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La Universidad de San Marcos en Lima tiene una historia gloriosa.
Fundada en 1551, es casi un siglo más antigua que cualquier universidad de los Estados Unidos.
Por más de tres siglos luego de su fundación, la concurrencia a la Universidad fue un privilegio del público adinerado.
Hoy, hombres y mujeres jóvenes de los grupos menos privilegiados vienen a San Marcos por educación de
de bajo costo, no en cursos académicos tradicionales, tales como ingeniería, química industrial, medicina.
Algunas antiguas costumbres aún se mantienen, por ejemplo, los exámenes orales realizados en la capilla donde
antiguamente rezaban los sacerdotes que fundaron San Marcos.
Los estudiantes toman un número de una urna para seleccionar las preguntas que se les realizará.
El comité de profesores es amable pero firme, las evaluaciones son tan tensas como lo suelen ser.
Ellos son gente joven y seria, estos estudiantes del Perú son de la cada vez más importante clase media.
Sienten, más que la mayoría de estudiantes, la responsabilidad del trabajo por el destino de su país.
Creen que esta nueva Lima, la que les pertenecerá, debe ser en parte construida por ellos mismos.
Y en los patios con columnas de San Marcos, ellos caminan, estudian y sueñan.
La gente joven ha hecho lo mismo en los patios de la Universidad desde que estos fueron construidos.
Llena de historia, como siempre lo han sentido, esta, su ciudad, no es un lugar ordinario.