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¡Bajen! ¡Desciendan!
Pueden descender. ¡Bajen!
Baja la cabeza. El sol va a quemarte la piel.
Ya le escribí a vuestra alteza sobre la falta de mujeres en esta tierra...
con quien los hombres puedan casarse...
y vivir al servicio de Dios, lejos del pecado en que viven.
Mándenos muchas huérfanas, y si no hubiere muchas...
mándenos cualesquiera que sean...
pues aquí, las mujeres blancas son tan deseadas...
que cualesquiera le harán bien a la tierra...
y apartarán a los hombres del pecado.
No leo bien. Se la entregaré al padre superior.
No veo ninguna mujer.
¿No habrá?
No puede ser. ¿ Quién habría de parir?
Los hombres, por voluntad de Dios.
- ¿ Y cómo parirían? - Por el sobaco.
Por el derecho, niños, y por el izquierdo, niñas.
¡Silencio!
- ¿Están bien de salud? - Sí, gracias a Dios.
Los niños están en la iglesia.
Aquí dice que era monja...
y que permitió que un hombre la poseyese.
Me quitaron a mi hijo. Fue suficiente castigo.
María, ¿por qué no te lavas?
Las viejas sólo se lavan la cara.
¿Dónde están mis pimpollos?
¿Dónde están mis pimpollos?
Son lindas.
Son lindas.
No dejaré que se casen.
Las quiero a todas para mí.
¿No va a ser agradable?
Iremos a misa.
Bordaremos.
La iglesia está casi lista.
Sonríe.
Así. ¡Así!
Fuertes, buenos...
¡Buenos!
¿ Qué te pasa, hija?
¿ Cuál es la razón del enojo?
Doña Oribela sufre con el calor.
¡Se te pasará! ¡Conque te cases se te pasará!
La niña vino de un convento. Es muy religiosa.
Si pudiese conseguirle un marido religioso...
¿Religioso? ¡Ojalá hubiese alguno en esta tierra!
No se preocupen.
El casamiento es fácil.
Es sólo obedecer a los hombres.
No mostrar mucha confianza, pues causa desconfianza.
Ni morderse los labios, pues es rabia.
Y, por fin, el primero que se acuesta...
es el primero que muere.
¡Basta!
Estoy rezando.
Pídele al padre que me mande de vuelta al convento.
¡Por amor de Dios!
¡Apenas consigo cuidar de mí, así que de ti!
El demonio nos tienta...
haciéndonos creer que tenemos virtudes que no tenemos.
¡A la cama!
¡Silencio!
¿Esos son los tupinambás... que aprisionaron a los blancos?
¡Mi pobre marido!
Cómo es duro controlar a esa gente.
¡Vengan!
¡Baja! ¡Baja!
¡Silencio!
¡Silencio!
Pídele que nos muestre los prisioneros blancos.
Si son franceses, se los devolvemos.
¿ Qué dijo?
"Vamos a matar a los blancos.
Desde la llegada del hombre blanco...
no comemos ni la mitad de nuestros prisioneros."
Olvídate de los indios, llama a las huérfanas.
Llévate a los indios y esperen un poco afuera.
Eso va a terminar mal.
Sería mejor que el rey nos mandase armas para nuestra defensa.
¡Las huérfanas!
Vamos a ver estas beldades.
¡Prefiero las indias!
- Yo quería una de esas. - ¿ Un pobre como tú?
Cristóvão, el viudo.
¡Acérquese, Sr. Cristovão Borralho!
Doña Tareja de Sande.
Gracias, señor.
Doña Giralda Teixeira.
Te lo traje a ti, señora.
Gracias.
¡Don Alfonso!
¡Don Alfonso Soares de Aragón!
Doña Oribela de Covilhã.
¿ Qué es eso, padre?
¿No vinieron del convento?
¡Fuera de aquí! ¡Saquen a esa niña de aquí!
Siete...
Ocho...
Igual que una gallina... quieres
Deja de ser bestia.
Nueve... ¡Estás lastimándome!
¡Silencio! Guárdate el sufrimiento.
¡Diez!
¡Mira!
Ni un borracho va a quererte.
Tal vez me manden de vuelta.
Las niñas que aquí llegaron...
son bienvenidas.
Y gracias al buen Dios...
tuvieron un viaje tranquilo.
Las mujeres deben darle la mano a los novios.
Los maridos gobiernan...
a las esposas y a las hijas.
Pero no cometan el pecado de lujuria.
