 10.
Es verdad, mi padre me decía,
"Bueno, si el noticiero termina a las 10:30, puedes llegar a casa a las 11.
Pero eso no me importaba, ya que me estaba ganando la vida.
Estaba en el camino correcto. Así que pensé, voy a dejar este asunto
de la universidad y sólo me faltaba un crédito.
Pero mi padre, a partir de ese momento y durante muchos años más,
estaba siempre encima de mí, porque no me gradué.
Me decía, "Oprah Gail", ese es mi segundo nombre, "No sé que
vas a hacer sin un título universitario."
Y decía, "Pero Papá, tengo mi propio programa de televisión.
Y el decía, "Está bien,
pero sigo sin saber que vas a hacer sin un título universitario."
y yo decía, "Pero papá, soy la anfitriona de un un programa de entrevistas."
El decía, "No sé cómo vas
a encontrar otro trabajo sin ese título universitario".
Así que, en 1987, la Uinversidad del Estado de Tennessee me invitó
a hablar en su ceremonia de graduación.
Para entonces, yo ya tenía mi propio programa que se transmitía a nivel nacional.
Había hecho una película, había estado nominada para
un Oscar y había fundado mi propia empresa, Harpo.
Sin embargo les dije que no podía ir a dar
una plática, a menos que eso me sirviera para obtener un crédito,
ya que mi padre sigue diciendo que sin un
título universitario no llegaré a ningún lado.
Así que, terminé el curso,
entregué mi documento final y obtuve el título universitario.
Y mi padre estaba muy orgulloso.
Y sé que si algo sucede,
ese último crédito será mi salvación.
Pero también sé porque mi papá insistía tanto en el título,
porque, como dijo B. B. King,
"Lo más maravilloso de aprender es que
es algo que nadie te puede quitar".
Acerca de aprender, en general, es en realidad
de lo que quiero hablarles hoy,
ya que su educación, por supuesto, no termina aquí.
En muchos sentidos, apenas empieza.
El mundo tiene muchas lecciones que enseñarles.
Yo considero al mundo,
a esta Tierra, como si fuera una escuela y nuestra vida los salones de clase.
Y a veces en esta escuela Planeta Tierra, las lecciones
vienen disfrazadas de desviaciones o de controles en el camino.
A veces, también como verdaderas crisis.
El secreto que he aprendido para poder llevar la delantera
es estar abierta a las lecciones,
lecciones de la más grandiosa universidad de todas,
es decir, del propio universo.
Es ser capaz de caminar por la vida con entusiasmo y abierto a la auto-mejora
y eso es lo que más te ayudará a evolucionar,
pues en realidad para eso estamos aquí, para evolucionar como seres humanos.
Convertirnos en nosotros mismos.
siempre avanzando al siguiente nivel de conocimiento,
el siguiente nivel de compasión y de crecimiento.
Pienso en uno de los mejores cumplidos que he recibido: Me entrevisté
con una reportera cuando yo apenas empezaba en Chicago.
Muchos años más tarde, volví a ver a la misma reportera.
Me dijo, ¿Sabes? En realidad no has cambiado
Sólo eres más tu misma."
Y eso es en realidad lo que todos estamos intentando hacer,
ser más nosotros mismos.
Y creo que hay una lección en casi
todo lo que hacemos y en todas las experiencias
y a través de esas lecciones es como avanzamos.
Enriquecemos el espíritu.
Y créanme, yo sé que la sabiduría interna es más preciada que la riqueza.
Mientras más la usas, más ganas.
Así que hoy, sólo quiero compartir unas cuantas lecciones, tres,
que he aprendido hasta ahora. ¿No están contentos?
¿No odian cuando alguien dice, "Voy a compartir unas cuantas",
y esas cuantas son 10 lecciones?
Y ustedes piensan, "Oye,
esta es mi graduación. Esto no se trata de tí".
Así que sólo serán tres.
