Tip:
Highlight text to annotate it
X
Alabado sea el Señor y todas sus criaturas.
Especialmente el Hermano Sol que nos calienta y alumbra por el día.
Y es bello y con gran esplendor, de Ti Altísimo, portador de vida.
FRANCISCO JUGLAR DE DIOS
Alabado sea por la Hermana Luna y las estrellas del cielo,
tan claras, valiosas y bellas.
Alabado sea el Señor por el Hermano Viento y por el aire y las nubes
y el buen tiempo, a través del cual das a tus criaturas sustentamiento.
Alabado sea el Señor por la Hermana Agua,
la cual es muy útil, humilde, valiosa y casta.
Alabado sea el Señor por el Hermano Fuego,
con el que iluminas la noche y es bello, alegre, robusto y fuerte.
Alabado sea el Señor por nuestra Hermana y Madre Tierra,
la cual nos sustenta y gobierna y produce los más variados frutos,
con coloreadas flores y abundante hierba.
Alabado sea el Señor, por los que perdonan por su amor,
y padecen enfermedades y tribulaciones
Dichosos aquellos que mantengan la paz...
porque por Ti, Altísimo serán coronados.
Alabado sea el Señor por nuestra Hermana Muerte Corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!
Dichosos aquellos que cumplan tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará ningún mal.
Alabad y bendecid al Señor, y dadle gracias y servidle con gran humildad.
"DIOS ELIGIÓ LA NECEDAD DEL MUNDO PARA HUMILLAR A LOS SABIOS;
LA FLAQUEZA PARA HUMILLAR A LOS FUERTES; LA VILEZA, A LOS RUINES;
LO QUE NO ES NADA, PARA ANULAR LO QUE ES".
Y Francisco, para vencer al mundo, se hizo pobre y humilde,
se hizo niño para merecer el Reino de los Cielos.
El mundo se burló y le llamó loco, pero el Papa Inocencio tuvo fe en él.
y le permitió llevar a los hombres su fe en la mansedumbre y la pobreza.
Y ahí viene Francisco, vuelve de Roma a Rivotorto junto a sus compañeros.
Como la cabaña está ocupada se van a Santa María de los Ángeles,
desde donde irradiarán al mundo la fuerza de su bondad,
su mansedumbre y su anhelo de paz.
Yo, si tuviera que predicar empezaría así:
"He venido para comunicaros un gran secreto que os hará felices.
Os enseñaré qué debe buscar el hombre...
...- para encontrar la paz". - ¡La alegría!
¡La alegría, exactamente! Porque como la paz,
forma el ardiente deseo del corazón humano.
Yo en cambio, hablaría a los hombres de la gloria.
¿Acaso no debemos encontrar el espíritu del perfecto caballero?
Pero Él se refería al ardor de la caridad,
con el que deberemos predicar la palabra de Dios.
El ardor, surge del corazón sumergido en alegría del que hablaba Fray Rufino.
Yo, en cambio, diría que en la vida el cristiano debe amar la lucha.
Es bello luchar, máxime cuando a la lucha le sigue la posesión del bien.
¿Quieres decir la lucha por la virtud?
La alegría de la que hablaba es la de la posesión que tiene el alma
cuando ha logrado dominar las pasiones que la turbaban.
¿No lo recuerdas? Todos estábamos en perfecta calma.
En aquellas noches estrelladas, cuando los sueños extasiaban la juventud.
Después, su mutación rompió el encanto, que podía hacernos daño.
Ahora, bendecidos por el Papa, daremos a conocer esta divina realidad.
Nuestro gozo, es el efecto de la lucha inspirada, por la divina bondad.
¿Pero por qué Fray Bernardo, no muestras en tus dulces palabras...
de qué modo las criaturas deben obrar para alcanzar la paz del alma?
¿Quieres seguir a Cristo en la pobreza y humildad como Él hizo?
¡Viva la alegría! ¡Consuela la gloria! - ¡Que todos luchen por alcanzarla!
¡Que encuentren los hombres el gozo de amar!
- Ayúdale. - Cuidado hermano, ¿tenías sed?
¿Pero por qué a ti? ¡Eh! Digo, ¿por qué a ti?
¿Qué quieres decir?
Digo, ¿por qué, Francisco, todo el mundo va detrás de ti?
y todos desean verte, oírte, obedecerte?
¿tú, que no eres ni alto, ni bello ni noble?
Porque Dios no ha encontrado alguien más humilde en la Tierra,
porque no ha visto entre los pecadores a uno más vil que yo.
Para decir que toda virtud es un don suyo y no de las criaturas...
y al Señor dé gloria y gloria in eterno.
Y por eso, yo también te sigo, ¡oh, Francisco!
- Entra. - Pero no se puede.
- ¿Qué pasa, qué pasa? - Nuestra cabaña está ocupada.
