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Las fuerzas de la tierra domadas por el hombre.
La Sierra Minera inundada de esperanzas y sangre.
El mineral, roca angular del valor y la ambición.
Madera y hierro, polvo y barreno.
Una vida a la sombra del carburo.
-"A pesar de una vida entera dedicada a la mina,
aún me sobrecoge la imagen poderosa de los castilletes
y lo que representan para la historia de mi pueblo.
Ah, por cierto,
soy Lorenzo Saura,
minero de La Unión e hijo y nieto de mineros."
¡Mirad este imponente paisaje!, es el distrito minero de La Unión,
asentado en una sierra litoral
sumamente transformada por la mano del hombre,
que se extiende entre el Mar Mediterráneo
y la llanura del Mar Menor.
En sus entrañas atesora todo un entramado
de galerías subterráneas, bóvedas pétreas y lagos de aguas rojizas,
excavados por las manos de miles de mineros durante siglos.
Sin embargo,
no fuimos nosotros los pioneros en la minería de La Unión.
Hace miles de años, el hombre prehistórico de la Edad del Bronce
rastreaba la sierra en busca del mineral
que brotaba prácticamente en la superficie.
También el mítico pueblo cartaginés, abanderado por Aníbal,
explotó la exuberancia mineral de la zona
a principios del siglo III a.C., para sufragar los gastos militares
derivados de sus numerosas campañas bélicas.
Pero fue con la civilización romana,
fundadora de la espléndida Carthago Nova,
cuando la Sierra Minera de La Unión
vivió su primer apogeo industrial.
Cuentan historiadores clásicos, como Plinio y Estrabón,
que miles de esclavos romanos
extrajeron toneladas de plata del Cabezo Rajao.
Luego, el preciado metal
era embarcado en los puertos de Carthago Nova
y el Portus Magnus, actual Portmán,
con destino a los más importantes enclaves del Imperio Romano.
A pesar del enorme valor mineral de la Sierra,
hubieron de transcurrir XIV siglos después de la dominación romana
para que el fulgor de la minería rebrotase de nuevo en La Unión.
Mi abuelo me contó infinidad de veces
los acontecimientos que desencadenaron el boom minero
en La Unión durante la segundad mitad del siglo XIX.
En Europa soplaban vientos de prosperidad industrial
y las grandes potencias
iniciaron la demanda de plomo en ingentes cantidades.
España caminaba a la zaga del progreso europeo,
pero ante la expectativa de suculentos negocios,
aletargados sueños mineros comenzaron a despertar...
En 1825 una Ley promulgada por el gobierno español
permitía las explotaciones mineras sin necesidad de Licencia Real,
por lo que diversos empresarios
fundaron sociedades mineras para tal fin.
-"Enhorabuena."
El acicate definitivo tuvo lugar en 1839,
cuando en la sierra almeriense de Almagrera
fue descubierto un rico yacimiento de plata,
el célebre filón Jaroso.
-"Vamos a ver al patrón."
-"Patrono, patrono. Galena."
La perspectiva de hallar filones de riqueza similar
desencadenó la fiebre minera en el Levante español.
-"Muy bien chico, muy bien. Esto es muy bueno."
A ello se sumó la prohibición inicial del gobierno
de exportar minerales que contuviesen plata,
lo que propició el desarrollo industrial interno
y la instalación de una pequeña industria metalúrgica en Cartagena.
-"Hasta entonces, mi abuelo trabajaba en el campo como asalariado,
pero las continuas sequías, el escaso jornal
y el anhelo de conseguir un mejor porvenir para su familia,
le animaron a bajar a la mina."
Eran tiempos de penurias económicas y la llamada de "el dorado"
transcendió las fronteras de La Unión para alcanzar toda España.
Numerosas familias de la región y el resto del país,
principalmente de la vecina Almería,
llegaron a la Sierra Minera con la esperanza de trabajar en las minas,
minas que ya perforaban la serranía.
En 1848 los mineros de La Unión
descubrieron su propio filón Jaroso.
En la mina Bilbao, ubicada en el Barranco Mendoza,
el llamado "Manto de los Azules" aseguraba el despegue.
Comentaba mi abuelo que la Sierra Minera de La Unión
era por aquel entonces muy diferente a la actual.
Un espacio inhóspito,
salpicado de diminutos caseríos como El Garbanzal,
Herrerías, El Beal, Portmán o Roche,
bajo la jurisdicción del municipio de Cartagena.
