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EL MINISTERIO PARA MI PUEBLO presenta
El Don Profético ¿Habla Dios aún en nuestros días?
Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Joel 2:28
Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. 2 Crónicas 20:20
Antes de entrar el pecado, Adán y Eva disfrutaban de plena communion con su Creador.
Con frecuencia, al caminar en el jardín al atardecer, oían la voz de Dios, y podían comunicarse
cara a cara con su Creador.
Pero, cuando el hombre se separó de Dios a causa de su transgresión, la raza humana
no pudo seguir gozando de este gran privilegio. Los seres humanos ya no pueden hablar con Dios
en el Jardín del Edén como Adán y Eva. Pero Dios no ha abandonado a la raza humana.
Gracias al plan de redención, se ha abierto un camino por el cual los habitantes de la tierra pueden
conectarse con el cielo. Dios se ha comunicado con los hombres por medio de su Espíritu,
y por medio de revelaciones a sus siervos escogidos, luz divina ha sido impartida al mundo.
"Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo".
En el 2006, yo estaba muy enfermo. Una noche Dios me dio un sueño que cambió mi vida.
También fui sanado.
Hoy en día, la gente no confía de los que dicen que han tenido sueños o visiones,
Eso es fácil de entender; porque ha habido tantos profetas falsos.
En esta presentación quiero contarles mi experiencia, y también veremos:
1. Cómo Dios llamó a los profetas en la antigüedad
1. Cómo Dios llamó a los profetas en la antigüedad
2. La reacción de la gente a esos profetas
3. Cómo probar a un profeta para evitar ser engañado
Y finalmente, 4. ¿deberíamos esperar tener profetas en los últimos días?
A través de las edades, Dios ha llamado a muchas clases de personas para ser mensajeros:
hombres y mujeres, jóvenes y ancianos.
Las profecías fueron dadas para que la gente no quedase en tinieblas.
Un día, hace unos 3,500 años, mientras Moisés cuidaba las ovejas de su suegro
en el desierto, encontró algo que nunca antes había visto.
Al acercarse al monte Horeb, vio un arbusto en llamas, pero no se consumía.
Como cualquiera con un poco de curiosidad, se acercó para investigar por qué
el fuego no lo consumía. Entonces oyó la voz audible de Dios advirtiéndole que debía quitarse
las sandalias; porque la tierra que pisaba era santa.
A partir de ese día, la vida de Moisés cambió para siempre.
Al reflexionar sobre eso, cuando alguien se encuentra con Dios, la vida jamás vuelve a ser
igual que antes.
A Moisés, un pastor humilde que llevaba sus ovejas por el desierto en busca de pasto,
Dios lo llamó a guiar a los hijos de Israel de las tinieblas de Egipto a la tierra prometida.
¡Y cuán difícil resultaría ser esa tarea! Como veremos en esta presentación, raras veces resulta fácil.
Casi siempre la vida del profeta está llena de dificultades, decepciones y rechazos.
Moisés estaba renuente a aceptar ese papel, porque sabía cuán difícil sería. Sabía que la gente
en Egipto no iban a creer que Dios lo había llamado, y no se sentía apto para llevar a cabo la tarea.
Hace unos 2,000 años, Dios llamó a otro mensajero para iluminar a su pueblo y preparar el camino
para el Mesías tan anhelado. Su nombre era Juan el Bautista.
Igual a Moisés, Juan el Bautista fue escogido antes de nacer para cumplir con ese papel especial.
Hacía más de 400 años que Israel no había tenido un profeta. Después de la muerte de
Malaquías, el pueblo de Dios no había recibido más luz.
Cuando Dios levantó a Juan el Bautista, Israel nuevamente sufría bajo el yugo de un poder extranjero.
El pueblo esperaba ansioso que el Mesías llegase para librarlos, y muchos de la gente común
aceptaron el mensaje de Juan el Bautista.
Pero ni los sacerdotes ni los dirigentes estaban listos para recibir a un profeta, a pesar de que
esperaban al Mesías.
Ésta puede haber sido la razón por la cual Juan el Bautista nunca recibió una educación formal
en las instituciones de su era.
Leemos en El Deseado de Todas las Gentes, p. 76:
"En el orden natural de las cosas, el hijo de Zacarías habría sido educado para el sacerdocio.
Pero la educación de las escuelas rabínicas le habría arruinado para su obra.
Dios no le envió a los maestros de teología para que aprendiese a interpretar las Escrituras.
Le llamó al desierto, para que aprendiese de la naturaleza, y del Dios de la naturaleza."
Parecía que Dios estaba pasando por alto las vías establecidas que se habían corrompido;
porque además de no ser educado en las escuelas de su era, Juan el Bautista no fue a Jerusalén
para pedir permiso de los dirigentes antes de comenzar su ministerio.
No hay nada malo con los eruditos, ni con el estudio de la teología, pero eso nunca debe
considerarse como un prerrequisito para alguien que ha sido llamado por Dios.
Dios llama a individuos de distintos antecedentes educativos. A veces su
mensajero especial es un individuo muy educado, como el apóstol Pablo. Otras veces, como en el
caso de Juan el Bautista, Él llama a los que no han sido educados en las instituciones establecidas.
La educación no califica ni descalifica a alguien para ser escogido por Dios. Nos dice el Espíritu
de Profecía que: "Dios realizará una obra en nuestros días que apenas unos pocos anticipan".
Y en El Conflicto de los Siglos, p. 664 leemos que:
"Cuando llegue el tiempo de hacerlo con el mayor poder, el Señor obrará por conducto
de humildes instrumentos, dirigiendo el espíritu de los que se consagren a su servicio.
Los obreros serán calificados más bien por la unción de su Espíritu
que por la educación en institutos de enseñanza".
¿Cuán cierto es esto? Los dirigentes judíos no se imaginaban cómo Dios obraría en los
días de Juan.
Recordamos el día cuando una delegación de sacerdotes y levitas le preguntaron a Juan
con cuál autoridad él bautizaba. El relato se encuentra en el evangelio según San Juan.
Aunque el bautismo era cosa común en sus días, no acostumbraban bautizar a un judío,
porque ellos se consideraban hijos del pacto desde el nacimiento.
Sin embargo, bautizaban a los que se unían a Israel. Generalmente, los miembros del Sanedrín
hacían el bautismo, o se celebraba delante de tres magistrados.
Pero Juan enfrentaba un problema. Él no era sacerdote, ni miembro del Sanedrín.
Es más, en vez de sólo bautizar a los gentiles conversos al judaísmo, él había cambiado
la costumbre y también bautizaba a judíos.
Esto no le agradó a los dirigentes,, y probablemente fue un motive por el cual nunca lo aceptaron.
De todos los profetas de Israel, ninguno fue mayor que Juan el Bautista, sin embargo Juan
no hizo milagros, no profetizó, fue rechazado por los dirigentes y murió a manos de
un gobernante pagano.
Pero, a diferencia de los profetas anteriores, él fue el más privilegiado, porque fue llamado
a anunciar la venida del Mesías y bautizarlo.
Cuando se cerró el canon de las Escrituras con el Apocalipsis, también desapareció
el don profético de la iglesia.
Durante 18 siglos, la Biblia fue la única revelación de la voluntad de Dios.
Durante gran parte de ese tiempo, el papado reprimió las Escrituras.
Cualquiera que tuviese un ejemplar corría el riesgo de ser quemado en la hoguera.
El 22 de octubre de 1844, se cumplió la profecía de mayor alcance registrada en la Biblia.