Las tres lecciones que han tenido el mayor
impacto en mi vida tienen que ver con sentimientos,
con fracasos y con encontrar la felicidad.
Un año después de que salí de la Universidad, me dieron la oportunidad de compartir la presentación
de las noticias de las 6 en Baltimore,
pues la gran meta en los medios en el momento en que
yo empezaba, era tratar de moverte a mercados más grandes.
Y Baltimore era un mercado mucho más grande que Nashville.
Así que, obtener el trabajo para compartir las noticias de las 6
a los 22 años, fue todo un logro.
Se sentía como el mejor logro del mundo en ese momento.
Estaba tan orgullosa, por fin iba
a tener mi oportunidad de ser como Barbara Walters,
a quien estuve tratando de imitar
desde que empecé mi carrera en la TV.
Ahí estaba yo de 22 años ganando $22,000 dólares al año.
Y ahí conocí a mi mejor amiga
Gayle, quien estaba de interna en la misma estación de TV.
Una vez que nos hicimos amigas, dijimos,
¡Cielos, no lo puedo creer. Ganas $22,000 dólares al año
y apenas tienes 22. Imagínate cuando tengas 40
y ganes $40,000!"
Cuando cumplí 40, me dio gusto que eso no hubiera sucedido.
En fin, aquí estoy, tengo 22 años, gano $22,000 dólares al año
y no me sentía a gusto. No me sentía a gusto.
El primer signo, como estaba diciendo el Presidente Hennessy,
fue cuando trataron de cambiar mi nombre.
El director del noticiero me dijo,
"Nadie va a acordarse de Oprah. Así que,
queremos cambiar tu nombre. Se nos ocurrió
un nombre que la gente recuerde y que a la gente
le guste. Es un nombre muy amigable: Suzie".
Hola Suzie. Muy amigable. No puedes enojarte con Suzie.
Recuerdas a Suzie. Pero mi nombre no era Suzie.
Y ¿Saben? crecí sin que realmente me gustara mi nombre,
pues cuando estás buscando tu pequeño nombre
en las mochilas del almuerzo, en las etiquetas de la matrícula,
nunca vas a encontrar Oprah.
En fin, crecí sin que me gustara mi nombre, pero el día que me pidieron cambiarlo
pensé, bueno, ese es mi nombre y ¿ustedes creen que me parezco a Suzie?"
Pensé, no, no estoy a gusto.
No voy a cambiar mi nombre.
Si la gente lo recuerda o no, está bien.
Después me dijeron que no les gustaba mi aspecto.
Esto fue en 1976, cuando el jefe te puede llamar y decirte,
"No me gusta como te ves."
Ahora eso sería una demanda,
pero en aquel entonces, te podían decir, "No me gusta como te ves".
Lo cual, en caso de que ustedes en la parte de atrás,
no lo noten, no es nada parecido a Barbara Walters.
Total que me enviaron a un salón en donde me hicieron la permanente
y después de unos días, perdí el cabello y tuve que afeitarme la cabeza.
Entonces sí, no les gustaba para nada como me veía,
pues soy negra, calva y estoy sentada frente a la TV.
No es una imagen muy bonita.
Peor que estar calva, lo que en verdad odiaba, odiaba,
odiaba, era que me mandaran a hacer reportajes sobre
las tragedias de otras personas como parte de mi rutina diaria,
sabiendo que esperaban que yo sólo observara,
cuando en realidad mi instinto me decía
que debería estar haciendo algo, debería estar ayudando a alguien.
Como dijo el Presidente Hennessy,
yo podía cubrir un incendio y después volvía
con mantas para las víctimas.
No podía dormir por las noches, debido
a todas las cosas que cubría durante el día.
Mientras tanto, yo intentaba sentarme con elegancia,
como Barbara e intentaba hablar como Barbara.
A veces pensaba, puedo hacer una Barbara ridícula.
Si pudiera saber cómo ser yo misma,
podría ser una buena Oprah.
Intentaba sonar elegante como Barbara.