Ven, un poco de agua no te vendrá mal, vamos...
- Buenas tardes, hermano - ¿Qué queréis?
Nuestros cuerpos necesitan un poco de descanso.
¡No os llevéis al asno! Ya pensaré yo en cómo daos reposo.
Pero esta celda la hicimos con nuestras propias manos.
- ¡Pero ahora la uso yo! - Ya nos apañaremos como podamos...
- Como buenos hermanos. I -¡Fuera!
¡Menuda caridad! ¡Está sin civilizar!
¡Fuera, fuera, dejadme en paz, fuera!
Os vais a enterar si seguís importunándome.
¡Fuera, ladronzuelos, miserables inoportunos!
¡Eh! ¡A qué esperáis, marchaos!
¡Venid! ¡Fray Bernardo, León, ovejuelas de Dios, vamos!
¿ Y ahora a dónde vamos?
Yo sé a dónde ir.
- ¿Pero qué hacemos? - Hace frío...
¿No creéis que ahora nuestro corazón no tiene motivo de alegría?
Es la primera vez que la Providencia nos hace útiles a los demás.
Padre, ¿qué es lo que os turba?
Que Dios me perdone por abusar de vuestra obediencia.
Bernardo, ven.
Yo te ordeno por santa obediencia que hagas lo que te pida.
Yo te obedeceré en todo si me prometes hacer lo que yo te mande.
Haré lo que desees.
Dime, Padre, ¿qué quieres que haga?
Te pido que por obediencia, castigues mi presunción cuando me tumbe...
y pongas un pie en mi boca y otro en el cuello y pases tres veces diciendo:
"Yace mezquino, hijo de Pedro Bernardone,
¿por qué impones tanta soberbia a tus compañeros, una penitencia tan dura?
Nuestro gozo es la más bella respuesta que puedes darle a Dios.
Ahora empecemos de veras a amar nuestra vocación.
Ahora vemos realmente que siguiéndote a ti seguimos a Dios.
Gracias, hijos míos, gracias.
El Señor es bueno, siempre es bueno conmigo.
"DE CÓMO FRAY JUNÍPERO VOLVIÓ DESNUDO A SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES
DONDE LOS HERMANOS HABÍAN ACABADO DE CONSTRUIR SU CABAÑA"
¡Qué ganas tengo de ir a predicar!
Hermano, con este trabajo te acercas cada vez más a Dios.
Si haces con tus manos estas cosas conoces hasta el fondo la vida.
En cada piedra pon tu conciencia y así cada piedra te hará más grande.
¡Qué maravilla! ¿quién os lo ha dado? ¿Qué haremos con estos campanillas?
¡Nos hará falta un rebaño de ovejas!
- ¿Quién te los ha dado? ¿Dónde los metemos?
Ya tenemos nuestras propias campanas para reunirnos a rezar.
No sabéis la gran sorpresa que hay. Ya hemos acabado nuestra caseta.
¿queréis venir a verla?
¡Miradla! Está terminada.
¡Venid, hijos, venid!
- Es muy bonita. - Y muy acogedora
- Es un poco estrecha - Pero seguro que cabremos
Fray Junípero, ¿qué ha pasado? ¿Pero qué ha ocurrido?
Pobrecillo, está muerto de frío.
Rápido, cubridle.
- Ponedle una manta. - Sí, tomad esta manta.
¿Pero qué ha pasado?
Le he dado la túnica a un pobre que me ha pedido limosna.
Pero no debes dar la túnica.
¿Pero no me habías dicho que hay que socorrer a los pobres?
Te ordeno por santa obediencia que no des la túnica sin mi permiso.
"DE CÓMO JUAN, LLAMADO "EL SIMPLE", QUISO SEGUIR A FRANCISCO...
Y SE PUSO A IMITARLO EN LOS GESTOS Y EN LAS PALABRAS"
León, León...
Aquí estoy.
Francisco, nos vamos.
Sí, marchad.
Padre, quisiera que me ayudases a formar con ellos un pueblo nuevo.
Que estos tiempos sean como los que vio en la tierra la humildad de tu hijo.
Que los hombres estén en paz con los hombres.
En el nombre del Señor, id siempre con humildad y honestidad...
orando a Dios en vuestros corazones y no haya palabras y cosas vanas
y que cada uno socorra al otro.
Si os encontráis a alguien que os necesita, dejad todo lo demás,
porque quien no ayude, no puede esperar la recompensa de Dios.
Hermanos, guardaos de perder el óptimo don del tiempo,
que nadie se muestre ocioso para con los demás hombres.
Sustentaos con vuestro trabajo y no seáis peso para los demás.
Quien ignore el Evangelio, que aprenda de vuestro ejemplo.
Junípero no puede ir con este hábito, él os preparará una buena cena.
Obedezco y voy.
Y nosotros le traeremos un buen hábito de seda de Provenza.
