Tip:
Highlight text to annotate it
X
SECRETOS DE UN MATRIMONIO
Mirad a la cámara. Mirad a la cámara.
¿Verdad que ya queda bonito? Bien, sonreíd.
INOCENCIA Y PÁNICO
Más alegres, mamá también. Así, excelente.
-¿Y ya habremos terminado? -Sí, al menos con las niñas.
-Os habéis portado muy bien. -En la cocina hay bocadillos.
Qué buenas son.
Ahora, los padres sentados en el sofá.
Siéntate más adelante o quedarás demasiado bajo.
-¿Aquí? -Sí, bien.
-Saldré demasiado pequeña. -Haremos un primer plano.
Charlad un poquito. Marianne, miraos un poco.
Como si estuvierais muy enamorados.
Eso, dedicaos una sonrisa.
Quietos. Muy bien, no os mováis.
-Gracias, yo he terminado. -Muy bien.
-Prepárate para los retratos. -De acuerdo.
Venga, empecemos.
Empiezo siempre por una pregunta estándar. Olvidad el nerviosismo.
-Yo no estoy nervioso. -Pues mejor.
Bueno, la pregunta es...
¿cómo os describiríais en pocas palabras?
-No es fácil. -Pero tampoco es difícil.
-Los malentendidos son fáciles. -¿Eso crees?
Podría resultar pedante describirme como inteligente...
juvenil, triunfador, equilibrado y atractivo.
Un hombre con conciencia, educado, culto y buena persona.
¿Qué más puedo inventarme? Soy amigable y simpático...
también con los menos favorecidos.
Soy deportista, un buen padre de familia y un buen hijo.
No tengo deudas y pago los impuestos.
Respeto el gobierno, no importa lo que se invente.
Amo a nuestra monarquía y ya no voy a la iglesia.
¿Es suficiente o quiere más detalles?
Y soy un amante magnífico. ¿Verdad, Marianne?
Dejemos esa pregunta. ¿Qué dices tú, Marianne?
¿Qué digo yo ahora?
Estoy casada con Johan...
tengo dos hijas...
-No se me ocurre nada más. -Sí, piénsalo bien.
-Y Johan me parece muy agradable. -Gracias, muy amable.
-Llevamos 10 años casados. -Acabo de renovar el contrato.
Quizá no me aprecio tanto a mí misma como lo hace Johan...
pero, si le soy sincera, me gusta la vida que llevo.
Si entiende lo que quiero decir, es una buena vida.
-¿Qué más puedo decir? Es difícil. -Tiene buena figura.
Tú te ríes, pero yo intento contestar en serio.
-Sí, tengo dos hijas, Karin y Eva. -Ya lo has dicho.
Empecemos con algunos datos. Primero, ¿qué edad tenéis?
-Yo tengo 42, aunque nadie lo diría. -Yo, 35.
Ambos venimos de un ambiente intolerablemente burgués.
El padre de Johan es médico.
Y mi madre es mamá, pero de nivel alto.
Mi padre es abogado...
y quería que yo también fuese abogada.
Soy la menor de siete hermanos.
Mi madre regentaba una gran casa. Ahora está más tranquila.
¿Segura?
Lo curioso es que nos Ilevamos muy bien con los padres.
Tenemos bastante trato y nunca ha habido conflictos.
¿Por qué no hablamos de vuestra profesión?
Enseño en el Instituto Psicotécnico, pero no sé si el dato es relevante.
Yo me he especializado en derecho familiar.
Trabajo en un bufete de abogados.
Siempre me dejan a mí los divorcios, pero lo más interesante...
Quieta así. Quieta.
Hazle una foto ahora, con esta expresión.
¿La ves? Bien.
-Vaya, estoy... -Solo pasa al principio.
Decidme, ¿cómo os conocisteis?
-Te toca a ti explicarlo. -Madre mía, qué interesante.
Por Lo menos, seguro que no fue amor a primera vista.
Nos movíamos con el mismo círculo de amigos...
y nos encontrábamos para actividades de todo tipo.
Ambos fuimos políticamente activos durante unos años...
y hacíamos teatro mientras estudiábamos.
Las demás cosas no interesaban mucho.
Marianne me veía presuntuoso.
Se hablaba mucho de la relación que Johan tenía con una cantante.
-Sí, de eso me acuerdo. -Eso le daba cierta imagen.
Así que estaba insoportable.
Marianne tenía 19 años y estaba casada con un imbécil...
que sólo servía para ser hijo de papá.
Era muy bueno y yo estaba muy enamorada.
Me quedé embarazada muy pronto y eso pesó.
-¿Cómo fue que...? -¿Que terminamos juntos?
Bueno, más bien fue idea de Marianne.
Mi bebé murió poco después de nacer...
y mi marido y yo nos divorciamos.
A Johan le acababa de dejar la cantante.
Los dos estábamos muy dolidos y solos...
y le propuse que saliéramos.
No estábamos enamorados. Al contrario, estábamos tristes.
Luego, nos dimos cuenta de que estábamos muy bien juntos.
Y, de repente, nos aplicamos mucho en los estudios.
Entonces, nos fuimos a vivir juntos...
y creíamos que a nuestras madres les chocaría mucho...
pero se quedaron igual. Es más, se hicieron muy amigas.
Y así fuimos aceptados como pareja.
Nos casamos medio año después.
-Entonces ya estábamos enamorados. -Muy enamorados.
Casi nos consideraban la pareja ideal.
-Y así ha seguido. -¿Sin complicaciones?
No. Nunca hemos tenido preocupaciones materiales...
tenemos buenas relaciones con la familia y con los amigos...
tenemos un buen trabajo, nos gusta, y estamos sanos.
Etc., etc., es casi ofensivo.
O sea, seguridad, orden, bienestar, lealtad...
Sí, una felicidad casi indecente.
Claro que tenemos discusiones, como todo el mundo...
pero nos entendemos muy bien.
-¿Y nunca os enfadáis? -Sí, ella se enfada.
Es tan difícil que Johan se enfade, que yo me pierdo.
Todo esto me parece maravilloso.
Como dijo uno, precisamente anoche...
"La ausencia de problemas ya es en sí un grave problema."
Somos conscientes. Una vida así tiene aspectos peligrosos.
¿A qué te refieres? ¿Eso os preocupa?
El mundo se va al garete, y yo tengo derecho a arreglar el jardín.
Quiero preocuparme por mí, no por los demás.
Me ponen enfermo todos esos evangelios de la salvación.
-Yo no opino lo mismo. -¿No? ¿Qué opinas tú?
Yo creo...
en la humanidad.
¿Podrías explicarlo?
Creo que, si todos los hombres aprendiesen desde pequeños...
a preocuparse por los demás, el mundo sería muy distinto.
Quieta ahora. Eso es.
Mira a la cámara. Gracias.
Escuchad cómo siguió...
"Marianne tiene unos ojos azules...
que parece que brillen desde dentro.
Si le pregunto cómo se las arregla con la casa y su profesión...
sonríe para sí...
como si ocultara un dulce secreto y responde con evasivas.
Les va muy bien juntos." Yo lo corroboro.
"Hay consenso, y ella se le ilumina la cara...
cuando él entra y se sienta en el bonito sofá heredado.
Le pasa el brazo protector por detrás...
y ella se desliza hacia él."
-Ya vale. -Ahora viene la mejor parte.
"Les dejo y me doy cuenta de que se alegran de que desaparezca...
para poderse quedar a solas.
Dos personas que maduran juntas en el matrimonio...
fuertes, felices, positivas ante la vida...
y que no han olvidado otorgar al amor un puesto de honor."
Nos morimos de arrepentimiento al leerlo.
Iba a quejarme, pero como ha encantado a madres e hijas...
he desistido.
Lo que más me molesta es que no haya hablado de mis ojos.
-¿No ves una luz misteriosa? -Sí, son preciosos.
Yo veo oscuridad. De hecho, eres bastante atractivo.
Ten cuidado, últimamente cada vez le gustas más.
-Johan, ¿huimos juntos? -Le convendrían algunos cambios.
Me ha sido fiel durante 10 años, nunca me ha engañado.
¿Tan segura estás?
Naturalmente, decidí creerle siempre, desde el primer día.
¿Oyes?
Seguro que Johan miente mejor que tú, tontito mío.
Por desgracia, carezco de imaginación.
Por eso mismo, el que mejor miente es el que no tiene imaginación.
Peter adorna sus historias con todo lujo de detalles.
A veces, me conmueve.
Acabo de leer tu artículo en "Teknisk Tidskrift".
-Hasta yo lo he entendido. -De hecho, lo escribió Katarina.
-¿Tan lista eres? -¿Qué creías?
Yo estaba en Alemania y me lo pidieron urgentemente.
Así que Katarina lo escribió y me lo leyó por teléfono.
¿Y por qué pone que es tuyo, si lo escribió ella?
No es ninguna muestra de opresión de la mujer.
-Siempre trabajamos juntos. -Es envidiable.
No dirías lo mismo, si vieras cómo nos tratamos.
Ahora mismo, sinceramente, es una mierda. Salud, Katarina mía.
Salud para ti.
¿No te importará que lo diga ante Johan y Marianne?
-¿Qué te pasa, Katarina? -Nada. Nada de nada.
Sólo pienso que Peter es asquerosamente bruto.
La palabra es "bruto".
Me siento orgulloso de ser bruto. E imaginativo.
Lo más extraordinario...
es que, según Katarina, no tengo lo que hay que tener.
Exacto.
Disfrutemos y olvidemos las injusticias de la vida.
Exactamente, Johan.
No hay que olvidar, y ahora viene el discurso de gratitud...
refiriéndome al artículo que acabamos de comentar...
que estamos, por decirlo así, bajo un techo feliz...
y se trata de no dejar...
manchas de mierda emocionales.
Salud, Marianne, y gracias por la cena.
Quizá no envidie tu felicidad doméstica...
sino tu genialidad culinaria...
Sí, hablo en serio.
En serio, ojalá Katarina supiera cocinar como tú.
Katarina tiene mucha más mano que yo.
-Cree que le enveneno la comida. -En casa ya es la broma clásica.
¿Entendéis que era una broma?
Una broma muy patética.
Podríamos pasar al salón a tomar café.
Buena idea. Vamos.
Johan, ¿qué hago ahora?
Creo que he metido la pata, como siempre.
Déjalo. Las chicas retirarán la mesa.
Joder, es conmovedor de verdad.
¿El qué?
Vuestro matrimonio.
Johan y Marianne, Marianne y Johan.
Es tan conmovedor que da ganas de llorar.
Da ganas de pinchar vuestro bonito globo.
¿Lo harías?
-Por vosotros. -Salud.
Lleváis 10 años casados, ¿no?
-Ya hemos celebrado el aniversario. -¿Y sin secretos familiares?
-Eso nunca se sabe. -Tienes razón.
A nosotros nos gusta hacer limpieza.
¿Lo oyes, Katarina?
Tú y yo no hemos sido negligentes a la hora de hacer limpieza.
Pero eso cambiará.
La próxima semana llamaré a Marianne, pediré hora...
y que nos prepare el divorcio.
Lástima que se vaya a arrepentir en cuanto vuelva a estar sobrio...
porque es cuando empieza a sonar la calculadora.
Y la calculadora dice, "Aceptaré el divorcio...
si Katarina renuncia a los bienes de Suiza."
Y yo digo que el dinero es mío, lo he ganado yo.
Y Peter dice que él los ha multiplicado...
y que puedo quedarme con la fábrica.
Y, luego, yo digo...
"Qué bien que me dejes la fábrica de Italia...
que va cada vez peor, y suben los costes laborales."
-Por favor... -Y Peter dice...
"Quédate con toda la mierda de Suecia...
piso, casa, cabaña...
barco, coche y acciones."
Y yo le digo, "Qué bueno eres...
que me dejas todo lo que tiene impuestos."
Perdonad que estropee...
una agradable reunión llena trivialidades...
pero, cuando Peter habla de saldar deudas...
entonces, sé cuánto ha bebido...
y cuándo van a empezar los insultos.
Sí, es lo que he estado diciendo todo el rato.
Katarina es un hombre de negocios.
Recalco todas palabras, "Hombre de negocios".
Además, es una artista extraordinaria.
