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Subtitulado para ACEES (Sevilla)
SUICIDIO Y OBSESION.
Continuando, en lo posible,
la serie de estudios de la mente desencarnada,
en estado de sufrimiento mas allá del Sepulcro,
en la noche del 15 de marzo de 1956...
nuestros benefactores espirituales...
trajeron a la comunicación a la joven Hilda...
espíritu suicida...
en reequilibrio que nos dio...
interesantes anotaciones...
en torno a su situación.
Amigos, hay dos palabras con una significación muy diferente en la Tierra...
y en la Vida Espiritual.
Una de ellas es “CONSCIENCIA”...
y la otra es “RESPONSABILIDAD”.
En el plano físico, muchas veces...
conseguimos ahogar la primera (conciencia) y eludir la segunda (responsabilidad) temporalmente,
pero, en el campo de las Verdades Eternas,
no nos será posible adormecer o engañar, a la una o a la otra.
La conciencia nos presenta tal y como somos,
sea donde sea, y la responsabilidad...
nos marca la frente con nuestros merecimientos, culpas o compromisos.
Mientras disfrutáis del aprendizaje en la experiencia humana,
sed cautelosos en la concepción de esas dos fuerzas,
porque el pensamiento es la energia...
coagulante de de nuestras aspiraciones y deseos.
Por eso, no nos será posible huir a los resultados de nuestras propias acciones.
Os habla humilde compañera que aun sufre,
despues de aflictiva tragedia por suicidio,
alguien que conoce de muy cerca la responsabilidad por la caida...
en la cual me arrojé de modo desgraciado.
El pensamiento delictivo...
es como el fruto podrido...
que colocamos en la casa de nuestra mente.
De instante en instante,
la corrupción se dilata...
y atraemos en nuestro perjuicio...
todas aquellas entidades espirituales...
que se identifican con nuestro pensamiento descuidado...
y que se apoyan en nuestra incuria,
pasando a gobernarnos la perturbación...
que fatalmente nos arrastra a la muerte.
Fui obsedida, es verdad.
Joven caprichosa
contrariada por un desengaño amoroso,
acaricié la idea de la fuga,
menospreciando todos los favores que Dios me concediera en el camino juvenil.
Incubé la idea del suicidio con satisfacción,
y al hacer esto, a través de esas ideas,
fortalecí uniones deplorables...
con entidades espirituales...
que me guardaban rencor de otras vidas,
que se hacían oir en el presente mas alto.
Me olvidé de mis generosos padres,
a quienes debia ternura; de los familiares,
con los cuales adquiriera compromisos en benditas deudas de servicio;
olvidé a mis amigos,
cuya simpatía...
podría haber usado como valioso escudo en mi justa defensa,
y me aparté del campo de las sagradas obligaciones;
ignorando deliberadamente...
que esas sagradas obligaciones...
representaban los instrumentos de mi recuperación espiritual.
Pensaba en el suicidio...
con la expectación de quien se encamina...
hacia una puerta libertadora,
en el intento inútil de huir de mi misma.
Y, con ese paso en falso,
todas las cadenas de mi pasado se reconstruirían,
volviendo a ligarme a las tinieblas interiores,
hasta que una noche de suprema desgracia...
empuñé una taza fatídica...
que terminó con mi existencia en la carne.
Me refiero a esa hora terrible e inolvidable,
para dar fuerza en vuestro espíritu...
a la responsabilidad del pensamiento creado,
alimentado, y vivido.
En el momento cruel,
un rayo de luz me iluminó por dentro.
Yo no debía morir de ese modo, pensé de repente,
tenía que llevar sobre mis hombros,
la cruz que el Señor me confiara.
Inmensa repugnancia por la deserción,
de repente, se iluminó mi alma;
mientras tanto en la penumbra de mi habitación,
rostros siniestros se materializaban poco a poco...
y brazos rudos me rodeaban.
Voces inolvidables y cavernosas me infundieron extraño pavor,
exclamando: "Bebe"
La bendición del socorro que el Cielo me enviara...
fue ahogada por las corrientes de las tinieblas que yo misma alimentara.
Inútilmente mi mano trémula quiso tirar el líquido venenoso.
Se me fueron las fuerzas.
Me sentía perder la razón y, a pesar que me conservaba consciente de mi deseo, bebí,
casi sin yo querer,
la pócima con la cual mi cuerpo se rindió al sepulcro.
En verdad, yo habia sido obsedida.
Sufría la persecución de adversarios,
residentes de las sombras,
pero la persecución la sustenté yo misma con mi desidia...
y ociosidad mental.
Diera cuerpo, imprudentemente,
a todas las fuerzas que en la extrema hora, me facilitaron la caida.
Conservando la idea lamentable,
terminé lamentando mi propia ruína.
Por esta causa,
padecí, más allá de la tumba,
todas las humillaciones que pueden rebajar a una mujer indefensa.
Ahora, que estoy recuperando...
recibí la bendición de despertar...
en los amigos encarnados la noción de la “RESPONSABILIDAD”...
y de la “CONSCIENCIA”,
en el campo de la imágenes que nosotros mismos creamos y alimentamos,
servicio ese al que me consagré,
hasta que nueva etapa entre los hombres me imponga la recapitulación...
total de la prueba en que desfallecí.
Es por esa razón...
que terminamos nuestras humildes frases,
recordándo a vosotros que el pensamiento triste,
en la vida interior, actúa...
como los desechos que imprevisores conservamos en nuestro hogar.
Si cuidamos de nuestra higiene exterior,
usando desinfectantes e instrumentos de limpieza,
que aseguran salud y tranquilidad,
promovamos también el trabajo,
la bondad, el estudio,
ontra la dominación de pensamientos tristes,
tan pronto como el pensamiento triste se vislumbre levemente...
en la tela de nuestros deseos ocultos.
Cumplamos con nuestras obligaciones,
visitemos al amigo enfermo,
cuidemos de los niños desamparados,
ejecutemos todas nuestras obligaciones,
busquemos la lectura edificante de libros nobles,
emprendamos conversaciones serias...
refugiémonos en el santuario de la oración...
y dediquémonos a hacer felices...
a los demás, instalándonos así,
bajo la tutela del bien
y reaccionando siempre contra el pensamiento insensato,
porque, a través de el,
la obsesión se insinúa,
la persecución se materializa,
y, cuando despertamos, delante de la propia responsabilidad,
muchas veces nuestra conciencia llora demasiado tarde.
HILDA.
Del libro, Vozes do Grande Além.
Psicografiada por el Medium, Francisco Cândido Xavier.