- Traeremos la alegría. - La alegría...
Te traeremos el saludo de los pobres.
Oh, Señor, haz de mi un instrumento de tu paz,
donde hay odio que yo lleve amor.
Donde hay discordia que yo lleve unión.
Donde hay dolor que yo lleve gozo.
Y haz que lleve la esperanza donde haya desesperación.
Maestro, haz que yo no me preocupe tanto de ser amado, como de amar.
Y que todos conozcan en la tierra el secreto de tu paz...
que es el fruto de la justicia y de la caridad fraterna.
Cantad un poco más bajo, más bajo.
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
Hermanas avecillas, ya que podéis alabar a Dios tan fácilmente,
porque tenéis libertad de volar y la pureza del aire y el viento,
dejad que pueda yo también alabarlo tranquilamente.
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras deudas...
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores...
y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal. Amen.
¡Eeeeh!
¿No hay nadie aquí?
¿Qué quieres, hermano?
¡Tú eres bueno!
¿Qué quieres?
Quiero hablar con el jefe...
Quiero quedarme con Francisco.
¿ Y qué quieres hacer con ese buey?
Lo quiero dar a los hermanos...
- ¡Devuélvenos el buey! - ¡El abuelo se ha vuelto loco!
Sí, sí, la vaca es vuestra. A nosotros no nos hace falta.
De él ya me encargo yo.
Ves, aquí estamos junto a Jesucristo.
...Sí, Jesucristo.
También está la Virgen.
...la Virgen.
¿Pero tú sabes rezar?
Ah, sí. El Ave María...
¡Mira, qué hermosa es! ¿Te gusta?
Aquí vendremos siempre a rezar.
¡A rezar, siempre!
¿Te gustan?
¡Oh, qué bonitos!
La lámpara se ha apagado. La encenderemos mañana.
¿Pero qué haces?
El aceite es bueno.
Vamos a rezar.
Ave Maria gratia plena dominus tecum, benedicta tu in mulieribus
et benedictus ventris tui lesus. Santa Maria, Mater Dei,
ora pronobis pecatoribus nunc ed ora mortis. Amén.
Padre, Hijo y Espíritu Santo, amén.
¿Sientes la paz que nos rodea?
¡Cuánta paz!
Y esta es la cabaña donde dormiremos. ¡Se está tan bien!
El fuego se está apagando! ¡Junípero, Junípero!
¡El fuego!
¡Oh! El fuego, qué bonito es.
¿Pero que ocurre?
¿Qué estáis haciendo?
¿Pero por qué has sido avaro con el Hermano Fuego?
Yo lo amo porque es bello, alegre, robusto y fuerte.
Alabado sea Dios por el Sol de día y el Fuego de noche.
Pero Padre, el fuego puede hacerte daño...
Y tú ¿por qué quieres hacerle daño al Hermano Fuego?
¡Padre, déjame a mí!
¿Pero cómo es que a estas horas aún no han vuelto?
No lo sé, ten paciencia, volverán.
Volverán...
Quiero ser como Francisco.
Pero tú tienes mujer e hijos.
¿Por qué les has dejado? ¿Te han hecho algún mal?
No, quiero ser como Francisco.
Pero aquí deberás trabajar más que antes.
¡Sí, sí, yo quiero trabajar!
Y tus parientes, será como si estuvieran muertos.
Y estarás entre los humildes para predicar, trabajar.
¡Predicar, trabajar! Decirlo todo.
¿No te ha parecido duro abandonar a tu familia?
¿Pero qué quieres de Francisco?
Quiero hacerme santo como Francisco.
¡Pues yo soy Francisco!
¡Ahí están, ya llegan!
Ah, sí, vamos, vamos.
Ahí llegan después de una jornada de trabajo los que serán tus hermanos.
¿ Y quién es este viejecito?
Es vuestro nuevo hermano.
¡Ah! ¡Cuánta gracia de Dios! ¿Qué es esto?
¡Coge, Junípero, coge!
Hermana Clara nos ha entregado este hábito para Fray Junípero,
y como no te ve hace tiempo, desea almorzar contigo. ¿La complacerás?
¿No creéis que debo complacerla?
Sí, claro, hermano...
Entonces decidle que la esperamos.
Toma, Junípero, Dios no abandona nunca a sus siervos.
¿Por qué estás tan triste?
El Señor no ha querido darnos el consuelo de recibir limosna.
No tengas miedo, no le faltará de nada a quien cumple con su deber.
Las cosas que han son de todos. ¡Mirad, tenemos un nuevo hermano!
Soy Juan.
¡Ah, Juan, se llama Juan!
"DEL MARAVILLOSO ENCUENTRO DE SANTA CLARA CON SAN FRANCISCO...
...EN SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES"
- ¿No serán muchas? - No, coge las que puedas.
