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Congreso Gnóstico de la Transvalorización 26 Octubre - Primera Parte (continuación) "El Tezoro de la Luz"
«Hay cuatro estados
de Conciencia. El primero es la Conciencia
absolutamente borracha; es cuando una persona
está durmiendo en su cama y la psiquis
anda por ahí vagabundeando
en los mundos internos
El segundo estado de Conciencia
es el mal llamado estado de vigilia».
El que tenemos todos aquí ahora.
Aparentemente estamos despiertos
porque tenemos los ojos abiertos,
pero no es verdad; aquí dentro hay
un shock, hay una especie de hipnotismo,
y si cerramos los ojos,
inmediatamente empezaríamos a escuchar
a un montón de gente.
Pero en este segundo estado el peligro
que puede haber es que a veces
una persona está caminando por la calle
y lleva sus sueños y sus fantasías,
y se le puede ocurrir querer hacer realidad
sus fantasías y convertirse en
un personaje peligrosísimo.
Por eso hay personas que se colocan explosivos
alrededor de su cuerpo, se meten en un autobús
con mucha gente, y cuando están dentro
de aquel autobús aprietan un botón
y vuelan por los aires él y todas las gentes.
¿Qué llevaba ese sujeto en la psiquis?
Un sueño:
«Yo soy un patriota. Yo soy alguien
que si me muero, pero me llevo a treinta personas
por delante conmigo, voy a ser recibido por Dios
en un paraíso, y muchas doncellas vírgenes
me acariciarán durante eternidades».
Eso piensan estos terroristas.
Ustedes pueden darse cuenta de lo grave
que es eso. Eso no tiene ni cabeza ni pies.
¿Cómo Dios nos va a recibir
después de un acto tan espantoso y monstruoso
como quitarle la vida a treinta personas,
y encima nos va a dar el regalo
de que estemos en un paraíso?
Eso son sueños, fantasías. Cuando un individuo quiere
en el mundo físico hacer coincidir sus fantasías
con la realidad se vuelve muy peligroso,
muy peligroso; este es un ejemplo.
Hay un tercer estado de Conciencia,
y es el del recogimiento. Cuando nosotros
hacemos una oración arrodillados
y, antes, hemos concentrado
nuestra autoobservación en nosotros mismos
y hemos esperado un momento
a que se calme un poco la psiquis,
y hacemos la oración absolutamente concentrados
en lo que estamos pidiendo,
la oración llega a donde tiene que llegar.
Pero dice el Maestro:
«Cuando la oración la hacemos
mecánicamente, orando por orar, hay un peligro
y es que quien está orando es un Yo,
porque la persona no está en el tercer
estado de Conciencia, no está recogida,
no ha concentrado su psiquis solo en eso.
Entonces, como es un Yo el que está orando,
los otros Yoes, que siempre están en contradicción,
todos contra todos, van contra este Yo».
Y si este Yo está diciendo:
«Dios mío, Dios mío,
que se arregle este problema tal y cual»,
los otros Yoes van a orar todos:
«No se lo arregles, no se lo arregles»,
y la respuesta viene dada
por la mayor cantidad de voces que la reclamen, y
como ellos son más, vendrá todo lo contrario.
Yo recuerdo, ya estando en la Gnosis…
Entonces era adolescente,
tenía como diecisiete años mi persona,
y había leído estas cosas del Maestro;
esto de orar mecánicamente. Y entonces un día,
con un compañero que no estaba en la Gnosis,
asistí a un velorio de esos que se hacían antes
en América del Sur. Un velorio es que alguien se murió
y lo tienen ahí en la sala de la casa de la familia
a la que pertenecía, y ahí lo velaban uno o dos días
con oraciones y todo esto
antes de llevarlo al cementerio.
Entonces una noche de esas en las cuales
la familia había contratado (porque se contrataba)
el servicio de una mujer de estas
que hacía los rezos con toda la gente
que estaba allí, y con los familiares,
yo me quedé tan sorprendido
de que empezaban todos a rezar
como una locomotora. Ni siquiera había terminado
la mujer esta que llevaba la voz cantante
de terminar una oración, que ya los demás la
estaban repitiendo sin saber si era lo mismo.
Bueno. Total, que, recuerdo muy bien que
entre aquellas cosas que se pedían por el difunto,
aquella mujer decía:
«Virgen Santísima,
cúbrelo con tu manto y llévalo pronto al cielo».
Pero lo que uno escuchaba era
como un murmullo mecánico;
era una cosa que no se entendía bien,
porque se hacía todo mecánicamente,
como rápido, por salir de aquel sitio rápido.
Y yo le dije a mi amigo:
«Escucha, voy a decir algo
y verás que nadie se da cuenta de lo que yo digo;
ni siquiera las personas que tengo aquí
a mi lado. Ya verás».
Y cuando llegó esa parte de la oración,
yo, en lugar de decir:
«Cúbrelo con tu manto
y llévalo pronto al cielo»,
dije:
«Cúbrelo con tu manto
y dale contra el suelo».
Nadie se inmutó.
Y yo volví a decir:
«Cúbrelo con tu manto
y dale contra el suelo».
Y lo repetí cinco veces.
Nadie se percató de aquello.
Eso me demostró a mí una vez más
la veracidad de la Gnosis.
A mí siempre me gustó, cada cosita
de la Gnosis, ir a ver si era verdad.
Debo tener algo un poco de Tomás dentro,
porque siempre me gustó ver si eso era verdad.
Y resultó que mi amigo no aguantaba
las ganas de reír; y decía:
«Pero ¿será posible? Repítelo».
Y yo lo repetía. Nadie se enteró.
Esto es muy grave. Esto es para que ustedes
vean hasta qué punto nosotros estamos
en los sitios totalmente convertidos en fantasmas
hablando por hablar, pero no estamos
de corazón en esa oración. Y si no estamos…
¡Pobre difunto aquél! Porque quién sabe
si de verdad le dieron contra el suelo;
nunca lo sabremos. Pero esto es lo que sucede.
Dice el Maestro que se provoca un flujo
de fuerzas justamente contrarias
a lo que queremos pedir o a lo que estamos pidiendo;
entonces eso es muy grave. Tenemos que tener cuidado
con la palabra y recogernos en el tercer estado
de Conciencia a la hora de orar; y, luego, dice:
«Hay un cuarto estado de Conciencia».
Claro, el de los Iluminados. Esos no tienen problema;
esos se recogen en segundos,
hacen un mantram y el mantram provoca un resultado
inmediatamente, porque toda la energía espiritual
de ese Iniciado va y se concentra en ese mantram;
y una energía concentrada en algo
produce un efecto inmediato.
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