A veces no leía mi guión,
pues algo en mi interior me decía, esto tiene que ser espontáneo, muy espontáneo.
Yo quería hacerme de las noticias cuando se las estaba dando a la gente.
Así que a veces no leía el guión y decía cosas como,
seis personas apiladas en la I-40. Oh Cielos.
Y a veces no leía el guión porque
quería ser espontánea y me encontraba con una lista
de palabras que no conocía y no sabía pronunciar.
Un día, estaba yo leyendo el guión y en vez de decir Canadá, dije "ca nada".
Entonces decidí que este asunto de Barbara no estaba resultando bien.
Debería tratar de ser yo misma.
Pero al mismo tiempo mi padre decía,
"Oprah Gail, esta es la oportunidad de
tu vida. Más vale que conserves ese trabajo".
Y mi jefe decía, "este es el noticiero nocturno. Eres una presentadora,
no una trabajadora social. Sólo cumple con tu trabajo".
Yo hacía malabares con estos mensajes y sus expectativas
y la obligación y sintiéndome realmente miserable conmigo misma.
Me iba a casa todas las noches y escribía en mi diario,
pues he tenido un diario desde que tengo
15 o así. Ahora tengo volúmenes de diarios.
En fin, me iba a casa en las noches y escribía en mi diario
lo miserable que era y lo frustrada que estaba.
Después me comía mi ansiedad. Ahí es donde aprendí ese hábito.
Después de ocho meses, perdí el trabajo.
Me dijeron que era demasiado emotiva. Que era demasiado.
Pero como no querían hacer efectivo el contrato,
me pusieron en un programa de entrevistas en Baltimore.
En el momento que me senté en ese programa,
en el momento en que lo hice, sentí que había vuelto a casa.
Me di cuenta que la TV podía ser mucho más que un área de juegos,
podía ser una plataforma para dar servicio,
para ayudar a otras personas a impulsar sus vidas.
En el momento que empecé a conducir ese programa,
sentí que volvía a respirar. Me sentí muy bien.
Y ahí empezó todo lo que siguió en mi vida.
Aprendí la lección.
Cuando estás haciendo el trabajo que te corresponde,
te sientes bien y cada día es una gratificación,
independientemente de lo que te paguen.
Es verdad. Pero, ¿cómo sabes cuándo estás haciendo lo correcto?
¿Cómo lo sabes? Se siente.
Lo que sé ahora es que los sentimientos son en realidad el sistema GPS de tu vida.
Cuándo tienes que hacer algo o no tienes que hacerlo,
te lo dirá tu sistema de guía emocional.
El truco es aprender a dejar el ego en la puerta
y en su lugar hacer caso a tu interior.
Todas las decisiones correctas que he tomado, TODAS LAS DECISIONES CORRECTAS,
QUE HE TOMADO, vienen de mi interior.
Todas las decisiones incorrectas que he tomado, son el resultado
de no escuchar la gran voz que hay dentro de mí.
Si no te sientes bien, no lo hagas. Esa es la lección.
Y esa única lección, amigos míos, les ahorrará muchos dolores de cabeza.
Si dudan, no lo hagan. Eso es lo que aprendí.
Habrá muchas ocasiones en las que no sabrás que hacer.
Cuando no sepas que hacer, tómalo con calma, con mucha calma,
hasta que sepas que hacer. Y cuando estés tranquilo, deja
que tu motivación interna sea el motor,
no sólo mejorará tu vida personal,
sino que además tendrás una ventaja competitiva en el mundo laboral.
Ya que, como escribe Daniel Pink en su best-seller,
Una Mente Completamente Nueva, estamos entrando a una nueva era.
El la llama la Era Conceptual,
en la cual los rasgos que hoy separan a la gente, vendrán
de nuestro hemisferio derecho, así como de nuestra cabeza.
Ya no será sólo el pensamiento lógico,
lineal, basado en reglas el que importe, dice.
También se trata de empatía y alegría y propósito,
capacidades internas que tengan un valor trascendental.
