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Los días 1 y 2 del pasado mes de diciembre, el CDR celebró su 87° Pleno.
José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión Europea,
presentó a los entes locales y regionales el programa de trabajo de la Comisión
para el año 2011,
destacando que Europa concede una importancia muy particular
a la política de cohesión.
La política de cohesión aporta una contribución esencial
no sólo a la solidaridad en Europa,
sino también al crecimiento de Europa, de toda Europa.
Los fondos puestos a disposición de la política de cohesión
para 2000-2006 representan una contribución al aumento del PIB del 0,7 %
en el conjunto de la Unión Europea en 2009.
0,7 % de apoyo al crecimiento del PIB.
Esto representa la creación, durante el período señalado,
de un millón de nuevos puestos de trabajo en las empresas de la UE.
Hay también un estrecho vínculo entre la política de cohesión
y el mercado interior.
Las cifras ponen de manifiesto que las exportaciones en el mercado interior de la Unión
se han dirigido hacia los países
beneficiarios de la política de cohesión.
Así pues, que quede claro, la política de cohesión
no beneficia únicamente a las regiones que reciben los fondos.
La política de cohesión beneficia a toda Europa, incluidas las regiones
más ricas de Europa.
Y es necesario destacarlo, en particular,
cuando a veces oigo o veo campañas en contra de la política de cohesión.
En efecto, José Manuel Barroso recordó que la utilización
de los Fondos Estructurales es objeto de numerosos y rigurosos controles.
Los fondos de la política de cohesión son,
tal vez, los fondos más controlados de todo el mundo.
No hay ningún otro fondo que esté tan controlado por las autoridades europeas,
por la Comisión, por el Parlamento, por el Tribunal de Cuentas,
por la opinión pública, por los medios de comunicación, etc.,
diría que más incluso que la mayoría de los fondos nacionales.
La Comisión Europea está orgullosa de la política de cohesión
y la consideramos indispensable,
no sólo porque está en el Tratado, pues es una obligación que impone el Tratado,
sino porque es indispensable para el futuro de la UE,
y no únicamente por razones de justicia para las regiones más pobres,
sino para la propia existencia del mercado interior.
En otras palabras, sin política de cohesión no se puede tener una Unión.
Porque no conozco ninguna unión que pueda funcionar sin solidaridad.
El programa de trabajo de la Comisión tiene por objeto materializar
la Estrategia Europa 2020,
un conjunto de medidas destinadas a estimular la competitividad de la Unión
y su potencial de innovación.
Los esfuerzos de la Comisión en 2011
seguirán centrándose en tres ámbitos clave:
fortalecer la gobernanza económica,
completar la reforma del sector financiero
y acelerar la puesta en práctica de la agenda Europa 2020.
Al mismo tiempo, proseguiremos la creación de un espacio de libertad,
justicia y seguridad, y entablaremos
las negociaciones para un presupuesto comunitario moderno.
Por último, la Comisión, que, con el Tratado de Lisboa,
ha asumido más competencias en materia de representación exterior
de la Unión en ámbitos que no sean de la política exterior
y de seguridad común,
contribuirá plenamente a situar a Europa
en el lugar que merece en la esfera internacional.
Las 40 iniciativas estratégicas que la Comisión se comprometió
a presentar en 2011 y las 150 propuestas restantes de su programa
son el reflejo de estas prioridades esenciales.
Por lo que se refiere a las reformas estructurales,
son objeto de la estrategia Europa 2020,
que recibió el apoyo unánime de los Jefes de Estado y de Gobierno.
Esta estrategia tiene por objeto invertir en sectores económicos
de futuro preservando, al mismo tiempo, nuestra economía social de mercado
y nuestro modelo europeo de sociedad.
Se basa en un crecimiento inteligente,
un crecimiento sostenible y un crecimiento integrador con predilección por
una economía con un nivel de empleo elevado
y favorece la cohesión social y territorial.
Señoras y Señores, Europa no carece de activos:
un gran mercado único, empresas entre las más dinámicas del mundo,
una sólida tradición en los ámbitos de la innovación y la investigación,
y una acción de vanguardia en la lucha contra el cambio climático.
Sería un error subestimar estos activos.
Por el contrario, debemos reforzarlos y ampliarlos.
Tenemos que seguir aprovechando todas las potencialidades del mercado interior.
Ganaremos así en competitividad
en beneficio de las empresas y de los consumidores.
La aprobación del Acta del Mercado Único es una etapa primordial
en la reactivación del mercado interior.
Además, la Comisión seguirá luchando contra el exceso
de cargas administrativas que limita las acciones de las PYME