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Traductor: Sebastian Betti Revisor: Francisco Gnecco
Mi nombre es Joshua Walters.
Soy comediante.
(Percusión Vocal)
(Risas)
(Aplausos)
Mientras me desempeñaba como artista
fui diagnosticado con
trastorno bipolar.
Me lo replanteé como algo positivo
porque cuanto más loco esté en escena
más entretenido va a ser.
A mis 16 años en San Francisco
tuve un episodio maníaco
en el que pensé que yo era Jesucristo.
Quizá piensen que es algo espeluznante
pero en realidad no hay ninguna dosis de droga que uno pueda tomarse
que lo lleve a lo más alto
como para creer que uno es Jesucristo.
(Risas)
Me enviaron a un lugar;
una sala de psiquiatría.
Y en la sala de psiquiatría
todo el mundo está haciendo su espectáculo.
(Risas)
No hay público como éste
que justifique el ensayo.
Simplemente están practicando.
Un día van a llegar hasta aquí.
Cuando salí,
fui diagnosticado
y medicado
por un psiquiatra.
"Está bien, Josh, ¿por qué no te damos algo de...
...por qué no te damos un poco de Zyprexa?
¿Bien? ¿Mmmm?
Al menos eso es lo que dice en mi lapicera".
(Risas)
Algunos de ustedes están en el campo, puedo verlo.
Puedo sentir sus ruidos.
La primera mitad de la escuela secundaria
fue una lucha contra los episodios maníacos
y la segunda mitad
fue de sobremedicación
que me hacía dormir todo el tiempo.
La segunda mitad fue, más o menos, una gran siesta en clase.
Cuando terminé
tenía que escoger.
O negaba
mi enfermedad mental,
o me aferraba
a mis capacidades.
(Sonido de clarín)
Hay un movimiento en este momento
para replantear la enfermedad mental como algo positivo,
al menos la parte que roza la hipomanía.
Ahora bien, si no saben qué es la hipomanía;
es como un motor que está fuera de control;
tal vez un motor de Ferrari, sin frenos.
Muchos de los oradores presentes, muchos de Uds. en la audiencia,
tienen ese toque creativo,
saben de lo que estoy hablando.
Se sienten movidos a hacer algo
que todo el mundo les ha dicho que es imposible.
Hay un libro... John Gartner.
John Gartner escribió un libro llamado "The Hypomanic Edge"
en el que Cristóbal Colón, Ted Turner, Steve Jobs
y todas estas mentalidades de negocio
tienen esta ventaja para competir.
Hay otro libro escrito no hace mucho,
a mediados de los '90,
llamado "Touched With Fire", de Kay Redfield Jamison,
en el que esto se mira con sentido creativo
en el que Mozart, Beethoven y Van Gogh
todos padecían esa depresión maníaca.
Algunos de ellos se suicidaron.
O sea, no todo era
bueno con esta enfermedad.
Pero, hace poco,
se han producido avances en este campo.
Salió un artículo escrito en el New York Times,
en septiembre de 2010,
que decía:
"La manía justa" (Just Manic Enough, NT)
Tener la manía justa
para ser elegidos por inversores que buscan empresarios
con este tipo de espectro
-ya saben de qué hablo-
quizá no bipolares totales
pero que estén en el espectro bipolar
donde por un lado,
quizá uno piensa que es Jesús
y por otro lado
tal vez genera un montón de dinero.
(Risas)
Elijan. Elijan.
Y todo el mundo está en algún punto intermedio.
Todos caen en un punto intermedio.
Así que tal vez, ya saben,
no es que
uno esté loco;
ser diagnosticado con una enfermedad mental
no significa que uno esté loco.
Quizá significa
que uno es más sensible
a lo que la mayoría de la gente puede ver
o sentir.
Tal vez nadie está realmente loco.
Todos estamos un poco locos.
Cuánto,
depende de en qué parte del espectro caemos.
Cuánto,
depende de la suerte que tengamos.
Gracias.
(Aplausos)