Estas cualidades florecen cuando hacemos lo que nos gusta,
cuando entregamos todo a nuestro trabajo,
tanto nuestra experiencia como nuestras emociones.
Así que, olvídense de vivir a toda velocidad.
Si en verdad quieren volar, canalicen su capacidad a su pasión.
Hagan caso a su voz interna, Todos tenemos una.
Confíen en su corazón y el éxito vendrá a ustedes.
¿Cómo defino éxito?
Permítanme decirles, que el dinero es muy bonito.
No me voy a parar aquí y
decirles que no se trata del dinero, no, el dinero es muy bueno.
A mí me gusta el dinero.
Sirve para comprar cosas.
Aunque tener mucho dinero no te convierte automáticamente
en una persona exitosa. Lo que quieres es dinero y significado.
Quieres que tu trabajo sea significativo.
Ya que el significado es lo que trae la verdadera riqueza a tu vida.
Lo que en realidad quieres es estar rodeado de gente
en la que confías y que te estima.
Es en ese momento cuando eres verdaderamente rico. Así que, lección uno, haz caso a tus sentimientos.
Si te sientes bien, sigue adelante.
Si no te sientes bien, no lo hagas.
Ahora quiero hablar un poco acerca de los fracasos,
pues el camino de ninguno de nosotros es totalmente plano y sin problemas.
Todos nos tambaléamos. Todos tenemos retrasos.
Si las cosas salen mal, te encuentras frente callejón sin salida, cuando quieres seguir,
y es así como la vida te dice que es momento de cambiar el curso.
Así que, en cada fracaso hagan preguntas, eso es lo que hago con cada fracaso,
cada crisis, cada dificultad, pregunto,
¿qué me quiere enseñar?
Y en cuanto entiendas la lección, podrás avanzar.
Si en verdad entiendes la lección,
ya pasaste y no tendrás que repetir la clase.
Si no entiendes la lección,
aparecerá más tarde con otros pantalones o
falda para darte un trabajo de recuperación.
Y lo que he descubierto es que las dificultades aparecen
cuando no le prestas atención al susurro de la vida,
la vida siempre te susurra algo antes.
Si ignoras ese susurro, tarde o temprano recibirás un grito.
Lo que resistas es lo que durará.
Pero si haces la pregunta correcta, no ¿por qué está sucediendo?
sino, ¿qué ha venido a enseñarme?
te colocas en el lugar y espacio adecuados para entender la lección.
Mi amigo Eckhart Tolle,
que escribió el maravilloso libro,
Una Tierra Nueva, que trata de permitir que la consciencia
de quien eres, estimule todo lo que haces,
lo pone de esta manera: él dice, no reacciones contra una mala situación;
en vez de eso, fusionate con esa situación.
Y la solución saldrá del reto.
Entregarte no significate rendirse;
significa actuar con responsabilidad.
Muchos de ustedes saben, como dijo el Presidente Hennessy,
que yo empecé una escuela en África.
Y fundé la escuela en
la que estoy tratando de dar a las niñas sudafricanas
una visión de un futuro como el de ustedes, Standford.
Pasé cinco años asegurando que esa escuela
fuera tan bonita como sus estudiantes.
Yo quería que cada niña sintiera su valor reflejado en los alrededores.
Así que revisé todos los documentos, levanté todas las almohadas.
Estaba buscando el cemento en medio de los ladrillos.
Conocía el número de hilos de las sábanas.
Escogí a cada una de las niñas de las villas, de nueve diferentes provincias.
Y ahora, este último otoño, me encontré
con una crisis que nunca imaginé.
Me dijeron que una de las matronas de los dormitorios,
era sospechosa de abuso ***.
Eso fue, como pueden imaginarse, una noticia devastadora.
Primero lloré, en realidad sollozé por casi media hora.
Después dije, enfrentémoslo; es todo lo que tienes, media hora.
Necesitas concentrarte en el ahora, en lo que necesitas hacer ahora.