No rompas las ramas, coge sólo las flores.
¿Quieres subirte en mis hombros?
- Si aguantas. - ¡Pues claro!
Y creíamos que no teníamos nada para ofrecer a Hermana Clara.
Aprovecha y coge muchas.
¿Queréis que os ayude?
Rápido, hagamos una buen alfombra. Qué bien huelen, ¿verdad?
Preparemos una casa digna de una muchacha consagrada a Dios,
¡Rápido! ¡Rasuraos la tonsura!
¡Eh! Traed las escudillas!
¿ Y tú no vas?
Padre, no es necesario para mí.
Vamos a hacer ahora una buena limpieza.
Despacio, despacio.
¡Me haces daño, ten cuidado!
¡Ahí viene!
¿Lo hago bien?
- Llega la Hermana Clara. - ¿Cómo? -Hermana Clara.
¿ Ya llega? ¿Pero qué dices? ¡Viene Hermana Clara!
- ¡Hermana Clara! - ¡Llega la Hermana Clara!
¡Viene Hermana Clara! ¡Viene Hermana Clara!
Bienvenidas.
Buenos días, Hermana Clara. Buenos días, Hermana Clara.
¡Venid!
¡Cuántos recuerdos!
Sabes, en esta capilla Hermana Clara se consagró a Dios.
Hermosa, Hermana Clara.
Ave, Señora Santa Reina Santísima Madre de Dios, María.
Ave, Señora Santa Reina Santísima.
Tu fuiste elegida para ser Virgen del Altísimo Padre Celestial
el cual te consagró con su hijo y por el Espíritu Santo Paráclito.
Ave Reina Santa, Reina Santísima.
En Ti toda plenitud de gracia y de virtud.
Ave, hija, sierva del Altísimo Padre, Madre, esposa del Espíritu Santo.
¡Ha cogido mi capa!
¡Pero se ha llevado mi capa!
Calla, Fray Junípero está desnudo.
Pero se ha llevado mi capa, se ha llevado mi capa.
...por San Miguel Arcángel con todas las virtudes del cielo. Su predilecto,
con el mismo Padre que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Ave Señora Santa, Reina Santísima.
¡Mi capa! ¡mi capa!
¿Pero qué has hecho?
¿No te había ordenado Francisco que no volvieses a dar la túnica?
Sí, es cierto. Pero hoy he visto a un pobre que me pedía limosna.
Yo llevaba el requesón pero no se lo podía dar,
entonces me dije: yo no tengo nada para darte, excepto la túnica,
pero tengo órdenes de mi padre y no se la puedo dar a nadie.
Pero si tú me la quitas de encima, yo no te contradigo y no desobedezco...
Venga, vamos.
Mi capa. Coge mi capa...
Ten caridad, ves, estaba desnudo, se la han puesto en los hombros.
¡Ah! Y yo qué, y yo qué...
Llevádselo a un hermano pobre.
- No, no, marchad y llevadlo vosotras. - Vamos.
Esta noche me ha vuelto a visitar el demonio,
pero el demonio se ha ido con el rabo entre las piernas,
porque tengo un medio muy simple de despacharlo.
Cuando siento que se acerca y quiere entrar en mí,
cierro la puerta de mi corazón y me encierro en santa meditación.
Así que cuando llama a la puerta yo desde dentro le respondo:
quédate fuera, canalla, la posada está ocupada y ya no cabe más gente.
Así que el demonio derrotado se aleja no sólo de mí, sino de toda la comarca.
¡Dios mío!
Y la gente de Asís vio el horizonte rojo como el fuego.
Corrieron a Santa María de los Ángeles...
creyendo que era un incendio.
¡El cielo ardía por las palabras inflamadas del amor de Dios,
de Clara y de Francisco!
"DE CÓMO FRAY JUNÍPERO LE CORTO EL PIE A UN CERDO
PARA DARLO A UN FRAILE ENFERMO"
A mí siempre me toca quedarme en casa.
En casa, en casa.
Y hoy tenemos a Fray Amarsebello que por ayunar está muy débil.
Le he preparado este potaje. Le sentará bien.
Huele, ¿qué te parece este aroma?
Bien... le sentará bien.
No sé si se lo comerá, pero de todos modos se lo llevo.
Hermano, he preparado estas viandas que harían resucitar a un muerto.
Gracias, hermano.
Sí, ya lo sé, pero en tus condiciones no deberías ayunar.
Si Francisco estuviese aquí te ordenaría comer por santa obediencia,
Hermano, no es por mortificarme por lo que no como...
No es verdad, todos sabemos que no haces más que ayunar.
Pero yo sé lo que tú necesitas. Un buen muslo de pollo cocido.
O una buena trucha de río, con un par de salchichas asadas,
un huevo fresco o un poco de requesón.
¿Bueno, qué es lo que quieres? ¿Te puedo prestar algún otro servicio?