No tomen como sus mujeres...
ni a sus madres...
ni a sus hijas.
No sean como los indios...
Ios negros de la tierra...
Ios brasileños, que viven como los animales.
Acepten el sagrado matrimonio en sus vidas...
y que sus hijos sean bendecidos...
con la blancura de la piel.
¿ Quién es usted?
Francisco de Albuquerque.
Te agradezco, doña Oribela...
por haber venido de tan lejos para casarte conmigo.
Me gustaría ofrecerte una cama de verdad, pero...
- no hay hostería en la villa. - ¿Dónde están mis cosas?
Con la carga que llevo al ingenio.
¿ Quieres rezar?
Quiero dormir. El viaje me debilitó.
Entonces, acuéstate.
¡No lo conozco, senõr! ¡No me fuerce!
¡Soy tu marido!
¡Soy tu marido!
Deme un tiempo para conocerlo,
para aprender a apreciarlo.
Voy a aceptarlo, pero tenga paciencia.
Puedo esperar un poco...
a que te acostumbres a mí.
¡Señor!
¡Señor!
¿Dónde vamos? No veo el mar.
¡Cállate! Es cerca.
Doña Oribela, mi madre.
¿Tienes hambre?
¿Realmente, no quieres comer?
No.
¿De dónde vino la niña?
De Covilhã.
¿ Y la dote?
Dos vacas.
¿No había otra?
¿Más gorda? ¿ Con caderas más anchas?
Me gustó ésta.
Doña Oribela.
Su bendición, señora.
Demoraste en despertarte. Ya es tarde.
¿Dormiste bien?
Sí.
¿No sufriste mucho por el calor?
- No. - ¿No?
Me acostumbré al calor en el barco.
¿Tienes ropa de dormir?
Siempre duermo con la misma ropa, señora.
Siéntate, doña Oribela.
Debes saber que aquí eres recibida como una hija.
Francisco es un buen hijo.
Rechazó buenas mujeres.
No me dejó desprotegida.
- Buenos días, doña Oribela. - Buenos días.
Ven conmigo.
Monta, doña Oribela.
Doña Brites me dijo que tu padre fue mercader...
y que tú viniste de Covilhã.
Es bueno que te acostumbres a esta vida.
Me fuiste ofrecida como un resto.
Como algo que nadie quería.
No soy un resto.
Lo supe, cuando te vi.
Olvídate de lo que hay aquí afuera. Te quedarás en casa.
Mandaré a buscar muebles y telas para ti.
Oigo tu respiración.
¿No consigues dormir?
El aire de aquí sienta bien.
¿Tienes buena salud?
No, mi salud no es buena.
¿Por qué a doña Branca no le gustó cuando miré a la niña?
Viliganda es mi hermana.
Ella tiene vergüenza de que la niña sea enferma.
¡Ximeno Dias!
¡Francisco!
Viajé durante dos días...
y ya me duelen las piernas.
¿ Carajás?
Guarus.
Son pocos.
No está fácil negociar con ellos.
No quieren más vasijas.
Quieren comerlos, no venderlos.
No quieren vasijas, pero conocen la pólvora.
Es la lengua general.
Lo traje de las Azores.
Gané.
Oribela...
- Señor... - Ven.
Elige algo. ¿ Sabes bordar?
Toma algo.
Quiero ésta.
Todo eso antes me valía por dos, tres hombres...
Ahora no quieren nada. Desconfían de todo.
¿Puedo irme?
¿ Cuánto es?
¡No hice nada!
- ¡Te burlaste de mí! - ¡Es un Marrano!
¡Un cristiano nuevo!
- No hice nada. - ¡Un judío!
No hice nada.
¡Gente de la nación... bautizada de adulta!
¡Mira lo que encontré!
Señor, déjeme embarcar.
¡Suélteme! ¡Suélteme!
¡Por Dios!
- ¡Dámela! - ¡Suélteme!
- ¡Yo la encontré! - ¿ Cuánto tienes?
- ¡Suélteme! - ¡Vete de aquí!
¡Suélteme!
Por amor de Dios, lléveme al reino.
- ¿ Cuánto tienes? - ¿ Qué?
Dinero.
No tengo nada. Estoy desesperada.
¡Aquí no hay nada!
Pedro también está desesperado.
¡Por favor!
¡Putita!
Soy esposa del...
¡Mira! ¡Mira!
Robaste mis botas.
Dios nos va a castigar con ira sin igual.
Francisco, perdóname.
No lo haré más.
¿ Qué?
¡Sácame de aquí!