Así que contacté a un especialista en traumas infantiles.
Reuní a un equipo de investigadores.
Me aseguré que las niñas tuvieran asesoría y soporte.
Y Gayle y yo nos subimos a un avión y volamos a Sudáfrica.
Y todo el tiempo me estuve haciendo esa pregunta:
¿Qué tengo que aprender de esto?
Y con todo lo difícil que fue esa experiencia,
aprendí muchas lecciones.
Entendí los errores que cometí,
pues estuve prestando atención a todas las cosas malas.
Yo hice esa escuela de afuera hacia adentro,
cuando lo que en realidad importaba era de adentro hacia afuera.
Esta es una lección que aplica a todas nuestras vidas en general.
Lo que más importa es lo que está en el interior.
Lo que importa es el sentido de integridad, de calidad, de belleza.
Aprendí esa lección.
Y lo que sé, es que las niñas también aprendieron algo.
Resurgieron con más fuerza,
sabiendo que sus voces tienen poder.
Su fortaleza y espíritu me han dado
más de lo que yo he podido darles,
lo cual me lleva a mi última lección, una acerca de encontrar
la felicidad, de lo cual podríamos hablar todo el día,
pero yo sé que tienen que hacer otras cositas.
No es un tema pequeño, este de encontrar la felicidad.
Sin embargo, de alguna manera yo creo que es el más sencillo de todos.
Gwendolyn Brooks escribió un poema para sus hijos.
Se llama, "Discurso a los Jóvenes: Discurso para el Progreso-Dirección."
Y al final dice, "No vivas para las batallas, gana. / No vivas para
el final de la canción. / Vive en el ahora".
Lo que está diciendo, como Eckhart Tolle,
es que tienes que vivir para el presente. Tienes que estar en el momento.
Lo que te haya sucedido en el pasado,
no tiene poder sobre este momento presente, porque la vida es ahora.
Yo creo que también se refiere a ser parte de algo.
No vivas para tí mismo.
Esto es algo que puedo decir con seguridad: para ser verdaderamente feliz,
tienes que vivir el momento y tienes
que estar aquí para algo más que tú mismo.
La vida es un intercambio recíproco.
Para avanzar, tienes que dar.
Y para mí esa es la mejor lección de la vida.
Para ser feliz, tienes que dar algo.
Yo sé que ustedes saben esto, pues es una de las lecciones que está tejida
en cada una de las prendas de esta universidad.
Es una lección que Jane y Leland Stanford
aprendieron y que ahora les dejan a ustedes.
Todos ustedes conocen la historia de
cómo nació esta gran escuela,
cómo los Stanford perdieron a su único hijo, de tifoidea a la edad de 15 años.
Tenían todo el derecho y toda la razón para
darle la espalda al mundo en ese momento,
pero en vez de eso, canalizaron su dolor
y su pena en un acto de gracia.
A un año de la muerte de su hijo,
hicieron su aportación para esta gran escuela,
prometiendo hacer para los hijos de otros,
lo que no podían hacer por su hijo.
Esta lección es muy clara, y quiere decir que si estás lastimado,
necesitas ayudar a alguien más a aliviar su dolor.
Si tienes una pena, ayuda a alguien más a soportar su pena.
Y cuando estés en un caos,
podrás salir del caos ayudando a alguien más con el suyo.
En el proceso, te convertirás en miembro
de lo que yo llamo, la mejor fraternidad de todas,
la fraternidad de la compasión y la fraternidad de servicio.
Los Stanford sufrieron lo que ningún
papá o mamá podrán soportar jamás,
sin embargo entendieron que ayudar a otros, es la manera en la que nos ayudamos a nosotros mismos.
Y esta sabiduría es cada vez más apoyada
por la investigación científica y social.
Ya no se trata de estas pláticas suaves.
En realidad hay un sentido de ayuda,
ganas en espiritualidad al ayudar a otros.