El profeta Daniel predijo que el santuario sería purificado y sería restaurada la verdad de Dios
que alumbra nuestro sendero y que había sido pisoteada durante el Oscurantismo.
El proceso comenzó durante la reforma protestante, pero cuando se cumplió la profecía de Daniel,
Dios devolvió a su iglesia el don de la profecía, para que nuevamente Él pudiese guiar
a su pueblo para salir de la oscuridad y prepararlos para el pronto regreso de Jesús.
En 1842, dos años antes de cumplirse la profecía de los 2300 días, William Ellis Foy recibió
dos visiones acerca de la cercanía de la venida de Cristo y los eventos del fin. En 1844, recibió otra
visión que lo dejó perplejo, y abandonó su obra pública de compartir las visiones.
A Hazen Little Foss también se le dio el don de la profecía un poco antes de 1844, pero él rehusó
compartirlo. Por lo tanto, Dios le dio el don a una candidata improbable de revelar sus mensajes.
Poco después del gran chasco del 1844, Elena G. Harmon (Elena G. de White después de
su matrimonio) recibió su primera vision a la
edad de 17 años.
Tanto William Foy como Hazen Foss reconocieron que las visiones dadas a Elena de White
eran las mismas que ellos habían recibido.
La visión fue dada justo cuando los creyentes decepcionados necesitaban ser fortalecidos.
Vio a los creyentes adventistas viajando hacia la ciudad celestial por un sendero estrecho.
Al comienzo del camino había una luz brillante que era el clamor de medianoche -- el mensaje
que proclamó que Cristo vendría pronto, en el 1844. La luz era tan brillante que alumbraba
todo el sendero hasta llegar al cielo. Los que negaron esa luz cayeron al mundo malvado
abajo. Entonces vio la segunda venida de Cristo, y se le permitió disfrutar cómo sera el cielo.
Nuevamente vemos cómo Dios llamó a una mensajera para sacar a su pueblo de las tinieblas
y guiarlos a una luz mayor.
Esto tendría un valor inestimable para los que habían sufrido el gran chasco y cuya fe había
sido completamente sacudida.
Tal como mostró su sueño, muchos no perseveraron y volvieron a caer al mundo.
Otros no negaron la luz, pero comenzaron a pronosticar fechas futuras para el regreso de Cristo.
Otros se tornaron fanáticos y fueron guiados hacia las tinieblas.
Sólo los que aceptaron y siguieron la luz que Dios dio a su pueblo por medio de Elena de White
permanecieron fuertes y unidos.
El 16 de Julio de 1915, cesó la labor de Elena de White. Ahora ella descansa en la tumba,
esperando escuchar la voz de su Salvador.
Ella sirvió a Dios fielmente más de 70 años. Gracias a su ministerio, la Iglesia Adventista de
hoy es un movimiento mundial con más de 17 millones de miembros.
En el mundo moderno actual, la gente cree que un profeta es alguien que pronostica el futuro.
Pero, como hemos visto, casi siempre el profeta dedicaba más tiempo a guiar el pueblo de Dios
que a revelar eventos futuros.
Con mayor frecuencia, el profeta enseñaba la justicia; era un reformador, daba consejos,
amonestaciones y reprensiones.
Con frecuencia, Dios pedía que los profetas proclamaran la necesidad de llevar a cabo
un reavivamiento y una reforma.
La historia muestra que cuando el pueblo de Dios anda por su cuenta, tiende a apartarse de la verdad.
Veamos a Israel. ¿Cuántas veces adoptaron las costumbres de sus vecinos paganos?
Vez tras vez Dios tuvo que llamarlos por medio de alguien escogido para avivar y reformarlos.
Un verdadero reavivamiento debe estar acompañado por una reforma genuina.
En Mensajes Selectos, tomo 1, p. 149 leemos:
"Reavivamiento y reforma son dos cosas diferentes. Reavivamiento significa una renovación
de la vida espiritual, una vivificación de las facultades de la mente y del corazón, una
resurrección de la muerte espiritual.. Reforma significa una reorganización,
un cambio en las ideas y teorías, hábitos y prácticas.
La reforma no producirá los buenos frutos de justicia a menos que esté relacionada
con el reavivamiento del Espíritu Santo. El reavivamiento y la reforma han de efectuar
su obra asignada y deben entremezclarse al hacer esta obra".
Otro papel de un profeta es advertir de peligros inminentes. Noé advirtió al mundo de un diluvio
que vendría. José fue enviado a Egipto para prepararlos para siete años de hambruna.
Elías fue enviado para advertir al pueblo de los juicios de Dios,
Elías fue enviado para advertir al pueblo de los juicios de Dios,
Elías fue enviado para advertir al pueblo de los juicios de Dios,
Elías fue enviado para advertir al pueblo de los juicios de Dios,
Elías fue enviado para advertir al pueblo de los juicios de Dios,
Elías fue enviado para advertir al pueblo de los juicios de Dios,
y en el Nuevo Testamento Ágabo advirtió a los creyentes en Antioquía
que se acercaba una gran hambruna (Hechos 11:27-30).
De esta manera Dios pudo preparar a su pueblo para lo que vendría, para que no
quedara desapercibido y para evitar que la verdad fuese destruida.
También Dios usa a un profeta para edificar y animar a su pueblo.
En 1 Corintios 14, Pablo enseña que la profecía edifica a individuos y a la iglesia. En Apocalipsis,
Juan dice que todos los que lean, oigan y guarden las cosas que él escribió serán bendecidos.
La Palabra de Dios también trae paz y felicidad; pero no olvidemos que a veces al profeta se le
pide reprender el pecado. El profeta Isaías fue llamado para cumplir esa tarea desagradable.
En Isaías 58:1 él escribió:
Clama a voz en cuello, no te detengas;
alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebellion, y a la casa de Jacob su pecado.
alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebellion, y a la casa de Jacob su pecado.
Sacar a la luz los pecados del pueblo de Dios no es una tarea agradable. Al que debe cumplir esa
tarea frecuentemente se le acusa de ser un fariseo, o un criticón, alguien que
no demuestra el amor de Dios.
Pero no debemos olvidar lo que Jesús le dijo a Juan en Apocalipsis 3:19:
"Yo reprendo y corrijo a todos los que amo; sé, pues celoso, y arrepiéntete".
Una vez, Jesús reprendió a los sacerdotes y dirigentes de su tiempo.
En Mateo 23, Él los llamó hipócritas, guías ciegos, necios, serpientes y víboras.
Esto puede parecer duro, pero todo lo que Jesús hizo era motivado por el amor, aunque los que
eran reprendidos no lo podían discernir.
Otro papel que debe cumplir un profeta es impartir nueva luz al pueblo de Dios.
Nos dice Pedro que
"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una
antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana
salga en vuestros corazones".
A veces se rechaza la luz nueva porque el pueblo no quiere abandonar lo que siempre
ha creído. Otras veces se la rechaza porque la gente ha albergado interpretaciones erróneas
de la Biblia y el Espíritu de Profecía.
Por ejemplo, los judíos rehusaron aceptar a Jesús porque habían malinterpretado las profecías
acerca del Mesías. Hasta el día de hoy, ellos aguardan un Mesías que ha de venir.
La Biblia dice que la luz nueva nunca contradice la luz que ha sido revelada en el pasado.
La luz nueva edifica sobre la anterior y la aumenta.
Sin embargo, a veces las circunstancias cambian, y lo que se aplicó al pasado ya no es pertinente.