¡Suéltame!
¡No soy un animal!
¡No soy un animal cazado!
¡Cobarde de mierda!
¡Desgraciado! ¡Belcebú!
¡Sal!
Me ofendiste mucho.
Si realmente fuese malo, No volverías a casa.
Te azotaría con cuero de puerco...
en la villa.
No pienses que te escaparás de mí.
- No huyo más. - Si huyes...
te mato.
Son tuyos.
Buenas tardes, Francisco.
¿Fuiste al sertón?
Buenas tardes, padre.
Si fuesen nueve o diez... Pero son bastantes más.
Sí, pero ninguno está sobrando.
Hay trabajo para todos.
Su bendición, padre.
Deberías haberme llamado.
Los brasileños necesitan catequesis.
- Íbamos a llamarlo. - Siéntese, padre.
Vamos a construir la capilla.
Ya era hora.
Son cristianos. Ya pueden sentarse a la mesa.
¿ Cómo usted dice?
- Con permiso. - Con permiso.
Aquí no.
Padre...
Ximeno vino aquí a vender unos indios. No los quisimos.
La Orden está construyendo un colegio.
Su bendición, padre.
Buenas noches, doña María.
Me llevaré algunos para que crezcan como cristianos.
¿Algunos qué?
Algunos de tus indios pequeños.
Padre, ¿no quiere comer?
Claro, padre, descanse. No es un viaje fácil.
Mañana hablamos sobre los negros.
Ciertamente me llevaré algunos.
Les enseñamos a los pequeños que después les enseñan a los padres.
Muchos no. Dos o tres, de los pequeños.
¡Hija!
Perdón.
No quería despertarte...
Ven aquí.
¿ Quieres acostarte conmigo?
Tengo que irme. Francisco puede despertarse.
Quería tanto hablar contigo.
Ya fue difícil venir.
Necesito uno más grande para pescar.
Traigan los animales. Nos vamos.
Traigan los animales.
Navarro, toma al niño de vuelta.
Yo te di una novia y dos vacas como dote.
¿Me niegas un ***?
Éste también ya puede trabajar.
- ¿ Qué es eso? - Padre, ¡por Dios!
Si quiere salvajes, vaya a buscarlos.
¡Estos son míos!
¡Francisco, eso va a terminar mal!
¡Vas a pagarlo!
¡Lo pagarás caro!
¡Ven, María!
- ¿Por qué discuten? - No deberían.
Deberían cortar los indios por la mitad.
Un indio que me niegas es un voto en tu condenación.
Tu esposo tiene mala fama en la aldea.
¡Hablas demás y haces poco! ¡Ve a ayudar!
¡Te escondes en el monte, pero no pienses que estás libre de la ley!
Vete adentro.
¡Avaricia y crueldad! ¡Bella pareja!
El reino está más cerca de lo que te imaginas.
Pagarás por tus pecados.
¿ Quién piensas que eres? ¿Perdiste la cabeza?
¡lnsultarlo al padre de este modo!
¡Idiota!
- Estoy pensando en lo que es mío. - ¡Tu cuello es tuyo!
Quiero más que eso.
No somos absolutos, señores de todo.
La tierra es grande.
Si me perturban, me adentro más en el sertón.
¿ Qué quieres hacer?
¿ Convertirte en salvaje?
Francisco...
¿Te gustó el baúl?
Sí.
Con los indios que se llevó el padre...
te podría regalar otro.
Un baúl basta.
Voy a regalarte una mantilla para rezar en la iglesia.
La iglesia está lejos.
Algún tiempo atrás...
quise adentrarme en el sertón...
atrás de los tesoros...
que dicen que hay más allá del monte.
Pero eran deseos imposibles.
¿ Qué pasó? ¿ Viste un fantasma?
No, señora.
¿Es a causa de la niña?
Perdóneme.
¿Perdonarte, qué?
¿Te imaginabas cosas?
Piensas que sabes todo.
¿Pero, qué sabes?
- ¿ Qué conoces? - Nada, señora.
Dejé Portugal hace 15 años.
Sola...
con mi hijo.
Aquí no había siquiera una casa...
ni una cama.
Dormíamos en el piso.
Nadie es inocente...
mucho menos tú.
Mi nombre es Antonio.
Mi nombre es Paulo.
Mi nombre es Paulo.
Mi nombre es Paulo.
Mi nombre es Paulo.
¡Ximeno Dias!
Mi nombre es Antonio. Llegué hoy del sur.