Y tiene un coeficiente intelectual de no sé cuánto.
Y, encima, es guapa.
Un carácter de primera...
en un envase de primera.
¿Cómo habré podido acostarme con este monstruo de la perfección?
Llamaré a un taxi y volveré a casa.
No será agradable para Johan y Marianne ver esta escena.
Siéntate. Johan y Marianne.
Llevan lacitos de color rojo...
como los cerditos de mazapán que comíamos de pequeños.
Para su moral es muy bueno...
echar un vistazo al círculo inferior del infierno.
August Strindberg...
dijo en alguna parte...
"Me pregunto si habrá algo más terrible...
que un hombre y una mujer que se detesten."
¿Vosotros qué decís? Quizá torturar a un niño es peor.
Coño, Katarina y yo somos como dos niños pequeños.
En el fondo, ella es una niña que llora...
porque se ha caído y se ha hecho daño...
pero nadie va a consolarla.
Yo estoy en la otra punta y tampoco he crecido.
Y lloro porque Katarina no puede quererme.
Aun así, soy cruel y malo con ella.
De una cosa puedes alegrarte.
Sabes que no hay nada más molesto que tú.
Por eso creo que hemos madurado para divorciarnos.
Si entras en razón...
Si ambos entramos en razón, de acuerdo.
En presencia de otros...
y de testigos de confianza, firmamos todos los documentos...
para que ninguno pueda aprovecharse del otro.
-Te llamaremos entre semana. -Bien.
En el bufete hay un asesor, Borglund, ya le conoces...
que es muy bueno para los temas económicos.
¿Tú qué opinas?
Aunque arreglemos el tema económico, no me dejarás en paz.
Lo sé.
¿Tan absolutamente imprescindible te crees...
mi querida Katarina?
¿Cuándo se te ocurrió? Sería interesante saberlo.
¿Podrías decírmelo? ¿Decírselo a todos?
Me obligas a acostarme contigo...
porque no consigues otra mujer.
Tu necesidad de torturarme no tiene límites.
Has terminado con Jan y ahora te entra el pánico, ¿no?
Ahora sólo tienes al viejo Peter que se preocupa por ti.
Y que tiene suficiente paciencia.
¿Crees que eres el único?
Esto sí es conmovedor.
¿No te crees que tengo a otros? Te diré una cosa, Peter...
Por favor, perdonad, si soy demasiado franca...
pero Peter incita a la verdad...
y, tal vez, necesita estar mejor informado.
Te diré una cosa, Peter...
me das un asco tremendo.
Quiero decir, físicamente.
Follaría con cualquiera pagando, con tal de limpiarme el coño de ti.
"Así para otro día...
de un tiempo que no volverá.
Y baja a la Tierra otra noche...
con la paz del Señor."
-Serás hijo de puta... -"Pero seguir como estaban, Señor...
llenos de gracia...
y nuestras noches, nuestros días...
tú los dibujas en tu sabiduría."
¿Qué cojones significa?
Espero que no queden manchas en la alfombra.
No sé qué tendrá el licor que... Ya me pasarás la factura.
-No. -¡Hazlo!
Por favor, Johan, ¿me pones un café?
Estoy muy borracho.
Tienes que perdonarnos.
Nos solemos comportarnos así...
pero sois nuestros mejores amigos.
Sois nuestros únicos amigos.
Perdóname.
Perdónanos.
Si me llamas un taxi...
me llevaré a mi bacante a casa...
y allí podremos acabar nuestra escena.
El final no es apto para el público.
-¿Qué hora es? -Las doce y media.
-Suerte que ya se han marchado. -Sí, se han animado demasiado.
Johan, ¿crees que dos personas pueden vivir siempre juntas?
Sí, es una convención absurda que hemos heredado de no sé dónde.
Deberían hacerse contratos de 1 a 5 años, pero cancelables.
-¿Nosotros también? -No, nosotros, no.
-¿Por qué? -Somos la excepción a la regla.
Entonces, ¿crees que viviremos juntos toda la vida?
Qué pregunta.
¿Nunca te lamentas de no irte a la cama con otra mujer?
-No, ¿y tú? -A veces, sí.
-¿Sí? Vaya... -Sólo es un deseo teórico.
Igual me hace falta algo.
No tengo estas fantasías, pero estoy contento.
Yo también.
-Ya lo sé. -¿El qué?
Ya sé porqué Katarina y Peter viven en un infierno.
No hablan el mismo idioma.
Deben traducirlo todo a un tercer idioma común para entenderse.
Será más sencillo.
Piensa en nosotros. Hablamos de todo y siempre nos entendemos...
porque hablamos el mismo idioma. Por eso nos va bien.
Yo creo que es por dinero.
Hay que hablar el mismo idioma y confiar en el otro.
-El dinero no importa. -Tú y tus idiomas.
Lo veo constantemente en el trabajo.
A veces, es como si el marido y la mujer...
hablasen en conferencia con teléfonos estropeados.
A veces, me parece escuchar dos magnetófonos programados.
Y, a veces, hay un inmenso silencio interplanetario.
-No sé qué es peor. -Yo todavía me pregunto...
cómo sería si trabajásemos en una fábrica y las niñas fueran pequeñas.
-Eso no tiene nada que ver. -Creo que sí.
Hablando el mismo idioma, no importa cómo te vayan las cosas.
Eso es romanticismo.
¿Crees que nos iría peor viviendo una vida así? ¿En serio?
Sí, muy en serio.
-¿Que nos iría peor? -Sí, aun hablando el mismo idioma.
¿No crees que hay peligros igualmente grandes de aislamiento y soledad?
No, en absoluto.
Un trabajo duro y aburrido te expone a pruebas más duras.
Eres más tonto de lo que pensaba.
-Y el romántico eres tú. -Ya lo veremos.
-¿Qué veremos? -No lo sé. ¿Y tú?
-¿Me tomas el pelo? -Bueno, sí.
-¿No tienes hambre? -Sí, mucha.
¿No te apetece un bocadillo y un vaso de cerveza?
Sería fantástico.
EL ARTE DE ESCONDER BAJO LA ALFOMBRA
Buenos días.
Buenos días.
-¿Has dormido bien? -Como un tronco, ¿y tú?
No me quejo.
Pero me he levantado a las cinco y ya no he pegado ojo.
-¿Por qué no? -Me he ido irritando.
-¿Debo sentirme culpable? -No.
Para variar, eres inocente, querido.
Me he irritado por la maldita cena del domingo con los padres.
Siempre la celebramos, con tus padres o con los míos.
-No tiene sentido. -Lo hacemos por ellos.
Aun así, llamaré para excusarnos.
¿Excusarnos? ¿Y qué va a decir tu madre?
Que diga lo que le dé la gana.
Pienso pasar un buen domingo sola, contigo y con las niñas.
-Si eres capaz de hacerlo... -Sí, lo soy.
-Me estoy enfadando más aún. -¿Tiene que venirte la regla?
-Siempre lo achacas a lo mismo. -¿No tiene que venirte?
Quizá me venga el martes, pero no necesito excusas...
para cabrearme legítimamente.
-¿Qué te pasa? -¿No te has fijado?
Cada día, hora y minuto de nuestra vida está cuadriculado.
Y en cada cuadrícula pone lo que debemos hacer.
-Si estamos de vacaciones. -No me entiendes.
Ahora está más cuadriculado que nunca.
-¿No despiertas a las niñas? -No, hoy pueden dormir.
Karin está de vacaciones y a Eva le dolía la garganta. Que se quede.
Así podrá venir a la cena del domingo.
Evitemos comentarios y preguntas impertinentes.
-¿No llamabas para excusarnos? -Pensaba que lo harías tú.
Yo no pienso liarme a excusas con tu madre.
¿No llamas a tu madre? Es muy madrugadora.
¿No quedamos en que la llamarías tú?
No, cariño, llámala tú. Yo te daré apoyo moral.
Pues la llamo yo.
Mira cómo me va el corazón.
La primera chispa dulce de la gran revolución.
¿No contesta? Mejor.
¿Oiga? ¿Srta. Alm?
¿Está mi madre en casa?
Póngame con ella.
¿Cómo tiene la rodilla?
Entonces, no está mejor.
¿Está peor?
¿Qué dice el médico?
Los médicos hoy en día no son comprensivos.
Hola, mamá.
¿Cómo estás? Me alegro.
¿Papá ya ha salido?
Es verdad, iba al campo.
¿Te atreves a dejarle ir solo?
Va con Erik, qué bien.
Oye, mamá, tengo que decirte una cosa y me sabe muy mal.
Exacto.
¿Cómo lo has adivinado?
¿Qué razones tenemos?
Quiero estar con Johan y con las niñas un domingo entero.
No, no vamos a ninguna parte.
No, sólo que no queremos ir a la cena.
No creo que papá desee tanto la cena del domingo.
Mamá, debería ser un placer, no una obligación.
Sí, lo entiendo.
Lo entiendo.
Eso no me lo habías contado.
Moderadamente encantada, si te soy sincera.
Olvídalo, mamá. Iremos como habíamos quedado.
No hay ningún problema, nos va muy bien.
Sí, nos alegramos.
Que sí, nos alegramos. De verdad.
Adiós.
Adiós, mamá. Adiós.
La revolución sofocada desde el nacimiento.
Tía Elsa está en la ciudad, llevaba medio año sin venir.
Le hacía ilusión vernos y trae un regalo para ti.
La Sra. Danielsson va a cocinar y tu padre está deseoso de vernos.
-Qué pesado. -Has sido muy valiente.
Llamaremos otra día para excusarnos. Anímate.
-¿Vendrás a cenar? -No, nos veremos en el teatro.
A las 19:30, delante de la taquilla.
¿Ya no te gusta volver a casa?
Qué complicado es todo hoy.
Me gustaría que nos quedáramos en la cama una semana, abrazados.
-Y llorar hasta desahogarnos. -No es la vida que escogimos.
No sé si la escogimos nosotros o nuestras madres.
Tienes manía persecutoria con tu madre.
-¿Querías esta clase de vida? -Sí.
-Imagínate que nos engañáramos. -Por favor, Marianne.
¿Tú qué harías?
Te mataría, por supuesto.
-A veces, deseo... -¿Qué?
Nada.
-Espérame, te acompañaré. -¿No es mejor que cojas tu coche?
-No, así volvemos juntos del teatro. -¿Y las niñas?
Vendrá la Sra. Andersson. Le pediré que prepare la cena.
Hace unos crêpes estupendos. Voy a despertar a las niñas.
-Pero yo tengo prisa. -Sólo será un minuto.
Antes de que me olvide, Marianne, paga las multas de aparcamiento.
-Hay un montón en el coche. -A sus órdenes, señor.
Nos vemos en el teatro.
¿Diga? Soy yo.
Hola, mamá. No te había reconocido, no se te oye bien.
Estoy muy bien, ¿y tú?
¿Preocupada? ¿Por qué?
¿Te ha llamado la madre de Marianne? ¿Ella también está preocupada?
Por el amor de Dios.
No, no. Marianne y yo estamos muy bien.
Estamos fuertes y sanos, somos alegres y positivos...
y somos totalmente, increíblemente felices.
No ha ocurrido nada, te lo juro. No te preocupes, mamá.
¿Intuición? Pues esta vez te equivocas, te lo aseguro.
Estamos perfectamente.
Llama a la madre de Marianne y dile que sea razonable...
y que no comente contigo supuestas catástrofes.
Mamá, tengo un poco de prisa.
Sí.
Sí, nos vemos.
Viernes por la tarde, como quedamos.
Recuerdos a papá.
Joder.
-Hola. -Hola.
-¿Te molesto? -Sí, gracias.
Debo comprobar con qué te entretienes.
Corren extraños rumores sobre tus trifulcas.
O lo que quiera que sea.
-Esto tiene una pinta muy misteriosa. -¿No deberías estar en Lund?
Sí, pero los alumnos se están manifestando...
por una u otra causa.
-Las clases se han suspendido. -Mira qué bien.
-¿Cómo saldrá esto? -Ven a verlo.
-¿Qué hago? -Coge este lápiz.
Cuando apague la luz, verás un punto brillante...
inmóvil, sobre la pared.
Intenta tocarlo con la punta del lápiz.