Por ejemplo, desde los días de Abraham se les mandaba a los judíos a circuncidar a todos sus
hijos varones. Pero, después de la muerte y resurrección de Jesús, Dios no volvió a requerir
que su pueblo cumpliese con la circuncisión.
Cuando el Espíritu Santo mostró que ya no era necesaria la circuncisión, ese asunto había
llegado a ser algo muy controvertido.
Otro mal entendido que la gente tiene de los profetas es que ellos no pueden pecar.
La Biblia nos muestra que el pecado nos separa de Dios, y también sabemos que los hombres de
Dios hablaron inspirados por el Espíritu Santo.
Entonces la gente concluye que de alguna manera los profetas son distintos y perfectos.
Es cierto que los profetas son hombres y mujeres que andan muy cerca de Dios, pero eso no significa
que no pueden caer. Debemos recordar que los profetas son seres humanos, como todos los demás.
Ellos también debe pelear la buena batalla cada día.
Cuando estudiamos las Escrituras, vemos que algunos de los hombres más sobresalientes a
quienes Dios llamó, a veces luchaban por vivir una vida recta.
Por ejemplo, en el libro Testimonios para la Iglesia, tomo 4, p. 15, leemos:
"La pluma inspirada, fiel a su tarea, nos habla de los pecados que vencieron a Noé, Lot, Moisés,
Abraham, David y Salomón, y hasta nos cuenta que aun el enérgico espíritu de Elías se abatió bajo la tentación
durante su terrible prueba. Están fielmente registradas la desobediencia de Jonás y la idolatría de Israel.
La negación de Pedro, la aguda contienda que hubo entre Pablo y Bernabé, las flaquezas
de los profetas y los apóstoles, todo queda revelado... Ante nosotros se expone la vida
de los creyentes, con todos sus defectos e insensateces, que están destinados a ser
una lección para todas las generaciones que los habían de seguir. Si hubiesen sido perfectos,
habrían sido sobrehumanos, y nuestra naturaleza pecaminosa nos haría desesperar de llegar jamás
a tal punto de excelencia. Pero al ver cómo lucharon y cayeron, cómo cobraron nuevamente
ánimo y vencieron por la gracia de Dios, cobramos aliento para avanzar contra los obstáculos que
la naturaleza degenerada coloca en nuestro camino".
Repasemos brevemente las vidas de algunos de esos grandes hombres para ver cómo cayeron.
Primeramente, veamos a Abraham, el padre de la nación judía. En Santiago 2:33 se lo llama el
amigo de Dios. En Romanos 4:16 se lo llama el padre de los fieles. Génesis 26:5 lo elogia por
guardar los mandamientos, y Pablo menciona que él era un hombre de mucha fe.
En Gálatas 3:6 él escribió que "Abraham creyó a Dios, y le fue
contado por justicia".
A pesar de todas estas declaraciones positivas, Abraham deshonró a Dios.
En dos ocasiones distintas mintió acerca de su esposa, Sara, para proteger su vida.
Veamos cómo lo describe Patriarcas y Profetas en la página p. 123:
"Durante su estada en Egipto, Abraham dio evidencias de que no estaba libre de
la imperfección y la debilidad humanas. Al ocultar el hecho de que Sara era
su esposa, reveló una desconfianza en el amparo divino, una falta de esa fe
y ese valor elevadísimos tan noble y frecuentemente manifestados en su vida...
Razonó que no mentía al presentar a Sara como su hermana; pues ella era hija de su padre,
aunque no de su madre. Pero ese ocultamiento de la verdadera relación que existía
entre ellos era un engaño. Ningún desvío de la estricta integridad puede merecer
la aprobación de Dios. A causa de la falta de fe de Abrahán, Sara se vio en gran peligro".
¿Por qué ocultó la verdad Abraham y engañó tanto a Faraón como a Abimelec? Porque
desconfió de Dios. En el mismo libro, en la página 143, leemos:
"Dios había llamado a Abraham para que fuese el padre de los fieles, y su vida
había de servir como ejemplo de fe para las generaciones futuras. Pero su fe
no había sido perfecta. Había manifestado desconfianza para con Dios
al ocultar el hecho de que Sara era su esposa".
Cuando desconfiamos de Dios, no podemos tener fe en Él, y cuando no confiamos en Él,
no podemos complacerlo, dice Hebreos 11:6.
A pesar de todos sus fracasos, Dios siguió considerando a Abraham como profeta suyo.
Puede haber tenido sus altas y bajas, pero siguió siendo el hombre escogido por Dios. Al final,
Abraham cumplió con todo lo que Dios le pidió que hiciera.
Abraham no fue el único hombre de Dios que no anduvo con rectitud.
La historia de Jacob muestra que a veces aquéllos a quienes Dios llama se hunden tanto que nos
preguntamos cómo es que Dios los pudo haber usado.
Para recibir la bendición de su padre, Jacob pretendió ser su hermano, Esaú.
Su padre se dio cuenta de que algo andaba mal, y le preguntó si él verdaderamente era Esaú.
Jacob mintió y dijo que sí.
Él engañó a su padre.
No era la intención de Jacob engañar a su padre. En Patriarcas y Profetas, p. 178,
leemos:
"Apenas Esaú se puso en camino para cumplir su encargo, empezó Rebeca a realizar su intención.
Refirió a Jacob lo que había sucedido, y le apremió con la necesidad de obrar en seguida,
para impedir que la bendición se diera definitiva e irrevocablemente a Esaú. Le aseguró que si
obedecía sus instrucciones obtendría la bendición, como Dios lo había prometido. Jacob no consintió
en seguida en apoyar el plan que ella propuso. La idea de engañar a su padre le causaba mucha
aflicción. Le parecía que semejante pecado le traería una maldición más bien que bendición.
Pero sus escrúpulos fueron vencidos, y procedió a hacer lo que le sugería su madre. No era su intención
pronunciar una mentira directa, pero cuando estuvo ante su padre, le pareció que había ido
demasiado lejos para poder retroceder, y valiéndose de un engaño obtuvo la codiciada bendición".
¡Qué manera de ser recordado! Se le había prometido la bendición desde su nacimiento,
pero en vez de confiar en Dios, Jacob se apoderó de la bendición por medio del fraude.
David era un hombre conforme al corazón de Dios y un mensajero escogido por Dios.
Cuando joven fue escogido específicamente para llegar a ser el segundo rey de Israel.
Sin embargo, cuando llegó a ser grande, David abusó de su poder y manchó su carácter recto.
A pesar de que sería recordado como un gran rey, también sería recordado como alguien que
se robó la mujer de otro y ordenó que Urías, su marido, fuese muerto en batalla para ocultar
su pecado.
Al principio David se sintió culpable de su gran pecado, pero no comprendía cuán lejos
había caído de la alta norma de Dios.
Leemos en Spiritual Gifts [Dones Espirituales], tomo 4A, p. 86:
"A la vista de Dios, el delito en el caso de Urías y Betsabé era atroz. Un Dios justo e imparcial no
aprobó ni excusó estos pecados en David, sino que le envió una reprensión y fuerte denuncia
de parte de su profeta, Natán, que retrata en colores vivos su grave delito. David estaba ciego
a su gran desviación de Dios. Había excusado su propio rumbo pecaminoso hasta que sus
caminos parecían aceptables ante sus propios ojos. Un mal paso había preparado el camino para otro,
hasta que sus pecados exigieron la reprensión de Jehová por medio de Natán".
Si Dios no hubiera enviado al profeta Natán a David, él hubiera perecido. La manera cómo
Dios obró con David nos muestra que si nos arrepentimos sinceramente, Él nos perdona,
no importa cuán lejos hayamos caído.