El enorme crecimiento demográfico y económico
debido a la fiebre minera,
transformó estas aldeas en poblaciones prósperas,
que terminaron por segregarse de Cartagena.
Las desavenencias entre los pobladores
de El Garbanzal y Herrerías,
fueron solventadas con la creación de La Unión en 1868.
Este espectacular crecimiento
precisaba de vías de comunicación que penetrasen en la sierra
y facilitasen la circulación de hombres, caballerías y vehículos.
Nacieron así el camino de Cartagena a Herrerías
(actual carretera de La Unión)
y el ferrocarril de Cartagena a La Unión, inaugurado en 1874.
Para la exportación marítima
se acondicionó el fondeadero de Portmán,
auténtica puerta mediterránea de La Unión.
De esta ensenada, partían a diario,
barcos cargados de plata, plomo y hierro,
valiosos minerales que alimentaron el progreso europeo.
-"Juan, traeme la barrena".
En los albores del siglo XX,
centenares de emigrantes encontraron asilo en la Sierra,
multiplicando la población
hasta alcanzar la cifra de 40.000 habitantes.
La Unión se convertía en la cuarta ciudad de la Región,
por detrás de Murcia, Cartagena y Lorca.
Más de un millar de minas perforaban ya la piel de la Sierra Minera
y La Unión escribía letras doradas en la historia nacional,
donde era conocida como la Nueva California.
Es el tiempo de las elegantes construcciones modernistas
que impregnaron de señorío y personalidad
el urbanismo de La Unión.
En el año 1889 se levantaba el edificio de "El Progreso",
ejemplo de la arquitectura local en el empleo del ladrillo visto
y centro de recreo de la burguesía.
Joaquín Peñalver Nieto, apodado Piñón por su corta estatura,
edificó en 1899 la Casa del Piñón,
una distinguida obra destinada a viviendas de lujo en alquiler.
Recién inaugurado el siglo XX,
el prestigioso arquitecto Pedro Cerdán
construía el Liceo de los Obreros,
sede en la actualidad del Museo Minero.
Más tarde, La Unión veía erigirse
la imponente estampa de vidrio y hierro del Mercado Público.
Una gallarda obra modernista de Víctor Beltrí y Pedro Cerdán,
decorada al exterior con ladrillo artificial y mampostería,
rematada por pináculos con motivos vegetales,
que anualmente acoge el Festival del Cante de las Minas.
El culto religioso tuvo su obra más destacada
en la Iglesia de Ntra. Sra. del Rosario,
caracterizada por la sobriedad decorativa.
-"Y mientras el minero trabajaba en las entrañas de la tierra...
Una altiva burguesía local vivía días de vino y rosas
afanada en el culto al progreso y la codicia...
Mi padre, Juan Saura, me contó
que aún recordaba algunos importantes personajes de la época
como José Maestre, Pío Wandosell o Dorda Llovera."
Destacados empresarios que amasaron fortunas con la minería
y edificaron suntuosas mansiones en Cartagena y La Unión.
-"Pero si hay un nombre que aún resuena con un halo mítico
en la Sierra Minera de La Unión,
ése es Miguel Zapata Sáez, más conocido como el Tío Lobo."
De orígenes modestos,
llegó a convertirse en el gran magnate de la minería de La Unión,
siendo propietario de incontables participaciones
en sociedades mineras de la Sierra,
así como de la fundición de plomo La Orcelitana
y de la Maquinista de Levante, una sociedad de ámbito nacional
destinada a la producción y reparación de maquinaria minera.
En Portmán edificó en 1913 un monumental caserón,
diseñado por Víctor Beltrí,
para acoger la residencia familiar y las oficinas de la compañía,
destacando el exótico mirador rematado con cúpula de cinc.
Siempre admiraré a aquellos mineros,
gentes humildes y estoicas que excavaban el corazón de la Sierra
en interminables jornadas laborales,
sin las mínimas condiciones de higiene y seguridad,
enarbolando como únicas armas,
el pico, la barrena y la resistencia colectiva a la miseria.
-"Fueron tiempos duros...
Contaba mi abuelo que bajaban a la mina
hacinados en cubas movidas por tornos rudimentarios
o con malacates tirados por caballería.
En una pequeña cuba como esta,
se montaban más de veinte mineros,
muchos de ellos enganchados como podían a su exterior.
La vida de todos dependía de sus propios compañeros..."
Afortunadamente para ellos
y para los que les sucedieron, como mi padre,
hacia finales del siglo XIX, la técnica mejoró,
y los pozos maestros de la Sierra Minera de La Unión
comenzaron a disponer de un castillete
equipado con grandes poleas.