Si no aciertas a darle, síguelo para acercarte al máximo.
-Esta cámara grabará tus esfuerzos. -Estará oscuro.
Tiene luz infrarroja. Yo te seguiré por este monitor.
¿De acuerdo?
Apago la luz.
Adelante.
Venga, empieza.
-¿Me estás provocando? -No, no. Tú, sigue.
Por favor, ¿puedes dejar de...? Se mueve demasiado.
No, esto no es un juego. Está completamente inmóvil.
Ya me he hartado. Enciende la luz.
Cómo te has enfadado.
-Ha sido desagradable. -Así es.
Acabas por ponerte nervioso, es lo curioso.
Mira, aquí has empezado a fallar, cada vez más enfadada.
-¿Y qué sacamos de esto? -Ya veremos. Sólo es el principio.
-Me fumaría un cigarrillo. -Adelante, siéntate aquí.
No, llevo seis días sin fumar.
Es horrible.
-¿Tienes el síndrome de abstinencia? -Sí.
Stefan está de viaje y los amigos me evitan.
Volveré a empezar. Quería aguantar más.
Toma un cigarrillo.
Bromeus se los dejó ayer, cuando vino a espiar.
Sí.
Qué descanso. Qué bueno, Dios mío.
¿Qué?
Sí, es verdad.
Sí.
Ayer me pasé la tarde leyendo tus poemas, con mucha atención.
Dos veces, de cabo a rabo.
-No entendí nada. -¿Te parecieron raros?
Al contrario.
-¿No eran raros? -No lo sé, quizá me equivoco.
-¿Marianne ha leído tus poemas? -Sólo los has visto tú.
-No le interesa la poesía. -Debe interesarse por ti.
Y lo hace, pero no así.
¿No? Ya lo entiendo.
No tiene nada de extraño.
Tú y yo somos amigos desde que estudiábamos.
Nunca hemos tenido relaciones íntimas.
Tu opinión será objetiva y, luego, intentaré que me lo publiquen.
No te molestes.
-¿Tan mal están? -No.
No es eso, Johan.
Ojalá lo estuviesen.
¿Te refieres a que te dejan indiferentes?
¿Te refieres a que son incoloros, prolijos y insulsos?
¿Que son un pequeño gruñido privado, cierto onanismo mental?
Algunos del grupo pensábamos que serías alguien extraordinario.
Pensábamos que eras un fenómeno.
Progresabas más deprisa que todos nosotros.
Te admirábamos.
Incluso te envidiábamos.
¿Qué tiene que ver con los poemas?
Nada, es que me he acordado.
¿Has leído los poemas bajo el efecto de la abstinencia?
-Te veo muy arisca. -Puede que lo esté.
Y no publicaré los poemas sin que nadie los lea.
Por supuesto, Johan.
Los mandaré a las editoriales. Si son tan malos, que lo certifiquen.
-¿Te has ofendido? -Naturalmente.
Pues perdóname.
Al menos, hay alguien a quien le gustan mis poemas.
-¿A quién? -¿Te has vuelto curiosa?
El pequeño Johan.
Pequeño Johan.
No te preocupes por lo que te he dicho. Culpemos a la nicotina.
Vale.
Bueno, adiós, querido.
Dejaré el manuscrito en la puerta.
Recuerdos a Marianne.
Y recuerda que me gustas.
-De todos modos. -Muy amable.
Adiós.
De acuerdo, nos veremos allí a las 12:30.
Adiós.
-Perdone la espera, Sra. Jacobi. -No pasa nada.
Por ser el primer encuentro, intentemos localizar el problema...
para ver cómo se puede resolver más tarde.
Quiero divorciarme.
-¿Cuánto tiempo lleva casada? -Más de 20 años.
¿Trabaja fuera de casa?
No, siempre he sido ama de casa.
¿Por qué quiere divorciarse?
No hay amor en mi matrimonio.
-¿Ésta es su razón? -Sí.
Llevan mucho tiempo casados. ¿Siempre ha sido así?
Sí, siempre fue así.
Y ahora que los hijos ya no están en casa, Vd. también se quiere ir.
Sí.
Sí, mi marido es muy ordenado, limpio y meticuloso.
No le reprocho nada.
Ha sido un padre excelente y nunca nos hemos peleado.
Tenemos un buen piso...
y una casa muy bonita que heredamos de mi suegra.
A los dos nos interesa la música, estamos en una asociación musical.
-Somos músicos los dos. -Eso suena muy bien.
¿Verdad que sí?
Pero no hay amor en nuestro matrimonio. Nunca lo ha habido.
Disculpe mi pregunta.
¿Ha conocido a otro hombre, tal vez?
-No, no es eso. -¿Y su marido?
Que yo sepa, no me ha engañado nunca.
¿No se encontrará muy sola?
Sí, probablemente.
Pero prefiero la soledad a un matrimonio sin amor.
¿Le ha dicho a su marido que quiere divorciarse?
Por supuesto. Hace 15 años le dije que no quería vivir con él...
porque no había amor en nuestro matrimonio.
Fue comprensivo.
Sólo me pidió que esperara a que crecieran los niños.
Y ya han crecido, son adultos y se han ido de casa.
Así que ahora puedo pedir el divorcio.
¿Qué opina él?
Me ha preguntado cien veces qué falta en nuestro matrimonio...
para que yo quiera el divorcio.
Le he dicho que es imposible vivir una relación sin amor.
Y luego él me pregunta en qué consiste este amor.
Le he dicho cien veces que no lo sé...
porque no sé describir algo que no existe.
¿Cómo era su relación con los hijos?
Me refiero emocionalmente.
Nunca he querido a mis hijos.
Ahora lo sé.
Antes creía que sí, es lo que hace todo el mundo.
Pero ahora sé que nunca los he querido.
De todos modos, he sido bastante buena madre.
Lo he hecho lo mejor que he podido...
a pesar de no sentir nada por ellos.
-Creo que sé lo que está pensado. -¿Sí?
Piensa que soy una mujer consentida y sin humor.
Tengo todo lo que puede desearse....
pero lucho por una cosa vaga y lejana que se llama amor.
De hecho, hay otras cosas, amistad, camaradería...
bienestar y seguridad.
Sí, eso mismo pensaba.
Le contaré una cosa.
Tengo una imagen de mí...
que no se corresponde con ningún aspecto de la realidad.
Permítame una pregunta.
Una pregunta personal.
¿No será que el amor...?
-¿Qué quería preguntarme? -No, nada.
Nada.
Creo que tengo posibilidades de encontrar el amor...
pero todo está encerrado...
en una habitación cerrada.
Lo triste es que la vida que he llevado hasta ahora...
ha echado a perder más aún mis posibilidades.
Finalmente, tengo que hacer algo.
Primero, debo obtener el divorcio.
Mi marido y yo...
nos obstaculizamos de un modo letal.
Eso es espantoso.
Sí, es espantoso.
Lo que está ocurriendo es muy raro.
Mis sentidos, es decir, la vista, el tacto, etc...
empiezan a fallarme.
Sé que esto es una mesa, puedo verla...
y puedo tocarla.
Pero la sensación es pobre.
Rebajada.
¿Entiende lo que le digo, abogada?
Creo que lo entiendo.
Me pasa lo mismo con todo lo demás.
Con la música, los aromas, las caras de la gente, las voces...
Todo se vuelve más pobre...
más gris...
y más indigno.
Ahora nos iría bien una copa y algo de comer.
-Y quitarnos la ropa. -Cenar sólo un bocadillo...
antes de enfrentarte a una sesión de Ibsen, puede ser mortal.
¿Te acuerdas que el 1 de mayo casi no nos dejan entrar en casa?
Tú estabas más concienciada que yo.
Y me acusabas de tener la casa muy abandonada.
Era el año en que contrajimos la gripe asiática.
Entonces, creíamos en el futuro de la humanidad.
Sí, es bonito tener fe en algo.
Y gozábamos del importante placer de molestar a los padres.
Te enfadabas mucho.
-Tu padre se enfadaba más. -Tú, más. Tan mona y tan irascible...
Eras una socialista muy atractiva.
-¿Y ahora no? -¿Qué?
-Muy atractiva. -Sí, lo eres.
Pero las parejas que duran mucho pierden el deseo.
No hemos perdido el deseo, ¿verdad?
Tenemos que hacer muchas cosas. Por la noche, estamos cansados.
No te lo estaba reprochando, Marianne.
-¿Seguro? -Seguro.
Pero nos gustamos en todos los sentidos.
-En éste, no. No mucho. -Sí nos gustamos.
Nuestra vida conyugal está llena de excusas y prohibiciones.
No puedo evitar no encontrarlo tan divertido como antes.
Tiene una explicación natural.
No puedes reprocharme nada, ni crearme mala conciencia.
-No te exaltes, Marianne. -Yo creo que Io pasamos bien.
Quizá no hay tanta pasión como antes, pero los hay que les va peor.
Eso seguro.
-En más cosas, a parte del sexo. -Por favor.
Si no estás contento con mi rendimiento...
búscate una amante más imaginativa y excitante que yo.
-Yo hago lo que puedo. -Pues ya está.
-Ya pones esta cara. -¿Qué cara?
La cara y el tono de voz. Suelta lo que llevas dentro.
Cuando hablamos de esto, te enfadas.
No, te escucharé objetivamente.
No sé por qué complicamos tanto este problema.
Es elemental que la gente haga el amor.
Nadie pretendió que fuera un problema monstruoso.
La culpa la tiene tu madre, aunque no te guste oírlo.
-Eso es superficial. -No te enfades, estoy siendo amable.
¿Así que es culpa mía que no disfrutemos en la cama?
-Has dicho que haces lo que puedes. -Y es verdad, lo hago.
¿No ves que suena a fantasía?
-¿Crees que te engaño? -No, no es eso.
Pues no te entiendo.
¿Por qué no dejamos esta conversación y nos vamos a la cama?
Típico de ti. Empiezas una investigación gigantesca...
y, una vez que me has hecho enfadar...
bostezas y dices que te vas a la cama.
Marianne, padeces de un grado de ambición increíble.
Unas veces, bromeamos sobre esto y otras, nos peleamos.
¿Por qué no le damos un respiro a nuestra pobre vida ***?
No entiendo por qué siempre tienes que discutir sobre esto.
Si no me esfuerzo, me riñes, y si me esfuerzo, también.
-Veo que la he armado gorda. -Sí, es cierto.
Podrías ser amable, todo iría mucho mejor.
Sí, no te pongas triste. Ha sido una estupidez sacar el tema.
-También se habla demasiado de esto. -Tal vez sí.
Dicen que hay que hablar de todo, sin secretos...
pero, respecto a este tema, creo que no.
Tienes razón.
Ciertas cosas deben vivir en la oscuridad, fuera de la vista.
-¿En serio? -Estoy plenamente convencida.
Nos haremos daño y nos pondremos tristes, si seguimos así.
Luego, quedan las espinas clavadas al irnos a la cama.
Es como dormir sobre un lecho de clavos.
Sí, lo es.
-¿De qué te ríes? -Del lecho de clavos.
-Tú sigue riéndote. -¿Nos vamos a la cama?
Admite que estás más ordinario que de costumbre.
Pido disculpas.
Crees que no te doy suficiente afecto.
El afecto necesita tiempo.
-Así que recibes poco afecto. -Los dos recibimos poco.
Y damos poco.
Por eso quería que fuéramos juntos de vacaciones este verano.
El afecto no es una asignatura pendiente para las vacaciones.
-Eres bueno, además de idiota. -Por suerte, me casé contigo.
Tienes grandes momentos...
pero luego eres terriblemente mediocre.
Seguro que sí.
A nuestra edad, cada día perdemos 10.000 neuronas.
Y no se reemplazan.
Tú debes perder un millón, por lo tonto que eres.
Eres preciosa, aunque te guste tanto regañar y pelearte.
Estoy medio dormido.
Echaré un vistazo a las niñas.
No te preocupes, estoy casi dormido.
-¿No pones el despertador? -Lo estoy poniendo.
Si quieres, podemos hacerlo ahora.
Gracias por la oferta, pero ahora estoy muy cansado.
Vale.
-Caramba. -Hola.
¿Ya has llegado? No te esperaba hasta mañana.