Después de que David se arrepintió, siguió siendo el mensajero escogido de Dios.
Él escribió muchos de los Salmos, y el Mesías nació de su descendencia.
Veamos un ejemplo más que muestra cómo un individuo escogido específicamente por
Dios puede fallar a su Señor.
Me refiero a la experiencia de Pedro. Cristo lo escogió específicamente para ser uno de los
12 discípulos. Él estuvo con Jesús durante 3 ½ años; observó muchos milagros, conversiones
y vidas cambiadas. Él experimentó la emoción de caminar sobre el agua. Tuvo el privilegio de
ver a Cristo glorificado en el monte cuando aparecieron Moisés y Elías. Pedro era uno de
los tres discípulos en quien Jesús más confiaba.
Sin embargo, en un momento débil, Pedro negó a su Señor.
Elena de White describe el evento gráficamente en El Deseado de Todas las Gentes, p. 659:
"La atención fue atraída a él por segunda vez, y se le volvió a acusar de ser seguidor de Jesús.
Declaró ahora con juramento: 'No conozco al hombre'. Le fue dada otra oportunidad. Transcurrió una hora,
y uno de los criados del sumo sacerdote, pariente cercano del hombre a quien Pedro había cortado
una oreja, le preguntó: '¿No te vi yo en el huerto con él?' 'Verdaderamente tú eres de ellos;
porque eres Galileo, y tu habla es semejante'. Al oír esto, Pedro se enfureció. Los discípulos
de Jesús eran conocidos por la pureza de su lenguaje, y a fin de engañar plenamente a los
que le interrogaban y justificar la actitud que había asumido, Pedro negó ahora a su
Maestro con maldiciones y juramentos".
Pedro recibió tres oportunidades para decidir a favor de Cristo, y fracasó las tres veces.
Cada negación lo enredó más en la trampa de Satanás hasta hundirse en la mentira y el
perjurio. ¿Fue él mejor que Judas, quien traicionó a su Señor? Tristemente, no.
Qué bueno que la vida de Pedro no terminó como la de Judas. Leemos en La Revista
Adventista del 26 de noviembre de 1886:
"Cuando fue puesto a prueba, Pedro pecó grandemente. Al negar al Maestro que había
amado y servido, se convirtió en un cobarde apóstata. Pero su Señor no lo desdeñó;
lo perdonó generosamente. Después de la resurrección, el ángel dijo a las mujeres
que habían llevado las especias a la tumba que llevaran las buenas nuevas del Señor resucitado
a 'los discípulos y a Pedro'. Y después, cuando Cristo repitió tres veces la pregunta, 'Simón, hijo
de Jonás, ¿me amas?' Pedro se echó sobre la misericordia tierna del Maestro a quien había
tratado tan falsamente, y dijo, 'Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo'. Y cuando nuestro
Señor le confió el cuidado de las ovejas y los corderos del redil celestial, Pedro supo que había
sido recibido de nuevo a la confianza y afecto divinos".
Cuando pienso en las vidas de estos hombres, lo que hicieron, cómo Dios los perdonó y
siguió usándolos, recibo ánimo para seguir mi camino con Él.
No fueron escogidos por lo buenos que eran. Fueron escogidos porque Dios sabía lo que
llegarían a ser.
A lo largo de la historia,
al pueblo de Dios le ha sido difícil aceptar a quienes Él ha llamado para llevar sus mensajes.
Muchos de los profetas de Dios no fueron aceptados por sus contemporáneos. Frecuentemente fueron
rechazados, perseguidos y a veces asesinados.
Es sorprendente que en la mayoría de los casos, el mismo pueblo de Dios era el que perseguía
a los profetas. Dijo Jesús en Mateo 23:37...
"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!
¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo
de las alas, y no quisiste"!
Cuando Noé fue llamado a advertir al mundo del diluvio que vendría, la gente de su tiempo
pensó que él estaba loco. Porque nunca antes había llovido, no comprendían cómo era
posible que se cumpliese su predicción.
Pero el evento predicho se cumplió, y perecieron en el diluvio todos los seres vivientes de la tierra,
excepto Noé y su familia. ¿Por qué? Porque no prestaron atención al mensaje que el cielo
les envió.
Leemos en el libro Profetas y Reyes, p. 87:
"Mientras consideraba esta apostasía desde su retiro en las montañas, Elías se sentía abrumado
de pesar. Con angustia en el alma rogaba a Dios que detuviese en su impía carrera al pueblo una
vez favorecido, que le enviase castigos si era necesario, para inducirlo a ver lo que realmente
significaba su separación del Cielo. Anhelaba verlo inducido al arrepentimiento antes de
llegar en su mal proceder al punto de provocar tanto al Señor que lo destruyese por completo".
Cuando Elías presentó su mensaje al rey, los temores de algunos se avivaron, pero la
mayoría de la gente se burló, considerándolo como cosa ridícula.
Profetas y Reyes, p. 90, explica algo sorprendente. Al pasar el tiempo sin caer lluvia,
tal como había dicho Elías, la gente comenzó a preguntarse sin quizá su mensaje habría sido
de Dios. Pero en vez de volver a Dios, los dirigentes de Israel insistieron en su rebelión
e instaron al pueblo a confiar en el poder de Baal y hacer caso omiso al ***óstico de Elías,
considerándolo como palabras necias.
Elías no sólo fue rechazado, sino que hubiese perdido la vida si Dios no lo hubiese protegido.
Nuevamente, nos explica Profetas y Reyes en la página 93:
"Pero las advertencias que podrían haber sido un sabor de vida para vida, habían resultado
para ellos un sabor de muerte para muerte. Su orgullo había quedado herido; su ira despertada
contra los mensajeros; y ahora consideraban con odio intenso al profeta Elías".
Nos preguntamos por qué los que supuestamente eran el pueblo de Dios odiaban tan intensamente
a sus profetas. Se nos ocurre que si Dios enviase mensajes a su pueblo, esos mensajes
serían aceptados y atesorados. Sin embargo, la historia nos muestra que eso casi
nunca sucedió. ¿Podría ocurrir esto hoy en día? ¿O somos nosotros diferentes?
Jeremías fue llamado a ser un profeta cuando era joven.
Durante cuarenta años él habló al pueblo, testificando a favor de la verdad y la justicia.
Durante una apostasía sin igual, él debió ilustrar con su vida y carácter la verdadera adoración
del único Dios verdadero.
Nos dice Profetas y Reyes, 499:
"Despreciado, odiado, rechazado por los hombres, iba a presenciar finalmente el cumplimiento
literal de sus propias profecías de ruina inminente, y compartir el pesar y la desgracia
que seguirían a la destrucción de la ciudad condenada".
A nadie le gusta ser el portador de malas noticias; pero eso fue lo que Dios pidió que
Jeremías hiciese, y por eso la gente lo odiaba.
En una ocasión, Dios le dijo a Jeremías que fuese al atrio del templo y declarase
lo que aparece en Jeremías 26:4-6:
Así ha dicho Jehová: Si no me oís para andar en mi ley, la cual puse ante vosotros, para atender a
las palabras de mis siervos los profetas, que yo os envío desde el principio y sin cesar,
a los cuales no habéis oído, yo pondré esta casa como Siló, y esta ciudad la pondré por
maldición a todas las naciones de la tierra".
¿Nos imaginamos cómo percibieron este mensaje? Sería semejante a alguien que dijera hoy en día
que si la Iglesia Adventista del Séptimo Día no se arrepiente, Dios la arrasaría.
¿Quién creería a tal profeta?