En la bocamina, junto al castillete, la casa de máquinas
albergaba la maquinaria de vapor para activar las poleas.
A pesar de ello, mi padre y sus compañeros de fatigas,
trabajaban en condiciones inhumanas,
a veces vestidos con un simple taparrabos
para soportar las elevadas temperaturas,
incluso algunos descalzos, al carecer de alpargatas de esparto.
Como utensilios de iluminación empleaban candiles
y, más tarde, los emblemáticos carburos,
unas lámparas de acetileno que encarnan el espíritu de sacrificio
y la dignidad de un pueblo condenado a vivir entre tinieblas.
-"Ayuda"
-"Socorro, ayudadme"
-"Aquí hay cuatro."
La mina también se cobró su tributo de sangre
con numerosos accidentados y enfermos,
que no dispusieron de establecimientos sanitarios
hasta el año 1882, cuando abrió sus puertas
el Hospital de la Caridad de La Unión.
-"Aguanta, Manuel, que ya casi estamos"
-"Tranquilo, la mina es así."
A la insalubridad y ausencia de seguridad,
se unía el tristemente famoso pago en "vales",
que los mineros debían canjear por alimentos y otros artículos
en los comercios de sus patronos.
-"Aquí tienes las lentejas."
Este sistema desencadenó sublevaciones obreras,
duramente reprimidas.
Finalmente, los "vales" fueron prohibidos a principios del siglo XX.
-"Estos vales son una miseria José."
-"Ya lo sé Juan, ya lo sé."
-"Buenas tardes."
-"Ve con Dios."
Pero si hay un capítulo especialmente dramático
en la historia de la minería de La Unión,
ése fue el empleo de niños de entre siete y ocho años
en los trabajos del subsuelo.
-"¡Juan, vámonos ya hombre!"
-"Mi padre fue uno de aquellos niños.
Eran conocidos como "los muchachos de gavia",
se introducían en las galerías más estrechas
y cargaban el mineral a sus espaldas."
Desgraciadamente,
tuvieron una infancia muy distinta a la de los chavales de ahora...
-"Dame lumbre."
-"Toma Paco."
-"Ya queda poco."
-"Esta noche vamos a ir al café."
-"Te voy a invitar a unos cuantos chatos de vino."
-"Ya era hora."
-"Tienes ganas ¿no?"
Sin embargo, no todo fue sufrimiento...
Para aliviar las fatigas del trabajo, al finalizar la jornada,
los mineros acudían a los muchos Cafés Cantante
que proliferaron en La Unión.
-"¡Ole, las niñas guapas!
Y el flamenco se convirtió, desde la mina,
en la voz de los oprimidos.
Tarantas, cartageneras, mineras y murcianas,
reconfortaban la áspera vida de los obreros.
Es preciso recordar
a uno de los más importantes personajes de estas tierras,
el patriarca del cante minero de La Unión,
Antonio Grau Mora, apodado el Rojo el Alpargatero
cuyo legado jondo constituye el origen
del afamado Festival Internacional del Cante de las Minas.
Los mineros extraían el mineral a base de picos, mazas
y provocaban pequeñas explosiones con barrenos
que introducían en la roca.
A continuación los mineros "llenaores"
cargaban capazos de esparto con el mineral bruto obtenido.
Desde ese punto hasta el pozo maestro,
el transporte se realizaba en la espalda
de los "muchachos de gavia",
en carretillas o mediante el empuje de vagonetas
o cunas sobre raíles.
En los primeros años del auge minero, los procesos de triturado,
molienda y lavado se realizaban de forma manual.
Quebrantaban a martillo el material más duro
y lo trituraban en molinos movidos por caballerías.
La criba, o separación del estéril de lo útil,
tenía lugar en cribas Cartageneras o de cajón con agua,
quedando la escoria o deshecho arriba
y el mineral metalífero abajo.
El barro mineral pasaba entonces
a las mesas circulares o "rumbos"
donde finalizaba el proceso de separación.
A finales del siglo XIX,
la técnica mejora y el proceso se industrializa.
La molienda se ejecuta en tolvas
colocadas sobre una trituradora,
con la que se logra reducir el grosor del mineral
y obtener la arena.
A continuación, pasaba al Lavadero gravimétrico,
donde la separación entre el mineral metalífero
y la ganga se basaba, como desde antiguo,
en las diferencias de densidad.