Así que, si quieren sentirse bien, necesitan salir y hacer algo bueno.
Y si hacen algo bueno, espero que se esfuercen por algo más
que la buena sensación que da el servicio, ya que con seguridad
hacer el bien, los hace mejores.
Así que sin importar el área que escojan,
si operan desde el paradigma del servicio,
sé que su vida tendrá más valor y serán felices.
Yo era muy feliz cuando hacía mi programa de entrevistas,
pero esa felicidad alcanzó una intensidad de satisfacción,
de júbilo, que no puedo describir o medir
cuando decidí dejar de ver la TV como
un trabajo y decidí usar la televisión,
usarla y no dejar que ella me usara a mí,
usarla como una plataforma para ayudar a mis televidentes.
Sólo esto cambió la trayectoria de mi éxito.
Aprendí esto, que si eres un actor,
ofreces tu talento de una manera que inspire arte.
Si eres un anatomista,
ves tu don como el conocimiento y el servicio necesarios para sanar.
Si has sido llamado,
como muchos de ustedes que hoy reciben doctorados y otros títulos,
a las profesiones de administradores, leyes, ingeniería, humanidades
ciencia, medicina, si deciden ofrecer
sus habilidades y talento en servicio,
cuando escoges el paradigma del servicio,
ver la vida a través de ese paradigma,
convierte todo lo que haces por trabajo en un regalo.
Sé que no han pasado todo este tiempo
en Stanford sólo para salir y obtener un trabajo.
Han sido enriquecidos de muchas maneras.
No hay mejor manera de dejar su marca
en el mundo y de compartir esa abundancia con otros.
Mi constante oración para mí misma es, ser
usada en servicio para un bien mejor.
Así que, permítanme terminar con una de mis
citas favoritas de Martin Luther King.
EL Dr. King dijo, "No todos pueden ser famosos."
Y yo no sé, pero parece que hoy todos quieren ser famosos.
Pero la fama es un viaje.
La gente te sigue al baño, escuchan cuando haces pís.
Tratas de hacer pís en silencio.
No importa, sales y te dicen,
"Oh cielos, eres tú. Hiciste pís."
Ese es el viaje de la fama, así que no sé si eso es lo que quieren.
Dr. King decía, "No todos pueden ser famosos.
Pero todos pueden ser grandes,
ya que la grandeza se determina por el servicio."
Aquellos de ustedes que sean alumnos de historia
conocerán el resto del pasaje.
King dijo, "No necesitas un título universitario para servir. No tienes
que hacer que el sujeto y el verbo estén de acuerdo para servir. No tienes que
conocer a Platón o Aristóteles para servir. No tienes que conocer la
teoría de Einstein de la relatividad para servir. No tienes que
conocer la segunda teoría de termodinámica para servir. Sólo
necesitas un corazón lleno de gracia y un alma generada con amor."
En unos momentos, todos ustedes serán oficialmente la Generación 08 de Stanford.
Tienen el corazón y la inteligencia para serlo.
Y ahora depende de ustedes decidir
¿en dónde van a usar esos dones?
Tienen el título, así que salgan al mundo y aprendan las lecciones,
pues yo sé que hay grandes cosas por venir.
¿Saben? yo siempre he creído que todo es mejor
cuando lo compartes,
así que antes de irme, quería compartir un regalo de graduación con ustedes.
Debajo de sus asientos, encontrarán dos de mis libros favoritos.
"Una Nueva Tierra" de Eckhart Tolle, es mi selección de libros actuales.
Hemos descargado el webcast Nuestra Nueva Tierra
30 millones de veces con ese libro.
Y "Una Mente Completamente Nueva: Por qué el hemisferio derecho va a dirigir el Futuro" de Daniel Pink,
me ha confirmado que voy en la dirección correcta.
En realidad yo quería darles autos, pero no lo logré.
¡Felicidades 08! Gracias! Muchas Gracias.
Este programa es propiedad de la Universidad de Stanford.
Por favor visítenos en stanford.edu