Leemos en Patriarcas y Profetas, p. 307:
"El mensaje de Jeremías a los sacerdotes y al pueblo despertó el antagonismo de muchos.
Le denunciaron ruidosamente clamando: '¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová,
diciendo: Esta casa será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y
juntóse todo el pueblo contra Jeremías en la casa de Jehová'. Jeremías 26:9. Sacerdotes,
falsos profetas y pueblo se volvieron, airados, contra el que no quería decirles cosas agradables
o profetizarles engaño. Así fue despreciado el mensaje de Dios, y su siervo,
amenazado de muerte".
Jeremías sufrió más que el simple rechazo. A causa de su mensaje impopular, le prohibieron
entrar al templo, lo acusaron falsamente de ser un traidor, lo encarcelaron y echaron
en un foso lleno de lodo.
Si Jeremías hubiese profetizado a la gente cosas halagüeñas, lo hubiesen aceptado. Pero, porque
su mensaje no era algo que ellos deseaban escuchar, lo trataron como un profeta falso
y un enemigo de la patria.
Me pregunto qué tal le iría a un profeta como Jeremías hoy en día en la Iglesia Adventista.
¿Aceptaría la directiva a alguien que les dijese que andaban en contra de la Palabra
de Dios? Si somos sinceros, diremos que muchas veces se repite la historia, porque no
aprendemos del pasado. Por lo tanto, a un profeta tal no lo tratarían distinto.
Quizá el mejor ejemplo es la manera cómo trataron a nuestro Señor.
En el primer capítulo de San Juan, leemos: "Vino a lo que era suyo, y los suyos
no le recibieron". Juan 1:11
Los judíos de ese tiempo decían con orgullo que si ellos hubiesen vivido en los días de los profetas,
no los hubieran perseguido ni matado. Pero uno más grande que los profetas estaba en
medio de ellos, y estaban planeando matarlo.
La moraleja es que los profetas con frecuencia han sido rechazado por sus contemporáneos a
causa del mensaje que debían presentar. Al evaluar a cualquiera que afirme ser profeta,
tengamos esto presente, y pidamos a Dios que abra nuestros corazones para recibir instrucción
de su trono, y a la vez nos ayude a ser cautelosos para evitar ser descarriados por profetas falsos.
Cuando Cristo estaba sentado en el Monte de las Olivas, sus discípulos le preguntaron cuándo
debían anticipar los eventos que Él había mencionado. Él comenzó su respuesta con una
advertencia: Mirad que nadie os engañe.
Jesús sabía que sus seguidores enfrentarían muchos engaños, y 4 veces en esa conversación
les advirtió que se cuidasen de falsos cristos y profetas, porque muchos serían engañados.
Entonces, ¿qué debemos hacer cuando alguien diga que tiene un mensaje de Dios?
Y ¿cómo es que se prueba a un profeta?
Primeramente, veamos cómo reacciona la gente cuando alguien dice que ha recibido
mensajes de Dios.
Con frecuencia, la primera reacción es rechazo. La historia nos muestra que casi siempre la
gente busca una excusa para rechazar a los profetas de Dios.
Una de las excusas más comunes que oímos es: Sólo necesitamos la Biblia, o la Biblia tiene todo
lo que necesitamos para ser salvos. Esto suena bíblico, pero en
realidad es muy engañoso. Claro está que la Biblia tiene todo lo necesario para ser salvos,
pero eso no afecta la realidad de que Dios con frecuencia revela más luz a su pueblo
a medida que pasa el tiempo. Cuando Moisés escribió los primeros cinco libros de la Biblia,
ellos contenían todo lo que en ese entonces era necesario saber para ser salvos.
Sin embargo, no contenían toda la luz que Dios tenía para su pueblo.
Durante las generaciones siguientes, Dios envió profetas para darles más luz.
Rechazar esa luz era rechazar a Dios mismo, aunque creyesen en los escritos de Moisés.
A menudo, Dios enviaba un profeta sólo porque su pueblo no estaba cumpliendo con
lo que los profetas anteriores habían revelado. En este sentido, parte de su responsabilidad
consistía en guiar al pueblo a la luz que ya había sido revelada.
De igual manera, aunque la Biblia contiene todo lo necesario para la salvación, Dios todavía
tiene luz importante que no se encuentra en la Biblia, pero que es pertinente para su pueblo
en los últimos días de la historia de esta tierra.
Por ejemplo, a Elena de White se le mostró que el pueblo de Dios no debía seguir consumiendo
carne, porque no es saludable. También se le mostraron eventos que ocurrirán durante
los últimos días que no fueron revelados plenamente en la Biblia. Si decimos que
creemos en la Biblia, rechazar sus escritos es como rechazar a Dios.
Otra excusa es ésta: En el pasado, profetas falsos han ido y venido.
Es cierto que en el pasado hubo profetas falsos, pero también hubo profetas verdaderos.
En cada caso, el pueblo de Dios ha tenido que probar a los profetas antes de aceptar o
rechazarlos. Si aceptamos a un profeta falso,
corremos el peligro de ser guiados en contra de la voluntad de Dios. Y si rechazamos a un profeta
verdadero, rechazamos la Palabra de Dios. Y ¿quién desea hacer eso?
La siguiente excusa común es: ¿Cómo podemos saber que el profeta no nos va a engañar
en el futuro? Si aplicásemos esta excusa a
cada maestro en la iglesia, sea o no un profeta, temeríamos aceptar a cualquiera, por si acaso
resultase ser falso. Dios no nos responsabiliza
por lo que Él pueda revelar en el futuro. Hay muchas pruebas en la Biblia y en el
Espíritu de Profecía que podemos aplicar a un profeta potencial para discernir a
quién ellos siguen. Dios nunca quiso que
esperásemos hasta que un profeta muriese antes de examiner tda su vida.
Otra excusa popular entre los adventistas es: Elena de White fue la última profetisa.
En 1914, Elena de White fue visitada por tres señores. Uno de ellos era el pastor M. N. Campbell.
Consciente de que ella se acercaba al fin de su vida, le preocupaba el bienestar de la iglesia.
Le preguntó su vendría otro profeta para tomar su lugar. En 1943, Campbell dijo que como
respuesta ella esparció sus manos sobre algunos libros que estaban cerca y dijo
"En esos libros se bosqueja la información que nuestro pueblo necesita
para el resto de la jornada."
Algunos han entendido esto como que Elena de White dijo que no habría más
profetas. Es cierto que el pueblo de Dios
va a necesitar sus libros hasta el mismo fin, pero también va a necesitar los libros de
Moisés y el resto de la Biblia. Ella nunca dijo que sus libros tenían
TODA la información
necesaria para el resto de la jornada. Tanto laBiblia como el Espíritu de Profecía
enseñ que en los últimos días Dios dará sueños y visiones a su pueblo.
Eso no concluyó con Elena de White; porque hacecasi 100 años
desde que el fue al descanso.
En Joel 2:28 y Hechos 2:17
leemos que los viejos van a recibir sueños y
los jóvenes van a recibir visiones. Eso muestra que los textos se aplican a
más de un individuo y que son vigentes
para el día de hoy. Si estudiamos cómo
Dios ha guiado a su pueblo en el pasado, vemos que Él ha levantado profetas justo
cuando eventos importantes van a ocurrir.
Lo hizo en los días de Noé, de Moisés y antes del cautiverio en Babilonia. También lo hizo
justo antes del nacimiento de Jesús y cuando comenzó el juicio investigador. ¿Acaso no es
lógico que Él enviaría a un profeta justo antes de la segunda venida de Cristo?