Que gran consuelo tendría si me trajeras una patita de cerdo.
Déjamelo a mí, lo tendrás inmediatamente.
No se lo ha querido comer, pero desea comerse una pata de cerdo.
¿ Y cómo?
Si con la ayuda de Dios encontrase un cerdo que me ofreciese su patita.
¿ Y cómo?
Dame el cuchillo.
¿ Y querrá Dios?
Confiemos en Dios.
Cerditos. El Señor os ha puesto en mi camino para socorrerme.
¡Esperad, esperad!
¡Hermano mío, cerdo, por favor, escúchame!
Tú, el más hermoso, ¿quieres complacer a mi hermano enfermo?
Ven y te la cortaré sin dolor. El Señor nos ayudará en la necesidad.
Piensa en las pocas ocasiones que tenemos de hacer el bien.
Gracias Dios mío por el bien que podremos hacer con esta pata.
¡Has visto, lo he encontrado!
¡Ya veo que lo has encontrado!
Oye, oye, también él da las gracias al Señor.
¡Sí, también da las gracias!
¡Amarsebello! ¡Te he traído el pie de cerdo!
¿Qué pasa? ¿Fray Junípero?
¡Hmm, qué estás preparando!
¡Bribones, ladrones, le habéis cortado la pata a mi cerdo!
¿ Y a esto lo llamáis hacer el bien? ¡Si le hubiese visto le habría molido a palos!
Calma hermano ¿qué ha ocurrido?
Uno de tus frailes le ha cortado la pata a uno de mis cerdos.
¿ Has visto tú a ese fraile?
¡Ah! ¡Si le hubiese visto lo habría molido a palos!
¡Yo sé quién ha sido! ¡Ya has vuelto a hacer de las tuyas!
¿ Y tú eres un fraile simple, eh?
No exageres ¡he hecho el bien!
Dime, Junípero, ¿por qué has organizado este escándalo?
No, Padre, yo y el hermano cerdo hemos hecho el bien.
También él estaba contento, ¿verdad Juan, que estaba contento?
Es verdad, es verdad...
Te ordeno te presentes ante aquel hombre y le pidas penitencia,
prometiéndole satisfacción para que no vuelva a tener queja de nosotros.
Voy inmediatamente.
¡Y no te olvides de la penitencia!
Qué falta nos haría un buen manojo de pelo como el tuyo.
¡Eh, un buen manojo, no lo quiero, todo para Dios!
¡Escúchame! Métete a fraile porquero y laméntate junto con el cerdo,
porque yo he satisfecho la petición de mi hermano enfermo.
¡Oye, oye! ¡te lo ruego, escúchame!
Socorrer a un hermano enfermo,
¿es que acaso no te alegra?
¡Tomad, vagabundos, comed!
¡Con tal de que no os vuelva a ver, porque sino os rompo la cara!
¡Vete tú, vete tú! ¡Te rompo la cara yo! ¡Francisco, Francisco!
Pero, ¿qué ha pasado?
¡Francisco, Francisco, ha tirado al suelo al hermano cerdo.
¿No os dije que yo lo amansaría?
¡Misericordia del Señor!
¡Francisco! ¡Ha tirado al suelo al hermano cerdo!
- ¿ Y ahora qué hacemos? - ¡Lo podemos entregar a los pobres!
Justo es.
De eso me encargo yo, lo hago inmediatamente.
"DE CÓMO UNA NOCHE FRANCISCO ORANDO EN EL BOSQUE,
SE ENCONTRÓ CON UN LEPROSO"
¡Dios mío, Señor mío!
¡Dios, Crucifijo! ¡Amarte con los hermanos!
¡Crucifijo... Dios mío!
¡Dios del Cielo! ...¡Oh, Dios grande!
"DE CÓMO FRAY JUNÍPERO COCINÓ PARA QUINCE DÍAS Y FRANCISCO,
ENTERNECIDO POR SU CELO, LE DIO PERMISO PARA PREDICAR"
Oye, tengo una idea.
Ahora que tenemos tanta comida, ¿por qué no la cocinamos toda junta?
Así duraría 15 días o incluso más...
Y así después, nosotros también podremos ir a la predicar ¿quieres?
Espero que a Francisco le agrade.
¡Claro que si!
¿Pero dónde encontraremos un recipiente para meter tantas cosas?
¿Para tantas cosas? En los pastos.
Una buena idea la tuya.
Si vas allí lo encontrarás.
Con la ayuda de Dios.
Y en honor de Francisco.
Échame una mano
Coge abundante, coge.
Ah, sí, verduras... ¡oh! Verduras...
¿Pero qué haces? ¡Eso no!
Coge la leña ahora.
La leña... eso es la leña, adentro.
¿Pero qué haces?
La leña.
¡Adentro!