Qué sorpresa más estupenda. ¿Tienes hambre?
Qué bueno eres por haber venido hoy.
Las niñas ya duermen. Nos hemos acostado pronto.
No daban nada por la tele y hemos decidido acostarnos.
Las niñas y yo hemos hecho dieta hoy.
¿Quieres una tortilla o un bocadillo y una cerveza?
-No estaría nada mal. -¿Quieres algo más consistente?
¿Quieres unos huevos con jamón? ¿O un poco de sopa?
-El bocadillo me va bien. -De acuerdo.
Recuerdos de Peter y Katarina. Te llamarán el lunes al despacho.
Sí, una larga y triste historia.
¿Se divorcian? Creo que no saben ni lo que quieren.
¿Te extraña?
Les he dicho que vayan a otros abogados, pero no han querido.
¿Te desnudas y te llevo la bandeja al dormitorio?
Estaría bien, sí.
Y yo, preocupada por si estabas enfadado conmigo.
-¿Por qué? -Ayer no estuve amable por teléfono.
No fue nada.
Te volví a llamar, pero lo habías descolgado.
Estaba muy cansado.
Todo el día en el instituto con ese fantoche del ministerio.
Me pregunto cómo esos idiotas deciden las subvenciones...
y lo que nos conviene o no.
Aun así, creo que ayer fui mala.
-¿Por qué no lo olvidamos? -Qué divertido eres.
Nunca quieres llegar al fondo de un tema.
Pero no me podré pesada.
Sólo quiero decir que creo que tienes razón...
pero yo también la tengo.
Si no quieres salir con el esmoquin, es problema tuyo.
En esto, estoy de acuerdo.
Pero tengo derecho a opinar que debes comprarte uno nuevo.
No me gusta el esmoquin, lo encuentro muy incómodo.
Creo que es un traje de idiotas. Me siento como un mono disfrazado.
Lo mismo dijiste ayer. No volvamos a pelearnos, ¿vale?
Te quiero, aunque no quieras ponerte el esmoquin.
No es un problema importante en el matrimonio.
-Pues anoche lo parecía. -He dicho que estaba equivocada.
Me ha entrado hambre al verte comer.
Tendré que prepararme un bocadillo, no puedo evitarlo.
Me moría de hambre, hasta me he mareado.
¿Sabes? He perdido 2 kilos en la última semana.
-Mira. ¿Lo notas? -No.
Al menos, yo lo noto.
A veces pienso que nada de esto tiene sentido.
¿Por qué no podemos permitirnos todo io que es bueno?
¿Te imaginas estar gorda, pero de buen humor?
¿Te acuerdas de la tía Miriam y del tío David?
Estaban gordos, rollizos, y de buen humor.
Y todas las noches se tumbaban en esa cama que chirriaba.
Y se cogían de la mano.
Y estaban muy felices juntos, tan gordos y alegres.
¿Por qué no somos como la tía Miriam y el tío David?
Radiando sólo seguridad.
¿Qué te pasa?
¿Estás triste?
¿Ha ocurrido algo?
¿Qué te pasa?
Dímelo.
He venido esta noche para hablarte de una cosa.
Me he vuelto a enamorar.
Sí, es ridículo, y puede que muy jodido.
Sí, puede que sea muy jodido.
La conocí en junio, durante el congreso.
Era intérprete y secretaria.
De hecho, está preparando su licenciatura en idiomas eslavos.
No es nada resultona.
De hecho, si la vieras, seguramente dirías que es fea.
No sé cómo terminará todo esto.
No sé nada.
Estoy muy desorientado.
En cierto modo, me alegro...
pero me siento culpable, por ti y por las niñas.
Siempre hemos estado bien.
Quiero decir...
no hemos estado ni mejor, ni peor que el resto de la gente.
Di algo.
No sé qué decir.
Debes pensar que debería habértelo dicho antes...
pero no sabía si se me pasaría, pensé que sería algo pasajero.
No quería preocuparte.
Es curioso.
¿Qué es curioso?
No había notado nada.
No he sospechado, no he notado nada.
Todo era como antes. Incluso, lo hemos pasado mejor.
Has sido tan bueno...
y yo en casa como una tonta, ciega, sin sospechar nada.
No había notado nada.
-Me da rabia. -No, no has notado nada...
pero nunca has sido muy perspicaz.
¿Qué vamos a hacer ahora?
No lo sé.
¿Quieres el divorcio? ¿Te casarás con ella?
¿Y por qué me lo has contado precisamente hoy?
¿Por qué así, de pronto?
Salimos para París mañana por la tarde.
Quiero alejarme de todo. Al menos, por un tiempo.
Ya quería ir el otoño pasado para ver a Grandin y a su ayudante.
Paula aprovechará su beca el otoño próximo.
Quiero estar con ella.
No puedo estar sin ella.
Así que nos vamos mañana por la tarde.
Ahora que hablo contigo, que estoy en casa...
preferiría mandarlo todo a freír espárragos.
Tengo miedo y estoy cansado.
Nada puede ser más ridículo y banal.
Y sé lo que piensas, que no tengo excusa.
¿Cómo vas a saber lo que pienso?
Intento sentirme culpable, pero sólo sería de cara a fuera.
Las cosas son así, no hay nada que hacer.
¿Vamos a dormir? Mañana tienes que madrugar.
Sí, tengo una reunión a las nueve.
Pues vámonos a la cama.
¿No te desnudas?
Sí, claro.
-Tienes marcas en el pecho. -Ya lo sé.
Qué indiscreción por tu parte.
¿Sabes si la americana gris está aquí o en la ciudad?
-Está en la tintorería. -Qué lata.
-¿Te la llevarás al viaje? -Sí, naturalmente.
Tengo el resguardo. Si quieres, ve a recogerla mañana.
No tendré tiempo.
Tendré trabajo hasta las tres, y, luego, ya será tarde.
Si quieres, puedo ir yo.
También puedo hacerte el equipaje. A ti, no se te da muy bien.
No, gracias.
-Eres tonto. -De hecho, soy convencional.
Creo que tienes todo lo que necesitas.
Puedes llevarte la ropa interior y las camisas limpias de casa.
Puedes ponerte la americana y los pantalones de franela.
-Te dan un aire juvenil y arreglado. -Si tú lo dices...
¿Cuánto tiempo estarás fuera?
-No lo sé, depende. -¿A qué te refieres?
Me han concedido 6 meses de excedencia.
A parte, puedo llevarme un mes de trabajo.
Serán 7 u 8 meses, como mínimo.
Sí, creo que es mejor marcharme cuanto antes.
-¿Crees que seguiré aquí a tu vuelta? -Me da igual.
Ya veo.
¿Sabes cuánto tiempo llevo con esto? ¿Lo adivinas?
No esto de Paula...
sino lo de dejaros a ti y a las niñas, el hogar.
-¿Lo adivinas? -No me lo digas.
Hace 4 años que quiero librarme de ti.
-Basta. -Tienes razón.
Sólo serían tonterías.
¿Cómo te las arreglarás? Digo, mientras tengas la excedencia.
Tendrás que pasarme una pensión para las niñas.
No te preocupes por mí, me las apañaré.
Entonces, tienes medios que desconozco.
Exacto, Marianne.
¿Cuáles?
¡Incorpórate y escucha!
Aunque a ti no te importe.
Me he vendido el barco...
y he pedido un préstamo que Frid ha avalado.
A partir del 1 de septiembre, el banco te pagará 1.600 coronas al mes...
hasta nueva orden.
Cuando vuelva, ya veremos qué se hace.
¿Por qué no hablas con tus colegas del bufete?
A mí me da igual, sólo dime tu precio.
No me llevaré nada de aquí...
salvo mis libros, si estás conforme.
Simplemente, desapareceré. Me desmaterializaré.
Te pagaré todo lo que pueda, razonablemente, para manteneros.
Ya no tengo necesidades, sólo me interesa salir de todo esto.
¿Sabes de lo que estoy más harto?
De toda la comedia que tenemos que hacer y de tantos miramientos.
De lo que piensa tu madre y de la opinión de las niñas.
De si hay que organizar la cena y de si invitamos a mi padre.
De si vamos a Falkenberg, a Are o a Saint Moritz.
De las Navidades, Semana Santa, Pascua, santos, cumpleaños...
y todas estas mierdas.
-Pobrecito. -Gracias, pero no quiero compasión.
¡Y para ya de joderme!
Creo que es pura afectación, esto de hablar así.
No creo que diga ninguna verdad sobre nosotros.
Y no creo que haya ninguna verdad unívoca.
Todo lo que toque y diga, dolerá.
-¿No puedes evitar irte? -No puedo.
-Te lo pido por lo que más quieras. -No vale la pena, sería patético.
¿Y no puedes aplazar el viaje unos meses?
Creo que podríamos arreglar nuestro matrimonio.
Podríamos vivir juntos de otro modo, dame la oportunidad.
Paula me entendería mejor que tú.
Deja que hable con ella y nos conozcamos.
¿No podríamos superar juntos la catástrofe?
Dame la oportunidad.
Me enfrentas a un hecho consumado.
Me dejas en una situación ridícula e insoportable.
Sé exactamente lo que quieres decir.
¿Qué dirán los padres? ¿Qué pensará tu hermana?
¿Qué opinarán las amistades? No veas cómo se hablará.
¿Cómo se lo tomarán las niñas y las madres de sus amigos?
¿Vas a ir a las cenas programadas para septiembre y octubre?
¿Qué les dirás a Peter y a Katarina? Y a mí qué.
Me portaré como un canalla y me sentará bien.
-No me refería a esto. -¿Pues a qué?
A nada.
He olvidado poner el despertador.
¿Cuándo tienes que irte?
Si eres tan amable, pónmelo a las 5:30.
Tengo que hacerme la maleta e ir a la reunión a las 9.
Hace tiempo que quiero comprar otro despertador.
Éste hace un ruido de infarto, y tampoco es muy fiable.
Bueno, lo he puesto a las 5:30.
Me despertaré igualmente, no te preocupes.
-Háblame de Paula. -Por favor.
-¿De qué serviría? -Quiero.
-¿Por qué te torturas? -No es masoquismo.
Quiero saber cómo es.
Es mucho peor tener que imaginarse a alguien indefinido.
-¿En una fotografía? -¿No nos lo podemos ahorrar?
Te lo suplico, ayúdame en esto.
Tú te lo has buscado.
¿Dónde tengo la cartera? Sí, en el bolsillo de la chaqueta.
Toma, dos fotos de ella.
Ésta es de hace dos años, de vacaciones en el Mar ***.
Ésta es de hace sólo dos semanas, se parece bastante.
Tiene buen tipo.
Unos pechos preciosos, ¿no? ¿Los tiene bonitos?
Sí, son unos pechos preciosos.
-¿Se tiñe el pelo? Lo parece. -No lo había pensado, puede que sí.
Una sonrisa bonita. ¿Cuántos años tiene?
23.
No ha tenido mucha suerte en cuanto a amores.
Se ha prometido dos veces.
Ha tenido una vida agitada, con hombres de toda clase.
¿Te molesta?
Bueno...
Su sinceridad puede llegar a ser bastante desagradable.
Yo prefiero no saber nada, pero ella insiste...
en explicarme su biografía erótica.
A veces me resulta penoso, porque padezco de celos retrospectivos.
No se hace ilusiones.
Dice que no tiene expectativas sobre nosotros dos.
Dice que volveré contigo, que no tiene ninguna posibilidad contra ti.
A veces, la situación parece una obra de teatro...
mala y muy vista.
¿Disfrutáis en la cama?
Pues sí. De hecho, sí.
Al principio, era un verdadero infierno.
Por mi culpa, como no tenía la costumbre...
o sea, con otras mujeres. Tú y yo nos consentíamos.
Nos refugiábamos en una vida sellada herméticamente.
Todo como un reloj, todos los agujeros tapados...
Nos hemos muerto por falta de oxígeno.
¿Y con tu Paula despertarás para una nueva vida?
Me conozco muy poco a mí mismo.
Y sé muy poco de la vida, por muchos libros que haya leído.
Pero este desastre puede ser nuestra oportunidad para vivir.
¿Paula te ha convencido de esta estupidez?
Pero qué ingenuo eres.