Otra excusa que cualquiera pudiera dar es: No tengo tiempo para estudiarlos
detalladamente.
En nuestro mundo rápido, parece que el tiempo se encoge más y más. Es más difícil
hacer todo lo que necesitamos hacer. Por lo tanto, a los que les falta tiempo se les hace
fácil despedir a un profeta potencial con esta excusa.
Es interesante que Jesús relató una parábola que ilustra esta excusa. ¿Recuerdan la
parábola de la gran cena? Muchos fueron invitados, pero todos tenían una excusa para no asistir.
Uno pidió ser excusado porque acababa de comprar un terreno y quería ir a verlo.
Otro había comprado cinco yuntas de bueyes y necesitaba probarlos. El último acababa de
casarse y no le alcanzaba el tiempo. Cuando consideramos las excusas, todas tienen que ver
con la falta de tiempo. Los quehaceres de esta vida estaban ahogando su vida espiritual.
¿Qué de nuestra vida hoy? ¿Cuáles actividades parecen ser tan importantes que impiden que
dediquemos tiempo al Señor? ¿Cuántas horas dedicamos a la televisión? ¿Cuánto tiempo
andamos por el internet? Si dedicásemos menos tiempo a esas cosas, quizá tendríamos más
tiempo para escudriñar la Palabra de Dios.
A veces, la gente espera que sus dirigentes los guíen, en vez de estudiar el asunto por sí mismos.
Entonces, si sus dirigentes rechazan a un profeta, se sienten justificados
en rechazarlo también.
Tenemos que tener mucho cuidado con esto, porque la Biblia nos enseña a respetar a nuestros
dirigentes, pero tal como hemos visto en las vidas de los profetas, no todos los dirigentes andan
conforme a la voluntad de Dios. Por lo tanto, no debemos seguirlos ciegamente, sino ser
como los bereanos y probar las palabras del profeta con lo que Dios ha revelado.
Demasiado tiempo hemos sido condicionados a pensar que no se debe decir nada negativo de
nadie ni de ninguna institución. Es por eso que cuando un profeta es llamado a dar un mensaje
de reprensión, muchos lo rechazan y se sienten justificados, porque creen que el mensaje
no es amoroso. Creen que Jesús nunca hablaría de esa manera.
Cuando abrimos nuestras Biblias, hallamos muchos ejemplos de cómo Dios pidió a sus
profetas que dieran amonestaciones muy severas a la gente de sus días. Cuánto más
profunda era la apostasía, más severas eran las amonestaciones. Eso no quiere decir que
el profeta no tenía amor. El hecho de que comunicaba el mensaje mostraba su amor.
¿Quién estaría dsustoa enfrentarse con la marea de la apostasía? Sólo alguien que ama a la iglesia.
La última excusa que deseo mencionar es una de las mejores que tiene Satanás. Tiene que
ver con los rumores falsos que hacen que la gente tema tener algo que ver con el profeta.
Así fue como Satanás logró que los judíos se enardecieran en contra de Jesús. Recordemos
que consiguieron testigos falsos que dijeran que Jesús iba a destruir el templo.
La naturaleza humana generalmente prefiere oír rumores falsos que sacar tiempo para investigar
los informes por sí mismos para ver si son ciertos. Hasta que se establezca un dato como cierto, un
rumor es simplemente un rumor. Es importante comprender que cada historia tiene dos lados.
A veces los que difaman a otros no son del todo sinceros con la verdad. Esto se ve claramente
en los sitios en internet en contra de Elena de White. Con frecuencia lo que mencionan contra
ella es completamente falso, o la citan mal para probar su propia agenda.
De toda la gente, los Adventistas del Séptimo Día no debieran ser engañados por esa excusa.
Los adventistas no sólo han sido llamados para ser el pueblo de la Biblia, sino también tenemos
el patrimoio de una profetiza en nuestro medio. Si nuestros pioneros hubiesen usado cualquiera de estas
excusas en contra de Elena de White, ella hubiera sido rechazada. Ninguna de las excusas
que hemos considerado es bíblica. Cuando las usamos, demostramos que nos falta
entendimiento de la Palabra de Dios y que es aún más probable que el individuo rechazado
sea un profeta verdadero.
Entonces, ¿cómo probamos a un profeta?
Leemos en Isaías 8:20, "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les
ha amanecido".
Cuando un profeta contradice la Biblia o el Espíritu de Profecía, sabemos que no es de Dios.
En cuanto a esta prueba, hay una precaución. Los dirigentes judíos acusaron a Jesús de
fracasar esta prueba debido a lo que Él enseñaba y hacía.
Por ejemplo, los judíos habían rodeado el sábado con reglamentos que Dios no había mandado.
Entonces, cuando Jesús sanaba y le decía a alguien que cargase su cama el sábado, lo acusaban
de quebrantar el sábado y de enseñar a otros a transgredirlo. Por eso, a veces Dios envía
profetas para corregir nuestra mala interpretación de las Escrituras.
Puede ser que algunos piensen que un mensajero tal contradice la Palabra de Dios,
pero lo cierto es que está sacando a relucir su verdadero significado.
En Mateo 7:15-17, Jesús nos da otra prueba para identificar a un profeta.
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro
son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de los espinos, o higos
de los abrojos? Así también, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos".
Un profeta producirá buenos frutos.
Tal como la prueba anterior, debemos tener cuidado al aplicar ésta. Algunos creen que
un profeta no puede pecar, porque fracasaría esta prueba. Esto no es lo que quiso decir
Jesús. Si fuese así, muchos de los profetas que cayeron en el pecado no pudiesen haber
sido escogidos por Dios. Otros creen que para
satisfacer esta prueba, el profeta debe tener un ministerio próspero. Repito: Eso no es lo que
Jesús enseñó. Si fuese así, muchos de los grandes profetas
hubiesen fracasado esta prueba.
En Gálatas 5:22-24, Pablo revela que "El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. Y los que son de
Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos".
Un profeta verdadero producirá estos frutos; pero por ser humano como nosotros, a veces
puede errar. Pero cuando examinamos su vida y ministerio en su totalidad,
podemos ver qué clase de frutos produce.
¿Se irrita constantemente? ¿Miente para esconder sus errores? ¿Cómo trata a su
esposa e hijos? ¿Piensa sólo en sí mismo? ¿Anda en busca del dinero de otros?
¿Vive una vida extravagante? Ésa es la clase de fruto que producirá
un profeta falso.
Una parte de la producción de buen fruto incluye el efecto que el ministerio del profeta
tiene sobre otros. El hecho que su ministerio parezca tener poco éxito no significa que
Dios no lo haya llamado. Lo que debemos hacer es evaluar
el efecto que su ministerio obra en la gente. ¿Se acercan a Jesús
como resultado de su ministerio?
La siguiente prueba que quiero mencionar se encuentra en Juan 8:42. Dijo Jesús:
"Si fuese Dios vuestro padre, me amaríais a mí; porque yo de Dios he salido, y he venido;
pues no he venido de mí mismo, sino que Él me envió".
Todo cristiano dice que ama a Dios, pero sólo los que obedecen a Cristo pueden amarle;
porque Él dijo en Juan 14:15: "Si me amáis, guardad mis mandamientos".
Y añadió en el versículo 21:
"El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama,
será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él".
Si un profeta no obedece los mandamientos de Dios, y rehúsa ser corregido por la Palabra de
Dios, podemos saber que no ama a Jesús y es un profeta falso.
Hallamos la siguiente prueba en la primera epístola de Juan.