¡No Hermano Juan, mete la verdura!
¡Junípero, Junípero, date prisa que se apaga el fuego!
¡Junípero! ¡Corre, ven rápido que se apaga el fuego!
¡Corre! ¡Corre con la leña! ¡Junípero! ¡Ven!
Esta noche Junípero hará el rancho.
Junípero, dame la otra leña para el fuego ¡venga, Junípero!
¿Pero qué estás haciendo?
¡Pero no metas la leña dentro, que me lo echas a perder!
¡Déjame, que me vas a volver loco!
¡Déjalo ya, déjalo!
Que eso no hay que meterlo.
¿Pero qué haces?
¡Francisco, querido Francisco!
¿Qué sucede?
Preparo comida para quince días, así podremos irnos a predicar.
¡Dios mío!
Este potaje confortará el cerebro. Tiene gallina que sienta muy bien al cuerpo.
Luego, sin preocuparnos de la comida nos iremos todos a predicar.
Oye, Junípero, ven.
Te doy permiso para ir a predicar.
pero por obediencia deben empezar así tus predicaciones:
"yo, yo, yo, mucho digo y poco hago".
Porque es más útil predicar con el ejemplo que con la palabra.
¡Francisco, Francisco!
"DE CÓMO FRAY JUNÍPERO FUE CONDENADO A MUERTE
Y COMO SU HUMILDAD VENCIÓ LA CRUELDAD DEL TIRANO"
Yo, yo yo, mucho digo y poco hago.
Yo, yo yo, mucho digo y poco hago.
Yo, yo yo, mucho digo y poco hago.
Déjame probar. Baja, niña. Vete al otro lado.
¿De dónde has sacado ese casco?
Lo han dejado los soldados de Nicolás.
¿ Y quién es ese Nicolás?
El tirano que asedia Viterbo.
¿ Y lleva mucho tiempo?
Tres meses.
¿ Y aún está por allí?
Esta es una buena ocasión, voy inmediatamente.
Niña, ven aquí.
¡Adiós y divertios!
¡Adiós!
- ¡Vamos dale! -¡Toma! - ¡Y tú esto! - ¡Toma!
No es porque tenga la nariz frágil, es que le has dado una buena.
¡Qué te apuestas a que no es capaz de llenar el vaso!
- Yo digo que sí. - Yo digo que no.
- Yo apuesto a que sí. - ¡Venga, apostemos!
- Tiene la cabeza llena de aire. - ¡Mira como sangra!
Yo, yo, yo, mucho digo y poco hago.
Dios mío, te doy las gracias porque por fin he comprendido que no es
con las palabras, sino con ejemplos, como se conquistan las almas.
- ¿Pero qué pasa? - Estarán de fiesta.
Debe haber ocurrido algo.
Vamos a ver lo que pasa.
¿Qué pasa allá abajo?
Están burlándose de un mendigo.
¡Traedlo aquí!
Ve a llamarlo.
¡Registradle!
Una lezna y una yesca.
Ya veo. Rasgadle las vestiduras y luego matadle.
Basta, dejadme probar.
¿Qué me habéis hecho con esta armadura, me está destrozando?
¡Perros sarnosos! ¡Venga, quitadme esto de encima!
¡Déjame a mí!
El otro día en vez de cortarle la cabeza casi le cortas un pie.
Espera, ¿es que lo quieres matar así, sin llamar a un sacerdote?
- ¡Cierto, llamémoslo! - ¿Quién lo va a llamar? -Yo.
Llama al que va a enterrar a los muertos, date prisa.
No qué más da uno que otro, va a morir igualmente ¿no?
¡Mejor ofrecedle vino!
Tocad un poco de música y veréis como muere de todas maneras.
¡Vaya con el ratoncito! Tan pequeño y quería matar a nuestro jefe!
Dejadnos solos.
Hijo mío, estoy aquí para confortarte con nuestra religión.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Dime, ¿quién eres?
Un pecador.
¿Qué pecados debes confesar?
¡Ah, muchos, muchos!
¿De dónde vienes?
De Asís.
¿ Y cómo te llamas?
Me llamo Junípero, ¿por qué?
¿No serás tú el Junípero compañero de ese tal Francisco,
que es el más bueno de los hombres?
Y manso como un cordero.
¡Escuchadme, en nombre de Dios! Yo le conozco,
es amigo de todos. Ahora voy a hablar con Nicolás.
¡Oh, señor! ¡Señor! ¡Oh, Nicolás!
¡Se está cometiendo un atropello! ¡Van a matar a un inocente!
¿Pero qué dices? ¿Qué quieres tú?
Nibbio, quítame la celada. ¡Levantadme! ¿Qué inocente?
El hombre que acabas de condenar.
Quería atentar contra mi vida. ¡Nibbio, enséñale lo que llevaba!
¡Ah no, pero si son herramientas de trabajo!