Me dijeron que es comerciante.
Quiero partir en la primera nave que arribe.
- Si no es suficiente... - No hago ese trabajo.
No se preocupe.
Será bien pagado.
- No te puedo ayudar. - Por amor de Dios.
Lo siento mucho.
Señor Ximeno, ¡sólo un día!
Líbrate de esa mula. Mucha gente sabe a quien pertenece.
Ximeno Dias... quiero hablar con él.
¿Dónde está?
¿Hace mucho que está aquí?
- ¿Has visto si llegó montada? - No vi.
Vete.
¡Por amor de Dios!
Necesito un refugio, me quedaré poco.
Sólo hasta que llegue la nave.
Tu esposo está en la aldea.
Tengo cuatro monedas, dos de oro.
- Vuelve con él. - No puedo, ni aunque quisiera.
Y no quiero. Lo necesito.
¡Sal, o te saco!
¡Es todo suyo! ¡Tómelo de una vez!
¡Tómelo! Me embarcaré y nunca más sabrán de mí.
Tenga piedad.
Ve al puerto.
- ¿Desea mis servicios? - Me robaron unos animales.
- ¿ Vacas? - Asnos... de montería.
¿ Cree que vendrían aquí?
Tal vez se hayan ido al monte.
No ando atrás de los animales.
Cazo al ladrón.
Puedo conseguirle algunos.
¿No entiendes mi lengua, Marrano?
- ¿No te ibas a las Azores? - Lo estoy pensando.
La próxima nave demora...
Tal vez me quede en la villa unos días.
Quién sabe...
recupero lo que me robaron.
- ¿ Vas al sertón? - Tal vez, dentro de unos días.
Si vas, avísame.
Puedo necesitarte.
Hacerte alguna encomienda.
¿ Qué le dijiste?
No camines, no hables. No hagas ruido.
Quédate aquí...
y no toques nada, ¡o yo mismo te mato!
¿Dónde conseguiste estas ropas?
De Francisco.
La humedad me perturbó el juicio.
Tráeme unajofaina.
¿Por qué huiste? ¿ Quién fue tu padre?
No soy de tu gente.
¿ Qué quiere decir cristiano nuevo?
No quiere decir nada.
Cuando vuelva a Portugal, pediré amparo en el convento...
en la casa de las huérfanas.
Tengo esperanzas...
de ser ama de alguna señora.
Las amas también viven presas.
No permiten que salgan.
Tu barba...
está más larga.
Voy a traer agua.
¿ Vas a embarcarme?
Voy a traer agua.
¿ Qué haces aquí?
Buenas tardes, padre. Quería hablar con la vieja María.
¿Hablar de qué?
Preguntarle algunas cosas.
No voy a demorar.
Si tuvieses vergüenza, no vendrías aquí a pedir cosas.
Padre...
¡Arrogante! ¡Orgulloso! ¡Soberbio!
Si hubiese sabido de tu maldad,
no te habría dado una novia.
Te habría hecho rezar con los brasileños,
pues eres más salvaje que ellos.
Yo lo sé, padre.
Estás lejos de saberlo.
Déjeme hablar con la vieja María.
Sé breve, Francisco.
Quería hablarte sobre Oribela.
Si tu esposa la necesita, desiste.
Está en penitencia.
¡Mi esposa... huyó!
¿ Y el barco?
Siguiendo la costa sur hay tres villas.
Dos son portuguesas, la tercera es española.
No llegará ningún barco en los próximos 3 meses.
No puedo esconderte tanto tiempo.
¿También vas al reino?
No.
Prefieres los salvajes...
Hay mucha Santa horca en Portugal.
La ciudad es de los castellanos.
Una gente más tranquila.
Quédate conmigo hasta que llegue el barco.
Puedo quedarme algunos días.
Tira de las riendas y sígueme.
No quiero tirar.
¡Vete, Francisco!
¡Francisco, por Dios!
Sólo quiero lo que es mío.
¡No voy a matarte, ni tampoco a él!
¡Déjala irse!
¡Vamos!
Para casa.
- Vamos para casa. - ¡No voy contigo!
Estamos atados uno al otro.
Atados por duros grilletes.
¡Desaparece! ¡Desaparece!
¡Por amor de Dios, Francisco!
¡No voy a castigarte!
¡Vete! ¡Desaparece!
¡Apártate!
¡No quiero matar!
¡Por amor de Dios, Francisco!
¡Vete! ¡Vete!
¡Sal de adelante! ¡Apártate!
¡Vamos!