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios;
porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu
de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios;
y éste es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que
ahora ya está en el mundo".
¿Qué quiso decir el apóstol Juan? La mayoría de los cristianos cree que se refería a que Cristo
tenía un cuerpo humano. Si esto fuese todo lo que quiso decir, cualquiera pudiera decir, Soy
un profeta, y aprobaría esta prueba. ¿De qué vale una prueba si cualquiera puede aprobarla?
Lo cierto es que cuando estudiamos la Biblia y el Espíritu de Profecía, la prueba que dice
Juan que hay que aprobar es confesar no sólo que Cristo tomó un cuerpo humano, sino que también
tomó sobre sí la naturaleza pecaminosa del hombre, la cual él llama la 'carne'.
Por ejemplo, Pablo escribió lo siguiente en Romanos 8:3:
"Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a
su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne".
Los profetas verdaderos de Dios enseñarán que Jesús tomó sobre sí nuestra naturaleza caída.
Eso no quiere decir que Él pecó. No. Él venció todas las tentaciones en su carne caída, para
que nosotros podamos vivir como Él vivió.
Cuando comprendamos lo que significa esta prueba, en vez de aprobarla hallaríamos que
casi todos la fracasarían. Es una prueba pertinente para hoy que nos ayuda a
distinguir entre lo verdadero y lo falso.
La siguiente prueba viene del libro de Deuteronomio 18:21-22.
"Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?
Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que
Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él".
También leemos en Jeremías 28:9, "Si un profeta profetiza de paz, cuando se cumpla
la palabra del profeta, será conocido como el profeta
que Jehová en verdad envió".
Quizá ésta sea una de las pruebas más malentendidas de un profeta. En internet
hay muchos que insisten que Elena de White fue una profetiza falsa debido a esta prueba.
Cuando un profeta hace una predicción sin condiciones y ella no ocurre, podemos saber que
no es de Dios. Pero, tenemos que determinar si la predicción era condicional o no.
Las profecías que consisten de la participación humana, por lo general son condicionales.
Por ejemplo, a Jonás se le dijo que fuese a Nínive y proclamase que sería destruida en 40 días a
causa de su gran maldad. Sin embargo, cuando la gente escuchó su mensaje de muerte,
se arrepintieron, y Dios perdonó la ciudad.
Cuando Moisés guió a los israelitas de Egipto, les dijo que iban a la tierra prometida. Pero
tras el informe falso de los espías infieles que convenció a todos a dudar de la dirección de
Dios, Él declaró que no entrarían a esa tierra,
sino que morirían en el desierto.
¿Acaso fueron Jonás y Moisés profetas falsos porque sus predicciones no se cumplieron? No.
Sus predicciones eran condicionales, porque tenían que ver con las decisiones y acciones
de seres humanos.
Jeremías enseñó lo mismo en el capítulo 18:7-10.
"En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar,
y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo
me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, y en un instante hablará
de la gente y del reino, para edificar y para plantar. Pero si hiciere lo malo
delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré
del bien que había determinado hacerle".
En el libro de Deuteronomio 13:1-4, encontramos otra prueba.
"Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare
señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció,
diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles;
no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová
vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo
vuestro corazón, y con toda vuestra alma. En pos de Jehová vuestro Dios andaréis;
a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis".
Esta prueba revela varios puntos importantes. Primeramente, nos muestra que no debemos
aceptar a un profeta si pasa una prueba, pero fracasa otras. Debe aprobarlas todas. Y si
un profeta nos aparta de Dios, él o ella no ha sido llamado por Dios. Conociendo
la sutileza de Satanás, no es probable que un profeta falso le diga a los adventistas que
deben adorar a Buda u otro dios falso. Hoy en día es más probable que profetas falsos
aparten nuestros ojos de Cristo e induzcan a fijar la vista en las cosas del mundo.
Si ése es el caso, no debemos tener nada que ver con ellos.
La última prueba que veremos viene de Jeremías capítulo 23:16.
En sus días, se levantaron profetas falsos que hablaron cosas suaves para complacer al pueblo.
Dios no los había llamado. Veamos lo que dijo Jeremías de ellos:
"Así ha dicho Jehová de los ejércitos: no escuchéis las palabras de los profetas
que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio
corazón, no de la boca de Jehová".
Podemos saber que Dios envió a un profeta que llene estas condiciones, y que podemos confiar en él.
Pero, ponemos en riesgo nuestra vida eterna si rehusamos aceptarlo, a pesar de que llena
todas las condiciones; porque Jesús dijo en Juan 10:27-28:
"Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna;
y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano".
Sólo los que escuchan la voz de Cristo y le siguen recibirán la vida eterna. La gente en
los días de Noé pereció en el diluvio, porque rehusaron escuchar la voz de Cristo.
De igual manera, durante toda la historia de los Israelitas, los que no obedecieron las palabras
de los profetas, perecieron. ¿Ocurrirá lo mismo durante los últimos días?
Comenzamos esta presentación explicando que yo he estado recibiendo sueños de Dios. Ahora
deseo explicar lo que ocurrió antes de recibir mi tercer sueño, "Un cuadro del cielo".
En 2006, yo había estado enfermo 2 años, y la enfermedad me había afectado tanto que
comencé a preguntarme por qué Dios permitía que yo sufriese tanto. Tenía tanto dolor la
noche del 9 de diciembre, que pensé que ésa sería mi última noche. No me parecía que
Dios me amaba. En la madrugada del
10 de diciembre, tuve un sueño que cambió mi vida permanentemente.
En el sueño, me fue dado un vistazo del cielo. Estaba en el templo para los 144,000 y vi ángeles,
niños e individuos de distintas estaturas, muchos animales y plantas. Escuché música suave y la
risa de la gente. Entonces, Jesús y yo caminamos juntos y hablamos de varias cosas. Él me explicó
el tema de la música y la reverencia. Me dijo que antes de su regreso tenían que suceder cosas terribles.
Me explicó que no debemos preocuparnos por cosas insignificantes ni por el futuro,
porque Él nos ayudará en todas nuestras pruebas y tribulaciones.
Cuando desperté del sueño, me preguntaba dónde estaba, y quería regresar allá.
También perdí mis fuerzas temporalmente.
Sin embargo, lo mejor de eso fue que esa noche fui sanado completamente.
Y la enfermedad no ha vuelto hasta el día de hoy.
Ese sueño fue muy distinto a mis sueños comunes. Todo era muy claro, con colores vivos.
Podia sentir, oler y oír, pero no se me permitió saborear nada.
El sueño afectó mi vida espiritual, y desde entonces, no he sido el mismo. Mi mente no
se espacia en las cosas de este mundo. Sólo deseo volver a caminar y hablar con Jesús en
ese lugar hermoso que Él ha preparado para nosotros, si seguimos siendo fieles.
Algunos han dudado que Dios me hubiese dado ese sueño. Algunos aun han dicho públicamente
que Dios jamás daría un sueño a alguien en mi condición. Algunos creen que Dios sólo da
sueños y visiones a los que gozan de una relación muy profunda y estrecha
con Cristo.
Pero, ¿es eso lo que leemos en la Biblia? No. La Biblia muestra varias ocasiones cuando
Dios dio sueños y visiones a individuos que no conocían a Dios, o que eran enemigos de la verdad.
Por ejemplo, a Nabucodonosor, un rey pagano, Dios le dio un sueño que pronosticaba eventos
futuros hasta el regreso de Jesús. También le dio un sueño a la esposa de Pilato, advirtiéndole
que no debía tener nada que ver con Jesús.