Con esto enciende el fuego, y con la lezna arregla las sandalias.
Pero un espía me ha dicho que de Viterbo un sicario vendría...
disfrazado de mendigo y que lo reconocería por esas cosas.
¡Pero esto es una conspiración diabólica! No, no. Yo le conozco.
Es discípulo de un buen hombre, amigo de la lglesia,
de un tal Francisco, hijo de un rico.
Lo dio todo a los pobres y vive en un bosque con unos compañeros,
Mucha gente le sigue porque dice que ama a los pobres.
Quien desprecia el mundo está lleno de odio. Luego, es un ser venenoso.
Niego tu aseveración y te contradigo.
Ya decía Aristóteles, ¿no es cierto? que quien desprecia el mundo,
lo hace por protegerse del dolor, luego...
Yo conozco también el mundo y sé que esos pobres hacen siempre lo mismo.
Predican la pobreza, y luego roban y matan.
¡Ah, no! Yo he oído decir que rechazan todo
y que serían incapaces de hacer mal a nadie.
Luego... traedlo aquí. ¡Quiero interrogarle yo!
¡Vosotros fuera!
¿Dime, quién eres tú?
Yo, yo soy un grandísimo pecador.
Quitadme el yelmo. Nibbio, ¿dónde estás?
Con cuidado.
¿Es cierto que quieres traicionarnos y entregarnos a los viterbeses?
Yo soy un gran traidor, indigno de todo bien.
¿Por ventura, no querías matarme a mí, Nicolás,
con esa lezna y luego, incendiar el campo?
¿ Yo? Si yo... soy un grandísimo pecador,
muchas, mayores y más grandes cosas haría si Dios no me protegiese.
¡Si este es Junípero, qué no será Francisco!
¡Ves cuánta verdad hay en estas palabras!
Ante Dios, siempre somos más culpables de lo que creemos.
Primero, porque no mostramos gratitud a Dios;
segundo, porque poco o nada amamos a nuestros semejantes
y más viles y culpables seríamos si Dios misericordioso no nos asistiese.
No conozco este lenguaje.
Yo tampoco. ¡Quitadme esta coraza de encima, rápido!
¡Ah! ¡Rápido!
¡Basta!
Pero Nicolás...
¡Ve tú! ¡Llevadlo a mi tienda! ¡Tú, no!
¡Rápido!
¡Vosotros fuera!
¡Tocad a retreta!
¡Levantamos el asedio! ¡Levantamos el asedio!
"DE CÓMO SAN FRANCISCO CON FRAY LEÓN,
EXPERIMENTARON, LO QUE ES LA PERFECTA ALEGRÍA"
León, hermano mío, oveja de Dios,
aunque fuésemos capaces de devolver la vista a los ciegos,
expulsar a los demonios, devolver el oído a los sordos y el habla a los mudos,
resucitar a los muertos, advierte que no está en ello la perfecta alegría.
¡Al ladrón, al ladrón!
Está muerto.
¿Has visto hermano? Quería robarme, pero le he castigado severamente.
¿Pero qué has hecho? ¿Acaso vale un poco de oro la vida de un hombre?
Toma, coge este óbolo.
Requiescat in pace.
Fray León, ovejuela de Dios, aunque fuésemos capaces de hablar...
la lengua de los ángeles o conociésemos las conciencias,
advierte que no está en ello la perfecta alegría.
¡Oh, León, aunque fuésemos capaces de revelar las cosas futuras
y conociésemos los secretos de la naturaleza, no está en ello la alegría!
Hermano aunque fuésemos capaces de convertir a todos a la fe de Cristo,
ello no nos traería la perfecta alegría.
Hermano, ruegote me digas dónde está la perfecta alegría.
¡Una casa! Vamos a ver si hay gente que quiera alabar con nosotros a Jesús
Dios, en su misericordia sin duda nos indicará donde está la perfecta alegría.
¿Quién es?
¿Nos das una caridad, hermano?
Somos unos pobres frailes que van por el mundo por amor de las almas.
Escúchanos, hermano, te enseñaremos cómo servir a Dios.
¡Sirve con nosotros a Jesucristo!
¡Sirve con nosotros a Jesucristo!
¡Sirve con nosotros a Jesucristo!
¿Por qué no quieres servir con nosotros a Jesucristo?
¡Sirve con nosotros a Jesucristo!
¡He dicho que os marchéis, bribones! ¡No ***éis a la gente!
¡Hermano, danos una caridad!
Hermano, escúchanos, sirve con nosotros a Jesucristo.
¡Ya sirvo a Jesucristo! ¡Fuera de aquí! ¡Ladrones, infames, rufianes, tunantes!
¡Si sólo queríamos una caridad!
Esta es mi caridad. Quiero ser generoso en bastonazos
y daros cuantos más pueda, nudo por nudo, con mi bastón nudoso.