Por último, en la fundición se obtenían las barras,
lingotes o "galápagos",
marcados con el sello de la fábrica para la comercialización.
Los restos inservibles de la fundición se amontonaban en escoriales
que en la actualidad
se pueden apreciar en toda la Sierra Minera.
Pero el aparente esplendor minero de La Unión
era un gigante con los pies de barro,
una explotación codiciosa sin orden ni conocimiento,
con el único fin de extraer el máximo metal en el menor tiempo,
a costa de la salud del minero...
El modelo de explotación minifundista
establecido en la Sierra Minera de La Unión
se basaba en la división, en pequeñas concesiones,
alejándose por completo de una minería racional,
capitalista y tecnológica.
-"Ha bajado el precio del plomo."
El final de la Primera Guerra Mundial,
con el consiguiente descenso de demanda de plomo,
y los envites de la crisis de 1920,
tiñeron de sombras el horizonte económico de La Unión.
Buena parte de los establecimientos minerales de la Sierra
entraron en franca decadencia,
generando un intenso despoblamiento.
A mediados del siglo XX la población y el número de viviendas
se habían reducido a la tercera parte.
El ocaso minero se tradujo en una sangría laboral.
Con el objeto de atenuar el desempleo,
el Ayuntamiento de La Unión comenzó la construcción
del ya mítico Camino del 33,
que atravesaba la Sierra hasta llegar a Portmán,
comunicando a los principales establecimientos mineros
y dando trabajo a más de cien familias.
Sin embargo, esta emblemática vía de la Sierra Minera de La Unión
no tuvo edad de oro.
Cuando en 1933 se finalizaron las obras,
la crisis minera de La Unión era ya imparable.
-"Mi padre me contó que fueron años difíciles,
muchos mineros tuvieron que emigrar
hacia destinos más prósperos."
Hacia los años 50, el alza de la demanda metalífera
con la Segunda Guerra Mundial
y la nueva etapa de progreso europeo,
insuflaron de nuevo los pulmones de la minería unionense,
que renació de sus cenizas subida en el tren de la tecnología.
Los avances tecnológicos más importantes en La Unión
fueron la explotación de canteras a cielo abierto,
los nuevos molinos para la trituración
y los lavaderos minerales por flotación diferencial,
consistentes en la introducción de aire
y reactivos químicos selectivos en el proceso de lavado.
-"Yo mismo trabajé en las excavaciones a cielo abierto de la Sierra.
La tecnología mejoró nuestras condiciones laborales,
pero también redujo el número de mineros...
La minería de La Unión
ya nunca volvió a brillar con el esplendor de antaño..."
En este cambio de rumbo de la minería unionense
tuvo un papel esencial la Sociedad
Minero Metalúrgica Peñarroya,
que compró la mayoría de concesiones mineras de la Sierra,
reactivando el sector.
Es entonces cuando el paisaje minero de La Unión
experimenta una transformación sin precedentes
y las mayores agresiones medioambientales de su historia.
La Sierra Minera se ve salpicada en pocos años
de cerros prácticamente "decapitados"
y extensos mantos de estériles.
Entre 1965 y 1984 se abrieron un total
de siete cortas en la Sierra.
Los lavaderos individuales de antaño dejan paso
a los mencionados de flotación diferencial,
que tienen a su homólogo más tristemente famoso
en el Lavadero Roberto, responsable de
uno de los mayores desastres ecológicos
de la historia de la Región de Murcia:
la colmatación de la Bahía de Portmán con millones
de toneladas de fangos de estériles.
La minería de La Unión cerraba el telón en el año 1991,
fecha en que se interrumpió definitivamente
la actividad minero-extractiva.
-"¡Caramba!, mucho ha llovido desde entonces.
A veces recorro el antiguo Camino del 33 con mis nietos
y les enseño castilletes, chimeneas, antiguos hornos
y la Mina Agrupa Vicenta,
para que comprendan y valoren la historia minera
de su familia y de su propio pueblo, La Unión."
-"Abuelo, ¿vienes ya?"
-"Sí niños, ya voy..."
Conocer el pasado de la Sierra Minera de La Unión,
es piedra angular para comprender su presente.
Valorar el esfuerzo y dignidad de los mineros
que trabajaron en esta tierra, el tesón de empresarios
ávidos de progreso y el patrimonio dejado por todos ellos,
constituye nuestra mayor fuente de riqueza.
Protejamos la estela dejada por el tiempo en la Sierra Minera.
Mantengamos viva la llama del espíritu minero de La Unión.