No nos sirven de mucho los sarcasmos y las pullas.
Sí, perdona.
Lo intento, ¿sabes?
Intento ser lo más sincero que puedo. Y no es fácil, maldita sea.
Nunca nos hemos hablado así.
Tenemos derecho a ser ingenuos, inseguros y tontos.
¿Cómo iría todo, si no?
Te has metido en una buena.
Ven aquí, a mi lado.
Ven.
Ven.
Quiero que me hagas el amor.
¿Lo harás?
Por nuestra vieja amistad.
Ahora te quedarás aquí.
Entre mis brazos.
Los dos.
No podré dormir tranquilo.
Lo mejor será que haga el equipaje y me vaya pronto.
No. Quédate y cierra los ojos.
Ya verás como te duermes.
Necesitamos dormir. Mañana será un día agotador.
Siento tanta vergüenza...
Ya hablaremos luego.
Ahora estamos tú y yo.
Nos quedan unas horas...
solos tú y yo.
¿Te haces la maleta o desayunas antes?
Lo que tú quieras.
-¿Quieres té o café? -Té, gracias.
-¿Qué hago con tu correspondencia? -Te mandaré la nueva dirección.
Envíame las cartas importantes.
La facturas las puedes pagar por giro postal.
Otra cosa. El fontanero tenía que arreglar la bañera.
¿Has hablado con él o le llamo yo?
Dijiste que le llamarías tú y te habrás olvidado.
¿Me encargo yo?
He llamado diez veces y no lo he localizado.
No me he olvidado, como tú te crees.
¿Y el coche? ¿Lo dejarás en el garaje?
No, se encargará la hermana de Paula.
Estaría parado y ella se ha mudado fuera de la ciudad. Entiéndelo.
Entiendo.
Y llama al dentista, seguro que yo me olvido de cancelar la visita.
Otra cosa más problemática.
¿Qué hacemos con la cena de cumpleaños de tu padre?
Por favor, llámale tú y aclara las cosas.
-¿Lo harás? -Eso es casi lo peor.
¿No le puedo escribir?
Haz lo que quieras, mientras no te olvides.
Lo peor es lo de los padres.
-¿Qué les diré a las niñas? -Lo que quieras.
¿Que te has enamorado de otra mujer y nos abandonas?
Una fórmula excelente que, además, es verdad.
No espero que lo entiendan.
Me voy. Quiero evitar los atascos de la mañana.
Adiós, Marianne. Cuídate mucho.
-Adiós. -Adiós.
Quizá vuelvo a estar aquí en una semana.
Ojalá.
Empezaríamos de nuevo.
Desenterraríamos toda la rutina y la desidia.
Hablaríamos de todo lo que nos ha pasado.
Descubriríamos qué hemos hecho mal, Johan.
Te prometo que nunca te vendría con acusaciones.
Johan.
Esto es tan irreal...
No sé qué hacer.
Johan.
Me apartas de tu vida.
Cualquier solución sería mejor que ésta.
¿Me prometes que volverás, para que me quede algo?
Así, conservaría la esperanza.
Aunque no pienses volver, di que lo vas a hacer.
Tengo que irme.
Marianne.
¿Fredrik? Soy Marianne, perdona que os despierte.
¿Está Birgit?
No, no importa. Déjala dormir.
¿Cómo estáis?
Sí, te gusta estar despierto tú solo por la mañana.
Pues no te molestaré mucho rato.
Aquí está nublado.
Qué bien lo tenéis vosotros.
Fredrik, tengo que decirte una cosa.
Sólo necesito hablar con alguien.
Tú y Birgit sois amigos nuestros.
Tengo que...
Fredik, todo esto es tan irreal...
Lo que ocurre...
Estoy a punto de llorar, pero no quiero, porque es lo peor.
Mira...
Johan se ha enamorado de otra mujer.
Se llama Paula y se van hoy a París.
¿No puedes hablar con él y decirle que espere?
No hace falta que se vaya así, tan de repente.
¿Cómo?
¿Que ya has hablado con él?
Entiendo.
Ya lo entiendo.
¿Birgit y tú lo sabíais desde el principio?
Lo sabíais, ¿y no me habías dicho nada?
Pero, ¿qué amigos sois?
¿Cómo podéis portaros de un modo tan miserable conmigo?
Me da igual lo que digas.
Nos hemos visto unas cuantas veces y hemos hablado de todo.
Y no me habéis dicho nada.
¡La madre que os parió!
La madre que os parió, vaya amigos.
¡Vete a la mierda con tus explicaciones!
¿Cuántos más sabían esto? Sería muy interesante saberlo.
O sea, bastantes.
Bueno, está bien saberlo.
VALLE DE LÁGRIMAS
Hola.
Entra.
Qué guapa. La blusa es bonita.
¿Sí? La compré hace unas semanas.
Entonces me gustó, pero es un poco infantil.
Estás muy bonita.
¿No te quitas el abrigo?
Me pongo nerviosa, aquí, de pie, hablando.
Yo también estoy nervioso.
No he podido hacer nada en todo el día. Es muy raro.
Con el tiempo que ha pasado... Más de medio año.
-¿Cómo que de pronto...? -Paula estará en Londres una semana.
-¿Quieres tomar algo? -Sí, un whisky.
Un whisky solo, sin hielo.
Me irá bien para el estómago. Me tranquilizará.
-¿Ahora bebes whisky? -Sí, mira por dónde.
-Salud. -Sí.
Le pedí a tía Berit que se ocupara de las niñas.
Pasarán la noche con ella. Tenían ganas.
Esta noche irán al teatro y mañana tienen fiesta en la escuela.
Qué práctico.
Es decir, podría ser un poco duro verlas. ¿Cómo están?
No tienes que preguntarlo sólo por educación.
Pero te apuntaré sus cumpleaños en la agenda...
para que no vuelvas a olvidarte.
Les compré un regalo de tu parte, pero me descubrieron...
y no fue agradable.
Algún día podrías invitarlas a cenar o al cine.
Es un poco fuerte que no las llames nunca.
-Hablan muy poco de ti. -Bueno, es comprensible.
¿Paula no te dejaría venir 10 días sin poner mala cara?
Si vernos es la excusa para moralizar, me marcho ya.
-Dices que es muy celosa. -¿Qué quieres que le haga?
¿Eres tan cobarde que no puedes decirle ni lo que quieres?
Sí.
Perdona.
No pasa nada. Entiendo que la situación te parezca absurda.
Pero no me regañes, no sirve de nada.
-¿Quieres más whisky? -Sí, gracias.
A parte de esto, ¿cómo estás?
Como siempre.
¿Y tú?
Bueno, no me quejo, podría ser peor.
He sido un estúpido proponiéndote que nos viéramos.
No podemos hablar de nada sin hacernos daño.
Tengo una propuesta excelente. Cenemos.
Los dos tenemos hambre, por eso estamos susceptibles.
Perfecto.
Vamos.
Con este peinado estás ridículo.
Y has engordado.
Confieso que me pongo muy caliente a tu lado. ¿Qué puedo hacer?
Cenar. Después, ya veremos.
-Qué vino más bueno. -Nada del otro mundo.
Vino corriente, sólo valía 6,75 coronas, pero está bien.
Me va de primera, últimamente.
Me han ofrecido una cátedra en la Universidad de Cleveland.
-¿En serio? -Y no es mala oferta.
Económica y profesionalmente.
Sólo allí se hacen cosas de nuestro campo.
Y yo emigraré encantado, a corto o a largo plazo.
Aquí no me retiene nada.
Estoy tan cansado del estanque de ranas académico...
Y no quiero que me expriman hasta los huesos.
Me iré en primavera, si todo va bien.
Enhorabuena.
Sólo hablo de mí, es que estoy de muy buen humor.
Pues convendría que hablásemos del divorcio.
Si tienes que pasar unos años en el extranjero, deberíamos decidirnos.
-¿Qué opinas? -Como quieras.
Quiero que nos divorciemos.
Nunca se sabe. Quizá quiera volver a casarme.
Sería complicadísimo, si estuvieras en América.
¿Ya has hecho planes?
Puede.
Háblame de ti, en lugar de dejar que me desahogue yo.
¿Quieres más?
No, estoy lleno y bebido, pero no te escaparás.
¿Cómo estás, Marianne? Por tu aspecto...
tu peinado, tu figura y tu amabilidad, parece que muy bien.
Pero quiero saber si te has buscado un amante.
Voy a buscar un café, de eso sí querrás.
Sí.
Bueno.
Es como si estuvieses muy decepcionado.
Sólo te lo parece.
Pienso en ti casi constantemente.
Me pregunto si estás bien, o si estás solo y tienes miedo.
Me pregunto constantemente qué hice mal...
para que las cosas fueran así entre nosotros.
Sé que es un modo de pensar infantil...
pero, aun así, lo pienso.
¿Qué hice mal?
Pregúntaselo a un psiquiatra.
Veo dos veces por semana a un médico que tiene formación psiquiátrica.
A veces nos vemos fuera de la consulta.
¿Sois amantes?
Nos hemos acostado alguna vez, pero ha sido un fracaso...
y lo hemos dejado para dedicarnos a mi interesante vida espiritual.
¿Y a qué conclusiones habéis llegado?
A ninguna.
Yo intento, sobre todo, aprender a hablar.
Vacié de muebles tu despacho y me he instalado allí.
Si supieras la mala conciencia que tenía...
pero, entonces, me sentía muy atrevida.
Al menos, es un resultado.
¿Estás cansado? Menudo bostezo.
Perdona, debe de ser el vino. Y llevo algunas noches sin dormir.
-También debe de ser la tensión. -Si quieres irte, vete.
No seas así. Podemos tomárnoslo con naturalidad.
Túmbate en el sofá y te despierto dentro de una hora.
Olvida el bostezo, no quiero dormir.
Quiero que me expliques tus viajes interiores.
Esto me interesa.
No hay gran cosa para explicar.
Pero he descubierto algo raro.
No se lo he dicho al médico, lo descubrí anoche.
Suena terriblemente atractivo.
El médico me ha dicho que escriba todo lo que piense...
lo que sea, sin ton ni son...
pensamientos, recuerdos, sueños... No hay muchos.
Es muy difícil escribir...
cuando no estás acostumbrado, todo resulta muy rígido...
y no encuentras las palabras adecuadas.
¿Por qué no me lees lo que escribiste anoche? Me gustaría oírlo.
¿De verdad? ¿Estás seguro?
Espera, voy a por mi diario.
Estuve escribiendo muchas horas.
No me pude dormir hasta las tres.
Esta mañana parecía un fantasma.
Normal, te iba a ver hoy después de mucho tiempo.
Estás preciosa.
Hablo en serio, eres muy bonita.
No nos compliquemos.
Ahora nos interesaremos por mi vida espiritual.
Siéntate.
Johan.
Siéntate, ¿no?
-Johan. -¿Sí?
Johan, ve a sentarte y deja que te lea eso.
Una cosa buena no tendría que excluir la otra.
Lo he pensado todo el rato.
Cómo terminaría esto, si nos íbamos a la cama juntos.
Te he echado de menos y me he excitado...
pero también he pensado cómo sería cuando te fueras.
Empezaré a echarte de menos, y no quiero.
Estoy enamorada de ti, ¿no lo entiendes?
Hay veces que te odio por lo que me has hecho.
Y a veces pasan horas sin que me acuerde de ti. Qué descanso.
Lo tengo bien, tengo amigos, a un amante, a las niñas...
tengo un trabajo que me gusta...
Estoy unida a ti, no sé por qué.
Puede que sea una masoquista perversa...
o puede que sea del tipo fiel, que sólo se une a alguien...
una vez en la vida.
No lo sé.
Qué difícil es.
No quiero vivir con nadie, si no es contigo.
Los demás hombres me aburren.
No lo digo para crearte mala conciencia...
ni para hacerte chantaje emocional.
Sólo te explico cómo son las cosas.
Por eso se me hace insoportable que nos besuqueemos...
o que nos vayamos a la cama.
No puedo explicarlo de otra manera.
Luego, te vas a ir.
Y yo volveré a echarte de menos.
Me había ido muy bien tenerte lejos.
Y hasta agradable.
Así que no debemos tocarnos.
Se haría imposible y, luego, te irás igualmente.