Fray León, ahora que hemos soportado estas cosas por amor de Cristo bendito,
advierte que en esto está la perfecta alegría.
Porque sobre todas las gracias que Cristo concede a sus siervos,
está la gracia de soportar toda villanía y tribulación por su amor.
¡Porque sólo en esto está la perfecta alegría!
"DE CÓMO FRANCISCO PARTIÓ DE SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES
CON SUS FRAILES A PREDICAR LA PAZ POR TODO EL MUNDO"
¡Francisco, Francisco! ¡Ya llegan! ¡Francisco! ¡Ven!
¡Ya llegan, Francisco! ¡Ahí están! ¡Francisco, ahí están, Francisco!
Nadie ha querido aceptar nuestra limosna, dicen que somos pobres.
Venid, nosotros partimos y os dejamos en consigna nuestro huerto.
Mire Padre, cuántos regalos.
Qué contento estoy. Llevadlos arriba ahora.
Es muy bonita.
Venid, entrad, entrad.
Os lo dejamos todo. Un odre de aceite, pan y unas nueces.
Es poco, pero os lo dejamos. Pero encargaos de la capilla,
porque nosotros salimos al mundo a predicar, ¿verdad?
Yo no puedo ir. No voy.
¿ Y porque no puedes ir?
No puedo ir con la capa.
¡Tienes razón! Un apóstol no tiene capa ni zapatos, tienes demasiado.
¿Se lo damos a los pobres?
Sí, todo para los pobres. La capa y las sandalias a los pobres.
¿Estás contento? Necesitas una capucha.
¡Voy inmediatamente!
¡Qué Dios os bendiga hermanos, adiós!
¡De vosotros me llevo sólo la fe, pero os dejo mi corazón!
¡Adiós, hermano ruiseñor!
¡Adiós, hermano árbol, que nos acogiste bajo tu sombra!
¡Adiós, tierra bendita!
¡Adiós, a nuestra cabaña!
¡Adiós a todos!
- ¡La paz sea con vosotros! - ¡La paz sea con vosotros!
- ¡Alabado sea el Señor! - ¡Sea por siempre bendito y alabado!
- Alabado sea Jesucristo - Gracias, hermanos, Adiós.
Vamos a repartir esto entre los pobres, lo necesitan.
Venid, os damos todo lo que tenemos. Toma esto, y esto.
Tomad os quiero dar el bastón.
La paz sea con vosotros, hermanos.
- Venid, Padre, venid. - Gracias, que Dios os lo pague.
Gracias, ¡Que el Señor os bendiga! La paz sea con vosotros.
- ¡Dadme algo, algo! - Me he quedado sin nada.
- ¡Yo también, yo también, - ¡Yo tengo 15 bocas que alimentar!
Y ahora que lo hemos dado todo, vamos a dar las gracias al Señor
Padre Silvestre tú que eres sacerdote, danos la bendición en nombre de Dios.
¡Salva, oh Señor, a tus siervos!
¡Oh, Dios mío, en ti confío!
¡Mándanos Señor, la ayuda de lo Alto!
¡Protégenos del demonio!
¡Muéstrate a nosotros, fuente de salvación!
¡Enséñanos tu camino!
¡Que nuestros pasos sean por ti dirigidos!
¡Para seguir tus mandamientos!
- La paz sea con vosotros. - ¡Y con tu espíritu!
Adiós, hermana, que Dios te bendiga.
Ya hemos llegado.
Alabado sea el Señor.
Juan, te esperamos a ti.
Ya llega Juan.
Ha llegado ya, hermanos, ha llegado la hora de separarnos.
Desde este momento cada uno irá por el mundo predicando.
¿Qué camino deberemos tomar?
El que nos indique el Señor
¿ Y cómo haremos para saber la voluntad del Señor?
Os pido, por santa obediencia, que deis vueltas en el sitio donde estáis,
como hacen los niños al jugar...
y que no os detengáis hasta que os dé vueltas la cabeza.
¿No te da vueltas la cabeza?
No.
¿No te da vueltas la cabeza?
¿No te sientes bien?
¡Ahora me mareo!
¡Ah, ah! ¡Me da vueltas la cabeza!
Tú, Amarsebello, ¿hacia dónde has caído?
Hacia Siena, de donde soy.
¿ Y tú, Bernardo?
Hacia Florencia.
¿ Y tú, Junípero?
Hacia Arezzo.
¿ Y tú, Rufino?
Hacia Spoleto.
¿ Y tú, Egidio?
Hacia Foligno.
¿ Y tú, Juan, hacia donde has caído?
Hacia allí, donde está aquel pinzón saltando por los árboles.
Pues seguirás a aquel pinzón, que es la vía que te ha indicado el Señor.
¡Ánimo, hijos míos, esparcios por el mundo y predicad la paz! Adiós.