Probablemente, quien menos anticiparíamos que recibiese un sueño o visión sería Pablo.
Antes de su conversión, se llamaba Saulo, era miembro del Sanedrín y un defensor celoso del
judaísmo. Había jugado un papel en el juicio y condena de Esteban. Él quedó convencido de
que Jesús era el Mesías, pero rechazó
sus convicciones y persiguió a los cristianos.
Ahora bien, si hubiese alguien indigno de recibir visiones del cielo, sería Saulo.
Cuando Ananias recibió orden de ir a ungirlo, no podia creer que Saulo había sido convertido.
Hay muchos hoy como él. Miran al mensajero y razonan que no es posible que esa persona
haya recibido un sueño o una visión.
Sin embargo, Pablo fue convertido durante una visión. Algunos tienen una opinión tan
limitada de la salvación, que la conversión de Saulo contradice todo lo que creen. La Biblia
muestra que Dios no se limita a salvar según nosotros pensamos que debe hacerlo.
Desde que recibí mi primer sueño, he publicado 63 sueños. Dios me indicó que debía compartir
esos mensajes para que su pueblo estuviese preparado para el regreso inminente de Cristo.
También he tenido muchos sueños privados para individuos.
Los sueños abarcan muchos temas, incluyendo la Deidad; el cielo y la tierra nueva; la lucha entre el
bien y el mal; las doctrinas, tales como el sábado, la salud, Elena de White y el Espíritu de Profecía; los
144,000; la apostasía dentro de la Iglesia Adventista; datos sobre el verdadero arrepentimiento y reforma;
los eventos finales, incluyendo los juicios de Dios y la brevedad del tiempo.
En mi sueño del cielo, recibí un anticipo de cómo será estar allí. Antes de concluir el sueño,
Jesús me pidió que lo compartiese con el pueblo de Dios, porque queda poco tiempo.
Al principio temía hacerlo, porque temía lo que la gente dijese o pensase.
Le relaté a mi esposa, Becky, la primera parte del sueño, pero no le dije el final,
cuando conversé con Jesús.
Durante las dos semanas siguientes, ella se preguntaba qué me pasaba, porque yo no
dormía bien. Un día, cuando comencé a hablar del sueño, me preguntó si había algo que no
le había contado del sueño. Le dije que sí y
con lágrimas en los ojos le relaté el resto.
Desde ese día, he obedecido la voz de Dios y he compartido los sueños con todos los
interesados. Tenemos un sitio internet www.formypeople.org donde pueden leerlos en
varios idiomas. También enviamos los libros con los sueños gratuitamente.
No ha sido fácil compartir los sueños. La mayoría inmediatamente piensa, "Ése es un profeta falso",
y ni siquiera se molesta en probar los sueños por sí misma, tal como Pablo nos
amonesta a hacer en 1 Tesalonicenses.
En el mundo moderno del internet, mucha gente escribe cosas falsas y engañosas de mí sin
primero comunicarse conmigo. Eso no me sorprende, porque así han tratado a
Elena de White.
Debido a que algunos sueños reprenden pecados que existen dentro de la Iglesia Adventista, muchos
rehúsan leerlos y creen que son ataques a la iglesia. Sin embargo, la realidad es todo lo contrario.
Igual que Elena de White, creo que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es la iglesia
remanente de Dios para los últimos días.
A diferencia de algunos ministerios, mis sueños nunca han dicho que la Iglesia Adventista es
Babilonia. Se me ha mostrado que la iglesia será sacudida y sufrirá terriblemente.
Una vez que eso suceda, quedará limpia y purificada.
Los que rehúsen llegar a ser como Jesús, saldrán en el zarandeo.
Hemos visto algunos ejemplos de profetas de Dios que no siempre anduvieron rectamente.
Vimos que Abraham mintió, Jacob engañó a su padre, David cometió adulterio con Betsabé y
se aseguró de que su marido fuese muerto en batalla; y Pedro mintió a los que lo acusaron
de ser un seguidor de Jesús.
Aprendimos que los profetas son seres humanos y tienen debilidades, como todos los demás.
A veces eran vencidos, pero Dios no los abandonó. Una vez que se arrepintieron, Dios siguió
usándolos como si no hubiesen pecado.
Menciono esto porque yo no soy distinto a esos hombres de mucha fe. Como ellos,
todos los días lucho contra mi naturaleza caída. También soy tentado a apartar mis ojos de Jesús y
mirarme a mí mismo. Y como ellos, necesito la gracia salvadora de Dios para purificarme
de mis pecados.
Como el apóstol Pablo, no digo que ya he logrado la perfección, sino que sigo a Cristo
y por su gracia cada día deseo morir al yo.
En 2007, recibí mucha oposición a causa de los sueños publicados en mi sitio web.
Al leer los informes falsos, me desanimé y aparté los ojos de Cristo.
Igual que otros profetas, el diablo halló en mí una debilidad que él manipuló
para hacerme caer.
Digo esto porque el internet menciona mi caída.
En vez de repetir todos los detalles en esta presentación, sugiero que lean un libro
en mi sitio web titulado, La Verdad, Toda la Verdad y Solamente la Verdad.
Los detalles aparecen en el tomo 2 y el capítulo 10.
Muchos creen que lo que hice demuestra que mis sueños no son de Dios. Han dicho que un
profeta jamás haría lo que yo hice. Lo único que puedo decir es, Vean lo que hizo David, lo que
hizo Pedro. Miren quién era Pablo antes de recibir su visión. Dios no aprueba de ningún pecado.
Pero Él es un Dios misericordioso; sé que Él me ha perdonado y perdona a todos los que se arrepienten.
Dios envía mensajes a su pueblo para que se prepare para lo que va a suceder.
Dijo el profeta Amós en Amós 3:7
"Porque no hará NADA el Señor Jehová, sin que revele su designio a sus siervos, los profetas".
Estamos viviendo en el tiempo cuando Jesús va a regresar muy pronto.
Las condiciones políticas, sociales y religiosas en el mundo están tomando forma.
Lo que ocurre en el mundo afecta la iglesia de Dios de los últimos días. ¿Acaso no esperaríamos que
Dios enviase mensajes para fortalecer a su pueblo, tal como Moisés, Juan el Bautista y Elena de White
jugaron un papel especial para guiar al pueblo en sus días? Yo creo que Dios Está enviando
luz e instrucción para guiar a su pueblo durante los últimos días de este mundo.
Les invito a visitar nuestro sitio web y leer los sueños.
Los pueden encontrar en www.formypeople.org Las vidas de muchos alrededor del mundo han
cambiado, y su amor por Jesús ha aumentado al leer por sí mismos los mensajes que Dios
está dando a su pueblo en los últimos días.
Las cosas que me han sido mostradas que van a ocurrir no son agradables. En el mundo y
en la iglesia habrá muchos cambios. Vamos a necesitar una fe que se aferre a
Jesús cuando todos los demás se aparten.
Mi amigo, ¿tiene usted esa fe ahora? ¿Está Vd. preparado para ver a su mundo volverse
al revés? ¿Está listo para el gran zarandeo profetizado por el Espíritu de Profecía?
¿O se está acomodando en este mundo? En su vida, ¿han tomado prioridad las
preocupaciones de esta vida?
Ruego a Dios que esta presentación le haya animado a ver que estamos viviendo en los
últimos días de este mundo. Si Vd. llegase a tener alguna pregunta, no deje de enviarnos
un correo. La dirección electrónica aparece en nuestro sitio web.
Quiera el Señor estar con Vd. para fortalecerlo.