Yo...
Yo todavía estoy enamorado de ti.
No lo digas si no es verdad.
¿No te crees que te he echado de menos todos los días?
¿No te lo crees? Lo pasamos muy bien juntos.
Siempre éramos amigos...
estábamos alegres y nos divertíamos.
¿Por qué no podemos acostarnos?
Sólo es señal de que nos echamos de menos.
¿Por qué tantas reservas?
¿Por qué pensar en el mañana?
¿No es estúpido, Marianne?
-Johan, no quiero. -Marianne, por favor.
Johan, no quiero. Ni hablar.
No quiero desearte, ni llorarte, ni echarte de menos.
Johan, tienes que entenderlo. Es así.
No hay nada más estúpido. Si vas a insistir, mejor vete.
No quiero hacer el amor contigo. Trata de entenderlo.
Trato de entenderlo, pero no puedo.
Ahora estoy aquí, sentado.
Me quedo aquí y nos ponemos a leer en voz alta.
Después, volveré a casa y llamaré a Paula a Londres...
para decirle que he ido al teatro.
¿Puedes servirme un poco más de café y coñac?
Ahora resulta todo tan ridículo...
Sólo quiero huir y esconderme. Quiero llorar.
Si quieres, me voy ahora y nos vemos mañana.
-Para cenar, o lo que sea. -Quizá sea lo mejor.
No, mejor quédate.
Mañana no será posible.
-Hola. -Hola.
Creo que me gustas mucho.
Me comporto como una cría.
¿Y qué?
La situación está controlada.
Hemos superado la crisis.
Escribo tan descuidadamente que no entiendo ni mi propia letra.
El principio no es muy importante.
"Ayer me vino de pronto una hilaridad muy atrevida.
Por primera vez en este año...
tenía las mismas ganas de vivir que antes...
y curiosidad por lo que podría traer el día."
Etc. etc.
A ver.
"De repente, me di la vuelta...
y miré la vieja foto de mi clase de la escuela...
de cuando tenía 10 años.
Descubrí algo que hacía mucho tiempo que había estado ahí...
pero inaprensible a la vez.
Con sorpresa, tuve que constaté...
que no sé quién soy.
No tengo ni idea.
Siempre he hecho lo que me han dicho los demás.
Desde que puedo recordar...
he estado obedeciendo, sociable...
casi sumisa.
Pero, pensándolo bien...
de pequeña, ya manifestaba violentas formas de autoafirmación.
Aunque también recuerdo que mamá...
castigaba cualquier desviación de las normas...
con severidad ejemplar.
Toda la educación, la mía y la de mis hermanas...
tuvo la finalidad de hacer de nosotras unas buenas niñas.
Yo era bastante fea, y poco fina...
y constantemente se me informaba sobre este hecho.
Con el tiempo, me di cuenta...
de que si escondía todo lo que pensaba...
y, en cambio, me volvía aduladora y prudente...
este comportamiento daría su fruto.
Pero el principal fingimiento fue durante la pubertad.
Todos mis pensamientos, sentimientos y actos...
giraban entorno al erotismo.
No les dije nada a mis padres...
ni a nadie.
Después, se desarrollaron las mentiras, los secretos...
el alejamiento de todo, por impulso.
Papá quería que fuera abogada, como él.
Por fin, logré hacerle entender que prefería ser actriz...
o hacer algo relacionado con el teatro.
Recuerdo que se rió de mí.
Desde entonces, disimulo cada día más y más.
En mi relación con los demás...
en mi relación con otros hombres...
este disimulo ha sido la constante...
con los mismos intentos desesperados de portarme bien.
Nunca he pensado qué quiero yo...
sino, siempre, qué quiere él que yo también quiera.
No es que yo no fuera egoísta, como pensaba entonces...
de hecho, es pura cobardía y, peor aún...
una ignorancia absoluta de lo que soy yo.
Nuestro error fue no huir de la vida familiar.
No irnos lejos para crear algo sólido...
con nuestras posibilidades."
Mierda, me he dormido. Parecía muy interesante.
¿Puedes perdonarme? ¿Puedes leerme un poco más?
Entiendo que estés ofendida, pero, ¿puedes leerme más?
Tienes que irte a casa a dormir.
No me he ofendido, te lo juro.
Tal vez sea mejor que me vaya.
Podrías llamar de vez en cuando, al menos por las niñas.
Sí, claro. Lo haré.
Siempre serás bienvenido, ya lo sabes.
Ojalá Paula no fuera tan celosa.
Tiene motivos, también hay que compadecerla.
-¿Cuándo te avisarán para el viaje? -Lo deciden dentro de un mes.
-¿Me informarás del resultado? -Sí, te llamaré o te escribiré.
¿Qué vamos a hacer con el divorcio? Hay que decidirse.
-¿Volverías a casarte? -Ahora no puedo saberlo.
Esperemos un tiempo, antes de decidir. ¿No crees?
No sé qué pensar.
Esta noche dormirás conmigo. ¿Lo harás?
Esta noche dormiré contigo, sí.
-¿Cómo te encuentras? -Me da un poco de miedo.
-Tendrás que ser valiente. -¿Tendremos que serlo?
-¿Qué pasa? ¿No puedes dormir? -No.
Será mejor que me vaya, me angustia estar aquí. Perdóname.
-Es letra de Paula. -Me ha escrito esta carta.
-¿Qué ha hecho ahora? -La mandó antes de irse a Londres.
Léela.
Léela aquí y ahora.
"Querida Marianne, te sorprenderá recibir una carta de mí...
y quiero dejar claro que no escribo con malas intenciones.
Acepté el trabajo de Londres para poder estar fuera...
y romper el círculo vicioso de celos y suspicacia.
Sé que Johan te buscará en cuanto yo desaparezca.
Yo tengo la culpa, ya que le he prohibido sistemáticamente...
que os vea, a ti y a las niñas.
Si se pudieran reparar los errores que hemos cometido..."
-Qué lista es Paula. -Quiere que seamos amigas.
No soporta la enemistad y el silencio.
Qué conmovedor y, más aún, que tú la creas.
"Johan es el hombre más dulce, más bueno...
y más afectuoso que he conocido.
Pero le falta confianza en sí mismo...
aunque quiera aparentar muy capaz y valiente...
y que nunca se lamenta."
Veo que puedes decir cualquier cosa de cualquiera...
y, de hecho, te pega.
LOS ANALFABETOS
Qué práctico que podamos vernos en tu despacho.
-Así ahorramos tiempo. -No es muy acogedor.
Es suficiente para repasar los papeles del divorcio.
Mira, es el mismo acuerdo que ha redactado Henning.
Tal y como hemos decidido tú y yo.
-¿Por qué tengo que repasarlo? -Eso siempre, antes de firmar.
-Estás muy arisco. -No estoy arisco.
Sí, extremadamente arisco.
Aquí está el inventario de lo que adquirimos conjuntamente...
y cómo nos lo hemos repartido.
Es sólo un recordatorio, tienes que firmarlo.
Aquí pone que te quedas el reloj de la abuela. Será un malentendido.
Sí, tu abuela me lo regaló. Y esto ya lo hablamos.
No recuerdo haber hablado del reloj.
Sí, pero si te gusta, quédatelo. Pero que conste que es mío.
Vale, siempre tienes razón.
Quédate el reloj, no nos pelearemos por chorradas.
Mira bien que no te haya hurtado más cosas.
Malgastas tu sarcasmo. Estoy resfriado y deprimido. Por ti.
¿Quieres un vaso de coñac del bueno?
Sí, me lo recomienda el médico.
Egeman me ha regalado una botella.
Ha estado en París dando conferencias...
y los colegas le han regalado una caja entera.
-Salud. -Salud.
¿Qué te parece?
Creo que me sentará bien.
Y a mí. El coñac no me gusta, pero éste es algo especial.
Creo que ya me encuentro mejor.
-Aunque es difícil. -¿Qué?
-Divorciarse. -Sólo son papeles.
Igualmente lo veo difícil. Hemos vivido separados mucho tiempo.
Nos vemos poco, estamos de acuerdo.
Y aún estás aquí, con mala conciencia.
Qué extraño.
Johan.
-Es extraño, ¿no? -Sí, lo es.
Cuando venía, estaba de muy buen humor.
Había decidido no llorar, que no me iba a afectar.
Ahora dirás que te sentías culpable.
Vamos a sentarnos en el sofá, será más agradable.
Y apagaremos la luz, es demasiado fuerte.
¿Cómo puedes trabajar así?
No es nada acogedor.
El sofá no es nada cómodo.
Lo es, si pones los pies sobre la mesa.
-¿Quieres más coñac? -Sí, por favor.
Toma.
-¿Estás bien? -Muy bien.
¿Estás solo aquí? ¿No hay nadie en el edificio?
-Hay un guardia de noche. -¿Sí? Está muy bien.
-¿Qué está bien? -No sé, sólo digo que está bien.
-Resfriado, no hay nada bueno. -No seas llorica.
Seguro que no es mortal. Salud.
Esto está cada vez más rico.
-Estás de un humor envidiable. -Sí, es verdad.
Francamente, estoy un poco enamorada.
-¿Del tal David, todavía? -¿David? No, se terminó.
-¿De veras? -No te preocupes. Dame un beso.
-Estoy resfriado. -Sabes que nunca me contagias nada.
Dame un beso.
-¿Ha sido como te lo imaginabas? -Mucho mejor.
Ahora me pondrás la mano sobre el pecho.
-¿Quieres seducirme? -Exacto.
Sobre la moqueta.
En este preciso momento, aquí y ahora.
¿No te gustaría? ¿Qué dices?
Te veo suspicaz. ¿No quieres por el guardia?
Piensa que aún estamos casados.
Ven.
Ven.
Ponte encima de mí.
Habría que hacer el amor en el suelo más a menudo.
-Johan, cierra con llave. -No vendrá nadie.
Eso no lo sabes. Soy muy pudorosa, cierra.
-Eres tú la miedosa. -Exacto.
-Cierra la puerta. -Ya voy.
-¿Y si nos oye desde fuera? -No, hace siempre la ronda.
¿Te vas a quitar los pantalones con ese resfriado?
Puede ser peligroso, tendrás que calentarme.
¿Para que no se te enfríe la colita?
Pobrecito, qué vida más aburrida llevas.
Dame besitos. Me gusta mucho que me des besitos.
-Hago lo que puedo. -Johan.
Johan.
Cierra los ojos.
Me turbo demasiado, cuando me miras.
Ponme las manos en las nalgas.
Así. Me gusta.
¿Te imaginas que entre ahora el guardia?
Sería bien recibido.
Nos hemos liberado completamente.
Quedémonos aquí toda la noche.
Dediquémonos sólo a beber...
y a hacer el amor.
Ya entregaremos mañana los papeles del divorcio.
¿En qué piensas?
¿En qué pienso?
Te gustaría saberlo, ¿no?
-A lo mejor, tienes hambre. -Siempre tengo.
¿Quieres un bistec tártaro y una jarra de cerveza?
Pero no puedes salir a cenar conmigo.
¿Yo? Estoy en Uppsala, con los estudiantes.
Pobre Paula.
En este caso, me encantará salir a cenar contigo.
-¿Hay algún lavabo cerca? -Por el pasillo, a la izquierda.
Firmémoslo ahora y salgamos a celebrarlo.
¿No sería un final digno de un matrimonio largo y feliz?
Querría llevarme los papeles y repasármelos.
¿Cómo? ¿Lo vamos a cambiar, después de tanto discutir?
Has dicho que no hay que firmar nada sin haberlo repasado.
Vale, sentémonos y repasémoslo todo.
Repasémoslo de cabo a rabo...
para que veas que no te engaño.
-¿Por qué te enfadas tanto? -No me enfado. Empecemos.
Sí que te enfadas.
Pero intentaré controlarme, como suelo hacer...
cuando se trata de ti y de tus manías.
Dejemos esta conversación tan poco interesante.
Ya es tarde y yo también trabajo mañana.
-¿No salimos a cenar? -No, gracias. No me apetece.
Gracias por las muestras de caridad que me has ofrecido.
-¿Quién tiene manías ahora? -Escúchame bien, Johan.
No hablemos ahora, no tendría sentido. Intentaré controlarme.
