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En un rincón del Río de la Plata,
cuarenta noches al año se despliega
la locura de un pueblo de payasos;
corte de Momo que a un país alegra.
Es La Comedia del Barrio,
el Carnaval
y el escenario es Montevideo.
Bienvenidos a su pomposo desfile inaugural.
Sientan latir el corazón de un pueblo.
Soñando con despertar
del invierno más amargo,
mantiene Momo en letargo
su increible bacanal.
Vuelve el abrazo triunfal
de Pierrot y Colombina,
sólo una luz mortecina
baña el barrio de nostalgias.
Y el rey
bosteza su magia tapado de serpentinas.
Enero lo encuentra erguido sobre sus piernas de luna,
su barba blanco-aceituna y su pelo renegrido.
En el ensayo escondido ha puesto un par de zapatos
rotos, sucios y baratos, que al entrar el mes siguiente
corona un resplandeciente disfraz delusivo acto.
Momo arranca a desfilar por 18 de julio
y un licor alegre y turbio lo comienza a emborrachar.
A nadie podrá contar lo que siente en ese instante
porque en cada redoblante y en la lonja de los pinos
se reflejan el destino y el mandato de la sangre.
Allá va Momo saltando, bailando entre los botijas,
la mirada nunca fija en los que lo están mirando.
Su pirueta va llenando la noche de fantasía,
todo es color y alegría, y entre aplausos y sudores
se bautiza de colores la magia del primer día.
Texto: Raúl Castro Música: Felipe Castro