Meteré los papeles en el sobre...
para que puedas llevártelos...
y, así, Paula y tú podréis repasar...
todos los detalles del contenido...
y que no os he estafado.
-¿Qué te pasa, Marianne? -Nada.
-Hace un momento éramos amigos. -Exacto.
No te olvides del cumpleaños de Eva, el martes.
-¿Acaso me olvido, normalmente? -Normalmente no, pero te lo recuerdo.
Y quiero que le pagues el viaje de verano a Francia, yo no puedo.
-¿Cuánto costará? -Unas 2.000 coronas.
¿Estás loca?
¿De dónde saco yo 2.000 coronas? No puedo.
-Pídeselas a tu madre. -Ya le debo demasiado dinero.
Pues yo no me lo puedo permitir.
La ortodoncia de Karin me costó más de 1.000 coronas.
-¿No lo cubría el dentista escolar? -Karin no quiere ir al de la escuela.
Tendrá que anular el viaje a Francia. Yo no tengo dinero.
No le iría mal que entendiera que no siempre tienes lo que quieres.
Está tan consentida que parece mentira.
Fue a ver a mi madre la semana pasada.
Mi madre me llamó escandalizada por la conducta de la niña.
¿Tu madre dijo esto?
No hay nada que hacer. Está en una edad difícil.
Tienes que marcarlas, te llevan por donde quieren.
¿Cómo dices esto?
Me dan toda la confianza, hablamos de todo y doy gracias por ello.
Tendrás que hacer la vista gorda, te parezcan consentidas o no.
No tengo dinero para el viaje de Eva. Ya puedes decírselo.
-Se lo dirá tú. -¿Por qué? Tú tienes la custodia.
Yo pago una pensión enorme sometida a impuestos.
Y que me desbarajusta la economía.
A veces, pienso que tú y yo somos dos niños...
malcriados, consentidos y privilegiados.
Hemos malgastado nuestros recursos...
y, de repente, nos sentimos pobres, amargados y enfadados.
Te contaré una cosa banal.
Somos analfabetos emocionales.
Hemos aprendido el cuerpo humano...
y la agricultura de Pretoria...
y que la hipotenusa al cuadrado es igual a la suma...
de los catetos al cuadrado y todo eso...
pero no nos han enseñado nada sobre el alma.
Somos totalmente ignorantes respecto a nosotros mismos y a los demás.
¿Bostezas? Fin de la conferencia. Tampoco tenía nada más que decir.
¿Quieres más coñac? Después decidiremos qué vamos a hacer...
con la cena.
No estoy de acuerdo contigo, pero es igual.
Te explicaré una cosa muy curiosa, la cátedra se ha ido al carajo.
-Johan. -No importa, pero...
Qué decepción.
Como siempre, ha habido maniobras subterráneas.
Primero, aplazaron el viaje...
pero no había que alarmarse.
Después, no había dinero...
y, luego, sólo sé que pusieron a Akerman en mi lugar.
Así son las cosas. Salud.
Voy a cumplir 45 años este verano.
Puedo esperar vivir 30 años más.
Desde un punto de vista objetivo, ya soy un cadáver.
Durante 20 años, puedo amargarme la existencia y la de los demás...
sólo con existir.
Se me considera una unidad cara e improductiva...
que hay que suprimir para la reconversión.
Y, supuestamente, estos años son los mejores...
cuando uno aún sirve para algo...
cuando uno tiene un montón de experiencia, pero no.
Toda la mierda a la calle, y a los rechazados que les den.
Qué mierda.
Estoy tan cansado...
Marianne.
Apenas sé quién soy.
Alguien me ha escupido y yo me ahogo en el escupitajo.
¿Por qué no hablas? ¿Te aburro?
-¿Verdad que es raro? -¿El qué?
Cuando he llegado, pensaba que me gustaría hacer el amor.
Quería comprobar si sentía algo por ti.
No he sentido nada más que un poco de amistad.
¿Sabes lo que creo, Johan? Que me estoy liberando de ti.
Me ha costado mucho tiempo y un dolor insoportable.
Ahora creo que soy libre y que, por fin, puedo vivir mi vida.
-Y es fantástico. -Pues te felicito.
No sé por qué lo digo ahora.
Será bastante cruel, me has dicho que lo tienes difícil.
Pero me da igual.
He tenido demasiada consideración durante nuestra convivencia.
Creo que la consideración mató el amor.
Si no hubiera reaccionado sintiéndome culpable...
habría visto que todo lo que decíamos y hacíamos no estaba bien.
¿Te acuerdas cuando nació Karin?
Ya no pudimos hacer el amor.
Nos sentamos y dijimos que era normal...
los dos embarazos habían ido muy seguidos.
Y los razonamientos para justificar que no nos gustara hacer el amor...
eran señales de alarma, que brillaban con luz roja.
Estábamos rodeados de señales, pero no entendimos nada...
nos declarábamos satisfechos.
Las exposiciones retrospectivas...
no me dan ni frío ni calor.
Me vas a volver loca con tus estúpidos sarcasmos.
¿Tú decides lo que tienen que sentir u opinar los demás?
"Joder, cómo te odio."
Me acuerdo que lo pensaba muy a menudo.
"Joder, cómo la odio."
Sobre todo, después de hacer el amor...
al notar tu distracción y tu indiferencia.
Luego, en el baño, te sentabas en el bidé...
y te lavabas y lavabas...
eso tan asqueroso que venía de mí y que para ti apestaba.
Entonces, pensaba...
"Odio su cuerpo y sus movimientos."
Debería haberte dado una paliza.
Quería aplastar la resistencia blanca y dura que irradiabas.
Pero hablábamos amistosamente...
de que lo pasábamos muy bien y todo eso.
Pues explícame por qué ahora disfruto tanto.
Hago todo lo que me pide el otro.
Espera.
Dentro de poco os casaréis. Y empezarás igual con él.
Espera y verás. Es un agujero profundo.
Empezarás a buscarte a otro amante...
que pueda liberarte una vez más de esa repugnancia.
Sé que te equivocas.
Hay una cosa que se llama afecto, normal y corriente.
Hay una cosa que se llama sensualidad, normal y evidente.
Por ejemplo, el deseo del cuerpo.
Todo esto en ti está bloqueado.
¿Y crees que yo no sufría por esto?
¿Porque no disfrutábamos?
Me preguntaba si siempre sería tan miserable.
¿Tiene que ser siempre así?
Nos consolamos tomándonos el sexo como algo secundario.
A parte de esto, lo pasamos bien.
Cómo nos engañábamos, Johan.
Olvidas ciertas cosas desagradables de comentar.
Si quieres aclarármelas...
¿Sabes qué hacías desde el principio?
Explotar tu órgano genital.
Era una mercancía.
Si hacíamos el amor un día, se entendía que al día siguiente, no.
Si yo había sido bueno, me recompensabas con sexo.
Si había sido menos agradable o había hecho alguna crítica...
te vengabas cerrando tu agujerito.
Cómo te portaste conmigo.
-¡Peor que una puta! -¿No querías la verdad?
¿Qué verdad?
¿La verdad de la que sólo tú tenías la patente?
Qué retorcido. Estás loco.
¿Crees que siempre puedes pisarme? No soy la substituta de mamá.
Siempre decías que no me ocupaba de la casa y que trabajaba demasiado.
-¡No es cierto! -¡Sí es cierto!
No sentí nada más durante los primeros años de casados.
Me hicisteis sentir culpable, tú y tus padres.
Culpable en casa y culpable en el trabajo.
Y encima tenía que sentirme mal por no ser buena amante.
Todo eran exigencias, quejas, sermones y chorradas.
Que me vengara con mi órganos genitales no era de extrañar.
Me gobernaba un bloque compacto...
tú, mi madre, tus padres...
y toda esta maldita sociedad.
Cuando pienso en lo que llegué a soportar y de lo que me he librado...
quiero chillar y decir...
"Nunca más. Nunca más. Nunca más."
Ahora te quejas, porque te han dejado de lado con intrigas.
Pues te digo que te lo has ganado a pulso...
y ojalá te lo hagan tragar a la fuerza.
-Eres un parásito inútil. -Ahora sí eres grotesca.
¿Y qué? ¡Me he vuelto así!
Ambos somos grotescos, pero tú te rindes y yo no.
Yo seguiré, quiero vivir sólo en la realidad.
Porque lo que más me gusta, precisamente, es vivir.
Me gusta superar altibajos y dificultades.
No pido consideración, me importa un pito.
Me parece bien.
Así no tendremos que compadecernos.
Es estupendo poder tirar la mala conciencia a la basura.
Empezamos a parecer seres humanos.
El error fue conocernos.
Y enamorarnos e irnos a vivir juntos.
Qué fracaso más glorioso.
Sólo queda firmar los papeles lo antes posible.
Repartir la vajilla, los regalos de boda y despedirnos.
Qué pena, un error de principio a fin.
¿Te crees que no sé qué llevas pensando toda la noche?
-No quieres el divorcio. -¿Qué tontería dices?
Demuestra lo contrario firmando estos papeles aquí y ahora.
Muy bien.
Johan, sé sincero.
Johan, mírame. Mírame.
Te has arrepentido.
¿Pensabas decirme que no querías divorciarte? Contesta.
Si pensara hacerlo, ¿sería un delito?
¡Reconozco mi derrota! ¿Es lo que quieres oír?
Estoy harto de Paula.
Echo de menos el hogar.
Lo sé, no hace falta que me mires sonriente.
Soy un fracasado y voy cuesta abajo.
Estoy asustado y no tengo casa.
No es el momento de pedir que volvamos a intentarlo.
-Si buscas compasión... -Ya lo sé.
Sólo intento contestarte sinceramente.
Me sentía unido a ti.
De un modo distinto y más fuertemente de lo que creía.
Sentía dependencia de lo que llaman hogar y familia...
de una vida ordenada y tranquila.
-Estoy harto de estar solo. -¿Solo?
La soledad con Paula es peor que la verdadera soledad.
No lo aguanto más.
No puedo hablar de esto.
De todos modos, ya lo sabes.
Querría un taxi para Malmrosgatan 45.
Ahora, ya. Gracias.
¿Vienes? No cojas el coche, has bebido mucho.
-Me quedo un rato. -No lo hagas.
-Ven, no te quedes solo y preocupado. -No es asunto tuyo.
-Vamos, Johan. -Quédate conmigo.
-No quiero. -Quédate conmigo.
No empieces. Has bebido demasiado.
-No te vayas. -Déjame pasar.
No quiero que te vayas.
-No hagas el ridículo. -No lo hagas tú.
Nunca habíamos hecho esto, no empezaremos ahora. Dame la llave.
Me da igual lo que puedas alegar.
Veo la ordenada cabeza de Marianne dándole vueltas...
"¿Qué hago yo ahora?
Se ha vuelto loco.
¿Me va a pegar?"
Si quieres saberlo, opino que eres tremendamente cómico.
Si me consideras cómico, ¿por qué no te ríes?
Diría que tienes miedo.
Al menos, deja que llame para anular el taxi.
¿Por qué?
Sólo esperan 10 minutos y luego se van.
Tranquila.
Esto será largo, te lo prometo.
Muy bien.
-¿Qué quieres decir? -Nada.
-Sólo quiero mirarte. -Adelante.
Esto es exactamente lo que cabía esperar de alguien como tú.
Si supieras cómo les digo a las mujeres que quieren divorciarse...
que no se queden solas con el marido agraviado...
Nunca pensé que me encontraría en la misma situación.
Cállate.
No tengo miedo.
Por si quieres saberlo, me da bastante igual lo que quieras hacer.
-He dicho que te calles. -¿Estás mal de la cabeza?
Déjame la llave...
para que pueda ir a limpiarme la sangre.
No te dejaré salir.
¡Cabrón! ¡Hijo de puta!
¡Perra sabelotodo! ¡No vas a salir de aquí!
Sigue así. ¡Podría matarte! ¡Podría matarte!
¡Podría matarte! ¡Podría matarte!
Marianne, ¿cómo estás?
Escúchame, ¿cómo estás?
¿Cómo estás? ¿Estás bien?
Ha sido culpa mía. Culpa mía.
¿Me dejas la llave?
-¿Te ayudo? -No. No te acerques a mí.
EN PLENA NOCHE, EN UNA CASA A OSCURAS
Esto es divertidísimo.
Ayer fui a prepararlo todo.
Encendí la calefacción, la nevera, limpié, compré comida...
Como en los viejos tiempos.
¿Cuánto hacía que yo no iba?
Me parece que unos 7 años.
¿Y tú?
Cada vez vengo menos. Henrik prefiere el interior.
Normalmente, la alquilamos. Las niñas y yo vamos...
pero tampoco muy a menudo.
Ahora tienen su vida, y es mejor así.
¿Qué tal tu marido?
Agotado, tiene la presión baja, pero hoy le pasa a todo el mundo.
-¿Y tu mujer? -Bien, figúrate.
Ha ido a Italia para recuperarse.
¿No es genial que nuestras parejas se hayan ido a la vez?
Parece casi indecente.
Eso lo hace aún más agradable.
Se le parece bastante.
Está un poco deteriorada. Hay que reformarla...
pero no nos lo podemos permitir.
¿Por qué no metes el coche en el garaje?
Si lo ve Erik, vendrá a saludarnos...
y montará un número como te vea.
De acuerdo.
¿Lo haces ahora?
¿Puedo hacerlo más tarde?
Siento una sensación extraña.
¿Por qué no nos tumbamos en la cama?
Ven.
Estoy nerviosa.
Como si fuera la primera vez.
Pero no lo es. Ven.
¿Sabes que hace casi un año justo?
Fue el 8 de septiembre, la víspera de mi cumpleaños.
Hoy es 28 de agosto.
Me sedujiste.
Sí, figúrate.
¿Y no viste el segundo acto de esa obra?
No, nunca.
Quedó muy raro que nos marchásemos en el entreacto.
¿Qué te hizo decidirte?
No lo sé.
Cuando entré en el teatro y te vi tan solo...
parecías abandonado...
era natural que fuera hacia ti.
En realidad, me alegré mucho.
A mí, me alegró que te alegrara.
Enseguida me dijiste que nos fuéramos de allí.
-Y te pusiste rojo. -No me extraña.
Tenía una erección que no me dejaba ponerme recto.
Yo también me excité como una loca.
Hacía dos años que no nos veíamos.
Sí, exactamente dos años.
Y ahora celebramos el primer aniversario.
-No. -¿Cómo que no?
No celebramos el primer aniversario.
Celebramos el vigésimo aniversario.
Nos casamos el agosto de hace 20 años.
Sí, ya hace 20 años.
Toda una vida.
Hemos vivido juntos durante toda nuestra vida adulta.
¿No es extraño?
Cariño.
Cariño mío.
Qué extraño es.
Estamos aquí, en esta maldita cama vieja.
En las habitaciones de los hoteles era distinto. Eran muy impersonales.
Quizá ha sido una bobada venir aquí.
Tendríamos que haber ido a Dinamarca.
No teníamos tiempo. Aquí estamos de maravilla.
No, de maravilla no.
-Haré una cosa. -No, me acostumbraré.
Llamaré a Fredrik, tiene una cabaña en la costa.
-¿Y cómo entramos? -Algún amigo tendrá la llave.
-No es buena idea. -Intentémoslo, no cuesta nada.
¿Fredrik? Hola, soy Johan.
¿Cómo estás?
Yo, muy bien, no podría estar mejor.
Te llamo por un asunto muy delicado.
¿Estás solo? ¿Podemos hablar claramente?
¿Me puedes dejar la cabaña este fin de semana?
Sí, pero no es lo que estás pensando.
Muy bonita.
¿Joven? Sí, puede que hasta demasiado.
Sí, es un poco delicado.
Gracias, perfecto.
Espero poder devolverte el favor.
Y no se lo digas a Birgit.
Las mujeres no entienden estas cosas.
¿Sí?
La llave está debajo de la piedra de las escaleras.
Sí, rubia.
Una figura maravillosa.
Sí, te llamaré.
Eres muy amable. Genial.
Gracias, recuerdos a Birgit. No, mejor que no.
Habría malentendidos. Adiós.
-Ahí está. -Lo he encontrado.
Qué bonito.
La piedra. Tiene que estar por aquí.
¿Lo ves? Mira.
-Y ahora, a limpiar. -Sí, vamos a limpiar.
¿Qué te pasa?
-¿Lloras? Eres tan conmovedor...
Sí, estoy loca.
¿Yo soy conmovedor? No fastidies.
Lo eres.
Mi pequeño y querido Johan.
-Te has vuelto tan pequeño... -¿He encogido?
Estás mucho más guapo que antes. Y eres tan dulce y bueno...
Antes siempre estabas tenso, en guardia, inquieto.
¿Eso crees?
-¿La gente es mala contigo? -En realidad, no lo sé.
Quizá he dejado de defenderme.
Alguien me dijo que me he vuelto débil e indulgente...
que me estaba rebajando, pero no es cierto.
Creo que he encontrado mis proporciones reales.
Y he aceptado mis límites humildemente.
Esto me vuelve bueno y puede que triste.
Con la de expectativas que tenías...
Te equivocas.
Era mi familia la que tenía expectativas.
Y yo deseaba tanto complacerla.
¿Quieres saber cómo me va con mi marido?
Para empezar, casarnos fue un disparate.
Nos lo tomábamos en broma.
¿Cómo os conocisteis?
Hace unos cuantos años.
Si me perdonas el decirlo, fue una historia ***.
Sí, te entiendo.
Henrik es muy...
¿Cómo te lo diría?
Es muy persuasivo en este terreno.
Le gusta mucho el sexo.
Y me convenció que a mí me gustaba tanto como a él.
Recordarás que antes no me gustaba mucho.
Lo recuerdo.
¿No te gusta que hable de esto?
No, no me gusta.
Pero no hay más remedio.
Me convertí en una obsesa de lo que no había experimentado.
Creía que era insaciable.
Mira qué bien.
Al menos, para ti.
Pronto me vi encadenada a Henrik.
Y yo le gustaba.
Eso no impidió que pronto le pillara con otras mujeres.
Me dejas de piedra.
Me sentí humillada y herida...
incluso celosa.
-¿Celosa, tú? -Sí, imagínate.
Montamos el numerito.
Yo me puse violenta y lo mandé a la mierda.
¿Y se fue?
Sí, se fue.
Me dijo que era hipertensa y se marchó.
Una semana después, le supliqué que volviera.
Johan.
¿En qué piensas?
Pienso que todo está bien. Muy bien.
Estupendamente bien.
Casi infinitamente bien, Sólo que no lo soporto.
Sabía que no querrías saber la verdad.
Tus orgasmos con ése no me importan nada.
Admito tu absoluta liberación, es impresionante.
Tienes que escribir una novela.
Te aplaudirán las sacerdotisas feministas.
Espero que no seas tan estúpido.
Te digo que todo esto me importa un pimiento.
De repente, es importante.
No, es secundario.
Es sólo una pequeña parte de todas las maravillas que te ofrece la vida.
Mira nuestros descubrimientos.
Imagínate, tanta sabiduría y consciencia, es fantástico.
Nos hemos descubierto, es una locura.
Uno ha aprendido su grandeza y el otro, su pequeñez.
Estamos muy racionales poniendo verde a nuestras parejas.
Casi parece que estén aquí.
Como en una orgía mental de primera.
Todo es como un libro sobre la vida. Resulta incomparable.
Un análisis total, una conciencia ilimitada, pero no lo soporto.
Entiendo lo que quieres decir, pero yo no lo encuentro tan horrible.
No puedo vivir con una luz fría sobre mi esfuerzo.
Si supieras cómo me esfuerzo con mi falta de sentido.
Intento animarme, me digo que la vida tiene el valor que le damos...
pero no puedo alegrarme de este tipo de charlas.
Quiero algo para echar de menos.
Yo no tengo estos sentimientos.
Sí, esto lo he entendido.
Aguanto, ¿sabes?
Estoy a gusto.
Confío en mi juicio...
y en mi instinto.
Ambos colaboran.
-Dios mío. -Ambos me satisfacen.
Con los años, he conseguido un tercer colaborador.
Mi experiencia.
Tendrías que dedicarte a la política.
-Igual sí. -Dios mío.
Me gusta la gente.
Me gustan las negociaciones...
los razonamientos...
y los compromisos.
¿Estás practicando tu discurso electoral?
¿Tan pesada te parezco?
Sólo cuando predicas.
No diré ni una palabra más.
¿Me prometes no decir más verdades hoy?
Te lo prometo.
¿Me prometes no alabar al atleta de los orgasmos?
Ni una palabra más.
¿Puedes controlarte un ratito...
y no ser una terrible sabelotodo?
Será difícil, pero lo intentaré.
¿Puedes posiblemente, y sólo digo posiblemente...
racionar un poco tu ilimitada fuerza femenina?
Será necesario.
Entonces...
vamos a acostarnos.
¿Qué te pasa, Marianne? Cálmate.
No pasa nada.
¿Qué te pasa?
Ven a sentarte aquí. Ven aquí. Ven.
Ya está.
Ya está.
¿Por qué crees que se puede soñar así? ¿De qué depende?
-Quizá de lo que comiste. -¿Tú crees?
O quizá hay algo en tu ordenado mundo...
que no puedes alcanzar.
Abrázame, tengo frío. Aunque tengo la piel ardiendo.
Puede que esté enferma. Las niñas estaban resfriadas.
Pronto te encontrarás mejor.
Ponme la manta sobre los hombros.
¿Recuerdas qué te ha asustado? ¿Qué soñabas?
Tenemos que ir por un camino peligroso o algo así...
y quiero que las niñas y tú me cojáis de la mano para seguir.
Pero no puede ser...
porque ya no tengo manos.
Sólo tengo muñones a la altura de los codos.
Y todo el rato salto sobre la arena blanda...
y no os alcanzo, vais más adelante. No puedo alcanzaros.
Un sueño horrible.
-Johan. -¿Sí, amiga mía?
¿Crees que vivimos en la confusión total?
-¿Tú y yo? -No, todo el mundo.
¿Qué quieres decir con "confusión"?
Pues miedo, inseguridad, falta de juicio...
Quiero decir confusión.
¿Crees que tenemos miedo...
secretamente, de resbalar y caer y no saber qué hacer?
Sí, lo creo.
¿Crees que tal vez es ya demasiado tarde?
Sí.
Pero estas cosas sólo se piensan, no se dicen.
Johan.
¿Crees que nos hemos perdido algo importante?
-¿Todos? -No, tú y yo.
¿Qué, por ejemplo?
A veces, entiendo lo que sientes y lo que dices.
Entonces, me lleno de afecto y me olvido de mí...
aunque no me borre a mí misma...
y es una sensación nueva.
-¿Entiendes lo que quiero decir? -Lo entiendo.
Johan.
A veces lamento no haber querido nunca a nadie.
Tampoco creo que nadie me haya querido nunca.
Estoy desolada.
Ahora estás terriblemente hipertensa.
-¿Sí? -Sólo puedo hablar por mí.
Creo que te quiero de un modo incompleto y egoísta.
Y hay veces que pienso que me quieres...
a tu modo insidioso y turbio.
Yo creo que nos queremos...
pero un modo profano e incompleto.
Pero tú tienes tantas pretensiones...
Sí, es verdad.
Al final, con toda la simplicidad...
en plena noche...
en una casa, en un rincón del mundo...
en realidad estoy yo, abrazándote.
Y tú estás en mis brazos.
No puedo decir que sienta un gran entusiasmo humanitario.
-¿Verdad que no? -No tengo suficiente imaginación.
Eres tan poco imaginativo...
Sí, mi amor no tiene una cara concreta.
No puedo describirlo y, normalmente, no lo siento.
¿Y crees que yo también te quiero?
Sí, de verdad.
Pero no vamos a insistir, porque entonces el amor se fundiría.
Estaremos así toda la noche.
-No, ni hablar. -¿No?
Se me ha dormido una pierna y casi se me ha dislocado el brazo.
Tengo mucho sueño, y siento frío en la espalda.
Entonces, no importa si volvemos a la cama.
De acuerdo.
Buenas noches, amor mío. Y gracias por la charla.
-Buenas noches. -Que duermas bien.
-Igualmente. -Buenas noches.